El fotógrafo Bruce Davidson construyó su leyenda retratando la realidad social de su país desde los márgenes
ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS
Barcelona 29 MAY 2016
'Brooklyn, Nueva York, 1959'. BRUCE DAVIDSON MAGNUM PHOTOS
A sus 82 años, Davidson se despoja de la gorra y tiende la mano con educación. Al verlo acompañado por su mujer, sus dos hijas y dos asistentes, todo mujeres, la primera pregunta resulta obligada: ¿Qué importancia tuvo su madre soltera en su destino como fotógrafo? “Mi padre huyó, no sabemos bien, es probable que acabara en la cárcel. Mi madre era muy menuda, pero allá del que se cruzara en su camino. A mi hermano, 17 meses más pequeño que yo, y a mí, nos enseñó a ser limpios, a comer bien y a saber encauzar nuestra masculinidad, sabía defenderse. Fue ella quien me instaló a los diez años un cuarto oscuro en el sótano de casa, algo muy raro en aquella época. Mi hermano era un estudiante brillante pero yo estaba totalmente a la deriva. Hasta que entré en ese cuarto oscuro y una imagen surgió entre mis manos. Por primera vez, me sentí vivo. No sé qué hubiera sido de mí sin aquel descubrimiento”.
La primera imagen que tomó, de una cría de búho, iluminó el camino. Pero fue su primer proyecto, con 22 años, el que sentaría las bases de su futuro trabajo. Durante meses, mientras hacía la mili en Arizona, se instaló en la casa de una pareja de ancianos, John y Kate Wall, de 94 y 79 años, que había conocido en la carretera, en la frontera con México, y a los que pidió fotografiar. Los Wall le acogieron y hoy, más de medio siglo después, estas sombras crepusculares, delicadas e intensas aún sobrecogen. “Crecí viendo películas de vaqueros, intuyendo que el Oeste moría. Cuando conocí a los Wall sentí de una manera muy fuerte que pertenecían a ese mundo que se desvanecía”. Esa misma atracción hacia un mundo en transición le acercó al circo y a otra de sus series más reconocidas, El enano, la primera para Magnum. Al preguntarle por los límites emocionales que se impone al trabajar recuerda una anécdota del año (1959) que vivió junto a los pandilleros de Brooklyn. “Les advertí de que nunca me metería en sus asuntos pero que si la cosa se ponía fea haría algo: llamar a los bomberos. Eran más rápidos que la policía y el agua enfría como nada los ánimos”.
Estudió filosofía, pintura y fotografía en Yale y trabajó por encargo para cabeceras como Vogue o Life para poder financiarse sus proyectos. La edad le impide aventurarse como antes pero sigue trabajando, le basta perderse en su vecindario neoyorquino. “Tengo un proyecto en el Museo de Ciencias Naturales, lo hago de forma clandestina; si pidiese permiso me arruinarían la idea”, dice con picardía. Sobre las nuevas tecnologías, pregunta obligada, no merece ni discutir: “Mi mujer y yo somos la única pareja que conozco que no tienen iPhone. Vivo apegado a un mundo que ya no existe”.
Las siguientes fotografías, junto a muchas más, se encuentran en la página de la Agencia Magnum, aquí . Estas pertenecen a las series tituladas USA del año 1958 y Banda de Brooklyn del año 1959.
El Pais domingo 29 de mayo de 2016
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