Resulta fácil darse cuenta de que hay algo en la obra de humor de Alfonso Figueras que la distingue netamente del humor que se está haciendo en los últimos tiempos en España, pese a que Figueras esté enmarcado por el mismo aparato industrial en el que tienen su origen la mayor parte de las series que definen este «humor» del momento actual del comic español.
A mi entender, la diferencia debe buscarse en la existencia en Figueras de unos planteamientos que le distancian de lo que podríamos llamar humor industrializado. En vez de tratar de crear una mecánica de la risa, de producir la risa por un sistema que bordea a veces el reflejo condicionado, Figueras parece haberse propuesto la creación de un humorismo que descansa fundamentalmente en la distorsión distanciadora de lo narrado.
«En mis historietas no he querido, adrede, provocar la risotada, sino que busco la sonrisa mediante la parodia, el absurdo y digamos cierta «pantomima» emparentada con el cine cómico mudo». La realización de estos propósitos de Figueras tiene un magnífico ejemplo en la serie «Aspirino y Colodión», la historieta a la que Figueras habría querido bautizar como «Los experimentos del doctor Pastillofsky»,
LA ESTRUCTURA DE LA SERIE
En «Aspirino y Colodión», al igual que en «Topolino», la otra serie ejemplar en la última producción de Figueras, la estructura de la historieta descansa sobre la existencia de tres personajes, y sobre las relaciones y acciones que se establecen y desarrollan entre ellos. Figueras reconoce su profunda admiración por la obra del norteamericano \ George Harriman, en la que según él lo
El equivalente a lgnatz es el personaje de Colodión, mezcla de genio y deficiente mental cuyos tortuosos vericuetos mentales desconciertan a Aspirino, que trata de permanecer como una persona lógica y normal en medio de una colectividad de orates. Las relaciones de Aspirino y Colodión oscilan sobre la ambivalencia amor-odio, motivada probablemente por el atractivo y la repulsión que simultáneamente se establecen entre el cuerdo Aspirino y el demencial Colodión.
El Ofissa Pupp de Figueras se llama Adolfo, y es un gendarme inefable que pretende mantener el orden que el insensato Colodión altera de continuo con su errática conducta. Sólo o acompañado por sus compañeros gendarmes o por sus innumerables y pintorescos superiores —el jefe, el inspector general, el superintendente—, Adolfo intenta en lo posible proteger a Aspirino contra las genialidades de su compañero, sin conseguirlo en demasiadas ocasiones.
EL HUMORISMO CREADOR DE FIGUERAS
Las diferencias entre el desarrollo del triángulo básico en Harriman y en Figueras son evidentes, en ellas reside, precisamente, la esencia del humorismo creador del dibujante español. En primer término, la ambigüedad de las situaciones es, en Aspirino y Colodión, total. Los dos protagonistas son inventores, y la trama de cada historieta suele girar en torno a alguna delirante invención de uno de los dos. Aparece una clara componente de competitividad, Cada uno pretende demostrar que los inventos del otro son inútiles y demenciales. Pero además existe una componente de dependencia : Aspirino —de más edad, calvo, y con una curiosa barbita blanca— es de alguna forma el superior de Colodión, más joven e inexperto, con frecuencia obligado a tareas serviles o secundarias —traer probetas o hacer de conejo de indias—. Sin embargo, Aspirino no puede liberarse de una cierta envidia por su compañero, en cuyas locuras cada vez mayores parece existir una componente de genialidad.
De tan complejas relaciones entre los dos inventores surgen las actuaciones de Adolfo, el policía, que a veces no debe proteger a Aspirino de las locuras de su compañero, sino a éste contra los ataques del primero. Y, con gran frecuencia, Adolfo resulta ser sólo una víctima de la rivalidad de los dos inventores.
Además de esta mayor complejidad de las relaciones entre los personajes, diferencia a Figueras de Harriman el distinto camino que ambos emplean para sumergir al lector en una atmóstera onírica y surreal. En Harriman el paisaje se mostraba ominosamente cambiante, carente de identidad. En Figueras existe un ambiente identificable, pero la forma en que los elementos cotidianos se articulan para formar este ambiente los hace casi irreconocibles, consiguiéndose que las acciones transcurran en un clima grotesco, paródico, por emplear la misma palabra de Figueras; en este clima todas las acciones son posibles, pues su misma esencia es ser una burla de la realidad. Lo que nos advierte de que no estamos en la realidad «habitual» es un conjunto de elementos dispersos cuya aparición podría pasar desapercibida en una lectura precipitada. El policía Adolfo va vestido como los de Nueva York en el siglo pasado, con toques de «bobby» inglés, y los personajes se expresan en una extraña jerga que parece arrancada de los viejos folletines, plagada además de retruécanos y anacronismos.
El uso de la jerga para el establecimiento de una realidad paródica es uno de los factores fundamentales en la obra de Figueras. Este idioma caricaturesco convierte el mundo de los personajes de Figueras en imitación de una imitación, por cuanto remite al lector al mundo de las viejas películas, de los viejos seriales, con una mezcla de nostalgia y burla, de añoranza y humor. Otro elemento que contribuye a remitir al lector a la pantomima del cine mudo es la disponibilidad de los personajes, Aspirino y Colodión pueden hacerse un día gendarmes y actúar codo con codo con Adolfo, sin que por ello queden marcados como policías. Su propia actuación entre los gendarmes será tan anár_ quica y delirante como lo era su actividad de inventores. Probablemente son la torpeza, el despiste y el carácter caótico las virtudes de los personajes de Figueras que mejor retratan su mundo y, a la vez, los identifican con nosotros. Pues su mundo imposible —imitación de una imitación, parodia de una parodia— no los aleja de nosotros, como no consigue alejarnos de Buster Keaton su universo de caídas y coincidencias estrafalaria
Alfonso Figueras crea en 1966 —a petición de editorial Bruguera— una serie nueva que, según su deseo, debería llamarse «Los experimentos del Doctor Pastillofsky», pero que aparece por primera vez en el nº 334 de la revista El Capitán Trueno (6 de junio de 1966) con el título «Aspirino y Colodión investigan con fruición», en formato de historieta corta de dos tiras, Impresa en bicolor. Con una escasa vida en esta publicación, los personajes pasan al DDT, donde aparecen desde el nº cero de su tercera época (10 julio, 1967) hasta nuestros días, publicándose en formato de página completa.
Aspirino y Colodión han hecho ya de todo, desde el clásico papel del sabio despistado hasta el de filósofos de ocasión, inventores geniales y, actual. mente, el de gendarmes más o menos de pacotilla, y ello sin contar las breves e importantes incursiones de Colodión en las aventuras de Topolino, Aquí dos ejemplos tipo: su primera historieta en El Capitán Trueno y una reciente en el DDT.
Bang! información y estudios sobre la historieta numero 7/8, Barcelona 1973
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