jueves, 15 de julio de 2010

Y llegó el final.

Sinceramente, no encuentro palabras. Por suerte con Víctor de la Fuente eran las imágenes. Ha fallecido, el pasado 2 de julio. No, no hay palabras.
























Boceto azul

Me encanta el color azul, es probable que tenga montones de dibujos azulados que tardo mucho en entintar. Hoy ha vuelto a reunirse el Ojo (o), no es que se haya ido, pero puede que estuviesemos un poco dispersos. Sigo con lo mio. Nos vemos.

martes, 13 de julio de 2010

Arnold Friberg (1913-2009)


El 1 de julio de 2009 moría el pintor Arnold Friberg. Nacido en 1913, Friberg creó cientos de obras de arte. Entre ellas unas pinturas que establecerían una completa ambientación para la película de Cecil B. DeMille, Los Diez Mandamientos, y por lo cual recibió una nominación a los Oscars por el mejor diseño de vestuario, así como unos doscientos cuadros de la Policía Montada del Canadá.




Ágora

He tardado, pero finalmente dispongo de la película de Alejandro Amenábar, Ágora (aún recauda dinero en los cines de Estados Unidos).
En realidad para mi es como un documental perfecto, a pesar de que no coincide en el tiempo exacto con lo que pensamos realizar. Una ambientación impresionante que envuelve una realidad presente, actual. Ya veremos como acaba todo.

















Demonios del dibujante



ENTREVISTA: LIBROS/Entrevistas Lorenzo Mattotti Un intenso y largo viaje al universo de Poe

Demonios del dibujante

ANA TERUEL 03/07/2010

Lorenzo Mattotti (Brescia, 1954) estaba echándose la siesta en su taller en el norte de París, ciudad en la que vive con su familia desde finales de los noventa, cuando recibió la llamada del agente de Lou Reed. Aquel le saludó y le pasó al cantante, que le trasladó su admiración por su versión de Doctor Jekyll y Mister Hyde, una adaptación por la que recibió en 2003 un premio Eisner, suerte de los Oscar del cómic. "Fue un poco raro, me fui despertando poco a poco", recuerda el dibujante. En realidad, Mattotti, ya había recibido hacía tiempo un e-mail del representante de Reed para preguntarle si estaba interesado en ilustrar los textos de El cuervo, la ópera rock que Reed realizó a partir de los poemas de Edgar Allan Poe. Fue Art Spiegelman, autor del mítico Maus, quien recomendó al italiano para este trabajo. Conocía bien su trayectoria, una larga y fructífera carrera en la que Mattotti ha tocado todos los ámbitos de la ilustración y en la que puede presumir de haber trabajado con Wong Kar Wai, Soderbergh y Antonioni para la película Eros (2004). Sin embargo, el ilustrador recuerda los nervios que pasó cuando, finalmente, le concretaron su primera cita con el creador de los Velvet Underground. Fue en Nueva York. "La noche anterior no dormí nada", dice.

"Lou Reed me dijo que escuchara la música y me inspirara en ello. Entonces empecé a improvisar sobre su improvisación"

PREGUNTA. ¿Cómo fue ese primer encuentro con Lou Reed?

RESPUESTA. Yo fui con una idea concreta, que era hacer mucho dibujo en blanco y negro, con mucha fuerza. Pero él había visto Jekyll y Hyde,que es un tebeo muy colorido, y quería hacerlo en color. Yo soy muy tímido, pero menos mal que había llevado uno de mis cuadernos pequeños con dibujos hechos a lápiz. Empezó a mirarlos y enseguida le gustaron. En ese momento entendí que tenía un margen de libertad. Me dijo que escuchara la música y que me inspirara en ello. Entonces empecé a improvisar sobre su improvisación.

P. El resultado es que alterna los dibujos en blanco y negro con los de colores. También utiliza diferentes técnicas de dibujo...

R. Sí, es una mezcla, utilizo la pluma, el pincel negro, el lápiz, de color, el negro... Me interesa que un libro así ilustrado no sea monolítico, sino que haya siempre situaciones diferentes y las emociones sean reinterpretadas con métodos diferentes. Con la pluma puedes decir algo, con los pinceles es otra energía..., los colores dan emociones muy diferentes.

P. ¿Y el proceso de trabajo cómo fue?

R. Durante un año le enviaba los dibujos y él contestaba. Era muy conciso con lo que le gusta. Acabó siendo una verdadera colaboración. Luego, trabajar con él para mí era también una apuesta. Y entrar en el mundo de Edgar Allan Poe ha sido una oportunidad, he podido sacar con mis dibujos todos mis demonios, mis partes oscuras. Hasta cierto punto lo hacía antes, pero aquí tenía la excusa para hacerlo de forma más fuerte. Pude hacer dibujos muy duros, a veces raros, morbosos. Al igual que el mundo de Edgar Allan Poe.

P. Habla de exorcizar demonios. Acaba de ilustrar una versión de Hansel y Gretel, de los hermanos Grimm, con dibujos también muy oscuros, como de novela de terror. ¿Le inspira ese estilo?

R. Me encanta. Siempre me ha acompañado. He ilustrado el Infierno de Dante, de laDivina Comedia. Siempre en mi trabajo he tocado más el lado oscuro que el ligero. Por eso todo el mundo me dice que soy muy inquietante... Siempre me ha gustado el lado gótico de la narración y de la imagen.

P. A usted le gusta mucho también la música. Aquí mismo en su taller tiene una buena discografía, le ha dedicado un álbum a Nick Drake... ¿Conocía bien la música de Lou Reed antes?

R. Sí, la música sí. Conocía sobre todo a Velvet Underground. Me sentía unido a su forma de cantar, a esa voz que interpreta como un actor. Durante un periodo me había influido mucho en mi idea de concebir el dibujo como un trazado que cambia a través de las emociones interiores. Siempre me ha fascinado la relación entre el dibujo y la música. Hay voces que me han influido y una de ellas es la de Lou Reed. Me fascina la forma que tiene de poder tocar emociones más frías, más duras, más secas. Con el dibujo se puede lograr eso también.

P. He leído que no lee muchos tebeos para no hacer como los demás. ¿Es verdad?

R. No es del todo así. Lo que pasa es que antes leía muchos. Ahora, por lo menos aquí en Francia, hay muchos talentos increíbles y pienso. Es más difícil decidir qué hacer en un panorama tan amplio. Antes, era más un territorio de exploración para nuestra generación, para Art Spiegelman, por ejemplo. En los años ochenta tenías la sensación de empujar el lenguaje hacia otras fronteras. Ahora, todo el mundo está más libre, quizás también gracias a nuestro trabajo. No leo tanto porque hay tanto que leer. Y a veces prefiero leer literatura.

P. Además de los tebeos e ilustraciones, ha trabajado con la revista de moda Vanity, ha hecho portadas para semanarios como The New Yorker, carteles, publicidad, ahora está trabajando en el largometraje de Pinocho... ¿Ha seguido alguna trayectoria o es todo fruto de la casualidad?

R. Bueno, algo de casualidad ha habido. Antes, mi problema era vivir de mis dibujos. Yo quería hacer tebeos y lo he vivido de forma muy seria. Aunque cada trabajo tiene también su idioma, técnicamente, la profundidad que me ha dado el tebeo me ha ayudado para el resto. Y luego empiezas a tocar otras cosas. El cine, por ejemplo, lo he tocado al cabo de mucho tiempo.

P. ¿Hay algo que le quede por hacer para lo que antes no estaba preparado?

R. Siempre hay cosas que queremos hacer y que antes no estábamos listos. A veces, sientes que estás listo para hacer algo, pero estás bloqueado por otro trabajo. Luego, a veces sabes que dentro de ti hay unas ganas que si no las dejas salir se convierten en nudos, en angustias. Hay que afrontarlo. Cuando se hace, es la liberación. Por supuesto siempre tenemos miedo a lo desconocido. Porque cuando aprendemos algo, el mecanismo es repetirlo. El problema es que nosotros cambiamos siempre. Y el dibujo es la expresión de lo que soy ahora, así es como evoluciona. Para aprender lo que eres en el momento hay que atreverse, romper estructuras. El dibujo me ayuda realmente a descubrir siempre cosas.

P. ¿Como por ejemplo?

R. Los dibujos que hice para Hansel y Gretel, por ejemplo, son improvisados. Son dibujos que probablemente crecieron en mi interior y cuando salieron, salieron de golpe. Jamás los hubiera hecho hace diez años. Es el trabajo diario el que te permite llegar a esa concretización que tienes adentro. En El cuervo hay toda una serie de dibujos en una habitación, de un chico y una chica en la cama que se miran. Es un trabajo muy intimista, pero son emociones que tuve cuando tenía 18 años. Cuando estás enamorado de tu novia, que te miras, que te exploras, que no sabes quién es el otro, se duerme, la miras, es una exploración del otro y también del amor. Pero es solo después de 30 años cuando tienes la experiencia para reencontrarlo y decir que era importante.

El Santo Cocodrilo Kramsky/Mattotti

Publicado en la revista Nosotros Somos los Muertos #5 Marzo 1998
El Santo Cocodrilo. Mattotti y Kramsky. Udine/Appiano Gentile (Italia).











Obsesiones del músico

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REPORTAJE: LIBROS/Entrevistas Un intenso y largo viaje al universo de Poe

Obsesiones del músico

BÁRBARA CELIS 03/07/2010

Lou Reed, que hace una década montó POEtry con Robert Wilson y después interpretó The raven,un doble álbum, publica ahora El cuervo, un libro con ilustraciones de Lorenzo Mattotti

Hace diez años que el poeta Edgar Allan Poe y el cantante Lou Reed caminan juntos. La culpa la tuvo un viejo amigo y colaborador del neoyorquino, el productor Hal Willner, quien le invitó a leer un poema de Poe en una fiesta de Halloween y desató sin saberlo una nueva pasión que ha florecido bajo múltiples formas. Al escuchar a Poe en voz alta, Reed descubrió una sonoridad hipnótica que le hizo obsesionarse con la obra del autor del XIX, y en especial con

El cuervo.

Lou Reed.

Ilustraciones de Lorenzo Mattotti.

Traducción de José Machado.

Alfabia. Barcelona, 2010.

198 páginas. 29 euros. www.loureed.com.

"Con este libro cierro este proyecto. Se acabó. No creo que quede nada más por hacer"

The raven (El cuervo). De esa obsesión y de una conversación con el dramaturgo Robert Wilson nació en 2001 POEtry, un montaje teatral experimental en el que los textos de Poe, reinterpretados por la pluma de Reed, tomaron vida a través de la puesta en escena de Wilson. Después llegó el disco, The raven, para el que Reed contó con las voces excepcionales de David Bowie, Willem Dafoe y Steve Buscemi, entre otros, un viaje sonoro por el mundo de Poe, pero pasado por el tamiz de un músico que se atrevió también a imaginar palabras y experiencias nuevas para un poeta al que otorgó una nueva vida evocada en aquel disco doble.

El libro ilustrado El cuervo viene a completar ese viaje lírico en el que el sonido ha desaparecido para dejar espacio a la palabra escrita y, sobre todo, a la realidad imaginada por ese otro artista excepcional llamado Lorenzo Mattotti. A él acudió Lou Reed (Long Island, Nueva York, 1942) cuando comenzó a pensar que The raven aún podría tener una nueva reencarnación. "Me habría gustado tener los decorados que hizo Wilson en POEtry, pero eso no era posible, así que empecé a pensar en buscar a un artista que pudiera ilustrar las palabras del disco. Busqué mucho, pero sin duda Mattotti era el creador indicado para este trabajo. Lo que ha sido capaz de hacer es increíble". Lou Reed lo dice sin excesivo entusiasmo durante una entrevista improvisada frente a una ensalada en un ruidoso restaurante neoyorquino minutos antes de que se lo lleven en volandas para meterlo en un avión camino de Londres. La hosquedad que desde hace décadas le atribuyen los periodistas que se sientan cara a cara con él se despliega aquí en su máximo esplendor. Y eso que quien firma estas líneas tuvo la suerte de ver su cara amable al sentarse a conversar con él precisamente cuando editó el disco The raven en 2002. Pero parece claro que, desde el apretón de manos sin apretar que inaugura el segundo encuentro, esta vez este artista de 68 años que se aproxima con lentitud de jubilado y pantalones de chándal hasta la mesa no tiene muchas ganas de hablar. Eso sí, al referirse a Mattotti el mensaje es de admiración absoluta. "Me siento muy afortunado de haber podido trabajar con él. Sus dibujos tienen una fuerza y una profundidad arrolladoras. Son el complemento perfecto a mis palabras", dice al referirse a un libro embriagador en el que la palabra se hace poesía visual saltando del color al blanco y negro y moviéndose por los inquietantes recovecos que caracterizan el estilo de Mattotti.

A lo largo de las cerca de doscientas páginas que componen El cuervo van desfilando seres de rostros oscuros, siluetas de formas no exactamente humanas, lugares alejados del paraíso y cercanos a esa angustia existencial que también recorre la obra de Poe y que hacen del viaje a través de El cuervo una completa experiencia multisensorial.

Cuando editaba el doble CD homónimo -en el que no aparecían las letras del disco-, Reed aconsejaba cerrar los ojos y dejarse llevar por la música y las palabras. Ahora, en cambio, es necesario clavar los ojos en estos dibujos que son tan evocadores que disparan aún más la imaginación de quien los mira. En cuanto al texto, Reed construyó diálogos imaginarios entre un Poe joven y un Poe anciano, que a su vez conversa con algunos de los protagonistas de sus relatos y poemas, desde Lenore a Roderick Usher, construyendo un viaje único en el que los universos Poe-Reed se entrelazan de forma casi imperceptible. "Con este libro cierro este proyecto. Se acabó. No creo que quede nada más por hacer", dice engullendo una gigantesca hoja de lechuga. Y en diez años explorando a Poe, ¿qué se aprende? "Nada que te pueda explicar". ¿Por qué no? "Porque lo digo yo". Tensión, sudores fríos y reformulación de la pregunta: "Pero..., ahora al revisitar su obra varios años después para hacer este libro puede que tenga nuevas impresiones sobre Poe...". "No se trata de mirar hacia atrás sino de crecer con él. Es muy profundo. Por eso la novela gráfica permite lidiar con eso de forma inmediata".

Hace años, cuando comenzó a ahondar en Poe, el músico escribía: "Poe es el más clásico de los escritores norteamericanos, un autor peculiarmente más cercano a este nuevo siglo que al suyo propio. Obsesiones, paranoia, actos voluntarios de autodestrucción nos rodean constantemente, así que cuando me surgió la oportunidad de devolverle la vida a través de la música y las palabras... me lancé hacia ello como un perro que persigue un hueso ensangrentado". Desde entonces ha pasado casi una década y aunque frente a los periodistas Reed exhiba su versión gélida y afilada, hay que ser una persona extremadamente sensible para sentir amor por la poesía. Y en su caso, esa pasión no solo no ha disminuido sino que ha ido creciendo y evolucionando en diferentes direcciones. Este neoyorquino que transformó en leyenda musical el lado salvaje de la vida con su canción Walking on the wild side, ya no vive instalado en el exceso como antaño. Al contrario, a lo largo de esta última década este músico con más de treinta discos a sus espaldas ha hecho diferentes incursiones en la poesía. En el año 2002 estuvo de gira con su esposa, Laurie Anderson, con el espectáculo Words and Music, donde proclamaba: "La poesía es el segundo lenguaje de la gente", y en el que volvían a mezclarse música y versos (propios). En 2007 hizo su primera incursión en la poesía catalana con un recital en Nueva York que fundió para siempre el underground neoyorquino -Patti Smith, Reed y Anderson- con autores como Pere Gimferrer o Josep Carner, y en un giro poético sin palabras, en 2003 editó su primer libro de fotografía, titulado Emotions in action(emociones en acción), al que siguió un segundo en 2006 titulado Lou Reed's New York(el Nueva York de Lou Reed). Desde finales de 2008 tiene un nuevo grupo llamado Metal Machine Trío en el que vuelve a ahondar en la música experimental. En Nueva York es fácil encontrárselo improvisando junto a John Zorn en conciertos benéficos dedicados a salvar viejas glorias culturales del barrio Lower East Side, como el Anthology Film Archives. Y hace unas semanas fue proclamado rey de la Mermaid Parade 2010, sin duda el desfile con más poesía de una ciudad a la que en el prólogo de El cuervo Reed se refiere así: "La muerte se sienta en el trono -completamente sola- de una ciudad a orillas del mar. NYC".