viernes, 26 de septiembre de 2014

MUSEO ABC: Dibujar las Meninas por Javier Olivares y Santiago Garcia



Las Meninas es la pintura que encumbró a Velázquez, el emblema del Museo del Prado y un icono del arte español y, sin embargo, sigue encerrando un misterio que suscita numerosas lecturas y matices.

A primera vista parece una sencilla estampa de un momento cotidiano de la vida en palacio en tiempos de Felipe IV. El cuadro presenta al pintor en una sala del Alcázar de Madrid capturando a la infanta Margarita mientras es atendida por dos doncellas -conocidas como Meninas- María Agustina Sarmiento, que le ofrece una jarrita con agua, e Isabel de Velasco.

Después de toda una vida en la corte al servicio de Felipe IV, Velázquez por fin fue nombrado caballero en 1658 (dos años después de pintar esta gran obra) alcanzando una dignidad insólita para un pintor en aquel momento. Inspirados en este acto de ennoblecimiento cortesano, Santiago García y Javier Olivares construyen su novela gráfica Las Meninas cuyo proceso de creación se desvela en esta exposición.

Esta no es solo la historia de una obra de arte, sino la historia de cómo una obra de arte se convierte en un símbolo de status social, y un nuevo intento de contestar a la pregunta que se han hecho generaciones de artistas, historiadores, críticos y, ahora, guionistas de cómic: ¿cuál es el secreto oculto tras Las Meninas?

El proyecto de la novela gráfica de Las Meninas surge en 2008, cuando Javier Olivares y Santiago García se proponen publicar un cómic extenso sobre el cuadro que exceda la crónica histórica del momento de su creación y la epopeya biográfica de Velázquez para plantearse también la repercusión en la historia del arte posterior.

El proceso de trabajo de este cómic ha sido intermitente y ha durado seis años. La primera fase fue la documentación, como en el inicio de estudio de cualquier obra histórica. A continuación el guionista hizo un trabajo de identificación con el mundo gráfico del dibujante, de manera que no se pueda distinguir lo literario de lo visual en la página acabada. A la hora de escribir un guión de cómic es importante partir del imaginario del ilustrador, su estilo y personalidad característicos. Cada dibujante ve el mundo de una manera, y que el guionista le plantee un relato que no se ajuste a su visión del mundo es cometer un error que se refleja en el resultado final. Durante todo el proceso de preparación el ilustrador comparte sus bocetos y diseños de personajes para ayudar al guionista a ver la historia con sus ojos. En ese sentido, se puede decir que el guión se escribe con los dibujos, de la misma manera que se dibuja con las palabras.

La técnica de Olivares compagina ilustración a mano y digital. Dibuja cada viñeta a lápiz en un papel para luego maquetar en el ordenador una página completa, superponiendo las viñetas escogidas sobre la plantilla de la página. A continuación entinta la página impresa usando un pincel y rotulador. Por último, escanea la página y aplica el color digitalmente. Su trabajo se estructura sobre el color negro que le permite dar forma con su línea y conducir el dramatismo con sus masas oscuras. Además es el color preferente en el ambiente cortesano barroco.

La exposición se divide en tres secciones narrativas que explican el proceso de creación de la novela gráfica. En «La llave» se muestra parte del material documental, páginas del guión original, el story-board completo y muchos de los bocetos iniciales. La segunda parte, «El espejo» enseña el proceso desde el trabajo a lápiz, pasando por el entintado, hasta las páginas impresas en color. Por último, «La cruz» contiene las páginas definitivas en color, las planchas originales de fotomecánica y el diseño de la portada. Además, se complementa con algunas ilustraciones originales realizadas expresamente para esta exposición a partir del numeroso material adicional no usado en el libro. Como epílogo, hay un estudio de los personajes históricos a los que influye la contemplación de Las Meninas, desde Velázquez hasta Buero Vallejo o el Equipo Crónica.

JAVIER OLIVARES (Madrid, 1964)

Historietista, ilustrador y autor español. Comenzó su carrera en 1986 como dibujante de tebeos en revistas como Madriz, La Maleta o El Manglar. A mediados de la década de los 90 participó en la fundación del sello Malasombra Ediciones bajo el que se publicó la colección de mini-tebeos Mamá, mira lo que he hecho. En su faceta como dibujante de historietas infantiles destaca el álbum Astro, valiente explorador, los libros El silencio se mueve y Prisioneros de Zenda y el cuento Los niños tontos, todos de la editorial SM. En el campo de la ilustración para adultos ha realizado adaptaciones de El perro de los Baskerville de Arthur Conan Doyle, Lady Susan de Jane Austen y ha participado en el libro colectivo Infieles y adulterados de Juan José Millas, todos editados por Nórdica. Además ha colaborado como ilustrador en las publicaciones El País, El Mundo o la revista Rolling Stone. Ha participado en numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas. Destacando las muestras: Cajas negras y niños tontos (Panta Rhei, 2002), llustrísimos (Feria del Libro infantil de Bolonia, 2005) y Patria Común. Delibes ilustrado (Patio Herreriano, Museo ABC e Instituto Cervantes 2012-14). Gran aficionado al cine, ha dirigido once cortos de animación.

SANTIAGO GARCÍA (Madrid, 1968)
Escribe comics y escribe sobre comics desde hace más de 20 años (a menudo bajo el seudónimo Trajano Bermúdez). Licenciado en Periodismo e Historia del Arte, trabajó como redactor en la sección de Cómic de ABCD, el suplemento cultural del diario ABC, entre 2007 y 2010. Participó en la fundación y dirección de las revistas especializadas U y Volumen. Ha escrito cuatro libros sobre cómic: Mangavisión (1995), La noche del murciélago (1998), El mapa de los sueños, guía de lectura de Sandman (1999) y La novela gráfica (2010). En 2011 recibió el premio a la Divulgación en el Salón del Cómic de Barcelona. Ha traducido numerosos comics americanos (X-Men, Batman, Conan, Calvin y Hobbes) además de las colecciones de EC Comics y novelas gráficas de Eddie Campbell o Scott McCloud, entre otros. Como guionista de comics, destaca por publicar con Javier Peinado la adaptación del clásico de Shakespeare La tempestad(2008); con Javier Olivares El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde (2009) y Las Meninas (2014); y con Pablo Ríos ha publicado Fútbol. La novela gráfica (2014).

Agradecimientos a  ASTIBERRI

+ INFORMACIÓN
MUSEO ABC    Amaniel, 29-31. 28015 Madrid T. +34 91 758 83 79  www.museoabc.es Martes a sábado de 11 a 20 horas Domingo de 10 a 14 horas


lunes, 22 de septiembre de 2014

Dibuja personajes con los ojos vendados

En 1947 se pidió a 10 dibujantes de cómics que dibujaran a sus personajes con los ojos vendados.

Un artista de cómic va a terminar la elaboración de los mismos personajes tantas miles de veces, que te darías cuenta que podían dibujarlos con los ojos cerrados. Pero, ¿podría hacerlo realmente así? En 1947, la revista Life decidió averiguar desafiando a 10 artistas contemporáneos de cómic para hacer precisamente eso - dibujar sus personajes con los ojos cerrados.

Los resultados son hilarantes. La mayoría de los artistas tuvieron un éxito notable en la recreación de las características individuales de sus personajes, pero todos ellos las ponen en los lugares equivocados, como un cuadro de Picasso o un juguete Mr. Potato fallido.












Fuente:

domingo, 21 de septiembre de 2014

El sueño americano de Sorolla


Una muestra en la Fundación Mapfre evoca el triunfo cosechado por el artista en EE UU

IKER SEISDEDOS Madrid 20 SEP 2014


Una de las obras de Sorolla en la exposición en la Fundación Mapfre de Madrid. / BERNARDO PÉREZ

La de Sorolla y Estados Unidos, exposición de la temporada en la Fundación Mapfre de Madrid, no es la clásica historia del exitoso artista en el extranjero con escaso predicamento en la España eternamente cainita. El pintor valenciano fue también profeta en su tierra. Cosa distinta es que, a partir de cierto momento del despegue internacional de su carrera (finales de la primera década del siglo XX), fueran sobre todo prohombres estadounidenses quienes pudieron pagar los, pongamos por caso, 5.000 dólares en los que se vendió el luminoso Saliendo del baño, óleo pintado en Valencia en el verano de 1908 para ser vendido en la histórica monográfica que la Hispanic Society de Nueva York le dedicó un año después.

La exposición, y sus réplicas en Boston y Búfalo, hicieron de Joaquín Sorolla (1863-1923), ya consagrado en plazas como Londres o París, un artista tremendamente popular en EE UU; solo la parada neoyorquina de 1909 contabilizó más de 160.000 visitas. La muestra que ahora llega a Madrid, tras pasar por los museos de San Diego y el Meadows de Dallas, donde batió marcas de asistencia, trata por primera vez de desentrañar la extraña historia de amor entre las élites estadounidenses y el pintor de espíritu mediterráneo a través de las obras adquiridas o encargadas por coleccionistas de aquel confín del mundo. Y lo hace con una amplia batería de préstamos excepcionales y material nunca visto en España o directamente inédito, fruto de una investigación liderada por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista, comisaria de la muestra y autora de un catálogo razonado de próxima aparición cuyo inventario ya supera las cuatro mil obras.

Aquel éxito de 1909, que tendría su continuación dos años después en Chicago y San Luis, es el eje sobre el que gravita la propuesta de Pons-Sorolla. Tras un preludio que refleja tempranas muestras de fervor estadounidense por la obra del pintor, el visitante es presentado a uno de sus más extraordinarios valedores: Archer M. Huntington, millonario con debilidad por el alma española y fundador en 1904 de la Hispanic Society. Híbrido entre centro de estudios literarios y museo —-en sus dependencias de la Calle 155 plasmaría Sorolla en los últimos años de su vida una visión panóptica de España en 14 célebres murales— tenía como misión promocionar en territorio enemigo los logros culturales de una nación en retirada.

“Por supuesto, en aquella época, la sociedad estadounidense aún recordaba la guerra contra España”[DE 1898], explica la comisaria, “pero Sorolla quería contribuir a la recuperación haciéndose el mejor embajador de su país”. Cree la experta que el espíritu de su bisabuelo, “hombre optimista, trabajador y amante de la familia”, casaba bien con el ideario “positivo e impetuoso” de los Estados Unidos de la época.


Eso explicaría que la mecha coleccionista prendiese con rapidez allende los mares. Al mecenas Huntington pronto se uniría el magnate Thomas Fortune Ryan; a él y a su debilidad por el tipismo andaluz está consagrada una de las secciones de la exposición, que preside la serie de bocetos al óleo organizados en torno a Cristóbal Colón saliendo del puerto de Palos (1910) por el que el industrial pagó 50.000 francos de la época. Tampoco tardaron en multiplicarse los encargos de retratos. Tras verlos expuestos en la Hispanic en 1909, unos quisieron que Sorolla los pintase a la manera de Raimundo de Madrazo y otras, con las perlas, el manto de armiño o el marco ovalado que el valenciano reservó para La reina doña Victoria Eugenia de Battenberg. En su visita de 1911 a Estados Unidos, los ansiosos por posar para él fueron tantos (54 en total), que el pintor debió terminar algunos de los encargos una vez regresó a Europa.

Todo ello se cuenta en la sección de retratos, una historia que las exigencias de las salas de exposiciones de la Mapfre, ciertamente menos generosas que las de los museos de Dallas y San Diego, han obligado a partir en dos pisos diferentes. De la instalación también cabe objetar que algunos capítulos y ciertos cuadros de enorme formato hayan acabado fuera de su lugar natural o, como en el caso de ¡Triste herencia!, un tanto encajonados entre suelo y techo.


No son esas las únicas diferencias entre la presentación madrileña (del 23 de septiembre al 11 de enero) y las anteriores. En la nómina de los cuadros que estuvieron en las paradas estadounidenses cuyo préstamo esta vez no ha sido posible, destacan dos retratos: el encargado por William Howard Taft, vigésimo séptimo presidente de EE UU, y el de Alfonso XIII con uniforme de húsares, que estará en la exposición de El retrato en las Colecciones Reales que prepara Patrimonio Nacional.

Pese a esas ausencias, en la muestra, que el exdirector del Museo Reina Sofía y experto en Sorolla Tomás Llorens califica como “una extraordinaria investigación”, sobran los motivos para encender la curiosidad de los amantes del pintor, incluso en una ciudad que fue testigo de una cita histórica con su obra en el Prado en 2009 y que cuenta con un museo dedicado al artista con 1.300 obras.

En la muestra, por la que la fundación ha desembolsado “en torno al medio millón de euros”, según su director del Área de Cultura, Pablo Jiménez Burillo, hay cuadros extraordinarios nunca vistos en España (Las dos hermanas), esclarecedores inéditos, como la serie de dibujos preparatorios de Corriendo por la playa, descubiertos en el museo de Brooklyn durante la gestación de la exposición; así como un catálogo rebosante de información escasamente difundida y ejemplos del mejor Sorolla experimental, que también lo hubo (Sombra del puente de Alcántara. Toledo o El bote blanco. Jávea).


El Pais 20.09.14


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