sábado, 5 de agosto de 2017

Un héroe científico

30 Julio, 2017

'TOM STRONG: LIBRO 1' Alan Moore, Chris Sprouse. ECC. 384 páginas. 34,50 euros.

Todas las series creadas por Alan Moore en 1999 para la línea America's Best Comics (ABC) son sobresalientes, y es una buena noticia que ECC las esté recuperando paulatinamente en tomos recopilatorios. Completada ya la reedición de la que seguramente es la joya de la corona, Promethea (tres volúmenes, que siguen la edición Omnibus estadounidense), y también de Top 10 (que incluía dos volúmenes, uno con la serie propiamente dicha y otro con la novela gráfica The Forty-Niners más la miniserie Smax), le toca el turno ahora a uno de los personajes más queridos y carismáticos de toda la línea: Tom Strong.

Con su camiseta roja (decorada con un triángulo blanco invertido en el pecho), Strong es un héroe científico a la manera de Doc Savage, en la tradición de la mejor literatura pulp, esto es, una auténtica maravilla mental y física que vivirá (con su mujer, Dhaula, y su hija, Tesla) mil aventuras en todo tipo de ambientes exóticos y universos alternativos. Moore ofrece aquí un amplio catálogo de personajes y situaciones heredados de la literatura popular, y despliega una inventiva sin límites para hacernos gozar como niños con las aventuras de este personaje tan icónico y sencillo como los héroes de antaño, aunque tamizado, claro está, por la ironía y el filtro posmoderno.

El primero de los tres volúmenes de que constará la presente reedición de Tom Strong reúne los números 1 a 14 de la serie original, publicados por primera vez entre 1999 y 2001. El dibujante principal del asunto es el magnífico Chris Sprouse, de modo que ya pueden ustedes imaginar cuán delicioso es el resultado, y la nómina de artistas invitados bien merece la calificación de impresionante: Arthur Adams, Jerry Ordway, Dave Gibbons, Gary Frank, Alan Weiss, Paul Chadwick, Gary Gianni, Kyle Baker, Russ Heath, Pete Poplaski y Hilary Barta (eso sólo en este primer tomo). El libro se completa con una breve y bonita sección de bocetos de Sprouse y con una introducción firmada por el propio Moore, en la línea metaficcional de otros prólogos de la línea ABC.



Malaga Hoy

Puertas a la imaginación

'La granuja' de Peter Milligan y Sean Phillips es un tebeo inclasificable que ve al fin la luz en castellano, de la mano de la editorial ECC

JAVIER FERNÁNDEZ
30 Julio, 2017




'GRANDES AUTORES DE VERTIGO: PETER MILLIGAN Y SEAN PHILLIPS - LA GRANUJA' Peter Milligan, Sean Phillips.ECC. 224 páginas. 22 euros.

Del siempre excitante catálogo de Vertigo, nos llega la edición por parte de ECC de tres magníficas miniseries publicadas originalmente en la década de los años 90.

La primera de ellas figura dentro a la serie Grandes autores de Vertigo y lleva por título La granuja. Obra de Peter Milligan y Sean Phillips, este tebeo inclasificable ve al fin la luz en castellano, después de que Norma ofreciera hace años sólo tres de sus ocho números. Un psicópata hermafrodita, una criatura simiesca venida del espacio que afirma ser la semilla de Dios, padres que ocultan su pasado punk, el presidente de Estados Unidos, agentes gubernamentales y experimentos secretos se dan cita en este tour de force protagonizado por Anna Schwarz, joven estudiante de 21 años que comienza la historia decidida a hacer el amor con su novio y acaba arrastrada a un viaje psicodélico.

Personalmente, me declaro fan incondicional del guionista británico Milligan, del que sólo cabe esperar lo inesperado, como ha demostrado en una larga carrera que incluye lecturas tan potentes como Paradax, Skreemer, Shade: El hombre cambiante, Enigma, The Extremist, Blanco Humano o X-Force/X-Statix. Milligan no es tan popular como Alan Moore, Grant Morrison o Neil Gaiman, pero tiene tanta personalidad e imaginación como cualquiera de ellos. Les confieso también mi gusto por los dibujos de Sean Phillips, que no suele figurar en ninguna quiniela de los mejores artistas británicos, pero tiene en su haber virguerías como Wildcats, Sleeper o Criminal, en las que demostró con creces su enorme talento para la narrativa gráfica. Su estilo no está aquí tan depurado como en posteriores obras, pero el resultado es excelente y sujeta y complementa la poética desbocada de Milligan. El volumen reúne los números 1 a 8 de The Minx (1998-99), junto con dos historietas cortas que vieron la luz en la revista Vertigo Winter's Edge.

También en Grandes autores de Vertigo ha aparecido la reedición de Diosa, una espectacular fantasía con tintes ecologistas y mitológicos escrita por Garth Ennis y dibujada por el injustamente ignorado Phil Winslade, de quien, por cierto, sigue inédita en nuestro mercado una de mis series favoritas del catálogo de Vertigo, Nevada, en la que el dibujante inglés colaboró por primera vez con el gran Steve Gerber. El tomo contiene los ocho números de Goddess (1995-96), una bella galería de dibujos adicionales y una introducción del propio Winslade. Es una lectura de lo más recomendable.

Finalmente, el sello ECC ha recuperado también el clásico de Neil Gaiman Los libros de la magia, miniserie de cuatro números publicados en formato prestigio entre 1990 y 1991. Con imágenes -la mayoría pictóricas- de John Bolton, Scott Hampton, Charles Vess y Paul Johnson, el autor de Sandman nos lleva de viaje por el lado sobrenatural del universo DC, donde asoman personajes sugestivos como El Fantasma Errante, Doctor Occult, Mister E, John Constantine, Zatara, Madame Xanadu, El Espectro, Dr. Fate y muchos otros. Lo dicho, todo un clásico, antesala de la serie regular homónima.


Malaga Hoy

miércoles, 2 de agosto de 2017

EL INFIERNO SON LOS DEMÁS

Por Nino Ortea

Desde hace cuarenta años, la aparición de la especie mutante ha provocado una serie de alteraciones en el noveno astro del Sistema Solar Artístico.

Sí, hablamos de El Planeta Historieta. Al que algunos creen extinguido, reducido y guardado para su salvación en botellas de cristal que pueblan bibliotecas de soledad; y al que muchos de los que saben de su existencia lo consideran un páramo cultural, tierra de Nunca Jamás infantil a la que no hay que regresar una vez superados los albores de la adolescencia.

Somos pocos los Vigilantes que, desde la zona azul de La Luna, prestamos atención a Mundocomic; y, además, nuestra hermandad se encuentra fratricidamente dividida entre seguidores y detractores del Mainstream, la ideología más extendida en El Noveno Mundo.

Alistado forzosamente en la facción pro hombres voladores en leotardos, los recientes cambios que ha experimentado la especie X, han atraído mi atención.

El informe subjetivo que sigue a estas palabras es fruto de mi investigación distendida.

Como solucionar los problemas del corazón en situaciones adversas

 Los primeros actos públicos mutantes se producen en diciembre de 1963, orquestados por los líderes y creadores del partido Universo Marvel, Jack Kirby y Stan Lee. Prescindiendo de la paternidad genética de esta especie -lo que se vendía como un dos por el precio de uno, se acabó convirtiendo en un Jackfonso no des más guerra y vete con tu hermano- lo cierto es que los Hombres-X, llamados así por presentar un gen identificado con dicha letra, se agruparon formando patrullas que intentaban reproducir el modus vivendi de la casta dominante: los superhéroes.

Con todo, no evitaron ser calificados como raros -uncanny- y experimentaron una involución que acabó poniendo en peligro la pervivencia de su estirpe, pese a que entre los líderes que guiaron su desarrollo se encuentran reputados doctrinarios como James Steranko, Neal Adams o Roy Thomas.
Tras años de vagar por desiertos creativos cuyo único oasis artístico era la reedición, todo cambiaría en mayo del 75. Comandados por el excepcional Chris Claremont, los hijos del átomo experimentaron una segunda génesis y una posterior evolución que no sólo aseguraron la supervivencia del linaje sino que lo llevaron a convertirse en la raza dominante. John Byrne, Alan Davis o Paul Smith no son ajenos a esta transformación exitosa, que llevó a príncipes submarinos a renegar de su abolengo regio y a airear su condición de mutantes primigenios.

Octubre de 1991 marca un punto de inflexión en este progreso imparable. Al igual que en la remota época clásica El Imperio Romano dividió en dos su extenso dominio, surge una segunda hermandad mutante, los X-Men, creada para reorganizar el camarote de los Mar-X en que se había convertido el vestuario mutante.

Esta segunda fraternidad ostenta el mayor registro de seguidores  congregados  en  un  acto comiquero: los más de ocho millones de acólitos que participaron de su acta fundacional, redactada por Claremont e ilustrada por Jim Lee. Poco después, una tormenta vararía el velero de libertad en el que Lee había partido de La Casa de las ideas, y, una vez encallado en los arrecifes de la realidad editorial, optó por coaligar su incipiente formación al partido Distinguida Competencia, alternativa a Marvel en el sistema bipartidista que marca los destinos de Mundocómic.

También esta fecha supone el comienzo de una progresiva caída de los mutantes. Tras dieciséis años marcando el destino X, Chris Claremont abandona su cargo, y salvo contados logros genéticos, son exiguos los avances en el desarrollo del ADN de los hijos del átomo. La saturación de clanes, agrupaciones y mercadotecnia mutante anquilosa el desarrollo del Universo Marvel que ve inoperante como cada vez son más los seguidores que se alejan de su atmósfera y emprenden un viaje sin retorno hacia otros mundos creativos.

La endogamia se convierte en práctica habitual, y sus frutos son engendros que desmerecen de la gloria de sus ancestros. Aunque las brigadas mutantes mantienen su condición de ser las más asentadas, el número de pobladores del Noveno Mundo desciende alarmantemente, y la debilidad de Marvel es aprovechada por DC para afianzarse a velocidad de Vértigo en la facción adulta.

La deserción de una serie de creadores, previamente vinculados a la genética mutante, que deciden cambiar de Image y pasar a hablar de conceptos genoactivos, no hace más que empeorar las cosas.

Una temporada en el infierno

La progresiva falta de ideales en el movimiento mutante se hizo dolorosamente palpable al final del milenio pasado. La reincorporación a su alto mando de algunos de los estrategas que  más hábilmente habían guiado al homo-superior en sus lizas creativas, Claremont o Davis, no hizo más que remarcar la necesidad de una remodelación de las filas X.

La desorientación en que vivían los hijos del átomo, coincidía con un momento en el que La casa de las ideas se encontraba en proceso de remodelación. Tras más de veinte años -la conocida como Era Marvel- ocupando de forma casi continuada los lugares más destacados en el sistema electoral de las ventas directas, que había sustituido al plebiscito popular realizado en las cajas de los quioscos, este partido comiquero había decidido superar su anquilosamiento renovando su comité central.

La primera reforma se realizó aprovechando los reajustes provocados por el enfrentamiento de todos los pobladores de El Noveno Mundo, tanto superheroicos como mutativos, con un enemigo común: Onslaught, hijo bastardo de La Globalización y El Pensamiento Único. Aunque su vastago comiquero fue derrotado, los padres continúan campando a sus anchas en ese planeta llamado Tierra, donde aquellos que piensan que


 OTRO MUNDO ES POSIBLE son perseguidos y demonizados, como los mutantes en el suyo. ¡Tantos astros, tantas realidades y al final todas las sociedades que pueblan nuestro Sistema se caracterizan por perseguir al diferente!.

Las estructuras jerárquicas del homo superior no fueron ajenas a este proceso de rebobinado creativo de personajes de ida y vuelta, conocido como Proyecto Reborn-Return; aunque esta marvelution afectó primordialmente a las formaciones superheroicas.

De entre las consecuencias más agradables de este reajuste destaca el aumento de seguidores de la antigua religión Asgardiana; éstos se agrupan para beber hidromiel, y tras afeitar sus barbas hirsutas, se lanzan entonando el clásico Si yo tuviera un martillo a batalla carnal con las encantadoras valkirias que pueblan El Puente de Bifrost. Otra consecuencia interesante fue el afianzamiento de la asociación Cuernecitos entre letrados y magistrados, aportando al monótono y cegado sistema judicial, la alegría del rojo chillón y los saltos ciegos al vacío de las libertades.

Las diferentes cofradías mutantes fueron el siguiente objetivo de Joe Quesada y Bill Jemas, recién encumbrados al poder marveliano. Con todo, éstos debieron ser muy cuidadosos con sus recortes de subvenciones a las diferentes hermandades mutantes, pues sus decisiones podían ser interpretadas como un descabece de libertades, y corrían el riesgo de acarréales la inquina de los marvelzombies, sector radical cuya notoriedad se debe a su gusto por la ingesta de carne de editor a las finas hierbas. Generation X, X-Man, Mutant X, Patrulla-X: Años perdidos, Gambito y Bishop: The Last X-Man fueron las primeras organizaciones en sufrir las consecuencias de la nueva Ley de partidos creativos. La aparición de nuevas filiaciones mutantes -X-Treme X-Men, La Hermandad- y la remodelación de la mayoría de las restantes -Patrulla-X, X-Men, Cable, X-Force- supusieron el inicio de los actuales días del presente futuro para los mutantes.

 De entre las numerosas innovaciones, incorporaciones y decisiones arriesgadas me centraré en la que me ha parecido más representativa: New X-Men. Ejemplo de necesidad de evolución de una serie, a pesar de disfrutar de un lugar destacado en la pirámide editorial.

Todo lo que amo debe morir

Renovarse o morir. Pese a ser ratificada mes a mes en las voto-compras como una de las comiqueras con mayor número de fieles, los generalifes marvelianos decidieron someter a X-Men a un cambio, patrón de su intención de remozar las estructuras de un imperio editorial cuya insolvencia económica y descrédito creativo lo situaban al borde de la involución.

Toda crisis, aunque ocurra en tierras infinitas, es prolegómeno de un cambio; y todo cambio acarrea víctimas. En este caso los creadores que ostentaban el control de los proyectos remodelados.

En la noche de los cuchillos largos del 1 de mayo de 2001, el ruido de las imprentas ahogó los quejidos de los despojados de sus cargos, el Proyecto Exterminio había comenzado.

Con todo, no pasaría mucho tiempo antes de que las víctimas de esta canción del verdugo resurgieran de sus cenizas y establecieran nuevas atracciones fatales sobre sus seguidores. Destacando el caso de Chris Claremont, quien tras perder el control creativo de los X-Men que había cocreado, vio como le encomendaban el gobierno los X-Treme/X-Men.



Los escoceses Grant Morrison y Frank Qultely -quienes habían realizado la primera novela gráfica de la Liga de la justicia, JLA: Earth 2, fueron concebidos como analgésicos que aliviaran el tremendo dolor de cabeza en que se había convertido la continuidad mutante. No en vano Morrison, en 41 entregas, había remineralizado y ultravitaminado a la alicaída JLA; además, en la página 10 del JLA n° 1; aparecían unos villanos -dos de los cuales mostraban gran parecido con Lobezno y el Dr. Muerte- que estaban siendo torturados por unos personajes que lanzaban ciclópeos rayos de sus ojos. ¿Estábamos ante una prolepsis narrativa o una muestra de regodeo?, el tiempo se encargó de aclararlo. Quitely había demostrado que al igual que Jerry Bruckheimer había convertido al alopécico Nicolás Cage en héroe de acción, él podía hacer de la heterogénea Authority un modelo homogéneo de narración gráfica colosal.

Grant Morrison se concentró en el desarrollo de los personajes en la línea de puesta al día que caracterizó al primer Claremont; no en vano X-Men era la única historieta que leía en los años en que hizo suyo el lema Más vale ser punkie que maricón de playa. Al Igual que el señor Carlos Mar-X había realizado previamente con sus teorías sociales mutativas, el guionista reunió sus propuestas en un Manifiesto de fecha 20-X-2000. Progresivamente ha ido cumpliendo sus proyectos uno a uno, orientando su discurso hacia todos los habitantes de El Sistema Cultural, y no limitándose al puñado de pobladores de El Noveno Mundo.

Cada arco argumental funciona como una nueva entrega de una saga, con la presentación, desenlace y conclusión de una trama independiente; sin que esto impida el engarce del relato en una narración más amplia, aunque ésta, al igual que los replicantes de Philip K. Dick, cuenta con una expectativa de vida reducida: un año. Atrás quedaban esas épocas en las que el desarrollo de una intriga abarcaba desde el periodo de lactancia de tu hijo a su abducción por alguna arpía.

Las historias vampirizan y remodelan temas y situaciones clásicas -ta inestabilidad del imperio Shi'ar, la imposibilidad del amor en épocas de inquina- alternándolas con una subtrama que refleja la evolución interior de los personajes -La Bestia llega a dudar de su hombría, o unos trágicos Jean y Scott, cual Polifemo y Galatea, ven como su amor se destroza en los riscos de la incomprensión- temática que actúa como recompensa para el lector fiel, gustoso de saber como respiran unos personajes a los que el paso del tiempo hace sentir como amigos. Incluso desde un punto de vista estético se recuperan los viejos tiempos, al adoptar los personajes la consonancia de un uniforme.


Nada de pijamas chillones ni mallas ajustadas. Vestimenta tipo motorista o bailarina de gogotera es lo que cubre sus cuerpos, de modo que basta un simple vistazo para comprender que no es lo mismo optar por unirse a La Patrulla que a Los Vengadores. La primera conlleva una vida de secretos, persecución e injusticia -de ahí que el negro sea el color que los iguale- mientras que la segunda conlleva una existencia de popularidad, adulación y codearse con dioses y famosos. Aunque, lejos están los tiempos en los que los mutantes tenían que recurrir al trasporte público para acudir a sus misiones, utilizando ahora ultra tecnología propia, y cuidadosamente patentada; que el ser mutante no conlleva ser descerebrado.

Las andanzas de los Nuevos X-Men rebosan cruda imaginación, espectáculo desbordante, personajes verosímiles y un drama emocional que humaniza a estos héroes del átomo, a los que su condición de genopositivos convierte en víctimas del Síndrome de Ingratitud Adquirida que sufre el homo-sapiens. El resultado son relatos que los niños leen por su desbordante imaginación, los jóvenes por la sensación de persecución y rebeldía, y los adultos por el placer de encontrarse ante una historia bien contada.

Más que una bendición

El Boletín Oficial del Estado Mutante (BOEM) 114 de los New X-Men saluda la llegada del nuevo equipo creativo, a la vez que la formación mutante es embarcada en una aventura, E Is for Extiction, que afectará al futuro de su especie. Viendo cómo todo proceso evolutivo se basa en el exterminio de la raza menos evolucionada por parte de la avanzada, una teórica homo-sapiens -revelada como ¿hermana? de Xavier- aniquila a dieciséis millones de homo-superiores residentes en Genosha, para evitar que ellos golpeen primero.

La cascada de acontecimientos que esta escabechina desata, llevarán a Xavier a airear su condición de Profesor-X, provocando serios problemas a los residentes en su escuela. No conviene olvidar que Xavier es un incordio habitual para sus pupilos: de sus primeras bromas, basadas en fingir una pérdida de sus poderes o su muerte, pasó a las astracanadas en forma de prolongadas ausencias espaciales y transformaciones en peligrosas amenazas, Onslaught incluido.

La posibilidad de que algunos seres presenten una segunda mutación, encarnada en una incitante Emma Frost, otrora enemiga acérrima de los Hombres-X, supone un breve rayo de esperanza en mitad de la obscuridad genocida.

El BOEM 116 marca el final de este acaecido, cabiendo destacar que la entrega 115 había contado con una cubierta alternativa a la realizada por Quitely, firmada por B.W. Smith.

En el Anual X-Men se nos introduce a Xorn, mutante llamado a desempeñar papel fundamental en la salvaguardia de su casta. A su vez se nos hace participes de nuevos conceptos como la existencia de una tercera especie, el Homo Plus -conformada por humanos deseosos de convertirse en mutantes mediante el trasplante de órganos-, o de la consolidación mundial de la Corporación-X, creada por Xavier para defender los haberes mutantes en un mundo marcado por la mercadotecnia. Entre tantos intereses económico-genético-homicidas, el célibe Cíclope desoye los cantos de sirena de Emma, quien ríe sabiendo que ese ulises atracará en su puerto. Leinil Francis Yu, otrora realizador habitual de la serie, filma este relato en Marvelscope, formato apaisado saludado desigualmente por los prosélitos X.


Del Anual al 117, y muto porque me toca. En este caso  la mudanza también afecta al ilustrador, ahora Ethan Van Sciver quien funciona como encargado de la continuidad gráfica mutativa, alternando la elaboración de BOEMS -117, 118, 122, 124- o portadas -129, 130- En este intermezzo narrativo, seremos testigos de la imposibilidad de ser respeto, si uno no se respeta a si mismo. Los humanos desprecian a los mutantes, y éstos se burlan de sus compañeros menos agraciados. Reciclando las acertadas ideas de Malcom-X, quien al convertir la X en su apellido intentó denunciar la discriminación de su estirpe, podríamos decir que es imposible plantearse una unión de razas, sin que exista primero una relación igualitaria entre los miembros de cada estirpe.

De hecho, ciertas muestras de amor entre seres pertenecientes a distintas especies son consideradas antinaturales; y el pobre Hank McCoy ve calificada su dulzura de bestialismo. Por si La Bestia no tuviera suficiente con el palo anímico, su cuerpo y sus huesos son apaleados por una Cassandra Nova -transmutada a Xavier- que se beneficia de la ceguera antimutante para el exterminio de la progenie X, sabedora de que a los humanos les quedan tres telediarios antes de su autodestrucción. La marcha de Charles al espacio exterior es aceptada por sus alumnos, acostumbrados a que su mentor los abandone en el momento más inoportuno, lo que será aprovechado por Cassandra para intentar aniquilar a los mutantes usando la fuerza Shi'ar.

Ésta es una pequeña muestra de lo que podemos encontrar en el nuevo programa electoral de los X-Men tras su congreso refundacional. Dado que el ideario de la formación se publica con retraso en su edición traducida, considero aconsejable suspender en este punto el resumen de su temática, aunque debo afirmar que aquél que crea que ya ha disfrutado hace tiempo de lo mejor que le podían ofrecer los hijos del átomo está equivocado. En este campo, como en cualquier otro en la vida, lo mejor está por llegar.

Del BOEM 118 al 120 se desarrolla Germ-free Generation, el 119 cuenta con los lápices de Igor Kordey, desarrollando Quitely el grafismo en la última entrega. El 121,   también   por  Quitely,   se
enmarcó en el proyecto marveliano Nuff Said, basado en el silencio, durante diciembre de 2001, de los principales representantes de La casa de las ideas, quienes dejaron que la fuerza de sus imágenes hablara por sí sola.

La saga Imperial, donde se pone punto final a las andanzas de Cassandra Nova, se desarrolla a lo largo de los cinco meses siguientes, pese a estar planificada para cuatro. Van Sciver plasma las tres primeras entregas, Kordey el 125 y Quitely el 126, que necesitó de siete páginas extras para recoger la conclusión del arco, cerrando Morrison su primer año mutativo con un émulo de Lázaro, que se levantó y anduvo. Al ser 2002 El año de la araña en Marvel, esta entrega presentó la tercera parte de un divertimento centrado en Spiderman.






Soy tu destino
Mutante: 1. Que muta. // 2. na. Gen. Cromosoma u  organismo que resulta de una mutación. // 3. Descendencia de un organismo mutante (Diccionario de la lengua española. Real Academia Española, 2001).
El que tras casi treinta años haya roto mi voto de no acercarme a un libro de consulta, al igual que la mayoría de mis educadores, salvo para usarlo como arma arrojadiza, es señal del interés y curiosidad que ha despertado en mí esta etapa. Además, descubrí que entre aquellos que apoyaron más entusiásticamente la teoría de la evolución de Darwin, estaba un grupo de científicos británicos que respondía al nombre de The X Club.
Por cierto, eso de consultar un diccionario está muy bien; aprovechando que lo había desempolvado, lo utilicé como tarima para subirme a él, y llamar la atención de aquella que confío en que me ayude a mutar, y a que mi cuerpo no vuelva a ser el mismo, trocado por su contacto.

Salud, y abrigaros, que no todos tenemos un factor curativo.


Dentro de la Viñeta Nº24 año 2003


lunes, 31 de julio de 2017

RETRATISTAS CON PINCELES DE ORO

 POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA 

Cuando el siglo XIX se orillaba hacia su final, un grupo de pintores que vivió en esa bisagra del tiempo logró transformar el retrato en una de las empresas artísticas más rentables de la historia del arte. Giovanni Boldini (1842-1931), Abbott Whistler (1834-1903), Jacques-Émile Blanche (1861-1942), Antonio de la Gándara (1861-1917), Joaquín Sorolla (1863-1923) y, sobre todo, el estadounidense John Singer Sargent (1856-1925) entendieron que el fin de siécle agonizaba con una promesa de fama y dinero. Descubrieron que podían hacer fortuna sentando frente al caballete a la antigua aristocracia británica y a la nueva burguesía industrial y financiera que emergía en Estados Unidos y Europa. Un agujero de gusano hacia el triunfo. Singer Sargent ocupó el centro de la polémica con solo 28 años cuando envió al Salón de París de 1884 Retrato de Madame X, obra que no fue un encargo, que plasma a la esposa del banquero parisiense Pierre Gautreau, una de las bellezas de la época. El pintor la mostró de pie, con uno de los tirantes del vestido caído que tras las críticas acabó repintando. La piel plateada y figura desprenden la sexualidad de un greco profano. Inaceptable para la mirada burguesa.

Mucho antes de que Damien Hirst, Dalí o Jeff Koons utilizasen el escándalo como cebo para vender, estos artistas aprendieron a transformar el ruido en dinero. Incluso el escritor Émile Zola percibió esta estrategia como un atajo hacia la fama para "quien es un niño en edad impaciente".

La historia de Giovanni Boldini recorre los límites de esa frase. Su modelo Concha Errázuriz, hija de la acaudalada familia chilena Subercaseaux, es una cría cuando posa para él en 1892. La exhibe como una lolita de la belle époque. Pinta los encajes de la falda y la carne del muslo. El Retrato de la joven Errázuriz dibuja otra provocación.



Retrato de MadameX, cuadro realizado por John Singer Sargent. ARTHUR
HOPPOCKHEARNFUND/ METROPOLITAN MUSEUM.


Pero ni la estrategia de la algarada, ni el ansia de prestigio social de sus modelos justifica el éxito de un grupo de retratistas tan heterodoxo. Tuvieron la fortuna de "construir sus carreras dentro de un sistema del arte que en aquellos años estaba evolucionando de una estructura estatal a otra internacional de galerías privadas, sociedades artísticas y grandes exposiciones mundiales", reflexiona en el prólogo de Retratos de la Belle Époque (El Viso), Barbara Guidi, conservadora jefe de la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo de Ferrara. El arte ensayaba las señas de identidad del siglo XX y los periódicos contaban la vida de Sorolla, Sargent y Boldini con el escrutinio que hoy se dedica a los deportistas.

Sin embargo, ninguno tuvo una aceptación comercial como la de Sargent. En 1906 el Estado británico paga 1.260 guineas por su Retrato de Ellen Terry como Lady Macbeth, una cantidad elevada para el que ya era uno de los artistas más cotizados de la época. Hay que pensar que tan solo un año antes, en 1905, Retrato del príncipe Baltasar Carlos, concebido por Velázquez, se remata en 1.570 guineas.
El pintor estadounidense está en el apogeo de su carrera y en los Salones se comenta que es el retratista más caro del mundo. "No es verdad. Sus precios eran comparables a los de Sorolla, Boldini, Fildes o Collier", aclara Richard Ormond, sobrino-biznieto del pintor y quizá la voz más autorizada sobre el artista. En la década de 1900 cobraba 2.000 guineas por un retrato de cuerpo entero, 100 libras por un dibujo y 50 libras por las acuarelas, que rara vez vendía a particulares. ¿Mucho? Boldini pedía hasta 30.000 guineas por sus retratos, Sorolla vende María vestida de labradora valenciana (una imagen de su hija) por 10.000 francos y Whistler tasa en 2.500 libras una tela del duque de Marlborough. Este último tiene unos precios que "no eran tan exagerados como los de Boldini o Sargent", admite Grischka Petri, especialista en el pintor.

Sargent entiende muy pronto la lucrativa aritmética de retratar a hombres poderosos y mujeres bellas. Nacido en Florencia, en una familia adinerada que vive en Europa desde 1854, ejemplifica la esencia del expatriado. Viaja incesantemente: Roma, Venecia, Suiza. Aprende el oficio en el taller parisiense de Carolus-Duran (1837-1917) y allí absorbe a Velázquez como la tierra seca el agua. Visita el Prado en 1879 y copia 10 de sus cuadros. No cesa de viajar: Ronda, Granada, Sevilla, Marruecos. Nunca abandonó ese hábito. Ni siquiera cuando en 1886 —tras el escándalo de Madame X— traslada su estudio a Londres en busca de clientes. El pintor avanza el desarraigo que provocarán las dos grandes guerras. Es italiano de nacimiento, estadounidense de nacionalidad, francés de formación y británico de residencia. Habla cuatro idiomas y su orientación sexual resulta un misterio. Pero transforma su paleta en una máquina. Entre 1900 y 1907 produce 130 retratos. Mientras, la crítica le espera en la esquina. "Podría haber sido Degas o Lautrec, pero se dedicó a repetir fórmulas trilladas y como consecuencia de su comercialismo estaba agotado a los 30 años", escribió el crítico Clive Bell cuando falleció Sargent en 1925.

Esta es la idea que quieren desmontar las 80 acuarelas que la Dulwich Picture Gallery de Londres exhibe hasta el próximo 8 de octubre. Sargent: The Watercolours es una reconciliación con el artista. La muestra propone visitar su trabajo menos comercial. Obras sobre papel que prefirió no vender. Una luminosidad líquida que capta las canteras de mármol en Carrara o los gondoleros de Venecia. La propuesta más avanzada de un pintor reaccionario que rechazó a Picasso y Braque. "Ahora es fácil criticarle. Pero en aquellos años la mayoría pensaba que los cubistas o los fauves eran unos chalados", justifica Richard Ormond.

 La llegada de esas vanguardias cambió la industria del retrato. El siglo XX se deslizó hacia el fin de las categorías artísticas y "durante nuestro tiempo el creador se libera de los encargos", apunta Joáo Fernandes, subdirector del Museo Reina Sofía. Ni Picasso ni Freud eran propensos a aceptarlos. La editora y galerista Elena Foster fue amiga del pintor británico. "Lucían retrataba a la gente que amaba, admiraba o le divertía", recuerda. Y toda la vida del genio cubista habita en sus retratos. "Pero apenas nadie posaba para él fuera de su círculo familiar", explica la conservadora Carmen Giménez. El retrato recupera su dimensión íntima, pierde su imagen idealizada y se convierte en un arma. "Picasso comienza a pintar a Olga Khokhlova [su primera esposa] como una mujer bella, pero a medida que la relación se deteriora termina siendo un monstruo", apunta Giménez.

Hoy, pocos artistas esenciales admiten encargos. David Hockney, Thomas Struth (fotógrafo), Alex Katz, Luc Tuymans o Elizabeth Peyton aceptan si la propuesta viene de sus coleccionistas, amigos o de ciertas instituciones. Y mientras eso ocurre en las autopistas del arte, en sus carreteras secundarias un grupo de irreductibles aún reivindica la belle époque. Uno de sus miembros es Ralph Heimans. El único artista escogido para retratar a la reina Isabel II por su jubileo de diamantes. Su pintura es un georges de la tour incendiado. Luz, colores saturados y unos precios que oscilan entre 83.000 y 278.000 euros. Trabaja como en tiempos de Sargent. Sus modelos posan durante varias sesiones, envía bocetos para su aprobación y viaja a las lujosas casas de sus clientes para encontrar la localización perfecta. "El mercado para mis retratos es muy exclusivo", defiende Heimans. Cenizas de un mundo que se niega a desaparecer.


El Pais Ideas Nº116 Domingo 30 de julio de 2017

En pocas palabras - EMMA RÍOS

Se preparó para diseñar edificios, pero acabó armando historietas. Emma Ríos (Vilagarcía de Arousa, 1976) es la dibujante española más aplaudida en EE UU gracias a la serie Bella muerte (Astiberri), unos wésterns ultrarrenales, poéticos y sanguinarios, que firma con la guionista Kelly Sue DeConnick. Por ese mundo de mujeres poderosas donde entremezcla rosas y esqueletos, enjambres y ratas, vivos y muertos fue nominada en 2014 a los premios Eisner, donde compitió de nuevo este año por una antología. En 2016 se estrenó en solitario con I. D., ciencia-ficción en blanco y rojo con profunda carga ética.



Ilustración de Setanta

¿Qué libro tiene en su mesilla de noche? City of Saints and Madmen, de Jeff Vandermeer.

¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado? Un cómic: You, a Bike & a Road, de Eleanor Davis.

¿Qué cómic le hizo soñar con ser historietista? Akira, de Katsuhiro Otomo.

¿Qué libro no pudo terminar? Suttree de Cormac McCarthy. No elegí un buen momento para leerlo.

¿Qué cómic leyó por obligación? Pyongyang, de Guy Delisle.

¿Qué canción la retrata? Ninguna que pudiese gustarme.

¿Cuál es su película favorita? Cambia cada día, voy a decir Inn of Evil, de Masaki Kobayashi.

¿Qué edificio le habría gustado diseñar? Algo en un entorno sin gravedad.

Si no fuera lo que es, ¿qué le gustaría ser? Gato.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? El mérito.

¿Qué encargo no aceptaría jamás? Cualquiera relacionado con el machismo, la discriminación o el maltrato animal.

¿Qué dibujante español merece un Premio Princesa de Asturias? Rayco Pulido.


El Pais Babelia nº1.340 sábado 29 de julio de 2017


El trazo del sol naciente






Page Tsou es el último ilustrador oriental que salta a las grandes galerías de arte. Ahora expone en Madrid
Por Mario Suárez

 Su exposición se puede visitar en el Museo ABC de ilustración hasta el 15 de octubre.





En 2015, una obra del artista japonés Takashi Murakami se subastó por cerca de 429.000 euros. Era un cuadro de estética pop, muy cercano al cómic, con la figura de Lionel Messi. Una cifra difícil de imaginar hace algo más de una década, cuando la ilustración era considerada un arte menor dentro de las vanguardias. Hoy, su obra forma parte de museos y colecciones privadas de todo el mundo, liderando un cambio en el mercado y en la forma de entender las diferentes disciplinas del arte.

Son pocos los creadores que cruzan esta frontera pero, los que lo hacen, consiguen elevar su trabajo al lugar del que nunca tuvo que bajarse. Uno de los últimos en llegar es Page Tsou (Taiwán, 1978), un autor de literatura infantil, habitual colaborador de firmas como Gucci, Montblanc o Johnny Walker, que ahora expone por primera vez en España en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración (Madrid). "En algunos casos, el arte contemporáneo parece una ilustración, con nombres como David Shrigley o el propio Murakami, pero también pasa al revés, que la ilustración está cercana al arte; lo mainstream y lo underground han comenzado a mezclarse, la frontera entre la ilustración y el arte está difuminada, y al final todo es lo mismo, un concepto o un conjunto de historias que quiere el artista contar de manera visual", cuenta Tsou. Con influencias del cómic japonés, el arte urbano y la pintura tradicional oriental, el trabajo de este artista ya forma parte de importantes colecciones y centros de arte como el Museo de Bellas Artes de Taipéi o la Fundación Conran (Reino Unido), entre otros.

"Internet ha creado multitud de nuevas plataformas y oportunidades a los ilustradores, comparado con los viejos tiempos. Ahora es más fácil difundir tu obra", relata el artista que, rarezas de su sector, carece de redes sociales. Admirador de Banksy, Damien Hirst o Martin Creed, llega a nuestro país con una exposición titulada Hide-and-seek [el juego del escondite] donde experimenta, con una línea precisa, con el acto de ocultar y buscar, pero también habla de guerra y violencia, con un estilo lejano a la ilustración infantil que le ha hecho famoso y le llevó a ganar el Premio Internacional de Ilustración Feria de Bolonia (2011), el más importante de su sector. "Antes de que un artista se convierta en maestro es necesario desarrollar su propio estilo, para al final descubrir cuál le gusta más y dónde está más cómodo. Si miras a Picasso o Miró, también descubres que cambiaron bastante de modo de trabajar", añade. No esperemos, entonces, en su muestra códigos naïf ni colores pastel. 














El Pais Tentaciones Número 27 -Agosto 2017

OTRO DÍA EN LA OFICINA

Cuando José Domingo publicó en 2011 Aventuras de un oficinista japonés, su cómic rompió moldes. Ahora su obra se reedita en un volumen que descubre parte de sus secretos

  ÁLEX SERRANO




José Domingo cuenta que la idea para Aventuras de un oficinista japonés "nace de una historieta corta y consistía en dibujar el tebeo conforme avanzaba, desplazando la cámara, un poco en plan Dogma, viendo qué pasaba y sin diálogos". Un método poco habitual y que le deparó muchas sorpresas: "No tenía ni idea de lo que iba a suceder, introducía nuevos elementos según dibujaba". El resultado fue una de las obras más alabadas del cómic de 2011, nominada para el premio Eisner, que ahora se reedita de la mano de Astiberri en un cuidado volumen que descubre muchos de los secretos ocultos en cada viñeta.

El dibujante sí que mantuvo, sin embargo, la idea de no tener un guión previo. "Crear el cómic, en realidad, era algo que sucedía ante mis ojos. Fue un ejercicio de improvisación, casi de escritura automática", asegura. Aventuras de un oficinista japonés baraja influencias gráficas de autores como Chris Ware o Max. Sin embargo, José Domingo asegura que carecía de referencias en la elección de los planos o en el aspecto formal. "Tenía en la cabeza los cómics que me gustaban de pequeño, era una manera de buscarme a mí mismo en el dibujo", cuenta, y añade que buscaba "esa sensación de exploración de crear el mundo, un poco como los libros de 'elige tu propia aventura' o videojuegos".
Un poco de videojuego tienen las peripecias del atribulado japonés, un personaje ideado, confiesa Domingo, por el cliché. "Quería juntar dos cosas muy locas, algo anodino como el típico oficinista japonés, el hombre que vive para trabajar, y mezclarlo con un montón de cosas locas".

El dibujante quiso explotar "esa cosa cultural que tienen ellos, esos polos opuestos que se alimentan mutuamente". Con años de perspectiva, José Domingo considera que el oficinista sigue siendo una obra que destaca. "Quizás ya no es tan rompedora como pudo ser en su momento", confiesa, "editoriales como Fosfatina, Autsaider o Fulgencio Pimentel hacen cosas más arriesgadas, pero sí mantiene el punto fresco y, al ser una obra larga, marca diferencias". El artista sí considera que el suyo "es un cómic situado como obra reconocible, por lo que no tiene nada que demostrar. Lo que pudo aportar ya lo aportó".




VIDA EXTRA
El de José Domingo es un cómic repleto de referencias y pequeños detalles. Por eso la reedición preparada por Astiberri cuenta con una guía de lectura confeccionada por el crítico Gerardo Vilches. Aventura ampliada y revisada.


El Pais. Tentaciones Número 27- Agosto 2017