jueves, 14 de agosto de 2014

A vuela pluma en una tarde verano



Hace unas horas he disfrutado del placer de ver a Venantius, nuestro motor gráfico, plasmar en buen papel verjurado con un excelente pincel de pelo de ardilla Windsor & Newton y con tinta india también de Windsor & Newton, realizar unos dibujos tomando como base unos bosquejos pequeños o directamente del natural. Buscando la Sintesis, estudiando el trazo del pincel, y yo mirando embobado. Al final hice unas fotografías, bastante regulares, en un arrebato y aquí están. 














lunes, 11 de agosto de 2014

Las Crónicas de Corum: El Señor de las Espadas, dibujo Michael Mignola, guión Mike Baron



Las cuatros portadas de los cuatro primeros números y la primera página del primer número de Las Crónicas de Corum: El Señor de las Espadas. Publicados en España por First Comics, de Tebeos S.A. de Ediciones B. entre junio de 1988 y octubre de 1988. Yo los compré más tarde, cuando los saldaron a mitad de precio en retapados (este es el tomo 1, el segundo lo tiene un colega, así arda su alma en el mismo infierno que la mía ) así como la mayoría del material que publicaron como : Hawkmoon, Elric de Melnibone, Nexus, Dynamo Joe. Uno en su juventud, ignorancia e insolvencia pudo adquirir algunos números por una pasión desatada pero ahí quedo todo, y lo cierto es que a excepción de Hawkmoon dibujada por Rafael Kayanan (no puedo adivinar si el dibujante intentaba imitar a Barry-Windson Smith con el primer Conan, o trabajar como su compatriota Alex Niño), las series eran espectaculares y con autores de gran calibre. 

En este caso, las Cronicas de Corum mostraba la aparición de una nueva estrella en los comics, aunque eso no se puede saber a priori, pero viendo la obra de Mignola hasta hoy y repasando estos primeros comics, que eran sus primeros trabajos profesionales, ya contenía la mayor parte de su brillante trayectoria futura. 

Por suerte, sobreviven en mis estanterias algunos buenos comics, de los perdidos en el camino, que ya empieza a ser largo, bueno, tampoco sirve de mucho lamentarse. Otra suerte a día de hoy es que si quieres puedes encontrar lo que te apetezca, internet mediante.
















Aquel verano por Jillian & Mariko Tamaki (Ediciones La Cúpula)




"Esta clase de relatos gusta a todos los públicos. Hace que la gente recuerde la primera vez que experimentó amor, tragedia o sentmientos de independencia", comenta Jillian Tamaki, quien ha ilustrado el guión de su prima Mariko.


UN VERANO INOLVIDABLE.
Rose y sus padres han veraneado en Awago Beach desde que ella era una niña. Es su escapada anual, su refugio. Su amiga Windy también está allí siempre, la hermana pequeña que nunca tuvo, completando su familia de verano.
Pero este verano es diferente.
La madre de Rose y su padre no dejan de discutir, y Rose y Windy se han visto envueltas en una tragedia que se cierne sobre el pequeño pueblo costero. Es un verano de secretos y angustias, pero al menos se tienen la una a la otra.
En Aquel verano, las primas Mariko y Jillian Tamaki, autoras de la galardonada Skim (Ediciones La Cúpula), redefinen la novela gráfica adolescente. Espléndida, desgarradora y en última instancia un soplo de esperanza, esta obra es una mirada vibrante a la juventud y la madurez.





martes, 5 de agosto de 2014

Relato del fin de un mundo



Manu Larcenet adelantó en 'Los combates cotidianos' la creciente influencia del Frente Nacional en la política francesa

GUILLERMO ALTARES Madrid 5 AGO 2014 

Viñeta de 'Los combates cotidianos'.

Unas pocas viñetas de Los combates cotidianos (Norma Editorial), la obra magna del dibujante francés Manu Larcenet, explican con más precisión el triunfo del Frente Nacional en Francia en las dos elecciones celebradas este año –Municipales, en las que logró en marzo hacerse con el control de 11 ciudades, y Europeas, en las que, con un 26% de los votos, se convirtió en mayo en la primera fuerza política del país– que cualquier análisis político, periodístico o sociológico. Larcenet (Issy-les-Moulineaux, París, 1969) narra a través de los cuatro tomos de este tebeo, publicados entre 2003 y 2008, la historia de un fotógrafo especializado en conflictos, que decide retirarse a vivir al campo. Con una mezcla de humor, ternura y algo de cinismo, que parece sacada de una película campestre de Éric Rohmer, con un dibujo un poco naif, que encaja perfectamente con el relato, cercano a la caricatura pero sin caer en ella, Larcenet relata como su protagonista, Marco, se enamora de una veterinaria y se adapta con más o menos dificultades a vivir en la Francia profunda. Pero, sobre todo, su protagonista se enfrenta a dos ausencias: la desaparición de su padre engullido lentamente por el alzheimer, y la desaparición de los astilleros en los que su progenitor ha trabajado toda su vida. El periodo en el que transcurre la historia va desde las elecciones en las que Jean Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta frente a Jacques Chirac, en 2002, hasta las que Nicolas Sarkozy ganó a Ségolène Royal, en 2007.


"Cuando escribía Los combates cotidianos, me fui a vivir al campo, tuve dos niños, murió mi padre y asistí a la desaparición mediática de los obreros. Tenía que aparecer por algún lado. Mezclé todo esto para hablar de ello en estos libros", explicó a este diario en una entrevista en 2010. Sin embargo, no se trata de una obra completamente autobiográfica a diferencia El retorno a la tierra, una serie de cinco volúmenes en las que, con guiones de Jean-Yves Ferri y a golpe de episodios de media página, Larcenet sí describe con mucho humor y cierto surrealismo su viaje a los confines de la ruralidad. Los combates cotidianos es otra cosa: mucho más articulado y, sobre todo, mucho más político.

No es ninguna casualidad que este verano vaya a rodarse una adaptación cinematográfica de este tebeo, dirigida por Laurent Tuel, con Nicolas Duvauchelle, Maud Wyler y André Wims, que se filmará en Lorient, Bretaña. La productora anunció a principios de julio, a través de la prensa local, que necesitaba extras: "Hombres y mujeres con personalidad para papeles de obrero de astillero, estibador, dueño de bar, clientes de bar, camarero de restaurante de cuscús... Diferentes personajes que pertenezcan a las clases populares". Es una petición que refleja muy bien el ambiente que recrea Larcenet: el de un mundo de la industria pesada europea, que se acaba en medio de la resignación, la rabia o la protesta de sus protagonistas.


En el segundo tomo, Marco, el protagonista, va a ver a los compañeros de su padre al astillero con la intención de hacer un reportaje. Algunos de ellos son amigos suyos desde la infancia. "Date prisa en hacer tu trabajo, Marco, este astillero, las máquinas, nosotros mismos... Todo esto va a desaparecer. Es un mundo triste, la mano de obra cuesta menos que el carburante y llega gente de todo el planeta dispuesta a trabajar por un cuarto de nuestro salario", afirma uno de los obreros que está a punto de jubilarse, mientras conversan sentados al borde del muelle, con los raíles cubiertos de rastrojos detrás. "No le escuches, Marco, es viejo y tiene miedo. Yo también tengo miedo y, visto el resultado de las últimas elecciones, no estoy solo", asegura otro de los obreros, con el que se crió el fotógrafo. "No me digas que te has vuelto facha, que te crees su rollo", replica Marco. "No me he vuelto facha, quiero que las cosas cambien". "¿Crees que van a salvar el astillero echando a los extranjeros?". La discusión llega a casi al manos y el votante de Le Pen se va: "No quieres hablar, Marco. Sólo quieres demostrar que no tengo razón. Y lo peor es que seguramente es verdad, no la tengo. Pero me da igual".





Autoretrato de Manu Larcenet.

Bastounet, el personaje que habla así, refleja con certeza el gran vivero de votos del que se ha nutrido el Frente Nacional: los viejos comunistas de la Francia industrial a los que el miedo, la desesperación, el temor al futuro, han llevado a comprar la demagogia del FN. "La verdad, Marco, es que lo poco que me queda me lo han ido quitando. Mi esposa, mi hija, el trabajo, la casa, el dinero. No soy capaz de enfrentarme a todos los problemas. Tengo miedo. Y entonces el primero que pasa y me dice que todo puede cambiar, pues le voto". "Van a joderte, mira lo que han hecho en otros lados. Mienten. Vales cien veces más que ellos, en este astillero, valéis todos mil veces más que ellos. Y ni siquiera lo sabéis. Qué mundo más triste...".
Sin embargo, Los combates cotidianos no es un tebeo triste. Es un tebeo sobre la vida: hay amargura y plantea muchas preguntas sobre el pasado y el presente de Francia, pero también está lleno de risas, de esperanza... Su autor escribe en una de las planchas: "Fuera de toda lógica, la poesía es la única forma libre de percatarse de lo que vale la pena. Depardon, Brassens, Miyazaki, Bonnard, Jarmush, Sempé, Tom Waits, Cézanne, Monty Python, Monet, Brel, Desproges, Klee, Cartier-Bresson Springsteen, Céline, Harvey Keitel, Baudelaire, Van Gogh. La poesía lo redime todo".


'Blast'

Tras terminar Los combates cotidianos y El retorno a la tierra, Larcenet ha dedicado los últimos años a la serie Blast.
Norma Editorial ha publicado los tres primeros tomos y el cuarto acaba de salir en Francia.
El tebeo relata la historia de un marginal, asesino en serie, con un sorprendente blanco y negro. Es un tebeo lleno de silencios, con muchas viñetas sin diálogos.

El Pais 5 Agosto 2014

sábado, 2 de agosto de 2014

Todos quieren un ‘paco roca’


El dibujante prepara un cómic entre familiar y sociológico sobre la clase media española en ‘La casa'

TEREIXA CONSTENLA Valencia 30 JUL 2014


Portada de 'La casa', el próximo cómic de Paco Roca.

Paco Roca guarda las ideas en el primer cajón de la izquierda. Las ideas se amontonan con orden sobre cualquier soporte (un billete de tren, un recorte de periódico, una libreta... ) y se agazapan entre cualquier tema (el Japón posradiactivo, la utilidad de una puerta giratoria, la industria farmacéutica o las dificultades para aparcar...). A Paco Roca (Valencia, 1969) le desbordan las ideas aunque ahora, rehén de su propia popularidad, le escasea el tiempo para trasladarlas a viñetas.

El anónimo ilustrador publicitario que era Paco Roca se convirtió en la estrella del cómic español tras la publicación en 2007 de Arrugas (más de 50.000 ejemplares vendidos en España, casi otros tantos fuera, premio Nacional de Cómic, Goya al guion adaptado por su versión cinematográfica). “Ni en el mejor de mis sueños podría pensar en estar en una situación como ésta. Vivir del mercado español y de hacer lo que quieras y al ritmo que tú quieras es un privilegio que jamás había pensado”, concede en su estudio de Valencia, un espacio luminoso abierto a una terraza interior donde conviven plantas aromáticas, hortalizas y cachivaches de su hija.







Paco Roca, en su estudio de Valencia. / JESÚS CÍSCAR

Todo lo que se encadenó tras Arrugas, aquella historia sobre ancianos que conservaban cierta lucidez sobre la vida mientras se disipaba el poder sobre su mente, le encaramó sobre una ola de éxito de la que todavía no se ha bajado. Visto de lejos, el principal riesgo que afronta Roca es el de ahogarse en el triunfo. Todos le quieren, incluso para misiones imprevisibles: como conferenciante, como ilustrador, como jurado... ¡como asesor político! En una semana puede viajar a París, Madrid, Bilbao y Múnich. “El mundo del cómic ha sido siempre marginal y cuando empiezas a ser reconocido como dibujante de cómic, y traspasas esa frontera, tu ego sube, pero luego piensas que ese no es el camino”.


Tiene ahora por delante una exposición, una serie en el El País Semanal, la dirección de la película sobre su serie Memorias de un hombre en pijama, un trabajo para Intermón Oxfam y un nuevo cómic, La casa, una mirada entre familiar y sociológica a la primera generación de clase media, la que por fin dejó de preocuparse por la subsistencia y empezó a fantasear con bienes materiales. Muchos frentes abiertos, que no se multiplican hasta el infinito porque el autor tiene la precaución de apagar su móvil buena parte del día. “Y en todo tienes que dar lo mejor que tienes. A veces pienso que no puedes dar el mismo nivel de calidad... te sientes en el límite, creo que no llego a estar sobrepasado pero lo veo cercano, a un paso... lo peor que podía pasar sería convertirme en una marca y perder el porqué de lo que estoy haciendo. Me da miedo defraudar a los lectores, lo mejor que te pueden decir es que les gusta tu último trabajo”.

En su próxima novela gráfica irá más ligero de equipaje. Después de Los surcos del azar (18.000 ejemplares en España y 7.000 en Francia, donde se va a reeditar), en la que invirtió dos años y un intenso proceso de documentación y búsqueda de los republicanos españoles que habían participado en la liberación de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, necesitaba un trabajo menos atado al relato histórico. Su carrera se rige por la ley del péndulo. Tras una inmersión en el realismo social como fue Arrugas se zambulló en una corriente de realismo mágico (Las calles de arena). “Cada nuevo proyecto es una contraposición del anterior. Después de algo tan largo como Los surcos quería una historia muy sencilla, que me permitiese disfrutar del dibujo sin necesidad de documentación”.

En La casa hay raíces autobiográficas. “Tiene cierta importancia para mí, mis padres pertenecen a esa primera generación de clase media que venía de unas condiciones desfavorables. Mi padre había pasado hambre y toda esta gente, con mucho esfuerzo, consiguió tener una casa y un coche, que era un objeto de lujo, y más tarde una segunda vivienda que se podían permitir con mucha austeridad”.

El cómic cuenta la historia de tres hermanos, que ponen a la venta esa segunda residencia tras la muerte de su padre y su negociación con los recuerdos. “Tengo dudas de si puede ser interesante o no, pero creo que me puedo permitir meter la pata”, plantea con naturalidad. Sabe que el siguiente proyecto le vampirizará más tiempo y energía. Sabe también que ha llegado tan lejos que puede elegir y equivocarse. No olvida que en el pasado la publicidad le proporcionaba más dinero con una contrapartida incómoda: el robo de su autonomía creativa. “Para mí, el éxito es que tengo la libertad de hacer lo que quiera”.

La casa se publicará en mayo de 2015 en Astiberri.

El Pais 2 Agosto 2014

viernes, 1 de agosto de 2014

Miguelanxo Prado: toda una vida


Una exposición antológica repasa en Santiago las creaciones del dibujante en animación y cómic

TEREIXA CONSTENLA Madrid 1 AGO 2014

Ilustración de Miguelanxo Prado para el libro colectivo 'Lanza en Astillero: el caballero don Quijote y otras sus tristes figuras' (2005).

Hay ya más de 5.000 gotas en el océano creativo de Miguelanxo Prado (A Coruña, 1958). Una selecta muestra de ellas (medio centenar de obras, además de bocetos) se han incluido en Mar interior, una antológica sobre el dibujante gallego más internacional que repasa sus trabajos en cómic, animación e ilustración. La exposición, que se inaugura esta tarde en el Museo das Peregrinacións, auspiciada por el Consorcio de Santiago, podrá visitarse hasta finales de diciembre.

"Una muestra retrospectiva siempre tiene algo de álbum de fotos familiares. Uno sabe bien lo que va a ir apareciendo, los eslabones, grandes y pequeños, que han ido conformando la cadena de la propia obra, pero no cuenta con la sorpresa de los demás", escribe Prado en el catálogo sobre la muestra que se presentará en septiembre, diseñado por El Patito editorial. "Pues sí, también soy yo, o mejor dicho, fui yo, el que hizo aquella ilustración de prensa, o aquella portada para un disco, aquel cómic, o aquel cartel", bromea.



Ilustración para el cartel del Festival de Cómic de Laval.

La muestra, explica su comisario, Fausto Isorna, se estructura en dos partes. Una de ellas está dedicada al mar, uno de los elementos más recurrentes en la obra del dibujante. Su última novela gráfica, Ardalén, que mereció el Premio Nacional de Cómic de 2014, está atravesada por el oceáno, que también marcó el escenario del álbum Trazo de Tiza (1992) o De profundis (2006), la primera película de animación que dirigió.

El segundo apartado es un recorrido por ilustraciones para libros de escritores (desde Gonzalo Torrente Ballester a Xosé Luis Méndez Ferrín) y por sus trabajos en cómic, desde que comenzó a publicar en 1987 en la revista El Jueves su serie Quotidianía delirante, que sería publicada en Estados Unidos años después. En ella retrataba la sociedad de finales de los ochenta, con sus nuevos y viejos problemas como el deterioro del medio ambiente, el desafío tecnológico o la incompetencia burocrática. Es una de las obras, junto a Trazo de tiza, de Prado que se incluyen en la antología de Paul Gravett, 1001 cómics que hay que leer antes de morir (Grijalbo).

"La valía del arte de Miguelanxo Prado es que va más allá de la experiencia estética. Es un artista, pero también es un humanista que está preocupado por la gente, sus problemas y sus frustraciones", destaca Fausto Isorna, comisario y editor de la obra del dibujante en gallego.

Tampoco faltan en la antológica algunos de sus bocetos para Men in Black (entre 1997 y 2001 creó algo más de 1.700 personajes entre humanos y alienígenas para esta serie de animación) y una de sus criaturas más populares, la mascota Xabarín creada para un exitoso programa infantil de Televisión de Galicia (TVG) que en pocos años alcanzó los 100.000 socios.

El  Pais 1 Agosto 2014