viernes, 4 de septiembre de 2020

Blanco y negro

Me apasiona el contraste en el blanco y negro. Llevado a la síntesis pura para mi es el apoteosis del dibujo. Tres horas me llevó copiar con pincel y plumilla esta ilustración de Eduardo Risso, de su espectacular serie 100 Balas. 

Y debajo, intentando emular al maestro con una plumilla, un boceto de Moebius.

La cosa va por rachas. Aunque esta ultima estaba durando demasiado.





¡El Gran Capitán!

El trío artístico formado por Mark Waid, Ron Garney y Andy Kubert firman una de las etapas más celebradas, protagonizadas por el Centinela de la Libertad




El Capitán América.


JOSÉ LUIS VIDAL

02 Septiembre, 2020 

¡Hola de nuevo! Regreso frente del teclado para recomendaros obras de cómic que, bajo mi criterio personal, pueden llegar a interesaros.

En el mes de agosto son muchas las editoriales que toman unas merecidas vacaciones, por lo que o bien publican nada o solamente ofrecen reediciones. Pero siempre hay alguna, como Panini Cómics, que sigue al pie del cañón. Y en este caso particular nos regala a todos los lectores, y en especial a los autodenominados marvel zombies, el primer tomo que recopila el volumen tercero USA de la serie protagonizada por Steve Rogers, el Capitán América.

Los años 90 fueron una época convulsa para el comic-book norteamericano. Yuppies trajeados tiraban de los hilos, gente que ni conocía ni amaba el medio, tan solo pensaba en los pingues beneficios que las coloridas portadas de esos tebeos debían generar.

Uno de los momentos más bochornosos y olvidables de esa época fue esa estrategia, plan editorial o como se le quiera denominar, llamado Heroes Reborn, en el que los hijos pródigos que años antes habían abandonado el seno de La Casa de las Ideas regresaban para dar su particular visión de los principales iconos de la editorial…

Aún tengo pesadillas con algunas de las portadas de aquel, menos mal, corto periodo de tiempo. Sé que Jim Lee y Rob Liefeld tuvieron las mejores intenciones, pero no, no consiguieron (menos mal) borrar de la memoria de los lectores años y años de buenas lecturas. Tirar de amnesia y plantear un reinicio desde cero no fue la mejor de las ideas.

No hay mal que cien años dure, y los gerifaltes de Marvel, viendo que la cosa no tiraba, decidieron hacer borrón y cuenta nueva y darles esas colecciones a grandes nombres, gente de confianza, dotados guionistas con ideas y dibujantes de excepción. Lo bautizaron como Heroes Return.

Y aquí tenemos a Mark Waid, que junto a Ron Garney ya habían dejado boquiabiertos a todos los lectores, sin necesidad de artificios, ni incomprensibles volteretas argumentales. Tan solo buenas historias que te agarraban desde la primera viñeta y, dejándote sin aliento, debías disfrutar hasta la última página.

En ella el talento gráfico de Ron Garney brillaba, ofreciendo composiciones en las que el calificativo espectacular se queda corto.

Así que os podéis imaginar la satisfacción de la bien avenida pareja cuando el editor de turno les volvió a ofrecer ponerse al frente de la colección con la que ya habían conseguido el éxito y beneplácito de los lectores.

Y justo aquí recomienzan las aventuras del Capitán América, que aparece en pleno Tokio sin saber qué hace allí, ni cómo ha llegado. La apocalíptica batalla con Onslaugh le ha borrado parte de la memoria, pero esto no es impedimento para que, claro está, se enfrente a un grupo terrorista que pretende recuperar las ancestrales costumbres niponas y luchar contra el invasor yanqui. Y la cosa se pone calentita cuando a esta ecuación se le suma la presencia de Dama Mortal…

A partir de aquí, el Capitán va a emprender una batalla contra las legiones de Hydra, comandadas en esta ocasión por un tipo que se autodenomina el Hydra Sensacional. Las cosas se van a poner al rojo vivo, y el Capi sufrirá una de las pérdidas más traumáticas de su vida, mientras reparte mamporros a diestro y siniestro, ya sea en solitario o con la ayuda de Sharon Carter o de algunos compañeros Vengadores, como Thor u Ojo de Halcón.

Por si esto no fuera suficiente ocupación para el héroe, va a tener que replantearse su papel como símbolo de los Estados Unidos, debido a la creciente popularidad que cada día va alcanzado y que ya comienza a agobiarle.Un grupo de taimados skrulls le quitarán el sueño al super ocupado Steve Rogers, que más tarde se enfrentará, dentro de una saga, a los Kree. Lo hará con Pájaro de Guerra, un personaje que en esos momentos no se encuentra al cien por cien, hecho que ocasionará más de un problema.

Justo en estos magníficos números, Ron Garney le entrega el testigo a un dibujante, Andy Kubert, que cumple a la perfección con su labor y mucho más, como ya pudimos comprobar, una vez más junto a Waid, en su etapa al frente de las aventuras de Lord Kevin Plunder, Ka-Zar.

En los siguientes números el Capitán, junto a Sharon Carter, van a vivir una auténtica pesadilla, contemplando como todo se derrumba a su alrededor, sin llegar a comprender el origen de la amenaza, que tal vez no sea de este mundo…

Lo dicho, un volumen que no se lee, se devora. Y, como es costumbre en la casa, repleto de textos, entrevistas, portadas alternativas, etc… Todos esos extras tan golosos que a los completistas nos encantan.


Malaga Hoy



jueves, 3 de septiembre de 2020

Dioses y demonios

El gallego Miguelanxo Prado es uno de nuestros mejores historietistas, como demuestra una trayectoria sembrada de grandes tebeos

JAVIER FERNÁNDEZ

02 Septiembre, 2020 




'El pacto del letargo'. Miguelanxo Prado. Norma Editorial. 104 páginas. 23 euros.


Hablando de cómic español, pocas noticias me resultan tan ilusionantes como la edición de un nuevo álbum de Miguelanxo Prado (La Coruña, 1958). El gallego es uno de nuestros mejores historietistas, como demuestra una trayectoria sembrada de grandes tebeos, que comenzó a tomar vuelo cuando Toutain le abrió las puertas de su editorial en la década de 1980. Allí estuvo rodeado de otros jóvenes dibujantes como José María Beroy, Pascual Ferry, Antoni Garcés o Das Pastoras, una generación impresionante que merece mayor atención. Muy pronto, el dibujante saltó a Norma Editorial (les recuerdo que eran los tiempos de la revista Cairo), y ahí sigue desde entonces, seduciendo a los lectores con una propuesta personal y hermosa, alejada de las modas imperantes.

El trabajo de Prado ha merecido numerosísimos galardones, como el Premio Nacional de Cómic en 2013 por Ardalén, los obtenidos en el Salón del Cómic de Barcelona, que incluyen el prestigioso Gran Premio del Salón en 2007 o los premios a la Mejor Obra de autor español por los álbumes Quotidiana delirante (1989), Trazo de tiza (1994), La mansión de los Pampín (2005; también ganó el premio al Mejor Guion) y Ardalén (2013), además de distinciones internacionales como los Alph-Art del Salón de Angoulême por Manuel Montano (1991) o Trazo de tiza (1994), el Max & Moritz al mejor cómic infantil y juvenil en alemán (1998) o el Eisner colectivo que obtuvo en 2004 (casi una década después de haber sido nominado en la categoría de Mejor Pintor) la antología Sandman: Noches eternas, en la que colaboró, junto a otros nombres propios del medio como Milo Manara, Bill Sienkiewicz, Dave McKean, P. Craig Russell y, claro está, Neil Gaiman. Más allá del cómic, el artista ha hecho también sus pinitos en la animación, y en 2006 se estrenó De Profundis, candidata en 2006 a la Mejor Película de Animación en los Premios Goya, escrita y dirigida por Prado, quien también se encargó de la dirección artística y participó en el diseño gráfico y la producción.


Malaga Hoy


MANGA EN LOS USA los primeros dias de la invasión






 
Si nos tuviéramos que remontar a los orígenes de la actual invasión nipona en nuestro país, sin lugar a dudas, deberíamos adentrarnos primero en otro mercado: el americano, culpable de la inesperada  mangamanía ibérica.

Todo comenzó en 1985, cuando varios editores y representantes de la editorial Eclipse intentaron (en un principio infructuosamente) negociar con distintas editoriales japonesas, para conseguir importar el cómic manga a los USA. En Eclipse pretendían editar versiones traducidas, en ediciones bimestrales, con las que agilizar la larga extensión de las historias. También estaba debido en parte a la gran acogida que por aquel entonces tenían sus publicaciones bimestrales. Finalmente, dos editores que acababan de comenzar a trabajar de forma fija para la editorial americana, fueron los que lograron ultimar las condiciones de edición de éstos con Viz, célebre y selectiva rama editorial de una de las más importantes editoriales niponas, Shogakukan. Estos dos editores, Fred Burke y Letitia Glozer, se ocuparían principalmente de la edición de las tres primeras obras aparecidas bajo el sello del sol naciente en el mercado estadounidense: Mai, The psichic Girl, la aclamada obra realizada por el tándem Kazuya Kudo-Ryoichi Ikegami; Área 88, el interesante serial high-tech, obra de la dibujante Kaoru Shintani, y Kamui, el pretendido manga histórico de Sampei Shirato. Estas tres series iniciaron el sello manga en Eclipse, en el año 1987.

A raíz del enorme éxito que conseguiría este tipo de cómics dentro del mercado americano, Viz Comics se establecería por su propia cuenta dentro de éste, creando un sello editorial propio, del cual hablaremos más adelante.

Pese al inesperado abandono de Viz, Eclipse logró hacerse con una serie de obras que alcanzaron el nivel de calidad conseguido por las anteriormente publicadas. Tras negociar con otra de las grandes ediotoriales japonesas, Kodansha, se publicó la versión inglesa de una obra bastante singular, pero de elevada calidad: What's Michael?, el Garfield nipón que nos presenta Makoto Kobayashi, en el que se narra una lucha diaria entre el ya mencionado felino y el propio autor. Pero el principal plato fuerte de la editorial serían las obras del joven Masamune Shirow, el autor que quizás más ha impactado al público occidental, si exceptuamos a Katsuhiro Otomo. Seishinsha fue la pequeña editorial que lograría abastecer a Eclipse de las obras de Mr. Shirow. Black Magic y Dominion, fueron las dos primeras miniseries que publicara Eclipse de este autor. Y que sirvieron perfectamente como aperitivo y preparación de lo que ha sido hasta ahora su mejor obra: Appleseed, el cómic Cyberpunk por excelencia, creador de pasiones increíbles. A la vista de la magnífica acogida de los mangas de Eclipse, la ahora desparecida First Comics, se animó también a publicar una serie de manga, y una de las más importantes obras japonesas: Lone Wolf & Cub (Kozure Okami), el manga de samurais por excelencia, realizado por uno de los más grandes guionistas japoneses, Kazuo Koike, y un verdadero especialista en el manga histórico, Goseki Kojima. Esta obra gozó de una soberbia adaptación y una muy elogiosa crítica, la cual no impediría posteriormente su cancelación a causa del penoso hundimiento de la First Comics.

Epic y Dark horse
Pero la fiebre del manga no habia hecho más que comenzar, y los encargados de reafirmarla, potenciarla y lanzarla hasta límites insospechados fueron los encargados de la Marvel Comics, y en particular los de su sello Epic, tras conseguir los derechos de publicación de Akira, la vasta obra de Katsuhiro Otomo, después de negociar directamente con Kodansha como ya hicieran otros, a finales de 1987. Pese a poseer en su versión inglesa un excelente coloreado de Steve Oliff, el mismo nos ocultaba descaradamente la gran eficacia de los tramados de Otomo, que podíamos fácilmente apreciar en su versión original en blanco y negro. Y además de Akira, Epic nos presentó varias historias cortas del mismo autor, como: Farewell to Weapons (Adiós a las armas) o Memories (Recuerdos), que también tendrían una grata acogida del lector americano.

Pocos meses después de la finalización de Akira, Epic Comics ha conseguido los derechos de publicación de la siguiente obra de Otomo, iniciada en las páginas de Young Magazine; The Legend of Mother Sara, en la que Otomo solamente participa como guionista. Del apartado gráfico se encarga Takumi Nagayusa, habitual colaborador de Otomo.

También Dark Horse se subiría al éxito del manga, a través de algunas obras que adaptaría y traduciría el Studio Proteus, (al igual que hiciera Eclipse con las obras de Shirow).

Johji Manabe, un prolífico y joven autor nipón con un sentido del humor totalmente delirante, sería la estrella de esta editorial, a través de dos de sus más importantes series: Outlanders y, más recientemente: Caravan Kidd.

Esta editorial propondría posteriormente a los lectores otra novedad: Venus Wars I y II, la cual se salvaba difícilmente en su primera parte, y caía en la más soberbia mediocridad en su continuación, aun no terminada en los USA.

Pero sin lugar a dudas la verdadera sorpresa sería la adquisición editorial de las obras de Masamune Shirow por parte de esta, arrebatándoselas de las manos a Eclipse.
 
Intron Depot, una cuidada y bella recopilación de las mejores ilustraciones de este genial autor; Orion, la intrusión en el género de la fantasía heróico-mágico-cosmológica por parte de Shirow; y la muy esperada entrega del cuarto volumen de Appleseed han sido las tres novedades que de este autor ha preparado Dark Horse para finales del año pasado y comienzo de este. Finalmente, todo ello culminará con la aparición de la versión inglesa de la nueva obra de mister Shirow: The Ghost in the Shell. También Dark Horse, en la revista DHP, nos presentó un modesto manga ambientado en un tono policíaco: Nestrobber. Más tarde esta serie sería adquirida por la joven editorial Blue Sky Blue. Para terminar con Dark Horse, decir que finalmente nos ofrecería su última novedad: Versión, una serie de aventuras y ciencia-ficción por cortesía de Hishashi Sakaguchi.

Otras pequeñas editoriales, quizás por simple descaro o suerte, lograron negociar directamente con alguna de las grandes editoriales niponas, como el caso de Innovation con Kodansha y la publicación de la obra de Yuzo Takada: 3X3 Eyes, un inteligente y divertido cómic que sería repetitivamente explotado por esta editorial, a consecuencia de unos jugosos beneficios.

Incluso en la década de los 90, sería creada una editorial totalmente dedicada al material japones: Sun Comics, una editorial que cuenta actualmente en su haber con poco más de media docena de títulos, con una calidad no demasiado buena, y una impresión que incluso haría temblar a los mismísimos semanarios japoneses. Poco a destacar en Sun Comics, que se salve de la mediocridad. Desde la habilidad gráfica del Raika de Kamui Fujiwara y Yu Terashina, hasta el absoluto tópico inútil de Ragnarok Guy, de Tsuguo Okazaki. Pasando por los autoplagios high-tech de Sonic Deserter y Mechanic Gemini.

Viz Comics
Tras desligarse fácilmente de su actual distribuidora Eclipse, Viz no tardaría nada en establecerse ella misma en el difícil mercado estadounidense, comenzando lo que sería una rápida escalada al estrellato, y ganándose en el camino un gran número de adeptos.

Viz nos mostraría obras cumbre del género como Nausicaa del maestro Hayao Miyazaki; 2001 Nights, la ciencia-ficción más pura por cortesía de Yukinobu Hoshino; o Golgo 13, el manga policíaco por excelencia. Pero también nos mostraría cosas como The fist of the north star, un bodrio ultraviolento tan solo comparable con algunos pocos engendros de la factoría Marvel.

Y finalmente el manga comienza a alcanzar su mayor apogeo en los U.S.A. en esta década de los 90, con la tardía inclusión del mercado de animación nipón, y con la agradecida aparición de múltiples revistas y fanzines especializados en el género. El fenómeno manga es algo nuevo, tan solo seis escasos años nos separan de su comienzo. Es un estilo diferente y una cultura casi desconocida. Sí, desde luego que hay más obras que las anteriormente mencionadas, estas son solo las principales y claves de las aparecidas en el mercado USA. Y ni siquiera hemos mencionado el Comic Manga made in the USA, y las editoriales especializadas en ellos como: Antartic Press o Eternity Comics. Pero eso... es otra historia.
EQUIPO MANGAZONE
 

EMM #10 El Maquinista Mensual Marzo 1993

Eternamente joven

JAVIER FERNÁNDEZ

02 Septiembre, 2020 




'The Wicked + The Divine, 6: Fase imperial, segunda parte'. Kieron Gillen, Jamie McKelvie. Norma Editorial. 168 páginas. 19 euros.

Hablando de dioses y demonios, Norma está publicando también uno de los títulos más excitantes del panorama estadounidense de los últimos años, The Wicked + The Divine, en el que distintas divinidades habitan entre nosotros convertidas en estrellas del pop. La serie comenzó a mediados de 2014 y terminó en 2019, después de 45 números regulares y seis especiales publicados por Image. Es obra de Kieron Guillen y Jamie McKelvie, una pareja de británicos que ha dejado para el recuerdo otros tebeos sobresalientes como Phonogram (19 números publicados por Image entre 2006 y 2016) o una reciente versión de Young Avengers (apenas 15 números, de Marvel, claro está, en 2013 y 2014).

El primero va de un brujo que usa la música pop británica para realizar sus hechizos y el segundo nos presenta a los jóvenes Vengadores como lo que realmente son, jóvenes. La narrativa de Gillen es intencionadamente superficial, en el sentido de que trata de reflejar la propia superficialidad de los temas propuestos, y la estética de McKelvie, limpia y brillante, sintoniza con ello a la perfección, de modo que la unión de ambos nos devuelve unos tebeos que no solo pretenden ser modernos, sino que lo parecen.

Además de las citadas, el dúo ha firmado otras cosas, aunque quizá su obra más lograda hasta la fecha sea precisamente The Wicked + The Divine, o, al menos, es con la que han logrado asaltar (merecidamente) todas las listas de los mejores cómics de la última década. El argumento, ya lo he dicho, va de dioses encarnados en estrellas mediáticas (dichos dioses vienen reencarnándose desde antiguo, con la particularidad de que siempre viven a tope y mueren jóvenes para dejar un bonito cadáver antes de su siguiente reencarnación).

De momento, Norma ha publicado seis volúmenes (si no me equivoco, faltan dos de la serie regular y otro con los especiales), el último de los cuales se titula Fase imperial, segunda parte y recopila los números 29 a 33, de 2017. Hedonismo y nihilismo, diversión y angustia a raudales.


Malaga Hoy



Kyle Baker

 



A Kyle Baker lo conocí, hace años, en un número de Spiderman Forumniano, donde entintaba los lápices de un mediocre lapicerista. Su  aparición  en  dicho  número  (nº  115 Forum/13 Web of Spiderman USA), vino precedida de un comentario del responsable del correo, quien aseguraba que Baker le parecía uno de los entintadores mejores y con  mayor personalidad llegados a Marvel en esos años.



Evidentemente, el redactor efectuó tal comentario contando con la ventaja de conocer otros trabajos más importantes del autor, puesto que estos episodios de Spiderman, vistos hoy, apenas denotan los rasgos personales de Baker, cargado su entintado con el lastre de los muy pobres lápices de Mike Harris. No era este, sin embargo, el primer trabajo profesional de Baker. Nuestro hombre comenzó en el medio, como entintador, sí, en un número de Transformers, tras haber pasado varios años como ayudante de Joe Rubinstein. Dos años después, cansado de ser considerado tan sólo por sus tintas, decide dar el paso a autor completo. De ahí surge el álbum The Cowboy Wally Show, publicado por Doubleday Books. Se trata de la historia de una ficticia estrella televisiva, narrada en clave humorística. Cowboy Wally, al ser un producto escasamente comercial, pasaría bastante desapercibido entre el público, aunque con el tiempo ganase una sólida reputación entre la crítica más fiable. Pero de reputación no se come, así que tras finalizar esta obra, Baker decide aceptar un trabajo fijo para DC. Comienza así a ilustrar la serie The Shadow, recién relanzada por Chaykin, y continuada por el guionista-editor Andy Helfer. Helfer y Baker forman un equipo admirable: se ajustan a la perfección. El estilo expresionista de Kyle pone en imágenes de forma idónea los singulares guiones de Helfer, repletos de personajes extravagantes y situaciones estrambóticas, superando incluso la labor de Bill Sienkiewicz, su antecesor en la serie. Baker y Sienkiewicz comparten influencias de ilustradores como Ralph Steadman, pero el primero está libre, en cambio, de la carga que para el segundo supone su etapa de clon de Neal Adams. Baker no se parece a nadie dentro del campo de los comic books. Su trabajo en Shadow deja claro que no está interesado en seguir los cánones habituales. Que lo suyo es otra cosa. The Shadow duraría 19 números y un par de anuales. Es una de las obras más infravaloradas de las publicadas por DC en los últimos años. Por esa época, además de trabajar como entintador para series como Haywire o Wolfpack, realiza un segundo trabajo con Helfer, y de nuevo se trata de un personaje proveniente de los Pulps. Son dos números en formato Prestigio, titulados Justice Inc., que presentan a The Avenger, un viejo héroe creado por el mismo autor de The Shadow, K. Robeson. El trabajo a color de Baker es sorprendente. Empleando el óleo, pinta rostros y figuras de rasgos difusos, indefinidos, con manchas transmutables, delimitadas por contornos dibujados con tinta. Puesto que el personaje protagonista es un ser cuyo rostro puede ser moldeado, adoptando cualquier aspecto, y la historia gira en torno a mutaciones y su-plantaciones -no sólo físicas-, la adopción de este estilo por parte de Baker resulta extremadamente acertada y brillante. De nuevo, el dúo Helfer-Baker funciona como un equipo perfectamente compenetrado, e inspirado. Con Justice Inc., Kyle Baker deja claro que es uno de los artistas norte-americanos más relevantes y personales del momento. Sus siguientes trabajos demostrarán que además es un artista en constante evolución.

Continuando con DC, realiza un álbum para la línea Piranha, titulado Why I Hate Saturn, que escribe y dibuja en solitario, siendo una pieza clave en su carrera. Poco añadiré a lo ya comentado en el nº 2 de esta revista, donde nuestro compañero Alvaro Pons daba un repaso a la línea Piranha: un relato armado de cinismo y mala leche sirve de vehículo a la vivisección cuidadosa de los yuppies americanos. Why I Hate Saturn ha creado la diversidad de opiniones que caracteriza a las obras más personales. Si hablamos del mercado USA, eso ya es decir suficiente. Su siguiente trabajo importante vería la luz en 1990. Ese año se estrena la película Dick Tracy, dirigida e interpretada por Warren Beatty. Antes aparecerían tres comic books, en formato prestigio, basados en ella. Los dos primeros volúmenes son una precuela del film, escrita por John Moore, mientras que el tercero es la adaptación propiamente dicha de la película, firmada por Len Wein. Por supuesto, las tres están dibujadas por Kyle Baker. La elección de éste como ilustrador no puede ser más acertada: abandonando por completo el componente naturalista de su dibujo, se decanta por la semicaricatura para acercarse así a la estética de Gould y sus colaboradores. Sólo el rostro de Tracy, basado por imposición editorial en el de Beatty, se excluye de lo dicho, destacando de forma anómala en el conjunto. Por lo demás, Baker se muestra como un hijo "bastardo" de Gould. La síntesis gráfica, la economía de trazos, lo grotesco de rostros y cuerpos, la extravagancia de algunos encuadres, el toque naif, todo ello revive en el dibujo de Baker, pero corregido, aumentado y personalizado. Incluso les sigue el juego a los peliculeros, y realiza el coloreado empleando rojos, azules, amarillos y verdes casi siempre puros. El resultado es una obra que Baker, a diferencia de lo que muchos habrían hecho tratándose de un trabajo de encargo, hace suya por completo, dejando patentes de nuevo su calidad y atipicidad. Además, vuelve a tener suerte con el guionista, que cumple con brillantez su cometido.

En este punto quiero reseñar un dato que considero importante en la carrera de Kyle Baker. Desconozco si fue antes, durante o después de estos trabajos citados, Through The Looking Glass pero sé que Baker trabajó durante un tiempo (y antes, eso sí, de realizar su siguiente obra) para el famoso diseñador Milton Glasser. Me gustaría profundizar en este tema, pero mi poco conocimiento sobre la obra de Glasser me lo impide. Espero que alguien con mayores nociones sobre el tema pueda sacar sus conclusiones, si las hubiera.

El siguiente trabajo de Baker es otra vez una recreación. Si nos fijamos, esta es una constante en su carrera, excepto en sus obras como autor completo. Esta vez se trata de una adaptación del libro de Lewis Carroll, Through the looking glass (Alicia a través del espejo), realizada para la colección Classics llustrated, de First y Berkley. Al igual que varios de sus antecesores y sucesores en esta serie de adaptaciones historietísticas de clásicos de la literatura, Baker no utiliza la forma tradicional de la historieta: nos presenta la historia mediante viñetas, pero dejando los textos fuera de ellas. Así, la narración se reparte entre los dibujos y los diálogos originales de Carroll. En cambio, a diferencia de varios de sus antecesores y sucesores, Baker es más un narrador que un ilustrador. No es un artista de espléndidos dibujos en los que recrear la vista y concentrar la atención, como Sienkiewicz o Russell, sino uno al que le importa más contar cosas, y contarlas de forma clara. Through the looking glass es un nuevo caso de extraña adecuación entre la personalidad de Baker y el trabajo que se le encarga. Desde la aparición de esta obra (Febrero 1990) hasta la actualidad, poco se ha sabido de Kyle Baker. Es uno de los muchos "hombres sin patria" del cómic USA. Decididamente, parece haber renunciado a volver a realizar trabajos comerciales (a menos que la necesidad apremie, supongo). Que un artista de su talento debiera verse rebajado a hacer entintados, o super héroes de! montón, sería una vergüenza. También lo es la falta de espacios editoriales para recoger sus proyectos más personales. Nos queda la esperanza, no obstante, de que la renacida Piranha, ahora conducida por el buen amigo de Baker, Andy Helfer, pueda reservarle ese espacio.

ROCCOCOMICS

 

EMM #9 El Maquinista Mensual Febrero 1993

 



Manteniendo prioridades

JAVIER FERNÁNDEZ

02 Septiembre, 2020




'Orwell'. Pierre Christin, Sébastien Verdier. Norma Editorial. 160 páginas. 25 euros.


"Etoniano, poli, propietario, dandi, miliciano, periodista, rebelde, novelista, excéntrico, socialista, patriota, jardinero, emitaño, visionario", de este modo se describe a George Orwell en la portada de Orwell, la estupenda biografía en viñetas escrita por Pierre Christin (guionista, entre otras cosas, de Valerian o de la serie Leyendas de hoy) y dibujada por Sébastien Verdier (con la asistencia puntual de artistas como Juanjo Guarnido, Blutch o Enki Bilal). Y es que Orwell fue un personaje poliédrico, con una vida tan fascinante como su propia obra, que incluye dos de los libros más celebrados del siglo XX: Rebelión en la granja y 1984. Uno de los mejores tebeos biográficos de la última hornada de este género en boga.


Malaga Hoy