jueves, 9 de junio de 2016

Spiderman y más Spiderman


Panini garantiza en 'La saga del clon' horas de diversión con las últimas muestras de un Hombre Araña que podríamos considerar clásico.


JAVIER FERNÁNDEZ




EL ASOMBROSO SPIDERMAN: LA SAGA DEL CLON. Gerry Conway, Ross Andru y otros. Panini. 624 páginas. 39,95 euros.

Soy de los que opinan que el mejor Spiderman lo firmaron Stan Lee y Steve Ditko a comienzos de la década de los 60, pero entiendo que la saga del personaje fue ganando densidad y carga emocional en los años sucesivos, gracias al trabajo de creadores como John Romita, Gil Kane o Gerry Conway. Con ellos, las aventuras de Spiderman ganaron nervio, espectacularidad y una excelencia artística que atrajo las miradas de los lectores de medio mundo. En poco tiempo, el Hombre Araña pasó de ser uno más de los superhéroes con que Marvel volvió a la arena en la llamada Edad de Plata del cómic book a convertirse en el icono por excelencia de la compañía.

En esa línea ascendente, seguramente la muerte de Gwen Stacy sea el clímax, el punto de retorno a partir del cual ya nada volvió a ser lo mismo, aunque hay etapas posteriores que siguen mereciendo el calificativo de imprescindibles. Dos de ellas las acaba de reeditar recientemente Panini, y garantizan horas de diversión para todo el que se anime a leerlas. Son quizá las últimas muestras de un Spiderman que podríamos considerar clásico. La primera de ellas la componen los episodios siguientes al fallecimiento de la novia del héroe, y están firmadas por el joven Conway (artífice literario de la ominosa tragedia) y un veterano Ross Andru en el punto álgido de su carrera. Bajo el título de La saga del clon, un grueso volumen de la colección Marvel Gold recopila dicha etapa, esto es, los números 124 a 150 de The Amazing Spider-Man, publicados originalmente entre 1973 y 1975. Hay numerosos hitos argumentales en este puñado de episodios, pero claro está que los principales son el debut de The Punisher y la inquietante primera saga del clon (no confundir con el invento aquel de la década de los 90 que casi arruina creativamente la franquicia). Las páginas aquí reunidas son frenéticas y sofisticadas, y releyéndolas uno comprende el por qué de la supremacía comercial del personaje previa a la explosión de los mutantes.


La otra es la aclamada etapa de Roger Stern y John Romita Jr., también en la cabecera principal del superhéroe, The Amazing Spider-Man. Stern aterrizó allí después de que la serie atravesara un periodo inestable, y supo enderezar el rumbo con una excelente mezcla de tradición y modernidad. Su Spiderman no se lee como una versión posmoderna o un homenaje a tiempos pretéritos, sino como una auténtica continuación del espíritu inicial; dicho de otro modo, su Spiderman tiene el alma del personaje de Lee, Ditko y Romita. El guionista tuvo además la fortuna de contar con un sobresaliente Romita Jr., que comenzó a forjar aquí su larguísima y muy fructífera relación con el Hombre Araña. El número 69 de la colección Marvel Héroes recupera esta etapa al completo (números 224 a 251 de Amazing, más los Annuals 16 y 17, todos editados entre 1982 y 1984), solventando los problemas de papel e impresión que había padecido la anterior reedición de este mismo material y añadiendo un estupenda galería de ilustraciones que allí faltaba.


Malaga Hoy

Mercenarios espaciales


JAVIER FERNÁNDEZ 



STAR SLAMMERS. LA COLECCIÓN COMPLETA. Walter Simonson. Panini. 304 páginas. 30 euros.

Para todos los que nos criamos leyendo los cómics Marvel en los 80, el título Star Slammers tiene una resonancia especial. Se publicó en aquella vieja colección de novelas gráficas que prometía aunar el estilo estadounidense con la sensibilidad europea, y fue una de las primeras obras maestras que pudimos leer de Walter Simonson (junto con su magnífico Thor, que no ha parado de reeditarse desde entonces). La epopeya de estos mercenarios espaciales, los mejores en el arte de la guerra, circunspectos y atormentados, es un delirio gráfico cargado de recursos narrativos, así como una lectura imaginativa que invita a soñar, en la mejor tradición de la ciencia ficción.


Más de tres décadas han pasado desde que Star Slammers asomó por primera vez en el quiosco, y la trayectoria editorial de esta corta serie, que pasó por Marvel, Malibu y Dark Horse, complicaba hasta ahora su lectura. Por fortuna, IDW decidió compilar en 2015 la totalidad en un solo tomo cargado de extras, y Panini lo pone en nuestro mercado al alcance de los nostálgicos y las nuevas generaciones. El volumen incluye la novela gráfica original, junto con la historieta corta Sueño febril, incluida en el número 114 de la revista Dark Horse Presents, la miniserie de cuatro números, el Star Slammers Special y el puñado de páginas del número 0 de Bravura. Todo este material llega en edición remasterizada, con nuevos colores, nueva traducción y nueva rotulación castellana, y se acompaña de una estupenda introducción del propio Simonson, más el impagable apartado Star Slammers: Los años RISD (que reproduce con gran calidad las historietas anteriores a la novela gráfica, autopublicadas en fotocopias, escritas y dibujadas en la década de los 70, cuando Simonson estudiaba aún en la Rhode Island School of Design y las influencias de Robert Crumb y Vaughn Bodé eran más que patentes). Va también una última sección de ilustraciones promocionales, cartas y portadas de la serie. Una auténtica gozada de principio a fin, de la mano de un artista en estado de gracia.


Malaga Hoy

Lovecraft según Moore

JAVIER FERNÁNDEZ 




PROVIDENCE, 1: EL MIEDO QUE ACECHA. Alan Moore, Jacen Burrows. Panini. 176 páginas. 18,95 euros.



Alan Moore ha regresado, dispuesto a actualizar y reinventar el universo de H. P. Lovecraft, maestro del terror psicológico y una de las figuras más destacadas de la literatura pulp del pasado siglo. Quizá conozcan títulos como The Courtyard o Neonomicon, dos precedentes de esta misma hebra en los que Moore se aproximó al universo lovecraftiano, pero les pido que se olviden de lo que hayan leído hasta la fecha. Providence está a otro nivel. Como dice Antonio Solinas en su epílogo: "cada viñeta, cada réplica, cada detalle del dibujo se concibe como una serie de muñecas rusas de referencias y conexiones". Y, en palabras del propio Moore, tal vez sea esta "la aproximación en forma de cómics más seria y ambiciosa que jamás se haya intentado sobre Lovecraft". El primer tomo de la esperadísima traducción de la serie contiene los números 1 a 4 originales.


Malaga Hoy

Una joven 'fashionista'

JAVIER FERNÁNDEZ



MINIBLOGGER. Georgina Gerónimo. Panini. 104 páginas. 15 euros.



La siempre incansable colección Evolution ofrece este divertido y fresco relato sobre las vicisitudes de una joven fashionista que sueña con tener su propio blog de moda… y lo consigue. Con estilo propio, una línea moderna, desenfadada, y un atractivo uso de la composición de página y los colores, la autora, Georgina Gerónimo, compone una especie de comedia de situación de tiernos personajes, pero trasciende la anécdota para acabar hilando una verdadera colección de tips para todo aquel o aquella que quiera meter las narices en la blogosfera y triunfar en las redes. Miniblogger ganó la Beca Carnet Jove Connecta't al Còmic 2015, se beneficia de la cuidada edición de Panini e incluye un imprescindible glosario para neófitos.

Malaga Hoy

La vida en 'noir'


Las historias cortas, hasta ahora inéditas, del guionista Brian Azzarello son recopiladas por ECC en un imprescindible volumen.

JOSÉ LUIS VIDAL 




Lo conocí en el Salón de Cómic de Barcelona, donde tuve la suerte de convertirme en dicharachero reportero del magazine Freek!, teniendo la suerte de entrevistar a varios de mis ídolos de las viñetas. Y aunque hay ocasiones en las que sales defraudado al enfrentarte a la persona, ésta no fue una de ellas.

Brian Azzarello se encontraba solo en la sala de prensa y cuando lo vi pensé que ese era el momento apropiado para intentar hablar con él. Aceptó amablemente y tras elogiar mi reloj de pulsera comenzamos a charlar y pude comprobar que la aparente seriedad del guionista era sólo ese escudo que solemos utilizar los tímidos en ocasiones.

Yo ya lo admiraba por maravillas del género negro como Johnny Double o su, hasta el momento, mejor obra, ese retablo titulado 100 Balas, donde homenajeó al género noir desde todos los ángulos posibles. Pero lo que realmente me encandiló de su manera de escribir (siempre lo he leído en inglés, of course…) era lo convincente y realista de sus diálogos. Esbozando una media sonrisa me confesó que, evidentemente, nunca había estado en la cárcel ni frecuentaba ambientes "poco recomendables". Él era un "escuchador". En bares, por la calle, cualquier sitio es bueno para asimilar el lenguaje, todas esas palabras y expresiones que nacen cada día y que, desafortunadamente, no vamos a encontrar en un diccionario inglés-español.

Y aunque en su ya dilatada carrera ha cultivado también el género superheroico (hay que aclarar que el sello Vertigo se mantiene vivo bajo el ala de la casa madre, DC Comics), a mí, que soy un auténtico amante del género negro, siempre me ha gustado la manera de retratar a sus personajes que tiene este guionista nacido en Cleveland. Tanto Superman, como Batman y Wonder Woman han pasado por su teclado (siendo su etapa en las páginas de la Amazona de lo mejorcito que se ha hecho nunca con el personaje y que, curiosamente, ECC Ediciones está recopilando también en estos momentos). Y curiosamente, metiéndome en su cabeza, creo que se siente afortunado por haber dejado su sello de escritor en la precuela y secuela de dos obras maestras del Noveno Arte: Before Watchmen y The Dark Knight Returns: The Master Race, donde escribe a cuatro manos con Frank Miller la continuación de esta gran historia.

En este pasado Salón del Cómic ha regresado, una vez más, a Barcelona y ECC, aprovechando su estancia ha editado una serie de obras cortas, inéditas hasta el momento y que eran ese pequeño-gran ladrillo que faltaba por colocar en su obra publicada en nuestro país.

Estos relatos, publicados originalmente en miniseries de Vertigo como Weird Ward Tales, Gangland, Heartthrobs, Flinch o Strange Adventures, nos presentan a ese Azzarello que maneja el relato corto a la perfección (de hecho, si os fijáis, en 100 Balas, hay infinidad de historias paralelas a la trama principal, que duran sólo un número y son realmente geniales) y se hace acompañar por una serie de artistas que retratan a la perfección la visión del mundo criminal que este guionista posee.

En la primera, titulada Ares, y junto al dibujante James Romberger, nos muestra el regreso de un convicto a su barrio y el plan vengativo que anida en su corazón.

Junto al ilustrador y portadista Tim Bradstreet nos sumerge en la que podía ser cotidiana existencia de un tipo cualquiera, cuya vida está a punto de sufrir un irremediable vuelco. Y es que amigos, el pasado siempre vuelve…

En Al otro lado del pueblo viajamos una vez más junto a Bradstreet a esa América profunda, de sheriff implacables, que manejan la ley a su antojo (la larga sombra del escritor Jim Thompson planea sobre este relato).

Daniel Zezelj, con el que trabajó en la serie regular El Diablo, nos muestra lo que puede ocurrir si llamamos a uno de esos números que se encuentran escritos en las ya casi extintas cabinas de teléfono…

Junto al canario Javier Pulido nos muestra la típica historia de golfillos que hacen de las suyas en una obra abandonada, pero que se encontrarán con la horma de sus zapatos al tropezar con un par de tipos poco fiables.


Y para finalizar este recorrido por el mundo criminal, Azzarello une su talento a uno de los más admirados dibujantes de comic-books del momento, Esad Ribic, que, antes de dedicarse por completo a ilustrar las aventuras de los tipos con capa y mallas, podía permitirse el lujo de dibujar relatos como Lengua nativa, en que la investigación de la muerte de unas reses desembocará en algo más bizarro y terrible.

Esta recopilación bajo el epígrafe Grandes autores de Vertigo es una oportunidad única de disfrutar del buen hacer de uno de los grandes guionistas del tebeo norteamericano, Brian Azzarello. No os arrepentiréis.


Malaga Hoy

Tebeos como pieza de museo

El IVAM inaugura la exposición ‘Valencia línea clara’, un recorrido en 200 obras por los autores que protagonizaron la escena del cómic en los años setenta y ochenta

BORJA HERMOSO
Valencia 8 JUN 2016


Cómic. Tebeo. Historieta. Novela gráfica. Álbum. Cada uno pronunciará la palabra que más le seduzca para nombrar esa forma de expresión que, más de un siglo después de su nacimiento, algunos se empeñan en ignorar cuando no en ningunear como género. Y así nos va. Bah, tebeos, cosas de niños. España ha sido tradicionalmente una de las mayores fábricas mundiales de talento en forma de viñeta y autores como Carlos Pacheco o Germán García en el ámbito de los superhéroes o más recientemente el tándem Canales/Guarnido en el campo del mejor cómic de autor tuvieron que marcharse a Estados Unidos o Francia para alcanzar el éxito mundial. El mercado español del cómic no existía, y sigue sin existir. “Llevamos toda la vida de moda y toda la vida en crisis”, asegura el dibujante Sento.

Una cifra de ventas de 2.000 ejemplares puede ser considerada un éxito, pese a que se editan más títulos que nunca y se edita mejor que nunca. Los mejores autores, recibidos en salones internacionales como figuras de lo que en 1985 el maestro Will Eisner llamó El arte secuencial —libro seminal para todo aquel que aspire a entender mejor este fenómeno cultural—, tienen que dedicarse a ilustrar carteles, hacer publicidad o dar clases si quieren salir adelante. Pero quedan, al margen de las cifras y los balances, el prestigio y la evidencia de un genio creativo que no parece tener fin. Y de eso trata ni más ni menos la preciosa exposición que abre sus puertas en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) comisariada por Álvaro Pons: VLC Valencia Línea Clara, que permanecerá abierta hasta el 2 de octubre. De poner el acento en la respetabilidad de los cómics convirtiéndolos en objeto de museo, como ya han hecho el Louvre y el MoMA.

José Miguel Cortés, director del centro desde 2014 en sustitución de Consuelo Císcar, ha apostado personalmente por dar luz verde a esta verdadera entrada de la historieta por la puerta grande en la temporada de exposiciones. “Esta muestra rompe un largo silencio injustificado sobre un medio expresivo tan importante como es el cómic. El cómic ha llegado al IVAM para quedarse", ha asegurado Cortés en alusión a sus planes de organizar nuevas exposiciones sobre el género y de incorporar obras a la colección permanente del museo.

Nombres como Miguel Calatayud, Miquel Beltrán, Sento Llobell, Micharmut, Mariscal, Daniel Torres o Manel Gimeno justifican del todo el poderío del medio y su conversión en materia expositiva. La muestra que hoy jueves será inaugurada con un coloquio entre todos ellos alberga más de 200 originales de estos y de otros autores de la denominada Nueva Escuela Valenciana: una auténtica explosión creativa en forma de dibujos y textos que, en los años setenta y ochenta, sirvió de gozne entre la contracultura underground procedente de Estados Unidos y los destellos pop que ya refulgían en Europa. El objetivo de Valencia Línea Clara es rescatar la naturaleza del tebeo como medio popular y, más allá de ello, como el objeto de cultura de masas que fue.

Viñeta de 'Peter Petrake', de Miguel Calatayud, de 1969.

Hay que rendirse a la evidencia: el caso valenciano es muy particular. En aquellos ochenta, el cómic de los autores valencianos no solo aterrizaba en las páginas de revistas hoy por desgracias ya legendaria como Cairo, Bésame mucho, Trinca o El Víbora (sí, aquella que sus editores quisieron llamar sin éxito Goma-3), de fanzines como El polvorón polvoriento y A Valencia y de editoriales como Complot o Arrebato. Aquellos dibujantes y sus irreverentes dibujos inundaban también las paredes, las tiendas, los bares y los carteles de las fiestas populares de la ciudad. Y las Fallas. No en balde la exposición se abre con Els Dalton de Marxalenes, un espléndido ninot obra de Sento, Manuel Martín y el modisto Francis Montesinos, instalado en 1987 en la Plaza del Ayuntamiento.

La muestra ofrece también diversos originales de quienes fueron los auténticos pioneros de esta Nueva Escuela Valenciana: el propio Miguel Calatayud (Peter Petrake, La diosa sumergida, El proyecto cíclope…) y algunas obras de tinta china en formato cómic del Equipo Crónica y del Equipo Realidad, presentes en los fondos del IVAM. Además, las vitrinas albergan ejemplares de la célebre Editorial Valenciana (la editora de cabeceras como Pumby, Jaimito y TBO), dibujos originales, procesos de entintado y guiones originales escritos a mano.

AQUELLAS VIEJAS REVISTAS QUE MURIERON
Eras de Nazario o de Mariscal, te quedabas con las salvajadas lumpen del travestón Anarcoma o con los devaneos mediterráneos de Los Garriris. Daba igual: ya habías comulgado con la religión del cómic. Difícil desengancharse. Los que no sabían que existían los cómics te miraban mal. Pero en aquel tiempo las historias de Calatayud, Sento, Beltrán, Torres, Gimeno, Micharmut, Pere Joan, Ana Juan y tantos otros llegaban en forma de revistas, en lo que era un relevo generacional de los viejos tebeos de Bruguera: Tiovivo, Pulgarcito, DDT, Din-Dan o Mortadelo. El mercado del cómic era una explosión: Cairo, Cimoc, Totem, Creepy, 1984, Comix Internacional… Nada sobrevivió. Hoy el aficionado consume novelas gráficas y eso forma parte del mercado del libro y, por lo tanto, con sus mismas miserias: en España no se lee. Ni cómics, ni en general.

El Pais

domingo, 5 de junio de 2016

Si no tebeo, eres novela gráfica DIBUJAR DE MEMORIA

Hace falta estar en el presente si se quiere que el pasado tenga sentido y hace falta un dibujante como Paco Roca para que esta paradoja quepa en una página



Paco Roca posa para ICON parapetado tras un panel de la exposición "El arte en el cómic", celebrada en el Espacio Fundación Telefónica Madrid.

TEXTO_Aitor Marín FOTO_Ximena Garrigues y Sergio Moya

DIBUJA DEMASIADO BIEN como para dedicarse a otra cosa, pero lo que de verdad borda Paco Roca (Valencia, 1969) es contar historias. Las plasma en novelas gráficas de trazo elegante, deudor como es de aquella línea clara iniciada por Hergé. Podría escribir libros o dirigir películas, pero no sería lo mismo. "He escogido un camino y ahora me resultaría imposible cambiar. Además, el momento actual del cómic es más interesante que el de cualquier otro medio", se defiende. Parte de la culpa de esta efervescencia que vive el sector se debe a la conversión del tebeo en novela gráfica. "Hace 15 años las editoriales y el mercado te decían qué temas podías tocar y cuáles no, porque no tenían sentido, no eran comerciales o no encajaban dentro de la industria. Hoy, gracias a la etiqueta de novela gráfica, el autor tiene una libertad total. Si le apetece contar una historia, lo hace". Y a él lo que le apetece es hablar del asunto de la memoria, que le trae de cabeza. En Arrugas, el protagonista era un anciano que la perdía; en El invierno del dibujante, reivindicaba la labor de aquellos artistas que en los cincuenta trabajaron a destajo para la no siempre agradecida editorial Bruguera; Los surcos del azar recupera la dignidad de la Nueve, la compañía formada por republicanos españoles que ayudó a liberar París en 1944, y, en la última, La casa, revive la figura de su padre, recientemente fallecido (todas están editadas por Astiberri). "De joven, intentas huir de tus raíces, de tu estatus social o de lo que sea, del destino que va implícito en los genes de tu padre y demás, pero cuando este falta y echas la vista atrás, piensas: ¿de qué me he desprendido? ¿qué he perdido? De ahí surge La casa".

Tras esa pérdida, que coincidió con la llegada de su primer hijo, empezó a imaginar las conversaciones que no pudo tener en vida. "Para la generación de mi padre, que no vivió la Guerra Civil y superó la dictadura sin grandes traumas, su gran épica fue prosperar y formar una familia. Era una gente educada dentro de la austeridad económica y, si eras hombre, también en la de sentimientos". Tanto es así que Paco recuerda cuando, tras ganar en 2012 dos Goya por la adaptación al cine de Arrugas, llevó los dos cabezones al hospital donde estaba ingresado su padre. "No me felicitó, pero vi cómo presumía con las enfermeras y para mí eso fue lo mejor que podía ocurrir". Los premios aparecen en los sitios más inesperados.

Revista ICON. Nº28. Junio 2.016