miércoles, 16 de noviembre de 2011

Impresiones de la Isla por Fernando Iglesias y Carlos Portela


El resultado de un proceso creativo es siempre referencial: Remite con mayor o menor aspereza a otros previos. La propuesta realizada se enriquece a medida que esos referentes se combinan ,y se legitiman en el medio en que esta se desarrolla. En el mundo de la historieta, las referencias suelen ser endogámicas y, aún peor, se circunscriben a aspectos formales tradicionales. En gran medida, es una de las lacras no solventadas del medio: Una identidad manida, una tendencia al estereotipo y la inmovilidad. Así nos luce el pelo.

En Impresiones de la Isla, Carlos Portela y Fernando Iglesias han conseguido un logro inusual: Beber de fuentes dispersas, de otros medios y del medio historietístico mismo, consiguiendo un producto cuya plasmación no puede ser traducida a ningún otro. La primera constatación tiene lugar al abrir el tebeo y contemplar el caos aparente al que nos somete. No es más que una cuidadosa puesta en página cuyo lenguaje (iconografía, narrativa) se yuxtapone sobre páginas exentas de viñetas. La página es un jugueteo constante de perspectivas (a veces enfrentadas, en ocasiones relacionadas) donde los personajes campan a sus anchas, sin perder en ningún instante una hilación argumental tradicional. Impresiones remite, en este aspecto, a las composiciones de Gianni lo Duca, a cierto Will Eisner incluso. Recursos expresivos cuya identidad con el medio historietístico (esa posibilidad inherente a las imágenes estáticas de medir acción y tiempo por patrones únicos) es absoluta.




 El trabajo de Carlos Portela es capital para la definición de la obra, al concebir incluso la composición de las planchas. Portela revela su apasionada afición por la literatura en los diálogos y personajes representados: Así, hay algo de Calvino (una obvia relación entre Damocles Espada y el Barón Rampante, así como el uso de personajes simbólicos), Lewis Carroll (el gusto por los juegos de palabras y un ambiente general de suave surrealismo), Jonathan Swift... Incluso se permite bromear con el nombre de algunos personajes (tal es el caso de Art McLuhan), sin que todos estos referentes tengan que ver en absoluto con una doble lectura de la obra: No son más que guiños privados, y referencias aplicadas a un contexto general. La Isla es, para Portela e Iglesias, pues, un entramado de influencias y referencias que cristaliza en un inundo con su propio código, sus leyes y su apasionada coherencia estructural.

En el apartado gráfico, se constata cierta predilección por aquellos clásicos que, saliendo de toda barrera formal, gustaban de definir su estilo a camino entre la atmósfera onírica y el ya mencionado surrealismo. Se habla de Herriman. de Sterret, y de McCay. Pero quienes piensen que, a tenor del resultado plástico, el trabajo de Fernando Iglesias se aproxima, habitualmente, a estos patrones gráficos, se equivocará de medio a medio. Nada más lejano a Iglesias que ese onirismo, la composición barroca e intrincada, y los personajes minimalistas y gestuales. Adaptarse al estilo requerido ha supuesto para Iglesias un esfuerzo suplementario. Ese aparente camal eonismo del autor no revela sino una búsqueda implacable del grafismo adecuado a la historia que se iba a narrar. El dibujante se ha adaptado con milimétrica exactitud a las exigencias de una atmósfera como de sueño dúctil e intrascendente. La fuerza del dibujo reposa en esa exacta combinación, esa alquimia final que se sustenta en su relación con el texto.



 En fín, sin ánimo de extenderme en demasía, destaca lo absolutamente inusitado de la propuesta dentro del panorama nacional, la cuidada resolución de la obra, y un espíritu abierto a enriquecerse de aportaciones de otros medios. Y repetir, como he dicho en otros papeles, y esta vez con más causa que nunca, que Juan Carlos Gómez no podrá ser eternamente el mecenas de una nueva historieta española. Que, por supuesto, Herriman tenía detrás a Hearst, y que Gómez, evidentemente, no es Hearst. Aunque estoy seguro de que le gustaría.
Juanvi Chuliá





Un Año de Tebeos 1993 una publicación de Ediciones Glenat

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