Muy probablemente usted desayuna todos los días con el diario sobre la mesa. Da un bocado al croissant, bebe un sorbo de café con leche y pasa una página tras otras del periódico, deteniéndose en unos cuantos titulares y en unas pocas noticias desarrolladas.
A estas alturas, con varias páginas detrás, con casi toda seguridad usted lleva encima un enfado considerable. No news, good news dice el viejo proverbio periodístico y hace unos cuantos años el gran Sánchez Ferlosio abundó: "Los diarios son realmente estimulantes. No conozco nada mejor para cabrearse".
Entonces, si usted lee El País, para cuando llega el momento de enfrentarse -la palabra, sin duda alguna, portantes motivos, es enfrentarse- a la viñeta de El Roto, debería tener el estómago ya acostumbrado a los malos tragos.
Pero no. El Roto, que nació Andrés Rábago allá por 1947 en Madrid, siempre consigue atragantarnos el café, el croissant y lo que tengamos a bien llevarnos a la boca. El Roto-pocas misiones más nobles para un periódico o un periodista- consigue que detengamos la lectura, que respiremos hondo y reflexionemos por un momento acerca de cuánta verdad, cuánta violencia, cuánta absurdez, encierra ese pequeño pero tremendo fogonazo en forma de viñeta: unos cuantos trazos, unas pocas líneas.
Ahora El Roto ha recopilado una nueva antología de sus dibujos diarios, que responde al título de Vocabulario Figurado, y ha decidido recibirnos -en una rara deferencia como hemos podido comprobar después- en su estudio madrileño, con la mesa de dibujo esperándole y un caballete a pocos metros que carga un cuadro a medio hacer.
Yo no creo que las viñetas necesariamente tengan que producir gracia. La sátira en concreto, que es el trabajo que yo realizo, sólo participa de lo que podíamos llamar humor en algunas ocasiones, no siempre. Portante lo que pretende no es provocar hilaridad sino más bien ayudar a la reflexión o ayudar a la puesta en cuestión de lo que se entiende como establecido.
¿Cómo elige los temas a tratar?
Normalmente tomo nota de historias que me interesan y que la mayor parte de las veces no tienen que ver con hechos inmediatos. Me interesan los temas a medio y largo plazo, sobre todo, los temas de fondo, no los de superficie.
Su trabajo, más aún en el libro donde cada viñeta va titulada con una palabra, sirve como una reflexión sobre la forma en que se tergiversa el lenguaje, cómo las palabras se vacían de contenido en beneficio de según qué intereses...
Bueno, esa es la forma en que se ha planteado el libro. No quería hacer una mera recopilación sino que quise que tuviese algún formato, algún nexo común en todos los dibujos. Ese nexo común, precisamente, es la reflexión sobre el lenguaje, sobre la forma en que las palabras son malinterpretadas, tergiversadas, utilizadas de manera que dejan de tener el sentido original, que ya hemos olvidado, y pasan a tener sentidos que interesan al poder de turno. No pretendo restablecer la palabra en su origen, ése es un trabajo de los filólogos, sino buscar una utilidad práctica hoy en día o al menos limpiarla un poco de los contenidos que se le han ido añadiendo.
Esa voluntad de limpiar el grano de la paja, por llamarlo de alguna manera, en cuanto a significantes y significados, ¿estaba en el inicio de su carrera?
Yo creo que la sátira tiene que ver con el intento de descubrir lo que está más allá de la neblina que nos rodea. Hay una contaminación mental que es también visual y acústica. Esa contaminación no es casual, es una contaminación bien dedicada y que ayuda a que nadie sepa en qué terreno se mueve. El intentar limpiar o clarificar algo ese terreno es la función básica de este tipo de trabajo.
Supongo que tiene que ver con el utilitarismo. Para ellos el lenguaje es un mero útil de trabajo y lo utilizan en su provecho, en su beneficio, de la manera que les parece más conveniente. Pero evidentemente, el lenguaje es mucho más que eso, el lenguaje constituye, en su forma más profunda, la forma en que percibimos las cosas. Y cuando se convierte en un mero útil, todo lo que gira alrededor de él, que es básicamente la propia realidad, es algo que puede ser fácilmente transformado en mercancía. Que es de lo que trata todo esto en el fondo.
Al ser sus viñetas un fogonazo, una instantánea, una polaroid sobre ciertos temas, encierra toda la violencia que hay, de alguna manera, mediatizada en la prensa. ¿Es consciente usted de la violencia que comportan sus dibujos?
No, la verdad que no. Lo que pasa es que este lenguaje de la sátira tiene unas normas de funcionamiento, y entre esas normas se encuentran: la inmediatez, la concreción, la rapidez de transmisión de la idea y la contundencia en la forma en que se presenta. Evidentemente no es un discurso o una reflexión filosófica, pero tiene algo de máxima, algo de lenguaje resumido. Y eso es lo que produce ese impacto, que debe ser rápido, inmediato, antes de que el lector pase la página y se vaya a otro tema.
¿Qué dibujantes o ilustradores fueron sus principales modelos cuando se inició en este oficio?
Nunca he tenido una especial predilección por el dibujo satírico. Siempre he creído que la sátira es una de las formas que adopta la plástica y yo siempre he tenido preferencia por los grandes creadores de la plástica, que generalmente son pintores más que dibujantes. Dentro de lo que es la sátira, los mejores están en Inglaterra y Francia. En España el gran nombre es Goya. En Inglaterra hay muchos nombres, para mí el más importante sería Hoggarth, y en Francia Doré, claro. Posteriormente, en la Europa de entreguerras también hubo una generación imbatible de gente de una enorme calidad. Para mí de ese grupo el predominante sería Grosz. No conozco demasiado lo que se hace hoy en día, no soy un estudioso del género, soy sólo un activista de él.
¿A qué responde su pseudónimo?
Se originó en tiempos de Hermano Lobo, cuando simultaneaba este nombre con el de Ops. Y El Roto surgió porque el dibujo era así, muy deslavazado, roto, sin ninguna calidad. Y bueno, como todas las cosas nacen sin pensarlo demasiado y van creciendo, hasta convertirse ya en una especie de nombre de pila.
Al encontrarse entre las páginas de un periódico y suponer una reflexión sobre la realidad, sobre temas que acontecen diariamente, ¿considera su trabajo como periodismo?
Yo creo que sí, forma parte del periodismo, es una rama lateral de él. Sobre todo porque me nutro mayoritariamente, a la hora de elegir los temas, de la información del propio periódico.. Y también a la hora de elegir las imágenes que acompañan el dibujo o son sustantivas en el dibujo provienen de la prensa.
¿Cómo trabaja, cómo es su día de trabajo?
Pues bastante tranquilo, leer los periódicos temprano por la mañana, tomar alguna nota. A continuación venir al estudio a pasar la mañana pintando y por la tarde retomar las ideas que había tomado por la mañana. Ver cuál de ellas se mantiene, tiene todavía interés, desarrollar esa idea o esas ideas, y realizar el dibujo que no va a salir, lógicamente, al día siguiente, porque procuro siempre que haya una distancia entre el momento de hacer el dibujo y el momento de publicarlo, para que haya un enfriamiento de esa idea, esa imagen, y así cotejar mejor si tiene validez o es una mera ocurrencia del momento.
Diego Salazar
Vocabulario Figurado (2006) está editado por Círculo de Lectores.
Publicado en la revista Club Cultura#12, Julio-Agosto 2006
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