jueves, 7 de mayo de 2015

Vengadores para la eternidad por Rafael Marín


 Hay que reconocer que, para tratarse de una serie que no estaba dentro de los planes de Marvel, Siempre Vengadores les ha salido casi redonda, un verdadero gol para (o dentro de) la Casa de las Ideas. Como ya es sabido, Busiek y Pacheco preparaban otra serie de estilo muy distinto, World in Chains, una ucronía bastante explotada en las novelas y películas de ciencia ficción, pero que tal vez hubiera tenido cierta gracia dentro de (o paralelamente al) Universo Marvel: Qué habría pasado si los nazis (con Cráneo Rojo a la cabeza) hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial. A punto de comenzar el trabajo, se produce la discutible decisión de volcar esas ideas a los equipos mutantes, y es entonces cuando se decide crear una segunda serie de Vengadores, amparándose en el prestigio del guionista y la buena acogida del título regular, del que se encarga George Pérez.

Pacheco dejó claro que no quería hacer un nuevo West Coast Avengers, ni forzar con este título paralelo el trabajo que Busiek tuviera previsto para la serie normal. Y a la petición de qué Vengadores quería utilizar presentó por su cuenta los que estamos viendo, extrayéndolos del tiempo y del espacio, de la memoria: de todas las historias de las que conservaba un buen recuerdo cuando se asomaba a ellos desde el otro lado del tebeo. De ahí el Chaqueta Amarilla burlón, cínico y machista que ahora todo el mundo parece haber descubierto; el Capitán América con superfuerza; Ojo de Halcón vestido de indio; Goliath como gigantesca seña de identidad (perdida tantos años) del más poderoso grupo que jamás pisó la Tierra, no importaba que fuera ya -dentro de las filas de estos Vengadores Para Siempre- un personaje repetido. Y hasta Libra como su personaje favorito de los malvados del Zodíaco.

La misión de Busiek es satisfacer la demanda de la editorial y el "capricho" del artista, escribiéndole una historia a partir de estos elementos. No se puede decir que haga en absoluto un mal trabajo, porque sabe conjugar elementos muy dispares y presentar muchísimas viñetas para facilitar el lucimiento (y los agobios) de los artistas: ya llegarán, ya veréis, las páginas dobles con miles y miles de Vengadores pasados, presentes, futuros y alternativos dándose de golpes en el climax de la serie.

Pero aunque se quiera ver esta serie como un trabajo de Kurt Busiek, quien realmente tira de la historia, quien se sale, es Carlos Pacheco, auxiliado por unas más que fieles y eficaces tintas de Jesús Merino. Sin haber intervenido en el plot de la historia más que lo preciso, sazonándolo de esas pinceladas cómplices que todos hemos aprendido a buscarle entre las viñetas (las pupilas de Pantera Negra y su "adicción" a las hierbas mágicas que le proporcionan su felina agilidad, detalle que Busiek pasa por alto; el momento tembloroso del parto de Jocasta, sugiriendo un ser de metal a punto de cambiar de forma, sacudida por impulsos eléctricos; el chicle perpetuo en la boca de Chaqueta Amarilla; la aparición en las viñetas de Príncipe Valiente, nuestra Tríada Vértice, Shazam en la feria de Smallville; las ominosas ruinas del edificio de la bolsa de Wall Street; los hombres de negro revelados como fantasmas del espacio y sin Will Smith), Carlos ha tenido en esta serie la oportunidad de exorcizar no otros fantasmas, sino el fan que llevaba dentro. Él siempre ha dicho que quería trabajar en Los Vengadores, y ya lo ha hecho. Y cómo. A partir de ahora tendrá que buscar otros horizontes, como esos personajes del far west marveliano que rescata aquí, acercándolos al tratamiento gráfico europeo de un Gir o un Hermann.

Porque si Carlos tiene una virtud como dibujante, es la de conocer como nadie a los personajes. Sus poses, sus rasgos, la forma en que expresan sus emociones, todo lo que los americanos llaman body language son el plato fuerte de este tebeo. Chaqueta Amarilla, la Avispa, Kang, Immortus. Ojo de Halcón, Dos Pistolas Kid, Killraven... Carlos los trata a todos con la perfección gráfica de quien retrata a viejos amigos, entroncándolos no con las modas hipertrofiadas que hemos sufrido en los últimos años, con las musculaturas deformadas o las espectacularidades vacuas, sino con un clasicismo y un respeto que hacen que los lectores veteranos y los que no se dejan deslumhrar por espejismos los reconozcan como lo que han sido, son y serán. Vengadores para siempre.



Siempre Vengadores vol.1 nº7 publicado por Planeta DeAgostini, marzo de 1999


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