martes, 19 de febrero de 2013

Corot en el Parque de los Leones


Un lugar y una fecha fundamentales para el paisaje moderno: los cuadros que pintó el año 1872 Corot en Port-Marly. Una pequeña pero exquisita muestra en el Museo Thyssen reconstruye ese momento.


FRANCISCO CALVO SERRALLER



Imagen del pintor Camille Corot en Saint-Nicolás les Arras en julio de 1873.

Patrocinada por la Fundación Caja de Madrid, se puede visitar, entre el 26 de junio y el 21 de octubre, en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, la exposición titulada Corot. El Parque de los Leones en Port-Marly, 1872, inscrita con el número 10 en la bella serie de Contextos de la colección permanente, en la que, a partir de un ejemplar magistral de los fondos del museo, se reúne un pequeño muestrario de cuadros afines. En esta ocasión, el comisario ha sido Ronald Pickvance, un reputado especialista en paisaje francés impresionista, eficazmente ayudado por Paloma Alarcó, conservadora de pintura moderna del Museo Thyssen-Bornemisza, los cuales han seleccionado siete cuadros de Camille Corot (1796-1875), acompañados por un paisaje de su discípulo, mecenas y amigo, Georges Rodrigues-Henriques (1830-1885), y otro, Port-Marly inundado, de Alfred Sis-ley (1839-1899), perteneciente asimismo al Thyssen-Bornemisza, una obra ésta de extraordinaria calidad y que, además, forma parte de una serie, por lo que bien pudiera dar origen ella misma a otra de estas muestras contextúales.

"Madame Stumpf y su hija" , de Corot


La importancia histórica de Camille Corot en la génesis y desarrollo del paisaje moderno, cuyo glorioso momento cenital se alcanzó con el impresionismo, no sólo no ha sido discutida por nadie, sino que, durante los últimos años, ha sido objeto de una nueva atención crítica por lo que, a través de él, resuena de la tradición clasicista francesa en este género, representada por artistas casi olvidados, aunque anteriores o contemporáneos suyos. El ejemplo más conspicuo sería el de Achille-Etna Michallon (1796-1822), nacido el mismo año que Corot y maestro de éste, aunque muerto prematuramente sin cumplir siquiera los 30 años.

Planteo rápidamente esta cuestión, porque lo hasta hace poco valorado de Corot era su luminosidad pleinairista, su fresco toque realista sobre el motivo, no exento de lirismo, y, en fin, el palpito naturalista típico de la Escuela de Barbizon, pero no tanto su sabido sentido compositivo clásico, que, en todo caso, era atribuido a sus tres largas estancias italianas, lo cual, sin ser falso, no hacía justicia a quienes soterradamente habían cultivado esta tradición en la propia Francia. Es más: ahora se comprende que, ignorando este elemento de la mágica mixtura, no habría podido alcanzar su hermosa plenitud este paisaje impresionista tan admirado, como lo corrobora la obra de Sisley, por lo que su inserción en la actual muestra es tan inteligentemente oportuna.

Dicho lo cual, podemos comentar el asunto concreto que da pie a la presente exposición: en 1872, el financiero Georges Rodrigues-Henriques, miembro de una dinastía familiar de judíos portugueses que debieron abandonar la Península en el siglo XVI, y un tan buen aficionado al arte que no sólo coleccionó obras, sino que se dedicó él mismo a pintar, invitó a su maestro Corot a pasar 10 días en su hermosa heredad de Port-Marly, conocida como el Parque de los Leones. Ambos, pues, maestro y discípulo. estuvieron pintando iuntos durante este breve periodo, y lo que entonces hicieron, sobre todo, claro, Corot, es lo que ha servido para inspirar la presente muestra.

Aunque éste es un motivo más que justificado para, por sí mismo, fundamentar la iniciativa, hay otros rendimientos añadidos. En primer lugar, el que en estos paisajes de Port-Marly,Corot emplea la figura humana no mitológica, a la que dio cada vez más relevancia en su etapa final, lo cual ha llevado acertadamente al comisario de la muestra a traer el célebre antecedente de Monsieur Pivot a caballo en el bosque de Ville-d'Avray (1853), de la National Gallery de Londres. Por otra parte, como ya antes se ha señalado, justo en el momento de la estancia de Corot, los impresionistas y, en particular, Sisley, estaban también pintando en Port-Marly, con lo que se acrecienta la enjundia

"La salida para el paseo en el Parque de los Leones en Port-Marly" de Corot.      

 histórica del asunto. Por último, tampoco cabe desdeñar que estos cuadros de Corot se estaban alejando del estilo bucólico-mitológico, de pinceladas algodonosas y atmósferas argentadas, que labraron su fama en vida, aunque no tanto su prestigio postumo, basado en cualidades naturalistas de otra estirpe. Por todo ello, esta pequeña gran exposición posee méritos sobrados para encantar al aficionado sensible y al especialista, además de ser, por encima de cualquier otra razón, una verdadera delicia.


El Pais Babelia 30.06.2001

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