jueves, 17 de febrero de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
Tintín en el país de la realidad
Michael Farr ha estudiado a fondo los archivos de Hergé y descubre los entresijos del periodista del tupé imposible
autor:Guillermo Altares
Los tintinólogos han sido siempre una especie muy particular. Hay individuos que conocen todas las lenguas que se hablan en El Señor de los Anillos o que son capaces de recitar de memoria todos los planetas que aparecen en La guerra de las galaxias. Pero los datos que puede acumular un apasionado de las aventuras del periodista belga del tupé imposible y los eternos pantalones de golf superan todo lo imaginable.
El británico Michael Farr es un claro ejemplo de ello. Nacido en París en 1953, trabajó para la agencia Reuters en varias capitales europeas y luego en el Daily Telegraph, diario para el que cubrió primero África y luego Europa del Este y la antigua URSS. Es autor de varios libros de viaje y política internacional. Pero eso es lo de menos, porque Farr es, ante todo, un tintinólogo, uno de esos tipos que saben que en el castillo de Moulinsart hay un cuadro de Sisley (EL canal de Loing) porque aparece en la viñeta 10 de Stock de coke, o que, en 1979, un lector descubrió que existía una licencia de navegación de 1913 en Liverpool a nombre de un marino llamado H. J. Haddock.
Su último libro sobre el tema, Tintín. El sueño y la realidad, que será publicado la próxima semana en España por la editorial Zendrera Zariquiey, es una alucinante recopilación de todos los saberes que la más erudita tintinólogia ha ido a cumulando a lo largo de décadas. Y además ofrece un punto de partida nuevo: el secreto de la inmortalidad del personaje, su capacidad de fascinación, no está sólo en las historias de aventuras, ni en la retahílas de insultos del capitán Haddock, ni en sus excelentes dibujos de línea clara; lo que convierte a Hergé en un dibujante y narrador único es la minuciosidad con la que reflejó la realidad, su gusto por el detalle.
Farr tuvo acceso a los archivos personales de Hergé, al que entrevistó en 1979 cuando era corresponsal de Reuters en Bruselas, y comprobó que el dibujante belga almacenaba absolutamente todo. No sólo estaba suscrito a National Geographic, de donde sacaba paisajes, personajes o trajes exóticos, sino que además en su archivo se pueden encontrar miles de modelos: revistas de moda para los trajes de
Toda esta suma de detalles, de ideas, de imaginación desbordante tomada de forma obsesiva de la realidad (un realismo que compartieron otros autores de tebeos, como Hugo Pratt con su Corto Maltés), provocó lo imposible: que un personaje nacido el 10 de enero de 1929 en el suplemento infantil de un diario católico y conservador belga, Le Petit Vingtième, de la mano de George Rémi Hergé (1907-1983), se convirtiese en uno de los iconos del siglo XX. “Tintín es, para mucha gente, sinónimo de cómic, y los 23 álbumes de sus aventuras son los únicos tebeos que atesoran en sus bibliotecas” escriben Ignacio Vidal-Folch y Ramón de España en El canon de los cómics. “No van errados: son de los mejores de la historia. También son los más populares. Se han vendido aproximadamente 180 millones de álbumes en 40 idiomas”.
Farr estudia, uno a uno, todos los álbumes de Tintín, tanto en sus primeras versiones en blanco y negro como en las posteriores en color, en las que Hergé cambió decenas de cosas. Lo mezcla con datos biográficos de su creador, con la situación política del momento, y lo aliña con los detalles más insólitos. Y demuestra así otro de los secretos de Tintín: que se fue forjando a la vez que los cómics (cuando apareció por primera vez, este lenguaje estaba en pañales en Europa) y el cine y la expresión grafica. La evolución como creador es alucinante: desde la torpeza en los monigotes y las historias de Tintín en el país de los soviets (1929) hasta la perfección técnica y la genialidad de sus tebeos posteriores. La profundidad de estas historias, “recomendadas para jóvenes de
Distintas versiones
Hergé siempre estuvo muy pendiente de la realidad y de la sensibilidad de sus lectores. Y eso se ve especialmente cuando pasó a color los primeros álbumes. Por ejemplo, en el segundo volumen, Tintín en el Congo (1930) -que le valió una lluvia de acusaciones de racismo y colonialismo-, había una serie de viñetas en las que el periodista intentaba cazar a un rinoceronte. Al final lo hacía saltar por los aires con una carga de dinamita que no dejaba ni el cuerno. En la versión coloreada posterior, editada en 1946, Tintín simplemente tiene un encuentro en la sabana con el rinoceronte, que logra escapar sano y salvo. Fueron los editores escandinavos los que insistieron en que el animal no fuese masacrado. Sólo un detalle se le resistió a Hergé: hasta el último álbum terminado, Tintín y los pícaros (1973), no libró a su personaje de los pantalones de golf para vestirlo con unos sencillos vaqueros. Los detalles cambian constantemente, pero las esencias permanecían. Por eso, más de 70 años después de su creación, millones de personas siguen leyendo a Tintín en todo el mundo, y escritores como Farr logran que el desmenuzamiento del mundo de Hergé sea apasionante.
martes, 15 de febrero de 2011
Hellboy: El cadáver. Mike Mignola
Papel Negro
Creador de sueños
Es una mañana fresca, como casi todas en Galicia. Betanzos es un pulular incesante de gentes de la comarca. Las campanadas del viejo reloj del ayuntamiento parecen invitar a propios y extraños a solazarse unos minutos ante una taza humeante. Franqueo la entrada de un coqueto café a pocos metros del consistorio: es el lugar elegido por MiguelAnxo Prado para la cita. Una turba de funcionarios abarrota el local. Me alzo de puntillas: allí está, enfrascado en el periódico y ajeno al bullicio, al pie de un enorme ventanal.
MiguelAnxo Prado (A Coruña, 1958) ha publicado más de una docena de libros propios, aunténticas referencias en el universo de la historieta:Fragmentos de la enciclopedia délfica, Stratos, Quotidianía delirante I, II, y III, Trazo de tiza, Tangencias...; también ha participado en seis libros colectivos, ha hecho ilustración en prensa, series de animación... y hasta le queda tiempo libre para ocuparse de la dirección del festival de cómic Viñetas desde o Atlántico, de A Coruña.
Prado es para muchos un auténtico santón de la viñeta, y no sólo un autor de culto. Tres de sus libros se han publicado en al menos catorce idiomas. Prado está presente, prácticamente, en todos los países donde existe mercado de cómics.
Su vida, hasta 1993, fue bastante metódica. "Cada dos años el balance era casi siempre el mismo: un libro nuevo, una colección de trabajos y un tiempo de descompresión para oxigenarme". Pero tras la edición de Trazo de tiza entró en una dinámica imparable.
De la tranquilidad al caos
Primera etapa: Laura Esquivel, un año de trabajo y un libro, La ley del amor. Segunda etapa: Una carta encontrada en Lisboa o la aventura de vivir la capital lusa con Eric Sarner, autor del texto, y materializar sus vivencias en un libro de viajes que provocaría la envidia del minmísimo Livingstone. En 1995 se centró en Os vixilantes do Camiño, un proyecto de animación para
Prado no oculta su satisfacción por el trabajo con el hasta ahora rey Midas de Hollywood, Spielberg. Sin embargo, su verdadero mentor ha sido Richard Raynis, responsable de animación de Columbia Pictures y primer productor de Los Simpsons. La experiencia le ha venido al pelo. Prado ha tenido que hacer de todo un poco en la serie de la tele gallega, una comedia de aventuras con el Camino de Santiago de fondo: creación gráfica, guión, producción y dirección artística. Pensada inicialmente para un público adolescente, la serie posee claves de atracción para tramos de edad más adultos.
Aunque Men in black ha supuesto un salto en su trayectoria profesional, Prado sigue apegado al dibujo, a su gente, a Betanzos, a la capital herculina, A Coruña, y a su Festival del Cómic. En agosto volverá a su empeño del año anterior: que los abuelos inicien a sus nietos en la vieja mitología, Mortadelo, Superman..., y que se familiaricen con la nueva, el manga japonés o los héroes americanos de última generación, de la que oyen hablar a sus nietos.
El Pais. Hablemos de tu estilo, de las servidumbres editoriales.
MiguelAnxo Prado. He podido permitirme no hacer series o personajes fijos, o dar bandazos en cuestiones de estilo. No es ningún mérito: lo asumo como una auténtica lotería. Hay muchos autores para los que insistir en un personaje es una postura vocacional.
P. Me imagino que ha sido dificil...
M.P. Así fue. En Francia tuve que salvar, además, esa tentación perpetua del editor de insistir en una fórmula que funciona. Al final acabaron por considerarme un caso perdido. Con el tiempo he conseguido que el enganche de cada trabajo sea mi nombre y no el de un personaje determinado. Tengo mis lectores: un mosaico bastante heterogéneo que responde a la pluralidad de mis libros. Aun así, supongo que habrá una minoría de fanáticos que lean todo cuanto publico.
P. Entre tus lectores se incluyen Spielberg o el alcalde de A Coruña. ¿Forman parte de ese grupo al que apuntas?
M.P. ¡Buf! No lo sé (risas). Me complace llegar a lectores tan diferentes. A quien le guste, por ejemplo, Quotidianía delirante y se ría con sus propuestas, es muy posible que se quede más frío ante Tangencias o Trazo de tiza.
P. ¿No te complicas la vida intentando satisfacer a públicos tan dispares?
M.P. ¡No te quepa duda! Me meto en demasiados berenjenales... Menos mal que me siento poliédrico. No obstante, siempre he admirado a la gente compacta.
P. ¿No será que gozas de lo lindo dejándote seducir por la dispersión?
M.P. Es cierto que me apunto a un bombardeo. Lo mío es la esquizofrenia múltiple... Un montón de tios se llaman MigeulAnxo Prado: uno más gamberro, otro más concienciado politicamente, otro más esteta...
P.¿De veras consigues soportarlos a todos?
M.P. Todos me caen bien y convivo estupendamente con ellos. A veces se contaminan los unos de los otros. Otros, tienen clara su conciencia de que lanzan mensajes dispares.
La duda eterna
P. Aun así, tus personajes son un claro reflejo de tus dudas.
M.P. Supongo que sí. En general, abundan los carateres cartesianos, no tanto por la certeza científica de método, sino por la duda metódica: no tienen certezas absolutas, y las pocas que tienen las someten a continua revisión.
También afloran obsesiones de las que no soy consciente. Tenía la certeza, tras tantos libros, de que no existía entre ellos nada en común, aparte de mi autoría. Sin embargo, la incapacidad del ser humano para comunicarse.
P. Es la crónica de nuestro tiempo...
M.P.No hay duda de que soy hijo de este gran siglo y de esa gran paradoja: disponemos de los medios de comunicaciòn más sofisticados de la historia y, sin embargo, resulta extraordinariamente dificil comunicarse.
P. Astérix y Obélix entran en el cine y todo el mundo conforme...
M.P. El cine y la banda diseñada: comparten espacios comunes, más allá del lenguaje secuencial o el soporte visual, y son los dos únicos lenguajes que el siglo XX aporta a la historia del arte. Siempre ha habido préstamos o adaptaciones de personajes.
P. Men in black riza el rizo: del dibujo al cine y a la inversa...
M.P. Es un proceso muy a la americana: una serie de dibujos estándar que pasa sin pena ni gloria; años más tarde, dos productores avispados la redescubren y hacen una relectura salpicada de cinismo y autoparodia. Se estrena y bate todos los récords de taquilla. Dentro de su concepción global, Spielberg toca entonces todos los resortes a su disposición.
P. Supongo que tuviste que vencer ciertas reservas para asumir algo que te era ajeno.
M.P. Aquí intervino la inteligencia de Spielberg. La serie mantiene la clave de humor y recoge el entramado básico y las figuras-tipo: un jefe, un agente experimentado, otro novato y un personaje femenino, que en la serie se convierte en toda una woman in black. A partir de ahí, he tenido libertad para elegir el estilo gráfico y definir los personajes.
P. ¿Cómo respira el público norteamericano ante tanto fenómeno masivo relacionado con el mundo de la historieta?
M.P. El clásico público consumidor de cómics está en crisis. Los superheroes han sido desplazados por otros espacios de ocio -videojuegos, ordenador, juegos de rol-. El lector de tiras de autor no entra en estos terrenos.
P. Aun así, es una minoría relativa...
M.P. Los lectores de cómic europeo son una minoría tan inmensa que hace posible que autores al margen del sistema y con códigos diferentes tengamos un sitio incluso en lsa librerías de caracter general. Aun así, el 80% de mis lectores debe de trabajar en cine o en animación. Todas las personas con que me relacioné en Estados Unidos decian conocer mi trabajo. En tres casos la respuesta era veraz: el director artístico de la serie, el productor y el consejero delegado de Sony, el que abre el grifo de los dólares. Texto:Miguel Bertojo.
El Pais de las Tentaciones viernes 14 de mayo de 1999
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