martes, 29 de julio de 2008

Del uso y del abuso


La Historieta española. Historia basal, apremiada, de urgencia sobre un arte –un medio, una industria- que se fue debilitando en su propio cansancio, que se desplomó, exangüe, sin esperar a la llegada del tercer milenio.
Nuestra Historieta, la española, fue noble y esclavista, radical y pusilánime, pionera y plagiaria, guerrillera y doctrinaria, alucinada, servil, lúcida, abstrusa, apátrida, demente, feminal, imbécil, insumisa y, siempre, amante del octavo pecado capital: la comunicación.
Historietistas y editores, teóricos y censores, libreros y lectores abusaron entre sí, contra sí, para sí con sus pretensiones robinsonianas, y el futuro, distante en su lógica fría, les alcanzó con su cimitarra para el degüello final, inapelable. Náufraga, incomprendida, desvalida, arrinconada, nuestra Historieta, el pan con sonido de disparo, aún intentó una fuga tangencial, un desmaquillar, un revolverse meditado en el final del siglo XX. Demasiado tarde; el sueño terminó. Ya no es el pan de cada día.
Y es la hora del resumen ambiental, del compendio anotante, del aviso precipitado, de la clasificación, de la taxonomía, del diccionario. Por si un acaso, por si hubiera un después, por si el destino se aletarga, por si mereció la pena; que así fue.

Jesús Cuadrado

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