miércoles, 24 de julio de 2013

ILUSTRAR LA MODA: INTUICIÓN FEMENINA

En sus comienzos, la moda se comunicaba a través de ensoñadores dibujos. Casi un siglo después, marcas y publicaciones se vuelven a inspirar en sus exclusivos trazos. Combinando clasicismo y modernidad y con una mirada muy femenina, una nueva generación de mujeres protagoniza el regreso del armario ilustrado.
TEXTO— LETICIA GARCÍA


La ilustración de moda es más antigua que la propia moda. Antes de que Charles Frederick Worth, considerado el primer diseñador, empezara a firmar sus creaciones a finales del siglo XIX, publicaciones femeninas como The Lady's Magazine o Le Mercure Galant ya incluían figurines cuyo atuendo servía de inspiración a las costureras.
A partir de entonces y durante décadas, el dibujo ha sido un importante medio de expresión de vestidos, estilos y cánones de belleza. Desde las Gibson girls, esas mujeres victorianas de ojos grandes y pelo largo que introdujo Charles Gibson, a las rectilíneas y liberadas flappers de George Lepape, estos artistas delinearon modelos imaginadas y vestidos de ensueño que, en ocasiones, seducían más a las espectadoras que su contemplación en directo.
Que se lo digan, si no, a Paul Iribe, cuyos figurines fueron en parte los responsables de la fama del diseñador Paul Poiret. O al propio Andy Warhol, quien comenzó su carrera pintando zapatos en catálogos y terminó dejando huella en varias generaciones de creadores de esta industria






Dibujos de cuento: Aunque ahora se encuentra centrada en la ilustración de relatos. Ana Juan ha cumplido varias veces el sueño de todo ilustrador: crear la portada de la revista The New Yorker


 Pero en la segunda mitad del siglo XX, los dibujantes cedieron el protagonismo a los fotógrafos. Y aunque artistas como Rene Gruau o Antonio López permanecen ligados a la historia del traje reciente, el editorial de moda se erigió como el rey indiscutible de campañas y publicaciones.
Hoy, se presagia el regreso de esta tradición centenaria: Vogue Australia le pidió a David Downton que dibujara a Cate Blanchett para la portada de su 50 aniversario. En el último september issue de la edición estadounidense, Grace Coddington sorprendió a todos con su faceta de ilustradora. Las colaboraciones con marcas, como la de la famosa bloguera y dibujante Garance Doré con GAP, son cada vez más frecuentes. Incluso las latas de Coca-Cola actuales están pintadas por Pierre Louis Mascia para Marc Jacobs. «El dibujo está recuperando un lugar preeminente dentro de las publicaciones», afirma NoéMie Schwaller, editora de Dash Magazine, una revista bianual que difunde el trabajo de ilustradores emergentes en el Reino Unido.

En una época dominada por la imagen, ¿por qué esta vuelta a la ilustración? ¿Qué aporta a una publicación o a una campaña que no pueda hacer la fotografía? En 2002, The New York Times vaticinaba el creciente uso de estas obras en escaparates como una estrategia para crear el ambiente exclusivo, artístico y novedoso que se les supone a las tiendas de lujo. Una práctica que tuvo de nuevo a Warhol entre sus pioneros y que casos como el de Lotta Nieminen para Hermés o el de Garance Doré para Kate Spade, ambos el pasado verano, han vuelto a poner en boga. Tal vez sea el deseo de artesanía dentro de un ámbito dominado por lo digital el que está convirtiendo a este oficio del pasado en un arte del presente. Un legado que se actualiza a través de técnicas y estilos, pero que, sobre todo, posee aires renovados gracias a sus protagonistas.
Es cierto que la edad dorada del dibujo de moda estuvo dominada por hombres. El papel de las mujeres en las publicaciones femeninas solía encontrarse en la redacción, el estilismo o la dirección. No fue hasta bien entrado el siglo XX cuando ellas empezaron a tener cabida en el ámbito artístico. A fotógrafas como Inez Van Lamsweerde, Elle von Unwerth o Camilla Akrans se les suman ahora una generación de jóvenes ilustradoras. Consumidoras de estilo y sensibles a la mirada femenina, crean obras de estilos diversos que conectan con las aspiraciones y deseos de lectoras y cuentas.


Sandra Suy (abajo derecha)


A esta nueva hornada pertenecen la británica Montana Forbes, habitual de las columnas de moda del The Sunday Times, y la sueca Cecilia Carlstedt, quien ha trabajado para H&M, Paul Smith o Swarovski. Sus estilos están bastante alejados, pero ambas citan a Egon Schiele o a David Downton entre sus artistas favoritos. Y a Internet o el arte callejero entre sus principales fuentes de inspiración. Porque la ilustración actual bebe tanto de lo clásico como de lo moderno, revisita el legado y lo convierte en un ámbito con futuro. «Este revival de la ilustración parte del dibujo de principios de siglo», sostiene Cecilia. Por su parte, las mujeres pop-art con ropa casual de Montana «nacen de investigar prendas, poses o complementos probando a la vez con el lápiz y el Photoshop».

Además de género femenino, el presente y el futuro del dibujo de moda tiene acento nacional. España siempre ha sido cantera de buenos ilustradores. De las portadas para los primeros Vanity Fair de Eduardo García Benito a las realizadas para la mítica The New Yorker por Ana Juan, la historia de este oficio pasa irremediablemente por nuestro país. Ana, premio nacional de ilustración en 2010, cree que una buena obra «puede emocionar como un relato o una canción». El lápiz de Silvia Prada, el otro gran baluarte español, ha trazado pinturas contemporáneas para The Face, Dazed & Confused, Candy, Uniqlo o Nike, entre otros. Sin embargo, esta artista confiesa que lo más gratificante es saber que muchos retratos que ha realizado a personalidades cuelgan ahora de las paredes de sus casas. Para ella, una buen dibujo «debe nacer de un discurso honesto, original y único, que no recuerde a otros ilustradores».

ARTE DE MARCA. El pasado invierno, Chloé celebró su 6o aniversario cubriendo las paredes de los almacenes Printemps con las ilustraciones de Sandra Suy. Esta catalana recuerda con ilusión su trabajo para la firma de alta joyería Van Cleef & Arpels. «Ahí me di cuenta de que esto empezaba a ir en serio», comenta. Desde entonces, sus mujeres de elegancia atemporal han ocupado páginas en revistas internacionales o decorado los envases de colonia de Zara. Admite que trabajar en campañas de esta envergadura suele ser más complicado que hacerlo en publicaciones, «porque a veces es difícil darle al cliente lo que necesita sin perder tu identidad», afirma. «En pocas ocasiones te dan absoluta libertad, pero cuando lo hacen tienes la satisfacción plena de haber hecho algo que ha salido totalmente de ti», cuenta la joven artista Carla Fuentes. Más conocida bajo el pseudónimo LittleisDrawing, su reconocible estilo ya ha adornado portadas de discos, catálogos e incluso las paredes de las tiendas Kling y Women'secret.

El interés por la moda pintada sigue creciendo: en los últimos años, se han publicado volúmenes como Masters of Illustration (David Downton) o 100 Years of Fashion Illustration (Cally Blackman). Exposiciones sobre esta materia ocupan la Biblioteca Pública de Brooklyn o el Design Museum londinense, y el London College of Fashion o el Instituto Europeo de Diseño, entre otras escuelas, ofertan ya la especialidad en Ilustración. La fotografía seguirá siendo el canal predilecto, pero eso no impide que el dibujo esté estableciéndose como un lenguaje tan independiente como necesario. «Es un medio de expresión por sí mismo. Ni sustituye ni compite con la fotografía, simplemente ofrece otro punto de vista», afirma Sandra. Silvia coincide en que ambas «son dos formas de arte maravillosas a expensas de la moda que se complementan sin competir».

TRAZOS QUE INSINÚAN. Las mujeres dibujadas no pretenden ser reales, sino condensar en sus líneas ciertos ideales que en ocasiones la foto no puede reunir. «La ilustración da más libertad a la imaginación de quien la contempla», afirma NoéMie. Silvia Prada nos habla de su potencial al combinarla con la fotografía y Carla Fuentes incide en la versatilidad de un buen dibujo. Ana Juan cree que esta forma de expresión «tiene una mayor capacidad de sugerir y, por lo tanto, de hacer soñar>, algo que también enfatiza Sandra Suy. «Las buenas ilustraciones dicen más de lo que representan», asegura.

Por eso, pese a los adelantos tecnológicos, la mayoría de los diseñadores no prescinden del ritual de esbozar sus figurines; en ellos se recoge la energía que el creador quiere darle a su prenda. De igual modo, el glamour atemporal de Sandra Suy, el descaro de Silvia Prada o las mujeres pop de Montana Forbes nos hablan implícitamente del potencial que puede albergar una tendencia, una prenda o un estilo concretos. La mirada onírica de Ana Juan, la minimalista de Garance Doré, la naif de Carla Fuentes o la expresionista de Cecilia Carlstedt filtran la realidad y nos la devuelven realzada de forma sugerente e imaginativa. Los nuevos trazos femeninos seducen a marcas y revistas. Sus obras demuestran que la moda, si no es un arte, incita a él.








De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Carla Fuentes, Montana Forbes, Garance Doré y Cecilia Carlstedt


Revista Smoda nº96 20.07.2013






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