sábado, 27 de septiembre de 2025

Star Wars Visions: Nuevo tráiler de la temporada 3 (se emite el 29 de octubre)

 


Star Wars Visions: Nuevo tráiler de la temporada 3 (se emite el 29 de octubre)


Nuevo tráiler de la 3.ª temporada (perdón, "Volumen") de " Star Wars: Visions ".

Con 8 nuevos cortometrajes en el programa:

- "The Duel: Payback", dirigida por Takanobu Mizuno en Kamikaze Douga + ANIMA







- "Black", dirigida por Shinya Ohira en David Production

Estreno en Disney+ el 29 de octubre.

Variaciones WOODY

Un acto de fe. Teoría y práctica de la comedia y la tragedia. El autor de Los jardines de Kensington cuenta por qué Melinda y Melinda es el mejor filme de Allen en muchos años

Por Rodrigo Fresán




Hay personas que todos los años hacen el Camino de Santiago para pedir o para agradecer. Otros optan por internarse en un spa para así intentar conjurar el inevitable paso del tiempo. Y hay muchos que- más o menos cada doce meses, en lo que puede ser considerada otra de las tantas formas de la fe- acuden expectantes a ver la nueva película de Woody Allen. Son los que ordenan sus vidas -tanto en lo trascendente como en lo superficial- remontando el río de sus películas: "Estuvo con ella desde Granujas de medio pelo hasta La maldición del escorpión de jade; no fue un gran amor", "Llevo escribiendo esta novela desde Manhattan, no creo que la termine nunca". Para todos ellos llega ahora, puntual, Melinda y Melinda. Y buena y mala noticia. Primero la mala: Melinda y Melinda es una de esas películas de Woody Allen no actúa en ella y, sí, esa sensación de que te sirven un buen martini pero sin aceituna. La buena noticia es que Melinda y Melinda es -pese a la ausencia de su dueño en el reparto- la mejor y más redonda y más claramente woodyallenesca película en mucho, mucho tiempo. Es la película que, por fin, permite a los fieles confesar que los últimos filmes del director no estaban mal pero que, también, no eran más que bosquejos fáciles donde un único y cómodo gag se alargaba casi hasta el agotamiento. O, seamos sinceros, que eran pésimos.


UNA NUEVA GENERACIÓN

Melinda y Melinda es todo lo contrario: es imprevisible en su discurrir y es, además, dos películas al precio de una. Dos ejercicios sobre el mismo personaje en una película donde los pianos funcionan como instrumentos de seducción. Dos Melindas ensambladas como Ying y Yang y, si las películas de Woody Allen se pueden definir como cuentos (La rosa púrpura del Cairo) y novelas (Annie Hall), entonces Melinda y Melinda opta por el contrapunto de ese formato sólo para maestros al que Henry James se refería como "la querida, la bendita nouvelle". En Melinda y Melinda, un nombre de mujer y una historia se repiten (todo el asunto está estructurado dentro de una charla de intelectuales del Upper East Side que recuerda un poco al mecanismo que contenía y daba forma a la también agridulce Broadway Danny Rose) para exponer con inteligencia una teoría y una practica de las propiedades y aplicaciones de la tragedia y de la comedia. Y, claro, se vuelve a polemizar sobre ese inevitable y justo lugar común: qué es más artístico y/o preferible, ¿reír o llorar? Así, en Melinda y Melinda se ríe mucho y se llora demasiado mientras se cuenta y se recuenta la odisea de esta "mujer complicada" iluminada por las luces de la comedia o eclipsada por las sombras de la tragedia. Así, Melinda y Melinda puede ser considerada la hermana pequeña pero muy lista de esa trilogía dorada -y acaso ya insuperable- que armaron Hannah y sus hermanas, Delitos y faltas y Maridos y mujeres. Como aquellas, ésta se alza sobre una trama coral. Y -como en Todo lo demás- abundan los rostros jóvenes que hacen pensar en que Allen se ha propuesto seducir a una nueva generación. Radha Mitchell, quien suplantó a Winona Ryder, es un deslumbrante hallazgo; Chloë Sevigny da el punto justo de ambigüedad moral a su joven e insatisfecha esposa de Park Avenue; Amanda Peet vuelve a demostrar que es orgullosa dueña de la más divertida de las bellezas; mientras que Will Ferrell le toca -como alguna vez le sucedió a John Cusack o a Kenneth Branagh- el incómodo papel de "hacer de Woody Allen". Lo que no es sencillo porque, se sabe, Woody Allen hay uno solo por más que haya muchas películas de Woody Allen con o sin él.

Y al final la moraleja de estas dos variaciones sobre una misma aria es obvia pero no por eso menos pertinente: estamos aquí por poco tiempo y al otro lado no hay nada y, carcajadas o lágrimas, lo importante es vivirlas a fondo. Del mismo modo en que se vive -en la encandilante oscuridad de un cine- una película llamada Melinda y Melinda.

Melinda y Melinda inaugura el Festival de Cine de San Sebastián el 17 de septiembre.


ClubCultura #4 Otoño 2004



Cortometrajes de los Gobelinos 2025: Tráiler (y emisión a partir del 1 de octubre)

 


Ya está aquí la tradicional temporada de cortometrajes de graduación de la escuela de animación francesa Gobelins

. Cada semana se estrenará un nuevo cortometraje en YouTube a partir del 1 de octubre.

Via Catsuka

viernes, 26 de septiembre de 2025

PYONGYANG Guy Delisle



Cómics, películas y novelas han recurrido con frecuencia a recrear mundos imaginarios o futuristas que reflejan problemas actuales de la sociedad pero ampliándolos, caricaturizándolos, para que tomemos conciencia de ellos. Para advertirnos de hasta dónde podrían llegar las cosas si no rectificamos a tiempo. Guy Delisle es un dibujante de cómics de origen canadiense que en 2003 tuvo la insólita oportunidad de vivir dos meses dentro de una de estas distopías, la más célebre de todas ellas: 1984, de George Orwell.

Tras recibir el encargo de colaborar con un estudio de animación ubicado en Corea del Norte, Delisle llegó a un país que resultaría ser muy diferente de todo lo que había conocido hasta entonces. Una sociedad hermética y adoctrinada ideológicamente hasta extremos tan delirantes que requiere un buen observador para captar la cantidad de sobreentendidos, las sutilezas, las permanentes mentiras y tabúes en los que viven inmersos sus habitantes. Afortunadamente nuestro protagonista lo es, y mucho. Así que tras el cierre de la compañía para la que trabajó se vio libre del contrato de confidencialidad y retrató su experiencia en aquel país en el cómic Pyongyang (Editorial Astiberri). «Una ciudad terrible pero una gran inspiración», como diría en una entrevista.



Ya en la segunda viñeta de la obra aparece el citado libro de Orwell, despertando las sospechas del policía norcoreano que examina su equipaje en el aeropuerto. Un libro al que aludirá más veces a lo largo de la historia: su descripción de una sociedad perfectamente homogénea y dirigida, bajo la supervisión de la «Policía del Pensamiento», le resulta inquietantemente parecida a los omnipresentes murales propagandísticos, a los altavoces que atruenan las calles con discursos, a los retratos del Amado Líder y de su padre que deben presidir cada habitación (salvo el baño) en todos los edificios del país, a las insignias que cada norcoreano debe lucir con sus rostros en la solapa, a la monolítica programación de su único canal de televisión y su único canal de radio. Todo ello visto a través de la mirada escéptica, reflexiva e irónica del protagonista, el propio autor, quien a menudo se queda desconcertado y en ocasiones irritado ante ese régimen que viene a decir, con otros términos, que 2+2=5. Pero es sobre todo una mirada compasiva a los millones de norcoreanos que viven atrapados en una realidad que para él solo es una pesadilla momentánea de la que pronto despertará, pero de la que ellos no podrán escapar nunca.Exceptuando los pocos extranjeros con los que puede intercambiar anécdotas y expresar su hartazgo, el guía y traductor que debe acompañarle en todo momento durante su estancia en el país termina siendo su principal interlocutor. La persona a la que intenta hacer entrar en razón, mostrarle lo absurdo de lo que les rodea, cazarle en alguna contradicción. Pero debido a su discurso perfectamente asimilado es como chocar contra un muro, al menos inicialmente. Porque a medida que se sumerge en ese entorno de perpetuo adoctrinamiento, los silencios y las evasivas ante sus preguntas le permiten intuir a Guy en ocasiones un minúsculo, casi imperceptible, aliento de rebeldía. De conciencia de que todos ellos simplemente están representando un papel. Una vez aniquilado cualquier gesto de disidencia —le llegan algunas noticias acerca de campos de concentración que oficialmente no existen—, el terreno de juego en esa persecución se desplaza al entusiasmo con el que cada uno expresa su adhesión al régimen, casi hasta a sus inflexiones de voz. Como en aquella ocasión en la URSS durante los años treinta, contaba Solzhenitsyn, en la que estuvieron aplaudiendo a Stalin durante once minutos porque nadie se atrevía a ser el primero en dejar de hacerlo. De hecho el primero en parar fue condenado a diez años de prisión en el gulag. Es un recurso de los regímenes totalitarios: comprobar la adhesión de los seguidores a cosas visibles, triviales e incluso deliberadamente absurdas, como forma de medir su lealtad a otras cuestiones de más calado. Y como si al final el protagonista del cómic hubiera adoptado esa neurosis de los comisarios políticos, acaba viendo en opiniones aparentemente triviales de sus colegas del estudio como «no me gustan las películas que se producen aquí, me parecen aburridas», heroicos gestos de resistencia a ese lavado de cerebro masivo.

Y sin embargo... esta distopía norcoreana tampoco acaba resultándonos ajena. Es una caricatura (terriblemente real, desde luego) de algo que también existe en nuestro entorno. Tenemos libertad de expresión, sí, pero sabemos que hay cosas que no hay que decir abiertamente. Que a veces es mejor no cuestionarlas para no meterse en líos. Ya sea en el entorno familiar, con los amigos, en el lugar de trabajo, en las redes sociales... Siempre ese temor a quedar en evidencia, a transgredir tabúes, a nadar contracorriente. A ser diferentes, en definitiva. Pero al contrario que los desdichados norcoreanos que Guy Delisle dejó atrás con pesar, nosotros tenemos la suerte de que no puede ocurrirnos nada grave por decir «no me gusta», por discrepar. Aprovechémosla.


Jot Down - Cien Tebeos Imprescindibles (2014)




François Truffaut por David Trueba

Un homenaje fotográfico, a veinte años de su muerte, al hombre que amaba el cine y las mujeres.



Y aunque el 21 de octubre se cumplirán veinte años de la muerte del director de cine François Truffaut, y aunque desde entonces él no se ha movido de su tumba en el cementerio de Montmartre, su valoración como cineasta y la opinión sobre sus películas no deja de variar, de revisarse y volverse a revisar en esta ceremonia perpetua de las jerarquías que tanto le gustan a los aficionados al cine. ¿Buster Keaton o Chaplin?¿Ford o Hawks? A la espera de la traducción de la imprescindible biografía sobre Truffaut que escribieron Serge Toubiana y Antoine de Baecque, donde su vida se lee como una novela, asistimos de tanto en tanto a las opiniones de quien dice que Truffaut fue un burgués o de quien dice que Truffaut fue un burgués o de quién se revela contra un cierto academicismo de su puesta en escena, o incluso quien, por el ambiente actual donde se recuperan los valores setenteros, prefiere como contraste las películas de Godard o Cassavettes.

De Truffaut molesta quizá su reconocido amor a los maestros, a la historia del cine que le precedió y le acompañó y que siempre supo que le pasaría por encima, su actitud frente a las películas. Con las suyas nunca pretendió inventar el cine sino prolongarlo. Tampoco sacudir conciencias sino en muchos casos practicar una ceremonia privada. Su independencia, su individualismo, su trabajo casi en familia le permitieron casi siempre hacer la película que le apetecía, es decir, tampoco se vendió nunca como una película que le apetecía, es decir, tampoco se vendió nunca como una víctima de la industria o el comercio, sino poco más que como el hombre que amaba las películas.

Contradictorio en muchos aspectos de su vida personal, apasionado mujeriego, amigo exigente y exigido, bibliófilo empedernido, escritor de cartas casi compulsivo, en cierto modo, un anciano prematura y romántico, la relación de Truffaut con el cine tuvo muchas variantes. Por un lado, perteneció a la primera generación de cineastas cinéfilos pero, sin embargo, respetó muchísimo siempre el instinto de aquel espectador juvenil, caótico, sin otra influencia que su gusto y su pasión por el entretenimiento. Y aunque ejerció de crítico profesional, fueron sus opiniones sobre cine una vez que se convirtió en director profesional las que cobraron un valor bien interesante. Por defender a uno de sus instructores, al director de la Cinemateca Henri Langlois, se involucró de lleno en el mayo del 68. Curiosamente los que entonces, como siempre, permanecieron escépticos, críticos, aposentados en su tribuna de opinión y no bajaron a la calle son los que después repartían los certificados de buena conducta. Pasa siempre. Pero Truffaut tuvo a menudo el suficiente arrojo para quitarle la careta a los falsos e incluso para reconocer sus propias caretas, ficciones o incluso traiciones.



El cine de Truffaut son varios cines diferentes. Por un lado, una serie de películas de estructura muy literaria, algo así como novelas que nunca escribió, melodramas desaforados que van desde Jules y Jim hasta La mujer de al lado pasando por Las dos inglesas, La habitación verde o Adèle H. Por otro lado, películas que aspiraban a ser programa doble, serie B, policiacos herederos del cine negro americano pasados por la lectura europea, cintas como Tirad sobre el pianista, La novia vestía de negro, La sirena del Mississippi, en cierta medida El último metro y, sobre todo, su última película Vivamente el domingo. Cuando rodó este policiaco en blanco y negro, basado en una novela de Charles Williams, muchos se sorprendieron de que eligiera una película así como testamento visual porque ya sabían que le quedaba poco tiempo de vida; sin embargo, era una decisión bien meditada: mejor o peor, quería volver a hacer una de esas películas que disfrutaba como adolescente en los cines de barrio.





La otra línea del cine de Truffaut la componen esas películas que rodó con una estructura muy libre, llenas de apuntes del natural, rabiosamente personales, películas que al día de hoy siguen sorprendiendo por la independencia de criterio, por su construcción más atrevida de lo que aparentan pero, sobre todo, por ser capaces de conjugar su clasismo con una mirada moderna, sentimental, particular. De Los cuatrocientos golpes, La piel suave, Besos robados, El niño salvaje, La noche americana, La piel dura a El hombre que amaba las mujeres. Todas dejan un amplio margen para que los espectadores su suban o no en su viaje, películas que permiten la disensión y la fuga, por supuesto, pero también la declarada complicidad. Porque en eso Truffaut siempre fue radical, el cine era una experiencia individual donde tu emoción habría de ser el único faro.

David Trueba es guionista, director de cien y escritor. Las fotografías de este Portfolio pertenecen al libro François Truffaut (2004), de Robert Ingram y Paul Duncan (ed.), publicado por Taschen. La Fnac, en colaboración con Taschen presenta, a partir del 7 de octubre y coincidiendo con la inauguración de Fnac Plaza Norte (Madrid), la exposición François Truffaut.


FILMOGRAFÍA DE FRANÇOIS TRUFFAUT

1955: Una visita (Une visite)

1957: Los golfillos (Les mistons)

1958: Une historie d´eau

1959: Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups)

1960: Tirad sobre el pianista (Tirez sur le pianiste)

1960: Tire-au-flac 62 (codirigida con Claude de Givray)

1961: Jules y Jim (Jules et Jim)

1962: Antoine et Colette

1964: La piel suave (La peau douce)

1966: Fahrenheit 451 (Fahrenheit 451)

1967: La novia vestía de negro (La mariée était en noir)

1968: Besos robados (Baisers volés)

1969: La sirena del Mississippi (La sirène du Mississippi)

1969: El pequeño salvaje (L´enfant sauvage)

1970: Domicio conyugal (Domicile conjugal)

1971: Las dos inglesas y el amor (Les deux anglaises et le continent)

1972: Una chica tan decente como yo (Une bella fille comme moi)

1973: La noche americana (La nuit américaine)

1975: Diario íntimo de Adela H. (L´historie d´Adèle H.)

1976: La piel dura (L´argent de poche)

1977: El amante del amor (L´homme qui aimait les femmes)

1978: La habitación verde (La chambre verte)

1979: L´amour en fuite

1980: El último metro (Le dernier métro)

1981: La mujer de al lado (La femme d´à côté)

1983: Vivamente el domingo (Vivement dimanche!)



ClubClutura #4 Otoño 2004


Sourcebook of Sherlock Hound ( Artworks Collection)



 Libro de arte  de la serie de animación " Sherlock Holmes " producida hace 40 años por Hayao Miyazaki y Kyosuke Mikuriya.















miércoles, 24 de septiembre de 2025

Black Myth Wukong x McDonald's (anuncio chino de Chengxi Huang y Fei Si en Big Firebird)

 


Anuncio de " Black Myth: Wukong " x McDonald's, lanzado hoy para acompañar el lanzamiento en el Reino Medio de un nuevo menú de comida rápida con una estética y sabores inspirados en el famoso videojuego.