Si lo dice Umberto Eco..
RAMÓN DE ESPAÑA
Ediciones B
PVP: 495 Ptas.
Dice Umberto Eco que podría pasarse días y días leyendo la Biblia, Homero y Dylan Dog sin aburrirse ni un momento. Esta afirmación categórica ha sido colocada en la edición española de ese (sorprendente) éxito del tebeo italiano con la intuición, juraría, de atraer a los miles y miles de lectores que (por razones que se me escapan) han disfrutado de las muy cultas ficciones del reputado semiólogo metido a novelista. La jugada es astuta. Si ha funcionado conmigo, que me aburro mortalmente con todo lo que hace don Umberto, ¿cómo no va a funcionar con la legión de seguidores que tiene el autor de El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault?
EL RETORNO DEL MONSTRUO, primer álbum de Dylan Dog publicado por Ediciones B, tiene un punto inmediato a su favor: es largo (casi 100 páginas) y ofrece bastante letra. O sea, que por tus 495 cucas tienes lectura para un buen rato. Pero también ofrece un agravio igualmente inmediato: el dibujo del señor Luigi Piccatto es malo, descuidado y vulgar, con lo que deviene un obstáculo a la hora de internarse en la historia. Una vez vencido el inicial repelús gráfico (solventable si Alfonso Font, además de la portada, se hubiera hecho cargo del interior) hay que reconocer que el creador de la serie, Tiziano Sclavi, es un tipo que sabe explicar una historia. Desde luego, no es Homero ni (mucho menos) Dios, pero se trata de un guionista veterano, curtido en cientos de productos de gran consumo, que se las apaña muy bien para mantener el interés del lector gracias a su dominio del suspense y los golpes de efecto.
EL RETORNO DEL MONSTRUO se lee de un tirón, que es bastante más de lo que se puede decir de una gran parte de la producción tebeística mundial. Evidentemente, el señor Sclavi no descubre la pólvora y no pasará a la Historia como un gran renovador del mundo del cómic. Pero lo que hace lo hace bien: construye bien su trama, mantiene interesado a un lector no demasiado exigente y consigue que éste se olvide del lamentable dibujo del amigo Piccatto.
Habrá que esperar a nuevas entregas para comprobar si en España Dylan Dog puede ser tan adictivo como en Italia, pero de momento hay que reconocer que este primer álbum entretiene y deja al lector con ganas de ver con qué se descuelga el señor Sclavi el mes que viene. Aún lamentando la presencia de un personaje secundario como ese sosias de Groucho Marx (cuyas gracias sin gracia molestan más de lo que pretenden divertir), las aventuras de Dylan Dog se revelan como un buen modelo de lo que debería ser la historieta popular de amplio consumo. Otorguémosle un margen de confianza a Tiziano Sclavi y, puestos a ser buenos, confiemos también en que Luigi Piccatto aprenda a dibujar.
Revista Viñetas nº4, abril 1994 Ediciones Glenat
RAMÓN DE ESPAÑA
Ediciones B
PVP: 495 Ptas.
Dice Umberto Eco que podría pasarse días y días leyendo la Biblia, Homero y Dylan Dog sin aburrirse ni un momento. Esta afirmación categórica ha sido colocada en la edición española de ese (sorprendente) éxito del tebeo italiano con la intuición, juraría, de atraer a los miles y miles de lectores que (por razones que se me escapan) han disfrutado de las muy cultas ficciones del reputado semiólogo metido a novelista. La jugada es astuta. Si ha funcionado conmigo, que me aburro mortalmente con todo lo que hace don Umberto, ¿cómo no va a funcionar con la legión de seguidores que tiene el autor de El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault?
EL RETORNO DEL MONSTRUO, primer álbum de Dylan Dog publicado por Ediciones B, tiene un punto inmediato a su favor: es largo (casi 100 páginas) y ofrece bastante letra. O sea, que por tus 495 cucas tienes lectura para un buen rato. Pero también ofrece un agravio igualmente inmediato: el dibujo del señor Luigi Piccatto es malo, descuidado y vulgar, con lo que deviene un obstáculo a la hora de internarse en la historia. Una vez vencido el inicial repelús gráfico (solventable si Alfonso Font, además de la portada, se hubiera hecho cargo del interior) hay que reconocer que el creador de la serie, Tiziano Sclavi, es un tipo que sabe explicar una historia. Desde luego, no es Homero ni (mucho menos) Dios, pero se trata de un guionista veterano, curtido en cientos de productos de gran consumo, que se las apaña muy bien para mantener el interés del lector gracias a su dominio del suspense y los golpes de efecto.
EL RETORNO DEL MONSTRUO se lee de un tirón, que es bastante más de lo que se puede decir de una gran parte de la producción tebeística mundial. Evidentemente, el señor Sclavi no descubre la pólvora y no pasará a la Historia como un gran renovador del mundo del cómic. Pero lo que hace lo hace bien: construye bien su trama, mantiene interesado a un lector no demasiado exigente y consigue que éste se olvide del lamentable dibujo del amigo Piccatto.
Habrá que esperar a nuevas entregas para comprobar si en España Dylan Dog puede ser tan adictivo como en Italia, pero de momento hay que reconocer que este primer álbum entretiene y deja al lector con ganas de ver con qué se descuelga el señor Sclavi el mes que viene. Aún lamentando la presencia de un personaje secundario como ese sosias de Groucho Marx (cuyas gracias sin gracia molestan más de lo que pretenden divertir), las aventuras de Dylan Dog se revelan como un buen modelo de lo que debería ser la historieta popular de amplio consumo. Otorguémosle un margen de confianza a Tiziano Sclavi y, puestos a ser buenos, confiemos también en que Luigi Piccatto aprenda a dibujar.
Revista Viñetas nº4, abril 1994 Ediciones Glenat
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