lunes, 22 de febrero de 2016

El vodevil de RANMA 1/2



Ranma 1/2 guión y dibujos: Rumiko Takahashi
edición española
traducción: Montserrat Samón
adaptación: Cristina Maciá
rotulación:Rosa Romeu
diseño cubierta: Pere Olivé y Carles González

edición de Planeta-DeAgostini. S.A., Barcelona, año 1994

De todos los manga japoneses que llegan hasta nosotros, los salidos de la fértil imaginación de Rumiko Tatkahashi son, sin duda, los más japoneses y, curiosamente, los que pueden llegar a un mayor número de lectores occidentales. Esta extraña paradoja viene dada por el hecho de que utiliza elementos de multitud de géneros (fantasía, ciencia-ficción, artes marciales) sólo como recurso y ambientación, resolviendo sus historias mediante la interacción de sus personajes, haciendo que las relaciones humanas sean el motor del relato. Naturalmente, no basta con eso, y el mayor mérito de esta autora superventas en su país radica en que lo hace de forma amena, divertida e ingeniosa, autora prolífica como pocas (incluso para la media del Japón), la inmensa mayoría de los trabajos de Takahashi se basa en la comedia de enredo, en el vodevil. Sus personajes actúan en contra de su voluntad, arrastrados o empujados por otros personajes a hacer cosas contra sus deseos, siempre a un ritmo frenético que impide pensar (tanto a los personajes como a los lectores) en una conclusión lógica a cada situación, con diálogos que se pisarían unos a otros si la historieta no fuera un medio leído.

En Lamu, una princesa alienígena viene a la Tierra y decide no destruir el planeta al enamorarse de un terrestre, prometiéndose a él contra su voluntad y contrariando tanto a los pretendientes de la princesa como a la novia del terrestre. En Maison Ikkoku, un estudiante se enamora de la patrona de su pensión, e inicia un largo noviazgo lleno de altibajos cuya principal dificultad será su propia inseguridad y sus complejos, además de la intromisión de los demás inquilinos de la pensión. En Ranma 1/2, un chico es víctima de una maldición convirtiéndose en chica cada vez que se moja con agua fría y recuperando su forma normal con el agua caliente, y se ve asediado por pretendientes de ambos sexos. Las tres obras han sido super éxitos en Japón y han convertido a su autora en una de las más populares del país, por no decir la más popular.

Ranma 1/2 es su obra más desmadrada, su vodevil más exagerado, la obra donde se acumulan todos sus años de oficio y puede considerarse una suma de sus trabajos anteriores, sin que por ello deje de ser novedosa y sorprendente. Definido por su autora como "comedia de artes marciales", utiliza un entorno normal como el de una escuela de Artes Marciales para introducir en él elementos mágicos y anormales que acaban siendo habituales. Si al principio Ranma es el único personaje "extraño" por haber caído en una charca mágica, luego aparecerán más personajes también caídos a otras charcas mágicas, con resultados distintos al suyo pero cada vez más ridículos, además, las artes marciales irán subiendo de nivel a cada episodio y lo que al principio era "de gimnasio", acabará convirtiéndose en exhibiciones a lo Dragon Ball, y los personajes serán capaces de derribar una casa de un puñetazo. Pero todo ello escalonado con pericia magistral, desmintiendo la casi improvisación con que deben hacerse los manga en Japón. Por supuesto, primando continuamente el enredo sentimental que es el sello de su obra.




En este libro, Takahashi empieza a presentar a los personajes de Ranma 1/2 y la situación que se prolongará a lo largo de miles de páginas, y puede verse con claridad en qué radica el talento de Takahashi y el porqué de su precisa forma de construir las historias. En vez de recrearse en los tiempos muertos, como la mayoría de su colegas, se recrea en los personajes, dejando que sean ellos los que muevan la acción. Con la excepción de Akane, prometida oficial de Ranma, todos los protagonistas son humanos y mezquinos, absurdos y anormales, ridículos y vergonzantes. No hay ninguno que no sea testarudo, egoísta, ruin y veleta. Si lo hay pasa a ser un personaje secundario o a convertirse en un recurso cómico, ya que la acción la mueven y la llevan los otros. Los que se desviven por hacerle la vida imposible al prójimo, yo sea por quererle y no admitir que no se es correspondido, como por obligarle a hacer algo contra su voluntad para poder beneficiarse ellos mismos. Jamás reconocerán que pueden estar equivocados y que los demás tengan sus propios deseos, ya que al hacerlo deberían renunciar a los propios.

La situación siempre es la misma, repitiéndose continuamente en todas las variantes posibles, y su buen funcionamiento radica en esa repetición, en la forma en que divierte o sorprende la reiteración de situaciones y actitudes. Ranma siempre se convertirá en chica cuando menos se espera; Ryoga nunca dejará de tener su nulo sentido de la orientación y siempre se perderá; Kuno seguirá desafiando a Ranma-hombre mientras pretende a Ranma-mujer y a Akane; Genma continuará siendo un gorrón dispuesto a vender a su hijo a cambio de una comida gratis... El lector lo sabe, y espera ser gratificado con una nueva variante de la misma situación, sorprenderse con otra excentricidad tan ridícula, o más, que la anterior, y divertirse con la nueva solución inesperada que brindará la autora.

De modo que cuanto más personajes y elementos se acumulan en una historia, más absurda y delirante se vuelve y, por tanto, mejor funciona y más divertida resulta. La situación en que viven los personajes se prolongará indefinidamente ya que su resolución acabaría con la serie, por lo que la situación siempre termina tal y como estaba al principio, para así poder volver a empezar de nuevo en la siguiente historia.

Todo esto contado con unos recursos mínimos y efectivos, prescindiendo de exhibicionismos, y basándose en el dibujo delicado y sutil de unos personajes muy enclavados en la tipología nipona. La exactitud del gesto, la adecuada expresión en el rostro son más importantes que una precisa reconstrucción ambiental del entorno en que se mueven los personajes, que pasa a ser casi esquemático, al ser una historia de personajes, priman más los primeros planos que los generales, dándose por supuesto una gran cantidad de elementos secundarios como la época en que se mueven los personajes, la ciudad en que viven o el país en que existen. Takahashi prescinde del preciosismo de algunos colegas suyos que basan su dibujo en la exactitud fotográfica y se concentran en crear una tipología variada de personajes, por mucho que a los occidentales nos parezca reiterativa.Y es que los autores japoneses trabajan para su mercado, sin pensar en el exterior, y Takahashi no es una excepción a esto. Su ambientación es mínima pero suficiente, ya que sus paisanos saben que la historio tiene lugar en una casa japonesa típica de una ciudad japonesa actual. El problema podemos tenerlo los occidentales al desconocer la forma en que visten en las ciudades, cuáles son sus costumbres y cómo distinguir a unos de otros, dado que todo elemento extraño nos parece igual a otro y necesitamos familiarizarnos con ellos para poder distinguirlos (como solía pasar con Al Pacino, Robert DeNiro y Dustin Hoffman, siempre confundidos pese a que su única similitud era el tipo de personajes antiheróicos que interpretaban). Lo cual nos lleva a la principal característica de la obra de Takahashi, comparada con las demás obras japonesas que pueden encontrarse en el mercado: su marcado carácter nipón.

Takahashi entra a saco en el folklore japonés, utilizando demonios y dioses cuando le conviene: emplea actitudes y comportamientos, como la enorme competitividad entre los personajes, que derivan de una educación tradicionalmente japonesa; utiliza ceremonias sociales como punto de partida para diversas situaciones y aventuras; usa diversos oficios y profesiones como elementos secundarios para representar la vida en un barrio además de para caracterizar personajes; y el lenguaje japonés es utilizado hasta la saciedad en dar nombres divertidos a cosas y hacer intraducibles juegos de palabras que pueden llegar a tener hasta cinco significados, afortunadamente para los occidentales, toda esta complicación cultural es secundaria a los personajes, y sirve para condimentar un guisado que de por sí es delicioso y satisface a todo tipo de paladares, desde el aficionado más indiscriminado al más elitista.
E1 humor es universal y, por tanto, Rumiko Takahashi lo es, con el mérito de seguir siéndolo hasta en sus trabajos menos humorísticos y más "serios", que los tiene.
Lorenzo Díaz
Madrid Abril 1994

1 comentario:

MALZZZZ dijo...

Que hermosa nota. Estoy intentando hacer un seguimiento histórico del vodevil, ya que a mi parecer representa la esencia pura del humor. Es decir, yo creo que el "vodevil" entendido como la representación "caótica" y dinámica de la cotidianeidad hasta el punto en que se revela absurda, ha estado siempre en el seno de la comedia, y es el concepto es tan viejo como la música. Ya sea en las "screwball" hollywoodenses de los años 40', o en los mangas como Ranma 1/2 o Gintama, el vodevil siempre ha representado el punto más alto del humor artístico.