domingo, 28 de septiembre de 2014

FOTO PRES 1990

IMÁGENES DE UN AÑO


La madre de un campeón, de Luis Garcia de Diego. Premio Generalitat de Catalunya.


 Un año más, la fotografía en la prensa nacional se ha examinado en Foto Pres, certamen que ha convocado este año a 269 profesionales. Este premio, nacido hace ocho años como versión española del internacional World Press Photo, es actualmente la única posibilidad de ver una recopilación de imágenes, en color y en blanco y negro, publicadas o publicables (no todas han sido impresas en un medio) en España.

Ni que decir tiene que, pese a este logro, no todos los profesionales de la prensa avalan o defienden este certamen. El problema estriba en lo costoso que les resulta a muchos definirse como fotógrafo o como periodista, y en los equívocos que se derivan de toda la carga ideológica que supone adoptar una u otra postura. Si la fotografía es la quintaesencia de la visión parcial y personal de ver una realidad, el periodismo, en su intento de objetividad, clama por la gruesa documentación y la despersonalización del mensaje. Estas posturas vienen a multiplicar y disgregar las formas de aproximarse a una toma.

Lo cierto es que hay muchas maneras de enjuiciar una fotografía. Si a eso añadimos la circunstancia de tener que definirla como lo más, lo mejor, lo superlativo, los problemas se acumulan. Hay que tener en cuenta los diferentes géneros fotográficos que se cobijan bajo la palabra prensa y que, si bien su importancia la podemos ordenar desde el punto de vista de lo rigurosamente periodístico, éste no suele coincidir con la relevancia fotográfica. Es complicado. Porque el material de prensa envejece y porque el acontecimiento más sobrecogedor del año difícilmente se condensa en una imagen; aunque hay excepciones notables, como el 23-F de Barriopedro y De León.

En esta edición del Foto Pres, las directrices del jurado han remachado lo que ya va tomando solidez en otros países de mayor tradición fotoperiodística. A saber: que la imagen es un lenguaje en continua evolución, y que es el ojo de cada fotógrafo el que aporta la gramática de los elementos formales que harán más o menos eficaz el mensaje final. Que la im-portancia del contenido no avala por sí sola la categoría de la imagen.

En este sentido, ha sido una sorpresa agradable comprobar cómo algunas instantáneas de gran peso específico han sido hechas fuera de los circuitos donde habitualmente se producen las grandes informaciones. En definitiva, cómo el ojo del fotógrafo ha sabido comunicar hechos o situaciones en imágenes impresionantes que difícilmente podrían acompañar titulares de portada.

Evidentemente, esto supone un paso más para la madurez de este oficio. Cuanto más desaparezca la casualidad, que todo fotoperiodista busca consciente o inconscientemente, más se verá el fotógrafo forzado a reflexionar sobre el poder y la responsabilidad que tiene ante el hecho de comunicar realidades por medio de un aparato que descubre toda la subjetividad que cada persona lleva dentro.
Imágenes como la de La madre del campeón, que contiene una fuerte dosis de opinión, contrastan, y a la vez complementan, a otras aparentemente simples como Peste equina, de Kim Manresa, tan diferente de concepto a esa otra Peste equina, de Brígido Fernández. Imágenes rabiosamente actuales como las de Berlín y Panamá, documentales como Nyamibata o puramente constructivistas como Vuelo de pájaro (que resultó la vencedora del concurso) acaban por dar una visión global de los diferentes géneros y soportes que componen el cada vez mejor y más maduro mundo de la fotografía de prensa en España.

Por último, hay que señalar que no todas las buenas imágenes que produjo la prensa nacional durante el año pasado han llegado a este certamen. Pero sí hay que dejar constancia de que todas las que aquí están sí forman digna parte de ese fondo cada vez más brillante que una institución privada ha sabido poner en marcha, frente al autismo oficial que este género provoca entre promotores culturales. ■

Texto: Chema Conesa

   
   Cuestión de volúmenes, de Kim Manresa. Segundo premio en la categoría de Cultura y Espectáculos (fotos únicas)

Totus tuus. Santiago de Compostela, de Salvador Sansuán. Tercer premio en la categoría de Instantáneas (fotos únicas)


Panamá, de Juantxu Rodriguez. Segundo premio en la categoría de Política y Sociedad (series)

Protección, de Manuel Lloret. Segundo premio en la categoria de Deportes (fotos únicas).



  
   Vuelo de pájaro, obra de Kim Manresa. Premio Foto Pres 1990.



Peste equina, de Brigido Fernández.  Primer premio en la categoría de Instantáneas (fotos únicas)

Peste equina, de Kim Manresa. Primer premio en la categoría de Naturaleza (fotos únicas).

Nyamibata, de Alfonso Alberto de Castro. Primer premio en la categoria de Naturaleza (series).

Viaje en barca por el lago Cocibolca, de Luis Salom i Marcó, premio en la categoria de Instantáneas (series)


Berlín: cayó el telón, de Luis Magán/ Diana Domken. Primer premio en la categoria de Política y Sociedad (fotos únicas)



Cuando seas una persona votarás como ella, de Carles Francesc. Segundo premio en la categoría de Instantáneas (fotos únicas)

Días de pasión, de Jesús Ciscar. Segundo premio en la categoría de Política y Sociedad (fotos únicas)



El feudo castellano del marqués, de J. I. Fernández Bañuelos. Tercer premio en Cultura y Espectáculos.



El Pais Semanal año 1990

sábado, 27 de septiembre de 2014

Spiderman: Espíritus de la Tierra guión y dibujo: Charles Vess











 ¡Bienvenido a las Tierras Altas!" Eso decía el cartel, pero yo empezaba a preguntarme el porqué de la frase.

Había tomado el tren de noche de Edinburgh a Inverness y ocupado mi asiento alrededor de las 3.30 de la madrugada, sólo para ser informado de que debía cambiar de tren. Era una oscura, fría y húmeda mañana cuando me arrastré medio dormido hasta un compartimento sin calefacción del tren que se dirigía a las Tierras Altas de Escocia (Highlands) para esperar su salida

Una hora y media de sueño interminente después, el tren empezó a traquetear e inició lentamente la marcha. A través de una rendija en la pesada y gris capa de nubes, un rayo de luz de la aurora iluminó, muy brevemente, el triste paisaje industrial que rodeaba la línea férrea Desde alguna parte, una ráfaga de aire glacial entró en el compartimento. Me estremecí, dejé escapar un gemido. Entonces, el tren pasó ante ese gran cartel pintado de colores brillantes.
¡Bienvenido a las Tierras Altas, desde luego!


 Era el año 1982, y por fin estaba en las Tierras Altas de Escocia Había pasado años estudiando libros llenos de fotos del paisaje que ahora, en la semioscuridad de una mañana de septiembre, me rodeaba. Esas fotos me habían sacado de mi pequeño pero confortable apartamento de New York y me habían llevado a 3000 millas de distancia, para terminar sentándome en un frío y húmedo departamento de tren.

"Vale, estoy preparado", me dije, "¡mostradme la magia, os desafío!". El Sol naciente no tardó en consumir los últimos restos de nube y niebla, cubriendo el ancho y ondulado valle que estaba cruzando con un cálido manto de color. Tras mi ventana, aún sucia por la lluvia, la ladera de la montaña descendía gradualmente entre rocas llenas de liquen, brezos púrpura y heléchos, hasta llegar a las aguas del lago. El aire, aunque todavía frío, parecía inmensamente vigorizador, y mantenía despierto mi cuerpo cansado, ansioso de conocer el paisaje siempre cambiante que tenía ante mí.
¡Chico, para esto había venido!

Dos horas después, tomaba el ferry y me dirigía por primera vez a la isla de Skye.
El azul del cielo era asombrosamente vivido, roto aquí y allá por cúmulos de nubes que el viento
arrastraba caprichosamente. El Sol brillaba sobre el arroyo, el lago y la montaña, proyectando sombras de nubes que galopaban a través de los valles, como una jauría de espectros que persiguiese
algún venado fantasma.

Durante todo el largo día que pasé recorriendo Skye, tuve que contenerme para no dar saltos en el aire y reír a carcajadas para expresar la alegría que allí sentía.

Cuando volví a New York y les hablé a mis amigos de esas montañas y valles, me sentí como si estuviese contando fábulas de una tierra muy lejana, que existió hace mucho tiempo.

Fue una experiencia increíble.

Con los años, volví una y otra vez a las Tierras Altas, descubriendo cada vez nuevos
lugares secretos, leyendo su literatura y escuchando su música. Glen Elg, Neil Gunn y Silly
Wizard llegaron a serme tan conocidos como Washington DC, Stephen King o los Rolling
Stones.




 Una de estas excursiones acabó en una caminata de todo un día bajo los oscuros y amenazadores picos de Glen Coe. A mediodía, mi compañero de viaje, Michael Kaluta, y yo, podíamos ya a duras penas respirar mientras trepábamos por el camino rocoso que llevaba al valle "escondido" donde el clan McDonald escondía siglos atrás el ganado que robaba. Era a mediados de junio, pero todavía había nieve en esos altos picos que el Sol parece no poder alcanzar. Todo lo que nos rodeaba estaba lleno de agua. Se deslizaba por debajo de las piedras y los brezos hacía el pequeño valle, llenándolo con su constante fluir. La niebla apareció súbitamente sobre nosotros y envolvió uno de los picos. Esperamos atentamente, para ver si algún dragón surgía de la niebla y aterrizaba a nuestros pies. Hay algo, en un paisaje como éste, que obliga a la mente a adentrarse en las profundidades del alma colectiva, y a extraer de ella ricas imágenes primordiales; imágenes que hallan su forma y substancia en el ojo de la mente, como dragones, gigantes u otras bestias místicas.


 Horas después, descendimos por el camino, parecido a una escalera, que nos llevó de vuelta a la posada de montaña donde nos alojábamos. El hambre había suplantado los mitos con visiones de tostadas de queso, gambas y un buen trago de whiskey de malta.

En otra ocasión, alquilé una pequeña finca en la costa entre Plocton y Kyle de Lochalsh. El teléfono público más cercano estaba a 15 minutos de paseo, el primer pueblo con tienda de comestibles y puesto de correos a 40. Mis ventanas daban al mar y a la isla de Skye. Los únicos sonidos que rompían el bendito silencio eran los balidos del ganado y el rumor de un arroyo cercano. A veces, algún avión que volaba bajo rompía la calma, pero no era habitual. Durante todo un mes, no hice nada, aparte de leer, escribir y pasear por el campo, parándome a cada momento para hacer bocetos de lo que veía.

Durante dos semanas, una amiga, Mary Wilshire, estuvo allí con un coche alquilado, y durante todo ese tiempo recorrimos unas 1000 millas, viendo todo lo que pudimos. Una pequeña carretera azotada por el viento, que lleva a las Montañas Kintail y sigue hasta el pueblo de Glen Elg, nos condujo a los monumentos de piedra del neolítico llamados "brochs". Estas sobrias fortalezas de piedra sólo pueden ser encontradas en el norte de Escocia, en las Hébridas Exteriores, en las Oreadas y en las Shetland. No se sabe quién las construyó, pero ahí están, algunas sorprendentemente intactas tras miles de años de viento, tormentas y presencia del hombre.

Más allá, la carretera nos llevó al castillo Eilean Donan, una reconstrucción de principios de este siglo del viejo edificio del XIV que estaba en su lugar. Se yergue majestuosamente entre tres lagos, montañas brumosas y Skye.


 Aún más allá, llegamos a Bealach na Bá, el paso del ganado. La carretera que lleva a este paso bordea una serie de acantilados cortados a pico, se tuerce en tres curvas cenadas y, ocasionalmente, se ve alguna valla. A 2053 pies de altura se alcanza un paisaje yermo, rocoso, que se extiende hasta allí donde llega la vista Conan y Red Sonja no estarían fuera de lugar aquí.

Seguimos la carretera durante horas antes de volver a casa. La mayoría de estas carreteras son de un solo carril. Cada cien yardas, o algo así, hay un "ceda el paso" a la derecha o a la izquierda. Es una pequeña zona cubierta de grava, donde, cuando viene alguien de frente, se puede meter el coche para" que el otro pase. Divertido, ¿verdad? Aseguraos de llevar transmisión automática.

Cuando Mary se fue, me quedé sin la movilidad que me daba el coche... al principio. No tardé en volver a la tranquilidad de los paseos por la ciudad. Hay muchos pequeños detalles que sólo puedes descubrir viajando a pie. También está el placer de hacer autostop y charlar con la gente del lugar. Durante dos semanas, llegó a recogerme tres veces el mismo hombre. En cada viaje, para mi placer, continuábamos la conversación del viaje anterior.

Los días pasaron, y pronto tuve que hacer la difícil transición de la auténtica vida de campo a la auténtica vida de ciudad de Manhattan.

Durante todo este tiempo, y a través de muchos viajes, había tratado de conectar mi vida y mi trabajo en el "mundo real" con mi obsesión por Escocia.

Años atrás, había estado en las oficinas de Marvel charlando con la entonces Directora Asociada de la Línea Epic, Jo Duffy. Durante nuestra conversación, ella dijo: "¿Por qué no nos haces una novela gráfica tomando como estrella a uno de los personajes más importantes de Marvel?"
"¿Por qué no?", respondí.
Y "¡por qué no, claro que sí!", pensé luego en casa. Quizá podría combinar mi amor por las Tierras Altas con un personaje de Marvel, por ejemplo Spiderman. Sólo tenía que utilizar la vieja historia del ratón de campo que va a visitar a su primo, el ratón de ciudad... sólo que al revés.

Spiderman siempre había sido el personaje favorito de mi adolescencia. En la secundaria, logré funcionar en gimnasia imaginándome como un superhombre.

Ahora, cuando pienso en Spiderman, lo veo como todos lo vemos: sobre un fondo de modernos rascacielos Uuminados, meciéndose graciosamente sobre un paisaje urbano que encaja como un guante en su personalidad. No hay muchos otros superhéroes del comic que formen tan intrínsecamente parte de New York City.

"¿No sería interesante -pensé- sacarle de su confortable entorno urbano y llevarlo lo más lejos posible de allí?" ¡Qué divertido podía ser ese "choque de culturas"! "¿Yqué más distinto de Manhattan -pensé- que las escasamente pobladas Tierras Altas de Escocia?"

Dos semanas después, estaba en Marvel con el primer borrador de la historia que acabáis de leer.
Algún tiempo después de hacer un nuevo viaje a Escocia, me llegó la buena noticia de que mi propuesta había sido aceptada. Tras muchas, muchas revisiones, y tras añadir a Mary Jane, mi lápiz tocó por primera vez el papel blanco y empecé...

Dos años después, terminé. Bueno, casi. Todavía estoy escribiendo este artículo, ¿verdad? Ha sido un largo camino, pero siempre con el placer de saber que estaba uniendo dos extremos muy dispares de mi vida.

Espero que hayáis disfrutado tanto leyendo esta historia como yo disfruté trabajando en ella.
Todavía no he terminado. Hay algunas personas a quienes quiero dar las gracias para terminar.

Va por:
-Steve y Annie que me llevaron allí. "No está lejos", dijeron.
-Hugh y Judy de Duirinish Lodge, que me alquilaron la finca y fueron muy amables con un extraño en tierra extraña
-Brian y Wendy, que me hablaron de los "brochs" de Glen Elg.
-Alan y los muchachos de Creag-nan-Darach. Un juego de billar que jamás volverá a ser el mismo.
-La pareja que se casaba en Skye (29 de agosto de 1987), que insistieron en que "saliese fuera"y compartiese su celebración.
-A toda la gente que vive en las Tierras Altas. Pido su indulgencia por haber modificado sus pueblos y paisajes para adaptarlos a las necesidades de mi historia.
 -Y, para acabar, muchas gracias a todos los demás que me "vieron" durante la larga y
solitaria elaboración de estas páginas: Robín Williamson, Silfy Wizard, Fire in the Glen, Thistle
and Shamrock's Fiona Ritchie, Neil Gunn, Compton McKenzie, Eric Linklater, John Prebble, Lillian Beckwith, Maurice Walsh, Joseph Campbell, Neil Munro, Dorothy Dunnett, Ossian, DeDannan, Mary Black, Boiled in Lead, Magical Strings, Alan Stivell, Glen Morangie, Glen Goyne, Oban, Mark
Askwith, Michael Wm. Kaluta, Karen Shaffer, Jean Redpath, Silly Sisters, Steel Eye Span, y a esos dos ejemplos de paciencia, Glenn Herdling y Jim Salicrup. .  ..

CON TODO MI CARIÑO, "SLATNTE MHATH" A TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS.

CHARLES VESS
Mountaindale, New York.


Artículo que acompañaba a la novela gráfica, SPIDERMAN: ESPÍRITUS DE LA TIERRA Guión y Dibujo: CHARLES VESS, publicado por Planeta-DeAgostini en la Colección Novelas Gráficas en el año 1992.




viernes, 26 de septiembre de 2014

‘Las meninas’ abandonan el Museo del Prado


Un cómic del mismo título fabula sobre uno de los grandes iconos de la cultura
Las primeras páginas de 'Las meninas'

AURORA INTXAUSTI Madrid

Dibujo de Javier Olivares para el libro 'Las meninas' (Astiberri), escrito por Santiago García.

Santiago García y Javier Olivares finalizaron el cómic Las meninas (Astiberri) y a modo de peregrinación se fueron juntos al Museo del Prado. Se colocaron frente al cuadro de Velázquez y compartieron con él los secretos de su libro. Primero fueron las palabras reflejadas en un boceto lo que llevó a ambos autores a trasladarse al siglo XVII y luego el dibujo fue dando sentido a un guion que hace seis años comenzó a escribir Santiago García. La historia que cuentan entre ambos es una fábula que recorre la existencia de Velázquez,  una vida que no resultó ser apasionante pero en la que consiguió los objetivos que se había propuesto: ser un gran pintor y el ascenso social que tenía como meta. “Una vez que leí el primer boceto tenía ganas de sentarme y ponerme a juguetear con los lápices. Nuestro libro narra la historia de un hombre que luchó por lograr lo que quería y cómo un cuadro, que se convierte en icono cultural, trasciende más allá de la propia creación”.

No fue un hombre de batallas callejeras, ni un mujeriego como otros de sus compañeros de pinceles. “Velázquez no fue un individuo con un mundo apasionante, parecía una especie de funcionario más bien gris. Pero cuando le vas conociendo en profundidad te fascina. Era un hombre hábil, inteligente y con una capacidad de trabajo que sorprende”, explica Javier Olivares quien después de tener 16 páginas en boceto se dio cuenta de que la historia tenía un recorrido mayor. Este ilustradory dibujante ha ido cambiando de colores, de estilos según el contenido del libro. Pasa de los ocres y azules a toda la gama de colores dependiendo si en escena aparece Picasso, Dalí, Foucault o Buero Vallejo. ¿Qué tienen que ver este grupo con Velázquez? “Todo. No se puede entender la obra de Picasso sin conocer al autor de Las meninas” y con todos esos elementos juegan los autores del libro para marcar las influencias que en todos ellos tuvo el pintor sevillano.


Plancha de la novela gráfica 'Las meninas'.


El artista Paco Roca se refiere a este libro como “el intento de contestar a la pregunta que se han hecho generaciones de artistas, historiadores, estudiosos y aficionados: ¿cuál es el secreto de Las meninas? “. La respuesta, según Roca,  está "en el propio cuadro y para desvelarla Olivares ha utilizado un dibujo en apariencia sencilla, que no es minucioso pero que convence al lector de que se encuentra en el siglo XVII". El Barroco se sustenta sobre un telón negro que rebaja considerablemente al genio. “Nuestro objetivo era retratar al ser humano. No todo en Velázquez es tan sencillo como parece. Cuando alguien se marca unos objetivos, como fue su caso, y está dispuesto a conseguirlos como sea lo más probable es que sus actos no sean todo lo nobles que pudiésemos imaginar”, señala García refiriéndose a la faceta de la historia en la que el pintor sevillano reclama su ingreso en la Orden de Santiago con el propósito de llegar a ser noble. Un camino que se lo deja muy claro Rubens cuando le dice que no se gana dinero pintando habitaciones oscuras y gente sucia y miserable. “Diego, la pintura es una industria. La industria del dinero. El dinero da nobleza. La nobleza convierte la industria en arte”. Una teoría que no parece muy alejada del momento actual.

Los autores han estructurado el libro en tres partes: la llave, el espejo y la cruz. "No hemos querido hacer una tesis doctoral sino que fuese divertido y al mismo tiempo te llevase a querer saber más porque Las meninas es un espejo en el que nos vemos reflejados por dentro. Es un enigma como cuadro y como construcción cultural". Un cuadro del que se alude constantemente en el libro y que tan solo aparece en una ocasión.

El guión original, bocetos, storyboards, documentos e ilustraciones finales podrán contemplarse desde mañana hasta el 16 de noviembre en el Museo ABC de Madrid. Los diferentes elementos que se muestran acercan al espectador al proceso de creación de una novela gráfica inspirada, a su vez, en un símbolo de la pintura española. De esta manera, Santiago García y Javier Olivares tratan de lograr una fantasía de largo alcance inspirada en hechos históricos sobre la obra y vida de Velázquez.
























El Pais 24.09.2014

MUSEO ABC: Dibujar las Meninas por Javier Olivares y Santiago Garcia



Las Meninas es la pintura que encumbró a Velázquez, el emblema del Museo del Prado y un icono del arte español y, sin embargo, sigue encerrando un misterio que suscita numerosas lecturas y matices.

A primera vista parece una sencilla estampa de un momento cotidiano de la vida en palacio en tiempos de Felipe IV. El cuadro presenta al pintor en una sala del Alcázar de Madrid capturando a la infanta Margarita mientras es atendida por dos doncellas -conocidas como Meninas- María Agustina Sarmiento, que le ofrece una jarrita con agua, e Isabel de Velasco.

Después de toda una vida en la corte al servicio de Felipe IV, Velázquez por fin fue nombrado caballero en 1658 (dos años después de pintar esta gran obra) alcanzando una dignidad insólita para un pintor en aquel momento. Inspirados en este acto de ennoblecimiento cortesano, Santiago García y Javier Olivares construyen su novela gráfica Las Meninas cuyo proceso de creación se desvela en esta exposición.

Esta no es solo la historia de una obra de arte, sino la historia de cómo una obra de arte se convierte en un símbolo de status social, y un nuevo intento de contestar a la pregunta que se han hecho generaciones de artistas, historiadores, críticos y, ahora, guionistas de cómic: ¿cuál es el secreto oculto tras Las Meninas?

El proyecto de la novela gráfica de Las Meninas surge en 2008, cuando Javier Olivares y Santiago García se proponen publicar un cómic extenso sobre el cuadro que exceda la crónica histórica del momento de su creación y la epopeya biográfica de Velázquez para plantearse también la repercusión en la historia del arte posterior.

El proceso de trabajo de este cómic ha sido intermitente y ha durado seis años. La primera fase fue la documentación, como en el inicio de estudio de cualquier obra histórica. A continuación el guionista hizo un trabajo de identificación con el mundo gráfico del dibujante, de manera que no se pueda distinguir lo literario de lo visual en la página acabada. A la hora de escribir un guión de cómic es importante partir del imaginario del ilustrador, su estilo y personalidad característicos. Cada dibujante ve el mundo de una manera, y que el guionista le plantee un relato que no se ajuste a su visión del mundo es cometer un error que se refleja en el resultado final. Durante todo el proceso de preparación el ilustrador comparte sus bocetos y diseños de personajes para ayudar al guionista a ver la historia con sus ojos. En ese sentido, se puede decir que el guión se escribe con los dibujos, de la misma manera que se dibuja con las palabras.

La técnica de Olivares compagina ilustración a mano y digital. Dibuja cada viñeta a lápiz en un papel para luego maquetar en el ordenador una página completa, superponiendo las viñetas escogidas sobre la plantilla de la página. A continuación entinta la página impresa usando un pincel y rotulador. Por último, escanea la página y aplica el color digitalmente. Su trabajo se estructura sobre el color negro que le permite dar forma con su línea y conducir el dramatismo con sus masas oscuras. Además es el color preferente en el ambiente cortesano barroco.

La exposición se divide en tres secciones narrativas que explican el proceso de creación de la novela gráfica. En «La llave» se muestra parte del material documental, páginas del guión original, el story-board completo y muchos de los bocetos iniciales. La segunda parte, «El espejo» enseña el proceso desde el trabajo a lápiz, pasando por el entintado, hasta las páginas impresas en color. Por último, «La cruz» contiene las páginas definitivas en color, las planchas originales de fotomecánica y el diseño de la portada. Además, se complementa con algunas ilustraciones originales realizadas expresamente para esta exposición a partir del numeroso material adicional no usado en el libro. Como epílogo, hay un estudio de los personajes históricos a los que influye la contemplación de Las Meninas, desde Velázquez hasta Buero Vallejo o el Equipo Crónica.

JAVIER OLIVARES (Madrid, 1964)

Historietista, ilustrador y autor español. Comenzó su carrera en 1986 como dibujante de tebeos en revistas como Madriz, La Maleta o El Manglar. A mediados de la década de los 90 participó en la fundación del sello Malasombra Ediciones bajo el que se publicó la colección de mini-tebeos Mamá, mira lo que he hecho. En su faceta como dibujante de historietas infantiles destaca el álbum Astro, valiente explorador, los libros El silencio se mueve y Prisioneros de Zenda y el cuento Los niños tontos, todos de la editorial SM. En el campo de la ilustración para adultos ha realizado adaptaciones de El perro de los Baskerville de Arthur Conan Doyle, Lady Susan de Jane Austen y ha participado en el libro colectivo Infieles y adulterados de Juan José Millas, todos editados por Nórdica. Además ha colaborado como ilustrador en las publicaciones El País, El Mundo o la revista Rolling Stone. Ha participado en numerosas exposiciones tanto individuales como colectivas. Destacando las muestras: Cajas negras y niños tontos (Panta Rhei, 2002), llustrísimos (Feria del Libro infantil de Bolonia, 2005) y Patria Común. Delibes ilustrado (Patio Herreriano, Museo ABC e Instituto Cervantes 2012-14). Gran aficionado al cine, ha dirigido once cortos de animación.

SANTIAGO GARCÍA (Madrid, 1968)
Escribe comics y escribe sobre comics desde hace más de 20 años (a menudo bajo el seudónimo Trajano Bermúdez). Licenciado en Periodismo e Historia del Arte, trabajó como redactor en la sección de Cómic de ABCD, el suplemento cultural del diario ABC, entre 2007 y 2010. Participó en la fundación y dirección de las revistas especializadas U y Volumen. Ha escrito cuatro libros sobre cómic: Mangavisión (1995), La noche del murciélago (1998), El mapa de los sueños, guía de lectura de Sandman (1999) y La novela gráfica (2010). En 2011 recibió el premio a la Divulgación en el Salón del Cómic de Barcelona. Ha traducido numerosos comics americanos (X-Men, Batman, Conan, Calvin y Hobbes) además de las colecciones de EC Comics y novelas gráficas de Eddie Campbell o Scott McCloud, entre otros. Como guionista de comics, destaca por publicar con Javier Peinado la adaptación del clásico de Shakespeare La tempestad(2008); con Javier Olivares El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde (2009) y Las Meninas (2014); y con Pablo Ríos ha publicado Fútbol. La novela gráfica (2014).

Agradecimientos a  ASTIBERRI

+ INFORMACIÓN
MUSEO ABC    Amaniel, 29-31. 28015 Madrid T. +34 91 758 83 79  www.museoabc.es Martes a sábado de 11 a 20 horas Domingo de 10 a 14 horas


lunes, 22 de septiembre de 2014

Dibuja personajes con los ojos vendados

En 1947 se pidió a 10 dibujantes de cómics que dibujaran a sus personajes con los ojos vendados.

Un artista de cómic va a terminar la elaboración de los mismos personajes tantas miles de veces, que te darías cuenta que podían dibujarlos con los ojos cerrados. Pero, ¿podría hacerlo realmente así? En 1947, la revista Life decidió averiguar desafiando a 10 artistas contemporáneos de cómic para hacer precisamente eso - dibujar sus personajes con los ojos cerrados.

Los resultados son hilarantes. La mayoría de los artistas tuvieron un éxito notable en la recreación de las características individuales de sus personajes, pero todos ellos las ponen en los lugares equivocados, como un cuadro de Picasso o un juguete Mr. Potato fallido.












Fuente:

domingo, 21 de septiembre de 2014

El sueño americano de Sorolla


Una muestra en la Fundación Mapfre evoca el triunfo cosechado por el artista en EE UU

IKER SEISDEDOS Madrid 20 SEP 2014


Una de las obras de Sorolla en la exposición en la Fundación Mapfre de Madrid. / BERNARDO PÉREZ

La de Sorolla y Estados Unidos, exposición de la temporada en la Fundación Mapfre de Madrid, no es la clásica historia del exitoso artista en el extranjero con escaso predicamento en la España eternamente cainita. El pintor valenciano fue también profeta en su tierra. Cosa distinta es que, a partir de cierto momento del despegue internacional de su carrera (finales de la primera década del siglo XX), fueran sobre todo prohombres estadounidenses quienes pudieron pagar los, pongamos por caso, 5.000 dólares en los que se vendió el luminoso Saliendo del baño, óleo pintado en Valencia en el verano de 1908 para ser vendido en la histórica monográfica que la Hispanic Society de Nueva York le dedicó un año después.

La exposición, y sus réplicas en Boston y Búfalo, hicieron de Joaquín Sorolla (1863-1923), ya consagrado en plazas como Londres o París, un artista tremendamente popular en EE UU; solo la parada neoyorquina de 1909 contabilizó más de 160.000 visitas. La muestra que ahora llega a Madrid, tras pasar por los museos de San Diego y el Meadows de Dallas, donde batió marcas de asistencia, trata por primera vez de desentrañar la extraña historia de amor entre las élites estadounidenses y el pintor de espíritu mediterráneo a través de las obras adquiridas o encargadas por coleccionistas de aquel confín del mundo. Y lo hace con una amplia batería de préstamos excepcionales y material nunca visto en España o directamente inédito, fruto de una investigación liderada por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista, comisaria de la muestra y autora de un catálogo razonado de próxima aparición cuyo inventario ya supera las cuatro mil obras.

Aquel éxito de 1909, que tendría su continuación dos años después en Chicago y San Luis, es el eje sobre el que gravita la propuesta de Pons-Sorolla. Tras un preludio que refleja tempranas muestras de fervor estadounidense por la obra del pintor, el visitante es presentado a uno de sus más extraordinarios valedores: Archer M. Huntington, millonario con debilidad por el alma española y fundador en 1904 de la Hispanic Society. Híbrido entre centro de estudios literarios y museo —-en sus dependencias de la Calle 155 plasmaría Sorolla en los últimos años de su vida una visión panóptica de España en 14 célebres murales— tenía como misión promocionar en territorio enemigo los logros culturales de una nación en retirada.

“Por supuesto, en aquella época, la sociedad estadounidense aún recordaba la guerra contra España”[DE 1898], explica la comisaria, “pero Sorolla quería contribuir a la recuperación haciéndose el mejor embajador de su país”. Cree la experta que el espíritu de su bisabuelo, “hombre optimista, trabajador y amante de la familia”, casaba bien con el ideario “positivo e impetuoso” de los Estados Unidos de la época.


Eso explicaría que la mecha coleccionista prendiese con rapidez allende los mares. Al mecenas Huntington pronto se uniría el magnate Thomas Fortune Ryan; a él y a su debilidad por el tipismo andaluz está consagrada una de las secciones de la exposición, que preside la serie de bocetos al óleo organizados en torno a Cristóbal Colón saliendo del puerto de Palos (1910) por el que el industrial pagó 50.000 francos de la época. Tampoco tardaron en multiplicarse los encargos de retratos. Tras verlos expuestos en la Hispanic en 1909, unos quisieron que Sorolla los pintase a la manera de Raimundo de Madrazo y otras, con las perlas, el manto de armiño o el marco ovalado que el valenciano reservó para La reina doña Victoria Eugenia de Battenberg. En su visita de 1911 a Estados Unidos, los ansiosos por posar para él fueron tantos (54 en total), que el pintor debió terminar algunos de los encargos una vez regresó a Europa.

Todo ello se cuenta en la sección de retratos, una historia que las exigencias de las salas de exposiciones de la Mapfre, ciertamente menos generosas que las de los museos de Dallas y San Diego, han obligado a partir en dos pisos diferentes. De la instalación también cabe objetar que algunos capítulos y ciertos cuadros de enorme formato hayan acabado fuera de su lugar natural o, como en el caso de ¡Triste herencia!, un tanto encajonados entre suelo y techo.


No son esas las únicas diferencias entre la presentación madrileña (del 23 de septiembre al 11 de enero) y las anteriores. En la nómina de los cuadros que estuvieron en las paradas estadounidenses cuyo préstamo esta vez no ha sido posible, destacan dos retratos: el encargado por William Howard Taft, vigésimo séptimo presidente de EE UU, y el de Alfonso XIII con uniforme de húsares, que estará en la exposición de El retrato en las Colecciones Reales que prepara Patrimonio Nacional.

Pese a esas ausencias, en la muestra, que el exdirector del Museo Reina Sofía y experto en Sorolla Tomás Llorens califica como “una extraordinaria investigación”, sobran los motivos para encender la curiosidad de los amantes del pintor, incluso en una ciudad que fue testigo de una cita histórica con su obra en el Prado en 2009 y que cuenta con un museo dedicado al artista con 1.300 obras.

En la muestra, por la que la fundación ha desembolsado “en torno al medio millón de euros”, según su director del Área de Cultura, Pablo Jiménez Burillo, hay cuadros extraordinarios nunca vistos en España (Las dos hermanas), esclarecedores inéditos, como la serie de dibujos preparatorios de Corriendo por la playa, descubiertos en el museo de Brooklyn durante la gestación de la exposición; así como un catálogo rebosante de información escasamente difundida y ejemplos del mejor Sorolla experimental, que también lo hubo (Sombra del puente de Alcántara. Toledo o El bote blanco. Jávea).


El Pais 20.09.14