viernes, 21 de octubre de 2016

RORK Andreas


 Si hoy Andreas se merece el calificativo de autor de culto, Rork constituye la piedra angular del incomparable edificio de su carrera. Una obra de juventud en cuyas viñetas el autor puso' la semilla de su futura marca de fábrica: diseño audaz de las páginas y guiones perfectamente construidos, muestra de una precisión extrema y un juego permanente con el lector. Retorno a la génesis de una obra y un estilo elaborados a partir de reflexiones profundas...

Antes que nada, detrás de Rork hay un autor que, aun no sabiendo del todo adonde se dirigía, ni cómo, sentía una acuciante necesidad de independencia: "Siempre he buscado ser autónomo", reconoce Andreas, después de más de treinta años de carrera, "Soy muy individualista y creo en la responsabilidad. De hecho, me gusta hacerlo todo yo mismo", confiesa el autor, que, al hablarnos de Styx (un album de Philippe Foerster que se encargó de entintar), nos confió "no ser un muy buen colaborador. De hecho, soy incapaz. O lo acaparo todo o dejo que se encarguen por completo los demás".

A pesar de que es fácil asumir esta realidad habiendo realizado más de sesenta álbumes (como guionista o dibujante, pero en la mayoría de los casos como autor completo), no era tanto en 1979, cuando Andreas era un joven dibujante  acabado de salir del Institut Saint-Luc de Bruselas y de los cursos nocturnos de Eddy Paape, del que terminó siendo ayudante en Udolfo. La juventud del artista alemán, sin embargo, no parecía asustar a André-Paul Du-cháteau, entonces redactor jefe de la revista Tintín: "Tenía ganas de leer historias fantásticas. Me pidieron que creara un personaje, así que investigué un poco para poder darle un rostro y un nombre. Este último se me ocurrió de pronto; probé varios modos de escribirlo y opté por el más sencillo. Le hice el cabello largo, porque yo mismo lo llevaba así por aquel entonces, y decidí que sería blanco para que contrastase con el abrigo negro que llevaba el personaje. Al principio, tuve la tentación de dibujar los detalles del abrigo, pero enseguida me detuve". Dicho así, no parece que nada de eso tuviese mucha importancia, pero lo cierto es que una carrera y una obra totalmente únicas en su género acababan de nacer.

ilustración inédita, 2012.

Fragmentos:
páginas introductorias para la reedición francesa de 1994, lámina 3..


COHERENCIA

Al contrario de lo que podría parecer a juzgar por su determinación, Andreas no tenía un plan bien trazado cuando se lanzó a elaborar las láminas de Rork: "Hice el primer relato corto y luego me dijeron que tenía que poder editarse en 46 páginas. A partir de la tercera historia, me pidieron que buscara un hilo conductor, de ahí que la cosa siguiera. La razón de ser del final del primer tomo de Rork era dar coherencia y reintegrar las tres primeras historias en el seno de un conjunto. Cuando empecé el segundo tomo, ya sabía hacia dónde iba". Con el paso del tiempo, la palabra se debilita.


ilustración inédita, 2012.


Fragmentos: ilustración en la revista Tintín núm. 40, "Rork en Nueva York". Lombard, 1980.


En esa época, solo se hablaba de dos álbumes (en realidad, dos compilaciones de relatos cortos), Sin embargo, en cuanto Andreas terminó Fragmentos, salió a la luz una piedra angular de su trabajo: "Soy de la opinión que, cuando se deja que un artista haga lo que quiera, su obra adquiere coherencia. Creo que llega un momento en el que todo cobra sentido en el seno de la obra. Yo terminé dedicándome al cómic gracias a las series que más me gustaban de niño. La ventaja de una serie es que sus elementos siempre pueden reutilizarse, porque todo está relacionado. Todavía en la actualidad, a veces se me ocurre introducir cosas sin saber muy bien por qué. En ocasiones hacen falta años para que les llegue el momento propicio a ciertas piezas".

Fue, pues, en esa época cuando se puso de relieve este componente tan importante del estilo de Andreas. Su obra tiene tanto en común con la vida de Rork que está hecha de pasajes. Con cada puerta que se cierra enseguida se abren dos más: "El objetivo de un guión es resolverlo todo, pero a mí me gusta dejar algunas cosas en suspenso, porque así siempre queda algo que no se sabe. Me cuesta terminar una historia. Me gusta dejar en ella el germen de una posible continuación. Es una costumbre que también adquirí con las series. Me guardo un montón de cosas en la cabeza. Arq y Capricorne me acompañan siempre. Esta información está trabajando continuamente y, en ocasiones, incluso tengo que retenerme".

Pero este es el precio que hay que pagar para conseguir una obra única. Como individualista reivindicado, el joven autor hizo todo lo que estuvo en su mano para poder hacer cuanto antes la serie que le gustaría leer: "Primero me debo a mí mismo y luego al lector. No hay que darle aquello que le apetece, sino aquello a lo que tiene derecho. Ahora bien, como lector, no me gusta comprar un cómic y luego dejarlo en la estantería. Me gusta releer. Por eso trato de hacer cosas que no siempre se detectan a la primera, para mantener una interactividad con el lector. La idea es que, una vez terminada la lectura de la obra, sea un auténtico placer volver a retomarla. De ahí mi tendencia a reutilizar. Siempre tengo en el punto de mira la impresión final que quiero que dé el conjunto, Y para alcanzarla, todo debe ser coherente". Esta es la palabra clave de una obra ambiciosa, que acostumbra a impresionar por su derroche de orden y perfección. En el quinto capítulo del álbum Fragmentos, Rork se encuentra con un artefacto extraño (que, por supuesto, tendrá su importancia a partir de entonces): una esfera-rompecabezas. Décadas más tarde, podemos verla como una metáfora de su propio trabajo, que, una vez ensambladas todas las piezas, roza la perfección. Porque, como muy bien lo resume el propio Andreas: "Lo importante no es preverlo todo, sino no olvidar nada".

Pasajes: proyecto de la primera versión de la ilustración para portada como portada de Stipschrift 198/199, Vonk, 1985. 


Rork: ilustración de portada para el fancine Dynamik, 1986.


 INFLUENCIAS

En el prefacio de la primera edición de Fragmentos, de 1983, Francois Riviére desvela las principales tres influencias que ha recibido Andreas: M.C. Escher, Bernie Wrightson y H.P. Lovecraft, Aunque, al leer el álbum, resulta difícil quitarle la razón, la realidad resulta ser bien distinta: "A diferencia de lo que pudo escribirse en su momento, Lovecraft no fue una gran influencia para mí. Lo leí, pero tanto como Jean Ray o Van Vogt... Bueno, todos los autores de las décadas de 1950 y 1960. En última instancia, Lovecraft tendrá cierta influencia en Cromwell Stone, pero poca en Rork. Además, en esta obra encontraréis pocos seres indescriptibles o hechos aterradores". No, las influencias originales de Andreas proceden principalmente de "muchas de las series franco-belgas de la época, como Spirou y Fantasio, Johan y Pirlouit y las historias de Vincent Larcher, de Reding, como Olympic 2004 o Le Zoo du Dr. Ketzal. Me encantaban. ¡Eran demasiado raras como S-F! Sea como sea, leía y coleccionaba todo lo que había".


Pasajes: ilustraciones para la edición de lujo en francés, Jonas, 1983.


 Con muchas de estas lecturas, terminó tomándole el gusto a un cierto tipo de series. Pero, por supuesto, eso no era todo: siendo estudiante, Andreas descubrió la escuela americana, que le abrió otras puertas... "En St-Luc, me dedicaba a hacer cómics de la escuela belga, pero me decían que mis guiones eran siniestros y que requerían ilustraciones más realistas. Así que seguí en esa dirección, aun conservando parte de ese aspecto caricaturesco en los personajes secundarios. En realidad, podría decirse que mi estilo se ha guiado por mis guiones y mi descubrimiento de los cómics."

En efecto, en lo que se refiere a Bernie Wrightson, Francois Riviére no se equivocaba. Él sería la respuesta gráfica que esperaba entonces el joven dibujante. Andreas no se escondía de ello, e incluso llegó a ponerle a uno de sus personajes ("Bernard Wright") el nombre del genial dibujante  americano; "Wrightson ha sido una gran influencia para mí. Gracias a él, descubrí lo que le había inspirado, los grabadores de principios del siglo XX. Me sumergí en el elaborado trabajo de Franklin Booth, propio de un orfebre, y en el de J. C. Coll, más sencillo. Envidio sus gamas de grises y la perspectiva de alguien como Booth encaja con mi visión. El aspecto pausado, laborioso y preciso de su trabajo coincide con algo que yo busco. Me gusta pasarme tiempo con las cosas". Esta influencia americana, sin embargo, no afectó solo al trazo de Andreas. También le viene de los cómics ese gusto por los diseños de página muy trabajados, que enseguida se convirtieron en la piedra angular de su estilo. "Es visible desde el principio de Pasajes. Pruebo más viñetas verticales, alargadas. Se empleaban bastante
en los cómics de la década de 1970. Mi sentido de la narración empezó a desarrollarse con ellos, cuando comprendín que podía incluir un montón de viñetas pequeñas que, individualmente, no decian nada, pero que, juntas, acababan contando algo". El joven artista necesitó un album completo para atreverse a dar ese paso: "Evidentemente, en la revista Tintín, no iba a hacer Metal Hurlant. Y luego hay una cuestión de exploración personal. Al principio, uno trata de hacer como los demás y luego, rápidamente, intenta hacer algo distinto. Y es entonces cuando se desarrolla el estilo personal, aunque a veces yo tengo tendencia a ponerme límites. No obstante, a partir del segundo tomo ,
me expresé más libremente a la hora de distribuir y diseñar las viñetas. En cada capítulo, tenía un concepto, como lo tendría más adelante en los álbumes de Capricornio". Y, aunque al principio el estilo de Andreas desconcierta, los lectores ensequida lo identifican...


"En esa época, había poca gente que sededicara a este género de historias fantásticas. Al fin y al cabo, Thorgal venía de otro planeta, pero eso era todo. Rork desconcertaba. En los referendums de la revista Tintín nunca me encontraba entre los primeros 50. Estábamos obligados a crear falsas
polémicas en las cartas de los lectores. De hecho, yo iba a la mía y creo que Jean-Luc Vernal (el redactor jefe de la revista Tintín había sucedido a André-Paul Ducháteau en 1979) ya no sabía muy bien qué hacer conmigo." De hecho, Andreas completó un primer ciclo de Rork en 14 capítulos
y, ante la falta de entusiasmo de su redactor jefe, se vio obligado a dejar caer en el olvido a su personaje: "Trabajé con Humanoídes Associés, donde hice Cyrrus-Mil. Pero allí me sentía fuera de lugar". Cuando Andreas estaba trabajando en el primer Cromwell Stone, para la editorial Mlchel
Deligne, Jean-Luc Vernal le encargó una historia corta para un número especial de la revista Tintín. El artista aprovechó la oportunidad al vuelo y escribió e ilustró Los olvidados (que podréis encontrar en este integral, en la página 185), una evocación apenas velada de su deseo de ver regresar a Rork. Finalmente, la respuesta sería la publicación en forma de álbum independiente: cinco años después de que aparecieran las primeras páginas de Rork en la revista Tintín, Le Lombard editó Fragmentos. Fue un éxito inmediato, porque los 10.000 ejemplares del primer tiraje se agotaron en 15 días y prepararon el terreno para el retorno de Rork. Andreas aprovechó la ocasión para imponer sus condiciones: sería en cinco tomos, cada uno con cinco capítulos. El segundo ciclo de Rork podía empezar...

El cementerio de catedrales: ilustración de la portada de la revista Tintin núm. 25, Lombard, 1987.

El cementerio de catedrales: croquis publicado en el fanzine francés Swof núm. 26, 1998.

 CONSTRUCCIONES
"Todo empezó con una imagen que tenía en la cabeza, la del cementerio de catedrales." En efecto, la arquitectura desempeña un papel predominante en el trabajo de Andreas, que, después de haber acariciado durante mucho tiempo la idea de consagrar su vida a esa carrera, aprendió perspectiva junto a un arquitecto: "En la Alemania del Este, cuando yo era niño, no existía el Lego, pero yo tenía un juego de construcción con ladrillitos de verdad. Y cuando me preguntaban qué querría ser de mayor, siempre respondía que arquitecto, aunque también era una buen manera de que te dejaran en paz. La verdad es que me encantaba construir pequeñas maquetas, perfilarlas con paciencia". Este amor por la arquitectura está presente en las páginas de Andreas, pero también se encuentra en la base de su diseño y distribución: "Más tarde, descubría Frank Lloyd Wright, que le hablaba especialmente a mi lado alemán: sus edificios tienen una estructura muy cuadrada, pero también transmiten una gran sensación de libertad. En los guiones, ocurre lo mismo: me gusta la limitación para poder construir alrededor. Hay muros de carga y yo tejo alrededor, respetando su equilibrio".

 Al contrario de lo que pueda parecer, los guiones de An-dreas son, por tanto, una mezcla sutil de estructura predefinida e improvisación: "Vi la doble página del cementerio y construí la historia alrededor: había una jungla y, por tanto, también exploradores. Tendría que explicar cómo habían terminado allí esas catedrales, y de ahí salió la historia de Yosta. Pero el objetivo de todo eso era preparar el regreso de Rork. Lo único que sabía es que se encontraba en muy mal estado, como lo estaba yo mismo en esa época". En efecto, a pesar del amor del autor por las construcciones cerebrales y los guiones diseñados con tiralíneas, su primera serie tiene una dimensión autobiográfica muy potente, más o menos consciente. A pesar de ello, el autor encarna más directamente el fruto de sus reflexiones de entonces en muchos motivos gráficos y del guión. Así nace este laberinto que solo funciona si uno se toma la molestia de encontrar el buen camino: "Pensaba en el hecho de que estamos obligados a pasar por determinadas etapas para poder llegar al centro de nosotros mismos. No hay atajos. Es el camino lo que hace de nosotros lo que somos. Con la distancia de los años, lo único que me desagrada de esa imagen es que el camino ya esté trazado. Ese laberinto debería tener más caminos. Creo que somos libres de elegir seguir o no nuestro destino".    »

Al principio de este segundo ciclo aparecen célebres buhos que, invariablemente, introducirán y concluirán cada uno de los cinco capítulos. Encaramados en su rama, comentan, no sin perspectiva, la historia de Rork, introduciendo la idea de que todo eso no es más que ficción: "Me gusta ese jueguecito que consiste en echar abajo el cuarto muro. Pero eso no debía ser gratuito, debía tener relación con la historia. Esas páginas son bastante representativas: sabía hacia dónde iba, pero no exactamente cómo". Como siempre, el tiempo traerá respuestas y Rork aún tiene que seguir recorriendo su laberinto interior...

















Rork: Integral 1 por Andreas Publicación de ECC Ediciones, Barcelona, Agosto 2015

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