El "cómic" como crónica lúcida de una sociedad en transformación
CARLES SANTAMARIA
Quizá no exista otro medio de expresión artística con la inmediatez del comic para reflejar todo aquello que sucede en el mundo real. Los historietas se han convertido en unos lúcidos cronistas de una sociedad cambiante, más allá de los acontecimientos puntuales considerados como noticias. Sus autores han desarrollado a veces un gran sentido de la anticipación.
El acelerado final de los regímenes estalinistas, consumidos por el fuego interno de las protestas populares en los últimos meses, fue predicho en cierta medida por Enki Bilal y Pierre Christin en la historieta Partida de caza, que empezó a publicarse en la revista francesa Pilote en 1981. Destacados dirigentes de los países del Pacto de Varsovia se reúnen en una villa polaca para participar en una cacería, convocados por Vassili Alexandrovich Chevchenko, responsable soviético de las relaciones con los países hermanos.
La acción, situada a principios de los ochenta, plantea la necesidad de modificar las relaciones de la URSS con el resto de países socialistas, para acabar con el principio de soberanía limitada de la era Breznev. En el transcurso de esta partida de caza se desarrolla una soterrada lucha entre el partidario del continuismo, Serguei Chavanidze, y el reformista Chevchenko, que quiere promocionar a su protegido Evgueni Golozov. El triunfo final de éste, a costa de la vida del continuista, es toda una alegoría sobre la lucha por el poder desarrollada en el seno del PCUS.
Anticipación
"Yo soy un verdadero internacionalista, como Vassili Alexandro vich, y quiero que las democracias populares puedan elegir si propio camino... si todavía es posible". Estas palabras de Golozov se aproximan bastante a la propuesta que Gorbachov hizo sobre las relaciones con los países socialistas unos años más tarde. Curiosamente, uno de lo personajes de Partida de caza se llama Ion Nicolescu y en este comic se le presenta como el jefe de la temida Securitate rumana Pierre Cristin señaló en una ocasión: "Para el guionista de comics ante todo es recomendable tener ideas, lo cual no es tan fácil".
La intentona golpista española del 23-F no escapó al escarnio de las páginas de El Víbora, que editó un número llamado Especial golpe. Mariscal, Isa Feu, Gilbert Shelton, Max, Martí, Montesol, Miguel Ángel Gallardo y Juan Mediavilla fueron algunos de los que dibujaron una punzante visión sobre los sucesos de aquella noche. Especialmente divertida resultó la historieta Tejero no era Tejero, era Fumanchú, de Onliyú y Martí, en la que se explicaban algunos de los planes secretos del pérfido oriental que había suplantado la personalidad del teniente coronel golpista: "Con el unico fin de que los europeos no pudieran conciliar el sueño, Fumanchú pensaba poner en funcionamiento todos los tanques, metralletas, morteros, bazookas y bombas que tuviera bajo su control".
Josep Maria Berenguer, editor de El Víbora, revista que acaba de cumplir 10 años, no duda en afirmar: "Nuestra publicación ha desarrollado una actitud crítica, con ciertas dosis de cinismo y no exenta de crudeza, sobre la sociedad". El Víbora aglutinó a una serie de dibujantes y guionistas que en la segunda mitad de los setenta habían publicado en un sinfín de revistas underground de efímera vida. Personajes como Makoki, Anarcoma o Sarita se han convertido en símbolos de la rebeldía frente al sistema.
El semanario de humor gráfico El Jueves constituye un fenómeno singular. Con una tirada semanal que llega a los 150.000 ejemplares, los dardos envenenados de sus dibujantes se han dirigido a aquellos personajes o hechos "que han protagonizado la salvajada de la semana", según dice Oscar, una de las firmas más conocidas de la casa. Este dibujante afirma que desde esta revista "se desarrolla un tipo de periodismo en el que no nos inventamos nada, simplemente exageramos un poquito las cosas, aunque en muchas ocasiones no es necesario hacerlo".
Uno de los éxitos de venta de El Jueves son Las historias de laputa mili, obra de Ivá, autor también de Makinavaja, el último chorizo. La clave del éxito de estas historietas, según su autor, "reside en explicar las cosas de una forma directa". El sargento chusqero de estos comics no logra meter en cintura a unos reclutas que simplemente ignoran sus órlenes. Otra generación, la que ha pasado de la adolescencia a la madurez en los ochenta, también se puede ver reflejada en las Vidas ejemplares de Montesol, para quien este grupo de españoles `todavía tiene que decir lo suyo".
Tribus y superhéroes
Max ha reflejado a lo largo de su evolución artística las denominadas tribus urbanas, en unas historietas rebosantes de imaginación. Si empezó a ser conocido gracias a Gustavo, un hippy bastante irascible, la popularidad le llegó con Peter Punk, un personaje con cresta y cadenas que encarna a un particular Peter Pan. "Para mí", dice Max, "ha resultado muy interesante hacer historietas que daban muchas claves de la gente de mi edad".
El renacimiento de los superhéroes en Estados Unidos a mediados de los ochenta no es precisamente fruto de la casualidad. Una vez que la amenaza soviética parece conjurada en el exterior, el enemigo de la sociedad norteamericana vuelve a ser el maleante. La viva polémica que suscitó el caso de Bernard Goetz, conocido como el vengador del Metro de Nueva York, tuvo su reflejo en el comic Watchmen, del guionista Alan Moore y el dibujante Dave Gibbons. El análisis del papel que juegan los justicieros de calzón largo, personajes que actúan al margen de la ley, ha tenido su máximo ejemplo en el relanzamiento de Batman, con adaptación cinematográfica incluida.
EL Pais, domigo 31 de diciembre de 1989
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