viernes, 7 de febrero de 2014

El artista y la geografía

Mateo Maté convive con paisajes propios y ajenos en su "ordenado" estudio madrileño

Mateo Maté vive y trabaja en un luminoso piso cercano al Retiro. Foto: Luis Sevillano


"SOY MUY ORDENADO. MUY OFICINISTA", advierte Mateo Maté (Madrid, 1964). La mesa de su despacho no lo desmiente: sobre ella reposan un ordenador, libros, fotos de sus hijos. Solo un par de elementos alteran el paisaje burocrático: una arqueología in progress —en esta ocasión el artista está interviniendo, "mientras trabajo en otras cosas, en los tiempos muertos", un libro editado por el Museo del Prado— y un conjunto de cucharas, cuchillos y tenedores que esperan su distribución en uno de los nobles escudos de la serie Delirios de grandeza. Uno de ellos cuelga en estos momentos en la sala de armas del Museo Lázaro Galdiano. La pinacoteca es uno de los cinco espacios —completan el recorrido los museos Cerralbo, Artes Decorativas, Romanticismo y el de la Biblioteca Nacional— en los que Maté ha colocado sus creaciones para el proyecto El eterno retorno, "que no debe interpretarse como una retrospectiva porque faltan muchas de mis series. Son las piezas que tienen más nexos con esos museos que yo visitaba de niño con mi madre". Con todos ellos se siente en deuda. "No soy artista solo por Goya, sino por la gran riqueza iconográfica de nuestra cultura. Un finlandés no puede decir lo mismo".

En cierto modo es lógico que Maté viva y trabaje en este luminoso piso cercano al Retiro: una de sus principales obsesiones artísticas es el espacio doméstico. "Empecé con esta introspección hace unos quince años. Me sentía desubicado y. me planteé una exposición sin salir de mi cama. Era una reacción a la grandilocuencia de los grandes eventos que no me comunicaban nada: quería demostrar que sin moverme de mi casa podía desarrollar un trabajo y conocerme". Ese es el origen de la serie Viajo para conocer mi geografía. "La he utilizado para estar seguro de dónde vivo. No me he fiado de otros, por eso he tenido que partir de cero para ir construyéndome".
Otra geografía, la española, se impone en una de las salas de su estudio: la Mesa España, que reproduce el contorno de la península Ibérica, domina una estancia en la que convive con varios paisajes uniformados. "Trabajo con la idea de acusarnos a los artistas de colaborar con la guerra y para ello modifico paisajes reconocidos con los colores de los uniformes de distintos ejércitos. Ahora estoy tratando de cambiar las pinceladas de luz de Sorolla con el camuflaje de la época".

Maté trabaja durante años en sus series —"están todas abiertas"—: Paisajes uniformados comenzó en 2007 y desde entonces ha acumulado un banco de datos de miles de uniformes militares. "Estamos familiarizados con el camuflaje americano, el de Vietnam, pero hay muchos otros. Por ejemplo, los suecos Son geométricos. Pero lo que verdaderamente asusta es que haya un uniforme militar para describir cada textura del planeta". Virginia Collera

El Pais Babelia 18.01.14

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