domingo, 5 de junio de 2016

Alicia en el pais de la moda

El ilustrador Fernando Vicente da una nueva perspectiva al personaje de Lewis Carroll
MARIA BALLESTEROS
MADRID




Ilustración de Fernando Vicente en el libro 'Alicia a través del espejo' con la Reina Blanca, Alicia y la Reina Roja.


Modelos de Balenciaga, Dior y Givenchy parecen repetirse en numerosas ocasiones a través de las ilustraciones de Fernando Vicente (Madrid, 1963). Desde su estudio, cercano al madrileño parque del Retiro, confiesa que sus décadas favoritas son los años cuarenta y sesenta, y que se hubiera quedado ahí a vivir. Por eso, no es de extrañar que, viendo algunas de las siluetas femeninas que Vicente dibuja, la memoria se deslice hasta los años en los que se estrenó Gilda (1946). Y que, en otras ocasiones, sean deliciosos vestidos y complementos los que nos transportan hasta la época del swinging sixties. Confirmando así que aquel tramo del siglo XX fue tan prolífico como deslumbrante e inspirador.

Para el ilustrador, Macarena Blanchón —socia y fundadora de la agencia Just Be Comunicación— es la culpable de que su relación con la moda se estrechara: "En los años ochenta, con 18 o 19 años, Macarena nos cogió a varios ilustradores del TBO Madrid y nos hizo una sesión para la revista de Galerías Preciados. A partir de ahí fui comprando cada vez más revistas de moda. Ahora me gasto un dineral", dice entre risas. Para Blanchón, Vicente siempre ha sido un artista que le ha "fascinado" y habla de él como "una referencia de buen gusto en el mundo de la ilustración".

Alicia a través del espejo (Nórdica); que se publicó el 27 de mayo coincidiendo con el estreno de la película del mismo nombre, es el último libro en el que Vicente despliega todo su talento. El encargo le llegó al tiempo que participaba en la exposición del Museo ABC de Madrid, en la que se conmemoraba el 150º aniversario de la publicación de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Para el madrileño había tres requisitos muy claros que quería cumplir en este proyecto.

El primero, era encontrar a su Alicia. "Cuando hice la ilustración para el Museo ABC me inventé la cara de Alicia. Pero para el libro utilicé el rostro de la modelo Gemma Ward", confiesa. La segunda condición era darle al Sombrerero un aire sofisticado: "Buscaba que fuera un dandi", dice. Y vaya si lo consiguió. El Sombrerero, que tiene un aire al diseñador de tocados Philip Treacy, lleva el clásico traje burgués que lucían los hombres en la Inglaterra del siglo XIX con sombrero de copa, lazo al cuello, levita, pantalones de tartán y unas polainas blancas con botones negros sobre zapatos Oxford. El tercer propósito estaba claro desde el principio: "Las flores pueden estar enfadadas, pero no pueden ser feas", dice rotundo. Por eso, convierte a las flores y al jardín en el que estas toman té en una suerte de editorial de moda propia del mítico fotógrafo Clifford Coffin.

La mención especial recae en la vestimenta de la Reina Roja y de la Reina Blanca. Sus atuendos son una lección de historia del traje en la que convergen el siglo XVI, por facturar de forma estilosa el cuello Medici; el XIX, a propósito de los brocados y el corsé en forma de triángulo invertido, y el XX y XXI, porque no estarían fuera de lugar si se les incluyera en algunas de las colecciones de alta costura de John Galliano o Alexander McQueen.

El madrileño es coleccionista de las ediciones italiana, francesa e inglesa de revistas como Vogue (para la edición española trabajó haciendo figurines al principio de su carrera), Harper's Bazaar y Tatler: "Ver revistas me entretiene, me distrae y me inspira. Warhol decía que para inspirarse ojeaba una revista y se le ocurrían mogollón de cosas". Preguntado sobre qué le falta a las cabeceras españolas de moda, Fernando Vicente responde prudente y sin tapujos: "Creo que falta una Diana Vreeland. Que cada número se tomase de forma más loca y más espléndida".


El Pais Estilo

De cuando Nazario era 'underground'


La próxima semana llegan a las librerías las memorias del dibujante de cómic, una crónica sentimental y erótica de la Barcelona de los setenta y ochenta. Por Tomás Delclós




EL DIBUJANTE, PINTOR y, ahora, cronista audiovisual de la barcelonesa plaza Reial, Nazario, publica La vida cotidiana del dibujante underground (Anagrama). Es la crónica sentimental y el dietario erótico de los arrumacos, amores y aventuras de la tropa que protagonizó el lado libertario de la Barcelona de los setenta y ochenta. En el libro, como en su vida, uno de los verbos más conjugados es "follar" y habla de "maricones" porque no le gustan los eufemismos. "Por llamarte gay no eres menos maricón". En el libro apenas habla de su obra y apenas pone fechas. ¿Por qué? "Porque ya hay muchos catálogos y obras antológicas. Además, tengo mala memoria para las fechas, y quien quiera saberlas puede consultarlas en la biografía de la web, nazarioluque.com", comenta en una entrevista en su casa.

A Nazario le interesaba contar la vida cotidiana para que se sepa que no todo en la peripecia del underground fueron risas. Los escombros de las resacas, el suicidio de amigos, la muerte por sobredosis, el trágico final de Ocaña (abrasado con un disfraz de papeles de seda) o la aparición del sida están muy presentes en su relato biográfico. "Nos movíamos por el ambiente como por campos de minas. Éramos unos supervivientes". Y también quería contarla porque, "a diferencia de la movida madrileña, con un alcalde como Tierno que la apoyaba, aquí no se ha hecho nada. La movida barcelonesa es una desconocida. No se ha interesado nadie por ella". No era una Barcelona confortable. Nazario explica, por ejemplo, la verbena de 1977, cuando él, Ocaña y el Osito fueron detenidos en el Café de la Ópera por cantar y mariconear con unos amigos. Las malas pulgas de unos guardias urbanos provocaron un motín de la gente. Total, tres días de cárcel, donde coincidieron con los actores de Els Joglars. Una Barcelona, sin embargo, con un fulgor que, considera, se ha apagado. "Ahora es una ciudad más reprimida". El underground eran los tebeos del grupo El Rrollo; era que la traducción inglesa de un cómic solo pudiera venderse en Estados Unidos en las sex-shops y envuelto en celofán, o era tener que imprimir (1975) en una vietnamita de la universidad 200 ejemplares de La Piraña Divina, donde Nazario reunió sus trabajos más impublicables. Curiosamente, un año después pudieron editarse legalmente las mismas historietas y únicamente hubo una multa porque, en el prólogo, Terenci Moix nombraba las palabras "paja" y "masturbación" más de veinte veces en una página y media. Pero el underground, para Nazario y sus amigos, también era provocación cotidiana. El despelote, y más en público, en  los años setenta, en Canet Rock o en las Jornadas Libertarias fue casi un ritual. En otro sitio Nazario ha escrito que ellos eran unos pequeñoburgueses pasotas y drogadictos para la izquierda comunista y socialista, y basura anarquista, rayando en terroristas, para la derecha. El libro permi¬te dibujar una ruta de los bares y locales predilectos de aquella tribu: Las Cuevas, Kike, La Gran Cava, London, Zeleste, Cúpula Venus, Magic...

Nazario, sin embargo, siempre ha sido muy estricto al aplicar el concepto underground a una obra. "Ha de cumplir tres condiciones: que la edites con tu dinero, que te niegues a autocensurarte y que distribuyas tu material por circuitos paralelos". De hecho, en el libro da como una fecha del entierro del underground cuando el suplemento Arte y pensamiento de EL PAÍS (20 noviembre de 1977) publicó unas páginas dedicadas a Ceesepe, Mariscal, Hortelano y. él. Sin embargo, en 1981, cuando clausure en Barcelona su primera exposición individual, convocará a los amigos, pondrá crespones negros en la obra expuesta y con un ataúd celebrará las exequias del underground. "Cómo me voy a seguir creyendo underground cuando te dan la Medalla de Oro de Bellas Artes. Sería jugar al equívoco", comenta ahora.



 
Nazario en un retrato coloreado de Ouka Leeke. 

Evidentemente, las cosas han cambiado. Tentación, Martirio y Triunfo de San Reprimonio, Virgen y mártir tuvo que publicarlo en la revista francesa Zinc. Hoy está en el Reina Sofía. Este mes tiene una exposición en Córdoba donde, todavía en 1990, tuvo problemas para exponer y la imprenta Tipografía Católica se negó a editar el catálogo alegando cláusula de conciencia. Claro que Facebook le ha cerrado cinco veces su cuenta. "No voy a poner otro desnudo para que me la vuelvan a cerrar". Nazario dejó el cómic por la pintura, que también ha abandonado. "Me di cuenta de que hacía una obra demasiado refinada y temí repetirme, caer en el manierismo. Además, las dos galerías con las que trabajaba han cerrado".

Dedicado a escribir su biografía y, como un voyeur minucioso, a fotografiar desde el balcón de su piso lo que sucede en la plaza Reial, Nazario ha estado esperando unos tres años a que una editorial se interesara por el libro, que dedica a "mi Alejandro", su pareja, fallecido en 2014. Educado en las confidencias del confesionario, Nazario escribe en él: "Los exhibicionistas nos volcamos en nuestros diarios como el náufrago que mete un escrito en la botella y lo lanza al mar".

Un libro en el que las escenas libertinas se mezclan con iconos de vírgenes y toreros. Donde se cita al inevitable Jean Genet, que vivió otra Barcelona más canalla, pero también a Bataille o Dreyer. Donde en la larga lista de amantes tiene cabida un novio guardia civil. Ahora es abstemio, no fuma y, dice en el libro, la única droga que no piensa abandonar es el sexo. Nazario entendía el underground también como una forma de vida. Por eso no cree que sus amigos se enfaden por lo que ha escrito. "Todo lo cuento como una cosa normal". Y ahí está el relato de este, como dijo Vázquez Montalbán, agitador moral. •

El Pais. Babelia nº1.280 4 de junio 2.016

La emisaria (Julia Otero por Martín Tognola)









Revista Jot Down Smart número 9 junio 2016

viernes, 3 de junio de 2016

Chispazos eléctricos

Ejemplo de la juventud de espíritu de la editorial La Cúpula es 'Voltio', revista que presenta el trabajo de una nueva generación de historietistas.

JAVIER FERNÁNDEZ


VOLTIO, 1. VV. AA. La Cúpula. 124 páginas. 12 euros.

Si hay una editorial de cómic en España que haya hecho propia la frase "Renovarse o morir", esta es La Cúpula. Con casi 40 años de historia, su catálogo siempre ha procurado reflejar los límites cambiantes del arte de la historieta mediante una búsqueda incansable de las propuestas que mejor definen cada momento. No sé cuántos autores, nacionales e internacionales, han debutado en nuestro país de la mano de La Cúpula, pero son legión, y esto es algo que los lectores no podremos agradecer nunca lo suficiente. Uno de los vehículos principales de dicho escaparate de tendencias fue la revista El Víbora, que aunaba las páginas más cutres y las más sofisticadas de toda suerte de latitudes. Hubo allí cabida para la experimentación formal de, qué se yo, Art Spiegelman o Muñoz y Sampayo, y para las transgresiones éticas de Nazario o Martí; para el erotismo delicado de Cadelo o el porno de Mónica y Beatriz, por citar solo un puñado de nombres al azar.

Con un pasado tan lúcido, y dejando aparte vacas sagradas, La Cúpula hoy poco se parece a la de entonces, aunque sigue firme la voluntad de hallar joyas inéditas o menos habituales. Ejemplo de ello, y de la juventud de espíritu de la editorial, es Voltio, la nueva revista recién alumbrada. Con un formato similar a la americana Mome (que también llegó a nuestro mercado gracias a La Cúpula), Voltio presenta el trabajo de una nueva generación de historietistas: Powerpaola, Kensausage, Aroha Travé, Ana Oncina, Alex Giménez, Núria Tamarit, José Domingo, Ana Galvañ, Fran Collado, Àlex Red, Antonio Hitos, Alexis Nolla y Andrew Rae. Dice el manifiesto que abre el primer número que "las revistas de cómic no han caído, sólo esperan la vibrante y revitalizadora voz de una juventud coral, briosa, enardecida por la visión de un futuro bañado por el dulce sabor que proviene del trabajo duro y que aplaca la sed del narrador interior". Claro está que es una empresa arriesgada, que demanda el apoyo de los lectores más inquietos, pero ¿no ha sido ese siempre el objetivo de una editorial valiente como La Cúpula? Veremos cómo evoluciona la cosa, por lo pronto yo les invito a asomarse a este divertido e ilusionante ensayo general.

Otro libro que les recomiendo es Duerme pueblo, la estupenda novela gráfica de Núria Tamarit y Xulia Vicente, más madera para que el fuego no se extinga. Es una historia ambientada en el Norte profundo, en una aldea en la que la muerte de un vecino despierta los recelos de la comunidad hacia dos misteriosas mujeres, la bruja Flavia y la cazadora Julia, y que hace buena la máxima de que las cosas nunca son lo que parecen. El guión engancha desde inicio y los dibujos huyen de lo fácil en este libro realizado a cuatro manos.


Y también me gustaría que le echaran un ojo a La favorita, el llamativo libro del autor franco-brasileño Matthias Lehmann, que ya tiene una amplia trayectoria en la BD y ahora debuta en nuestro país. Confusión sexual, delirio gótico y crítica social se dan la mano en este trabajo notable, de hermosa estética.

Malaga Hoy

La otra historia


JAVIER FERNÁNDEZ



EL ALA ROTA. Antonio Altarriba, Kim. Norma Editorial. 192 páginas. 20 euros.

Es fácil recomendar El ala rota. Se trata de una especie de segunda parte de El arte de volar, aquella virguería que mereció el Premio Nacional de Cómic en 2010, y no merece menos el apelativo de obra maestra. Tal como explica Antonio Altarriba en su epílogo, durante la promoción de El arte de volar, recuento de la vida del padre del guionista, una lectora le preguntó: "¿Y su mamá?". El personaje femenino estaba mayormente ausente en aquella novela gráfica, y el propio Altarriba confiesa que siempre se había creído "hijo de un hombre que no admitía señor y de una mujer servidora". Tal percepción cambió cuando se sumergió en la penosa vida de su madre, cuya libertad había sido cercenada desde el inicio. En palabras de la madre de Altarriba: "Cuando nací, mi madre murió en el parto. Y mi padre, que estaba muy enamorado de ella, me quiso matar. (…) mi hermana Florentina me arrancó de los brazos de mi padre, de no ser por ella estaría muerta". La niña salvó la vida, pero sufrió una grave lesión en el brazo que le acompañaría para siempre. Ese es el ala rota del título, y sirve, cómo no, de metáfora de todas aquellas mujeres que no pudieron alzar el vuelo y se limitaron a "llevar una vida continuamente marcada por figuras de autoridad" en la machista sociedad española de las pasadas décadas (de la que somos aún herencia viva). Tal como sentencia el escritor, de nuevo refiriéndose a su madre: "No soñó con altos vuelos como mi padre ni con disponer del cielo entero para surcarlo. Más modestamente, con su ala rota, se limitó a saltar de rama en rama. Puede que, de esa manera, llegara más lejos".


Es un libro importante, este de Altarriba y Kim; importante en el contexto del la historieta española y de la moderna narrativa. Un libro intenso, duro y precioso, que completa la incisiva mirada de los autores sobre la España del siglo XX. Enorme es el relato y descomunal la puesta en escena de Kim, uno de los mejores narradores gráficos de la actualidad. Ya les dije que resulta fácil recomendar El ala rota, es de lectura obligada.

Malaga Hoy

Sueños sacrificados

JAVIER FERNÁNDEZ




EL DÍA DE JULIO H. Beto Hernández. La Cúpula. 116 páginas. 12 euros.


Beto Hernandez firma El día de Julio, una excelente novela gráfica que se suma a la bibliografía siempre sorprendente del autor de Palomar. El protagonista, Julio, nace en el año 1900 en un pequeño pueblo mexicano y muere en el año 2000, tras una existencia marcada por la pesada atmósfera del entorno rural y los lazos familiares. Julio posee una sensibilidad especial, pero sus circunstancias le obligarán a adaptarse y a permanecer en la norma, sacrificando sus sueños. Comenzada por entregas en la revista Love & Rockets y terminada para la edición en libro, El día de Julio es una pieza valiosa del largo fresco del siglo XX trazado por Hernandez desde los años 80, una obra en marcha que ha sido comparada con Cien años de soledad. Con su estilo elíptico y sofisticado, Hernandez describe con peculiar belleza las luces y las sombras del individuo común.

Malaga Hoy

Esencias andaluzas


JAVIER FERNÁNDEZ



BUSCAVIDAS. Christophe Dabitch, Benjamin Flao. Norma Editorial. 240 páginas. 24 euros.


Buscavidas es la historia de la amistad entre el francés Manuel y el gitano Benito, dos vividores enamorados del flamenco que tratan de abrirse paso desde la nada. Benito es un cantaor de raza, pero canta solo porque lo agota la vida, y Manuel procura en vano hacer carrera de él, convencido como está de su talento. Ambos van y vienen por las calles de Utrera, enredados en faldas, huyendo de la miseria, proyectando un futuro que nunca acaba de llegar. Con línea suelta y furiosa y una narrativa sobresaliente, Benjamin Flao pone en imágenes el absorbente guion de Christophe Dabitch, y el trabajo conjunto logra transmitir, con una pasión fuera de lo común, la atmósfera del pueblo andaluz y la ética y la estética del flamenco.

Malaga Hoy