martes, 7 de agosto de 2012

El rostro de Roscharch

"Incluso el conocimiento instintivo de tan gran fuerza lógica como el principio de simetría empleado por Arquímedes puede inducirnos a error."
Ernst Mach- La Ciencia de la Mecánica


por Fernando de Felipe y Jaime Vane

Alan Moore visto por Glenn Barr


RORSCHACH nos devuelve la mi­rada. RORSCHACH es el abismo. La «aterradora simetría» de su más­cara es la única soución al conflicto humano: el bien y el mal que todos llevamos dentro es ASIMETRICO, como lo es el símbolo del YIN-YANG —no superponible a su imagen es­pecular, como nos pasa a todos al enfrentarnos a un espejo. Tan sólo una «cara» totalmente simétrica es capaz de enfrentarse a su reflejo, ca­paz de no sentir desasosiego ante esa trasposición óptica que nos ha­bla de la PARIDAD de nuestras vi­das. Tan sólo RORSCHACH es ca­paz de no desdoblarse ante el espejo, de seguir siendo él mismo —único, íntegro, simétrico...
«Y me hice una cara con que po­derme mirar al espejo.» (cap. 6, pág. 10, viñ. 9).
RORSCHACH ha comprendido que la terrible y verdadera perturba­ción de nuestro mundo es que es casi racional, pero no por completo (G. Chesterton). Ha comprendido que hay un lugar para el desequili­brio. la basculación, la alteración; un talFeynman se preguntaba «,,por qué es la naturaleza tan casi si­métrica?».
RORSCHACH comprende el por­qué, y se rebela contra él. Su SUE­NO habla de buenos hombres, de su padre, del presidente Truman... es curioso que el análogo tridimensio­nal del símbolo del YIN-YANG sea una pelota de BEISBOL, un elemen­to de SIMETRIA PERFECTA... un símbolo perfecto del SUEÑO AME­RICANO.
Pero ese SUEÑO tiene muchas caras.
EL COMEDIANTE vio el verdade­ro rostro del siglo XX y escogió «con­vertirse en aun reflejo, en una paro­dia». Por ello lleva una insignia: una chapa de «Mr. Smile» perfectamen­te simétrica.
VEIDT, el tipo más perfecto del mundo, representa su imperio en simbologías simétricas. Es curioso como, al culminar su más perfecta coartada —el atentado contra sí mismo— la «V» se refleja en el sue­lo/espejo, formando una «X» que nos «lleva» a la imagen de las tibias pi­ratas (cap. 5, pág. 12, viñ. 9 y pág. 13, viñ. 1).
El DR. MANHATTAN elige un símbolo simétrico, señalando inequí­vocamente su decisión de dejar de ser PURAMENTE HUMANO, de trascender del mundo en SU PER­FECCION ESPECULAR —¿será perfectamente simétrico, o tendrá un testículo más alto que otro como to­dos los mortales?
Alan Moore es un perfecto «relo­jero suizo»; el capítulo quinto, «Ate­rradora simetría», es un perfecto ejemplo de guión elaborado de acuerdo con una tesis interna. Hay «preciosas» metáforas del hombre como destructor de la posible per­fección/simetría de la vida, como aquellas en que los elementos simé­tricos (Mr. Smile, cartel budista, sím­bolos triangulares en furgonetas) pierden su perfecto equilibrio al mancharse de SANGRE o BARRO.
Sucesión de detalles sin interrup­ción, gravitando en torno a la idea central... Dan y Laurie reflejados en el espejo del restaurante (cap. 5, pág. 10, viñ. 7) preguntándose si tan sólo serán las SOBRAS. El náufra­go que, mirando al agua, ve «un loco con los labios cubiertos de sangre» devolviéndole la mirada desde el mundo INVERTIDO, «abajo, donde las gaviotas volaban en círculo» (cap. 5, pág. 12, viñ. 8). La perfec­tamente simétrica calavera, inverti­da en su reflejo del charco, pisada por RORSACH al dirigirse a la tram­pa que le hará perder su perfecta simetría (cap. 5, pág. 23, viñ. 1).
Y más adelante en la acción, la re­petida idea del hombre destruyen­do/alterando la vida, en la escena del «Mr. Smile marciano» que pier­de su perfecta simetría al derrum­barse sobre su ojo izquierdo la cons­trucción del Dr. Manhattan... (cap. 9, pág. 27, viñ. 1) Moore es un perfec­to relojero.
GARDNER, en «Izquierda y dere­cha en el Cosmos» dice: «la más li­gera pérdida de simetría, tal como la pérdida del ojo derecho, tendría



Roscharch visto por F. de Felipe.

 
un inmediato valor negativo para la supervivencia del animal». Cuando los policías le quitan la máscara a RORSCHACH, lo dejan histérico e indefenso. Uno de ellos proclama. «todo se equilibra» (cap. 5, pág. 28, viñ. 8).
No estamos de acuerdo.
Sin disfraz, RORSCHACH tan sólo deja de ser ANONIMO. El sigue siendo el ABISMO. Y el ABISMO si­gue siendo perfectamente simétrico.
Moore vuelve a relacionar un nue­vo factor a su análisis en el capítulo sexto: las manchas del test/másca­ra de RORSCHACH. No son nada concreto. No son la realidad. Las manchas son inofensivas, la realidad no. La narración se vuelve terrible y poderosa cuando se nos hace creer que el efecto de «montaje que relaciona MANCHAS y RECUER­DOS tiene un valor real.
«El auténtico horror es que al fi­nal sólo son unas manchas oscu­ras, vacías y sin sentido» dice el psiquiatra (cap. 6, pág. 28, viñ. 6).
RORSCHACH ya lo sabía: «Nin­gún significado. Sólo el que elegi­mos e imponemos» (cap. 6, pág. 26, viñ. 4). Esa era su arma frente al cri­men: ¿qué terrible expresión se es­condía tras las cambiantes y simé­tricas formas de su máscara?
Pero a veces las manchas, las sombras significan mucho. Como las de los amantes de Hiroshima; como las que proyecta el matrimo­nio Long sobre las paredes de su cada vez más desintegrado hogar  (cap. 6, pág. 8, viñ. 6 y pág. 13, viñ. 6).
Las sombras pueden recordarnos árboles frondosos o bonitas maripo­sas... pero es más fácil que se re­fieran a cabezas de perro partidas. Es éste el universo de manchas, si­metrías y reflejos que atormenta a RORSCHACH, el auténtico héroe de tragedia, desesperado, exiliado en su propia realidad... lleno de orgu­llo y «coherencia» al enfrentarse a sombras que le recuerdan el SIN-SENTIDO de la vida.
Las manchas de su máscara son sólo manchas, el disfraz de este per­sonaje íntegro, único, tristemente irrepetible. En el capítulo doce, Moo­re nos sirve la última pista: un mon­taje puramente estético/narrativo de las sombras de Dan y Laurie con las manchas de la máscara de RORS­CHACH (cap. 12, pág. 22, viñ. 7 y pág. 23, viñ. 1). La única significa­ción es el vacío.
Hollis Mason lo intuía: «desapa­recer no es ningún problema para un héroe disfrazado, sólo tienes que sacarte el disfraz». RORSCHACH lo sabe. Cuando la policía lo atrapo ya se dio cuenta; ahora, acepta su destino, su sacrificio... su SUICIDIO.
Se quita la máscara, pierde la si­metría y llora (iLLORA!) al enfrentar­se a su final, a su terrible final... no puede aceptar la mentira, la falsa perfección impuesta por Veidt. Y de­cide seguir fiel a sí mismo... y terminar.
Pero como el propio Dr. Manhattan sentencia, «nada termina nunca». Quizá lo sepa al haber intentado validar la TEORIA SUPER­SIMETRICA... ¿no?
Fernando de Felipe - Dic.-89  


O make me a mask (Dylan Thomas)
Tyger! Tyger! burning bright
In the forest of the night,
What immortal hand or eye
Could frame they fearful symmetry? (William Blake)


«Diario de Rorschach. 21 de oc­tubre, 1985». Historietas. «Primero, me quité la 'cara', la doblé, la guar­dé en la chaqueta. Sin mi 'cara', na­die sabe. Nadie sabe quién soy». Historietas. Tomar una historia, seg­mentaria en proposiciones, asignar una imagen a cada proposición. Te­niendo como referencia el orden de lectura en el occidente-norte, situar­las sobre un soporte, una tras otra, una línea. ¿La historia hecha histo­rieta? «Mi cara». Rorschach escribe su diario. Una palabra tras otra. Watchmen no es eso. Las manchas van metamorfoseándose. «Traté de ver un árbol frondoso proyectando una sombra a sus pies, pero no pude». Simetría. Dimensión gráfico-visual. Imágenes articuladas trata­das como imágenes. «Se parecía más a un gato muerto que encon­tré una vez, lleno de gusanos brillan­tes y gordos, unos encima de otros, recorriéndolo, huyendo de la luz». Si­metría. Organización sobre el sopor­te. Ordenación. Relación. Y también tiempo (¿también tiempo?). También línea. «Incluso eso es esquivar el ver­dadero horror». Cómo seguir toman­do una historia, segmentándola en proposiciones, asignando una ima­gen a cada proposición... después de esto. Y sentir que Watchmen no es una historieta con pretensiones de elitista o marginal. Puede hacer­se fuera de la burbuja. Seguro que Rorschach guarda otras formas, otros juegos, en su máscara. Quizás alguien los desvele. «El auténtico ho­rror es que al final, sólo con unas manchas oscuras, vacías y sin sen­tido». En otros medios apuestan por ellos, en otros medios «menos» gráfico-visuales.
¿Vacías y sin sentido? «Me sentí limpio. El planeta giraba bajo mis pies y supe lo que a los gatos les hace llorar como niños en la noche». Leer el poema de Blake. Recordar los tigres borgianos. Jugar con la idea de la velada escritura de un dios. Acaso son, las manchas del ti­gre, la escritura secreta de un dios. Acaso sólo son unas manchas os­curas, vacías y sin sentido. «La exis­tencia es azar. No hay esquema, ex­cepto el que imaginamos después de vivirla... Ningún significado, sólo el que elegimos e imponemos». El sentido de la vida. La vida no tiene sentido, noo es la escritura secreta de un dios. El tigre. El significado de las proposiciones o de las manchas. «Si miras al abismo...». Sólo cuer­pos. Sólo forma. Manchas sin alma.
Releyendo Watchmen, es fácil re­cordar a Wilde: que el que busca bajo la superficie y el símbolo lo hace a su propio riesgo; la rabia de Calibán viendo su rostro reflejado en el espejo; la crítica como una mane­ra de autobiografía. «Vacías y sin sentido». Parece una burla. «... Y me hice una cara con la que poderme mirar al espejo». También recordar los trabajos de Christian-Marie Pons, el trabajo con el soporte y con las formas que en él se organizan. La grammatextualité de Jean-Gerard Lapacherie, la dimensión gráfico-visual de un texto. Jean Ricardou y su textique. Jan Baetens profundi­zando en las líneas de Lapacherie y Ricardou. La narración figurativa de Antonio Altarriba, quizás un inten­to de trasladar al terreno de la his­torieta, y a otros medios de lectura fundamentalmente visual (no verbal; gramma, no scripto), los plantea­mientos de Lapacherie, Baetens, Ri­cardou y otros han propuesto para la literatura. La relevancia de la di­mensión gráfico-visual parece más evidente en la historieta. Quizás es más sencillo pensar que basta con tomar una historia, segmentarla en proposiciones, asignar una imagen a cada proposición,... que la semió­tica es válida herramienta para la lectura de cualquier texto y que para su dominio es suficiente llevar los bártulos en un capazo y haber asis­tido a unos cursillos de macramé, que basta con extraer la proposición de cada imagen y ayuntar los seg­mentos para llegar a la historia.
Se señala que gran parte de los trabajos derivados de la considera­ción de los planteamientos de la na­rración figurativa se quedan en sim­ple muestra de sus mecanismos, en presentación de un «truco». Eviden­temente, Watchmen no es eso. Dudo que Alan Moore haya oído ha­blar de narración figurativa, aunque su trabajo constituya una importan­te aportación a ese ámbito.
.. Y me hice una cara con que poderme mirar al espejo.»
«El auténtico horror es que al fi­nal, sólo son unas manchas oscu­ras, vacías y sin sentido.»
Jaime Vane, Diciembre 1989


Revista Krazy Comics nº5 Febrero 1990

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