jueves, 20 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Paco Roca expone sus secretos
La Fundación Telefónica se abre al cómic con una muestra sobre el proceso creativo del autor de 'Arrugas’
TEREIXA CONSTENLA Madrid 19 NOV 2014
El dibujante Paco Roca, en la exposición sobre su obra en Madrid. / LUIS SEVILLANO
Paco Roca (Valencia, 1969) tiene una relación tan estrecha con sus dibujos que algunas criaturas circulan de un mundo a otro como si cruzar la frontera entre lo real y lo imaginario fuese un viaje de metro. El protagonista que le convirtió en un autor de éxito fue un anciano de carne y hueso llamado Emilio, que le hablaba de libros y música antes de enfermar de alzhéimer y que encarnaba a la perfección el mayor que al ilustrador le gustaría ser. Puede que Emilio muriese en la realidad sin saber quién era, pero todos los lectores de Arrugas, el cómic que le inspiró y dio el Premio Nacional a Paco Roca, saben perfectamente quién fue. Así que no deja de tener un poso romántico que MacDiego, el hombre que ha comisariado la gran exposición sobre el dibujante sea el hijo del protagonista de la novela gráfica. “Conozco a Paco desde hace 30 años. El día que apareció por mi casa con el guion de Arrugas se me puso la piel de gallina”, revivía ayer en la Fundación Telefónica, donde permanecerá hasta el próximo 15 de febrero (desde hoy) la muestra Paco Roca. Dibujante ambulante, un recorrido por su proceso creativo, que incluye materiales inéditos, bocetos, cuadernos de viaje e ilustraciones. Es obvio cuál es la novela gráfica que más emociona al comisario, pero una vez salvado el terreno afectivo tiene un juicio muy rotundo sobre las creaciones de su amigo: “Los surcos del azar es una obra maestra que dentro de décadas se estudiará como tal”.
La exhibición es la primera que la Fundación Telefónica dedica a un dibujante, que coincide además en Madrid con las de Francisco Ibáñez (Círculo de Bellas Artes) y Dibujar Las Meninas de Juanjo Olivares y Santiago García (Museo Abc). Otro síntoma de que algo se mueve en el mundo cultural en su relación con el tebeo, relegado como arte menor incluso en tiempos de éxito. Pero Roca, que ya rompió algunas barreras antes —con Arrugas vendió 60.000 ejemplares—, vuelve ahora a quebrar tabúes con la producción de exposiciones sobre sus trabajos, que comienzan a ser demandadas incluso fuera de España. En unas semanas, además, se abrirá otra muestra en Zaragoza centrada en el mundo creativo de los republicanos exiliados que combatieron en la Segunda Guerra Mundial y que pueblan Los surcos del azar.
La de Madrid no es una retrospectiva —antes se presentó en el Museo Valencià de la Il.lustració i la Modernitat— aunque podría haberlo sido porque Roca comenzó a ilustrar a los 17 años y ha creado ocho álbumes desde 2001, cuando se estrenó con El juego lúgubre. “Una retrospectiva me parecía muy pretenciosa. Hay autores con una larga trayectoria que se lo merecen más”, señala el dibujante.
Las 200 piezas que se exhiben revelan algunos secretos creativos de sus novelas gráficas más conocidas como Los surcos del azar, El invierno del dibujante, Las calles de arena, Arrugas o El faro, de su viaje a Mauritania para el álbum Viñetas de vida, de Oxfam Intermón, y de su serie autobiográfica Memorias de un hombre en pijama, que se estrenó en 2010 en el diario valenciano Las Provincias y que desde hace un año se publica cada quincena en El País Semanal.
El segundo volumen de esta antología, Andanzas de un hombre en pijama, se presentará hoy en la fundación. Llegará al cine en 2016, fecha prevista para el estreno de la película sobre unas viñetas que recogen experiencias directas o indirectas de Paco Roca. “La llamada del domingo de ‘cuéntame algo que no se me ocurre nada’ se repite a menudo”, desvelaba MacDiego. “Yo me encuentro a menudo papelitos por la casa donde se dice: ‘Idea. A no sé quién le pasó no sé qué”, apostilla Raquel Silvestre, diseñadora gráfica, pareja de Roca, personaje de la serie y protagonista de algunos de los dibujos de los cuadernos de viaje que el autor hace solo para sí.
El Pais 19.11.2014
"LA MINA DEL ALEMÁN PERDIDO" Guión: jean Michel Charlier Dibujos: jean Giraud (Gir)
"LA MINA DEL ALEMÁN PERDIDO" Guión: jean Michel Charlier Dibujos: jean Giraud (Gir) Editorial: Ediciones Júnior S.A. Grupo Editorial Grijalbo.
Formato: 23x30 cm. 48 páginas. Color. Tapas duras. Existe versión en rústica. Contiene la aventura número 11 de la serie original, primer episodio del tercer ciclo. Número uno en la edición castellana.
Las aventuras del teniente Blueberry han sido ya publicadas en España por editorial Bruguera, en una de las peores ediciones que recordamos, principalmente por la traducción y el rotulado mecánico y la baja calidad de reproducción amén de la sustitución del color por el sistema Bruguera de dos tintas. En esta nueva edición que comentamos, se han subsanado parte de dichos defectos pero siguen subsistiendo otros. A pesar de todo la edición es absolutamente recomendable, ya que el personaje de Giraud y Chrlier sigue siendo uno de los mejores del western. De los defectos apuntados unos no son muy graves —como la diferencia manifiesta de calidad entre el color utilizado y el original, o el rotulado que pese a suponer un considerable avance respecto a la edición de Bruguera no alcanza la firmeza de trazo y la seguridad de la edición francesa-pero otros son lo suficientemente graves como para que no podamos quedarnos satisfechos. Destaquemos de entrada la falta de respeto por el orden cronológico que además de dar una falsa idea de la evolución del grafismo de Gir, induce a abundantes despistes con personajes relacionados con episodios anteriores a los que se hace referencia sin que existan. Pero a nuestro modo de ver lo más grave ha sido la mala traducción o manipulación de los textos (1). En la versión que se nos presenta han sido suprimidas o cambiadas muchas de las expresiones típicas que forman parte del lenguaje habitual de los personajes de la serie. Como ejemplo, "sac-a-gnóle" ha sido traducido por "Barrigón", "sucia rata" se queda en "rata" a secas, etc. Pero donde más se ha limado ha sido en las expresiones que dan la particular opinión que se tiene del ejército o de otras creencias. Así en nuestra versión Blueberry culpa a "un general rencoroso" de su situación, mientras en el original los autores apuntan a la envidia profesional y el juego de influencias que existen en todo escalafón jerárquico cuando califican al citado general de "crápula" capaz de mantener un "odio tenaz" y servirse de su "Brazo largo" para remover influencias. Blueberry es calificado como un "lamedor de escudillas", expresión despectiva de difícil sentido en castellano pero de clara comprensión en catalán. Grands Dieux! (en plural) es traducido por Dios mío! en singular. Nos hubiera parecido más apropiado emplear "Por todos los dioses" y no ligarla tanto a reminiscencias monoteístas.
A primera vista Blueberry podría situarse en la corriente creada por el italiano Sergio Leone, pero quedarse a este nivel es jugar con el equívoco. El inconformismo de Blueberry se encuadra dentro de los límites precisos de la disciplina militar. Desde un punto de vista actual la "epopeya del Far West" no fue más que un episodio colonialista, una expansión de mercados, una expoliación de los propietarios de unas tierras que la burguesía americana necesitaba para su instalación definitiva en el poder. Los indios americanos fueron el Vietnam del siglo diecinueve. Pero en todo este proceso se pusieron en juego unos peones de brega a los que había que dejar iniciativa y controlar al mismo tiempo. Por más conciencia clara que se tuviese no era fácil pasarse al enemigo —como no se han dado casos de soldados americanos de izquierda que se pasasen al vietcong— y quizá lo único plausible fuese minar la moral desde dentro. Blueberry desde este punto de vista no sólo es un perdedor a nivel personal sino también a nivel colectivo. Blueberry, no llega a poner en causa el sistema de forma racional; si se pone al lado del débil es porque él mismo es un débil. No abandonará al ejército cuando éste incumple sus promesas de paz a los indios y le arrastra a él en la matanza, será el ejército — más adelante se verá— quien prescinda de él cuando no pueda ya utilizarlo. A medida que la serie avanza, Blueberry va conviertiéndose en un personaje pasivo llevado por los acontecimientos y manipulado por los que detentan el poder real. Cada vez más se siente alienado por una sociedad a la que no puede contestar pero a la que repudia mediante una actitud individualista, rebelde y asocial.
Formato: 23x30 cm. 48 páginas. Color. Tapas duras. Existe versión en rústica. Contiene la aventura número 11 de la serie original, primer episodio del tercer ciclo. Número uno en la edición castellana.
Las aventuras del teniente Blueberry han sido ya publicadas en España por editorial Bruguera, en una de las peores ediciones que recordamos, principalmente por la traducción y el rotulado mecánico y la baja calidad de reproducción amén de la sustitución del color por el sistema Bruguera de dos tintas. En esta nueva edición que comentamos, se han subsanado parte de dichos defectos pero siguen subsistiendo otros. A pesar de todo la edición es absolutamente recomendable, ya que el personaje de Giraud y Chrlier sigue siendo uno de los mejores del western. De los defectos apuntados unos no son muy graves —como la diferencia manifiesta de calidad entre el color utilizado y el original, o el rotulado que pese a suponer un considerable avance respecto a la edición de Bruguera no alcanza la firmeza de trazo y la seguridad de la edición francesa-pero otros son lo suficientemente graves como para que no podamos quedarnos satisfechos. Destaquemos de entrada la falta de respeto por el orden cronológico que además de dar una falsa idea de la evolución del grafismo de Gir, induce a abundantes despistes con personajes relacionados con episodios anteriores a los que se hace referencia sin que existan. Pero a nuestro modo de ver lo más grave ha sido la mala traducción o manipulación de los textos (1). En la versión que se nos presenta han sido suprimidas o cambiadas muchas de las expresiones típicas que forman parte del lenguaje habitual de los personajes de la serie. Como ejemplo, "sac-a-gnóle" ha sido traducido por "Barrigón", "sucia rata" se queda en "rata" a secas, etc. Pero donde más se ha limado ha sido en las expresiones que dan la particular opinión que se tiene del ejército o de otras creencias. Así en nuestra versión Blueberry culpa a "un general rencoroso" de su situación, mientras en el original los autores apuntan a la envidia profesional y el juego de influencias que existen en todo escalafón jerárquico cuando califican al citado general de "crápula" capaz de mantener un "odio tenaz" y servirse de su "Brazo largo" para remover influencias. Blueberry es calificado como un "lamedor de escudillas", expresión despectiva de difícil sentido en castellano pero de clara comprensión en catalán. Grands Dieux! (en plural) es traducido por Dios mío! en singular. Nos hubiera parecido más apropiado emplear "Por todos los dioses" y no ligarla tanto a reminiscencias monoteístas.
A primera vista Blueberry podría situarse en la corriente creada por el italiano Sergio Leone, pero quedarse a este nivel es jugar con el equívoco. El inconformismo de Blueberry se encuadra dentro de los límites precisos de la disciplina militar. Desde un punto de vista actual la "epopeya del Far West" no fue más que un episodio colonialista, una expansión de mercados, una expoliación de los propietarios de unas tierras que la burguesía americana necesitaba para su instalación definitiva en el poder. Los indios americanos fueron el Vietnam del siglo diecinueve. Pero en todo este proceso se pusieron en juego unos peones de brega a los que había que dejar iniciativa y controlar al mismo tiempo. Por más conciencia clara que se tuviese no era fácil pasarse al enemigo —como no se han dado casos de soldados americanos de izquierda que se pasasen al vietcong— y quizá lo único plausible fuese minar la moral desde dentro. Blueberry desde este punto de vista no sólo es un perdedor a nivel personal sino también a nivel colectivo. Blueberry, no llega a poner en causa el sistema de forma racional; si se pone al lado del débil es porque él mismo es un débil. No abandonará al ejército cuando éste incumple sus promesas de paz a los indios y le arrastra a él en la matanza, será el ejército — más adelante se verá— quien prescinda de él cuando no pueda ya utilizarlo. A medida que la serie avanza, Blueberry va conviertiéndose en un personaje pasivo llevado por los acontecimientos y manipulado por los que detentan el poder real. Cada vez más se siente alienado por una sociedad a la que no puede contestar pero a la que repudia mediante una actitud individualista, rebelde y asocial.
Lo que más destaca, quizás, en esta aventura y dentro de la normativa ejemplaridad que se exige en este tipo de publicaciones, es la personalidad contradictoria de Mac Clure y Luckner Prossit. El primero, amigo íntimo y compañero de Bluebarry no dudará en traicionarle y ponerse del otro lado de la ley ante la posibilidad de enriquecerse. El segundo, asesino, usurpador de personalidad, mentiroso y sádico, nos es presentado como un cínico, inteligente y simpático viejo capaz de ganar para su causa a todos los ingenuos con quienes topa.
Desde el punto de vista estrictamente narrativo —ritmo, planificación, lenguaje, color— el álbum puede considerarse como una obra totalmente lograda (al margen de los defectos señalados en la versión española) y un punto culminante en la trayectoria de su autor. Algunas de sus planchas son de una calidad insuperable y la minuciosidad y realismo de sus viñetas toda una lección de lenguaje.
T. Segarra
Publicado en BANG!TROYA nº5, año 1977
martes, 18 de noviembre de 2014
Catálogo de la exposición de Daniel Torres
Portada Negro es el invierno. Cimoc Especial núm.13 Original pag.1 Norma Editorial
El Octavo día. El pirata Torvo. 1992 esbozo de viñeta, pag. 77 Norma Editorial
Negro es el invierno. Cimoc Especial núm. 13 Esbozo de viñeta, pag.3 Norma Editorial
Hay un Daniel Torres de superficie en el que puede verse un signo tan evidente de la revisión de la modernidad que acaeció en los ochenta como el eclecticismo, lo que explicaría su sintonía con el gusto contemporáneo. Es un Torres que trabaja por aluvión para el lector, no con la síntesis propia de la denominada "línea clara", en la que interesadamente ha querido encuadrársele. Un Torres lleno de guiños y referencias, de ejes de intenciones, que progresa controladamente de un álbum a otro que posee la notoria cualidad de haber sabido trabajar con la arquitectura confiriéndola la condición de un personaje más.
Pero, debajo de este Torres neobarroco, subyace otro, profundamente clásico en su forma de concebir y estructurar el relato. Un Torres en el que todos los conceptos son hijos de los albores de una modernidad que se imaginaba más maleable de lo que luego hemos podido ir comprobando. Es éste un Torres casi infinito, la parte oculta del iceberg, la basa que aguanta una superficie que en apariencia se comporta con arreglo a los dictados de lo coetáneo.
El buen observador debería tratar de unir ambos Torres, el visible y el sumergido, para comprender el por qué de la capacidad hipnótica de seducción que posee su obra.
Felipe Hernández Cava
El octavo día. El corazón fugado. 1992 Esbozo y original viñetas, pag 51. Norma Editorial
El octavo día. El corazón fugado. 1992 Esbozo viñeta, pag 51. Norma Editorial
El octavo día. El corazón fugado. 1992 Esquema de guión y plano de habitación. Norma Editorial
El octavo día. Reyes. 1992 esbozo de viñetas, pag. 35
El octavo día. Reyes. 1992. Esbozo de viñetas, pag.38. Norma Editorial
El octavo día. Reyes. 1992. Esbozo de viñetas, pag.38. Norma Editorial
Negro es el invierno. Cimoc Especial núm. 13. Esbozo página. pag.6 Norma Editorial
Negro es el invierno. Cimoc Especial núm. 13. Esbozo página. pag.6 Norma Editorial
El octavo día. El pirata Torvo .1992. Esbozo de viñeta, pag. 82. Norma Editorial
Negro es el invierno. Cimoc Especial núm. 13. Esbozo de viñeta, pag.3. Norma Editorial
Negro es el invierno. Cimoc Especial núm. 13. Esbozo de viñeta, pag.3. Norma Editorial
Catálogo editado con motivo de la exposición de Daniel Torres, durante el 12º Saló del Comic de Barcelona, año 1994.
Alex Orbe, en El Pais de las Tentaciones.
Páginas publicadas entre al año 2004 y 2005 en el suplemento de El Pais, El Pais de las Tentaciones.
Aquella década prodigiosa
La Fundación Mapfre dedica una amplia retrospectiva al fotógrafo Stephen Shore
ALBERTO MARTÍN 18 NOV 2014
'Carretera Federal 97 al sur de Klamath Falls, Oregón, 21 de julio de 1973'. De la serie Uncommon Places. / ©STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
En apenas una década, entre 1972 y 1981, Stephen Shore (Nueva York, 1947) desarrolló un importante cuerpo de trabajo de enorme interés y trascendencia, debido, sobre todo, a su capacidad para sintetizar diversos impulsos, tendencias y tradiciones. En ese periodo, a través de dos extensas y seminales series tituladas American Surfaces (1972-73) y Uncommon Places (1973-81), Shore enuncia, afronta y resuelve una encrucijada, un cruce, en el que confluyen el pop art, el uso que los artistas conceptuales están haciendo del medio fotográfico desde hace unos años, el desarrollo de la fotografía en color y la actualización de Walker Evans y su "estilo documental".
Son múltiples los elementos y referencias que puso en juego en dicha encrucijada: el uso serial de la fotografía, la referencia a un marco conceptual que articula y dimensiona el trabajo, la atención hacia lo banal y lo cotidiano, el gusto por los artefactos culturales, la estandarización y los productos de la cultura de masas, el interés por lo vernacular, la permeabilidad de categorías y fronteras entre los diversos usos del medio, o la reapropiación estética de los códigos de la fotografía amateur, la instantánea y el álbum. Un equilibrado conjunto que le permitió explorar, con un renovado lenguaje, tanto la cultura americana, como la complejidad de los paisajes urbanos. Es en este último terreno donde el trabajo de Stephen Shore, con su serie Uncommon Places, abrió una importante perspectiva cuya influencia se ha dejado notar a lo largo del tiempo en múltiples fotógrafos. Al igual que Walker Evans, cuando reconocía su inclinación hacia un paisaje "completo, complejo y gráficamente rico", Shore también dirige su mirada hacia el juego de interacciones urbanas, siempre atento a lo que los espacios cuentan sobre su contenido y configuración.
La importante y amplia retrospectiva que ahora se le dedica aborda adecuadamente la que bien se podría denominar como "década prodigiosa" dentro de su trayectoria, con una generosa y correcta representación de las dos series mencionadas, que aparecen precedidas en el espacio por una completa selección de sus "obras conceptuales". La exposición, organizada cronológicamente, incluye además de estos destacados contenidos, sus interesantes trabajos sobre el paisaje natural realizados en la segunda mitad de los ochenta, todavía en color, para pasar después a un bloque de obra en blanco y negro desarrollada a lo largo de los noventa, donde se incluyen Essex County y Arqueología, así como la breve incursión que realizó en la street photography entre 2000 y 2002. Cierra la muestra una pequeña selección de sus iphotobooks, autoediciones realizadas por Shore entre 2003 y 2010 siguiendo la máxima de "un libro en un día"; y dos recientes series tituladas Ucrania y Winslow (2012-2013) en las que parece querer regresar a viejos parámetros de trabajo. Las dos grandes salas en que se divide el espacio expositivo, separan también, en dos partes bien diferenciadas, esta retrospectiva. La primera sala, que contiene sus obras conceptuales, sus dos principales series y los paisajes en color, se muestra equilibrada, densa y atractiva. Sin embargo, la segunda sala, en el piso inferior, ofrece una caída importante del interés, tanto por los propios trabajos, como por la acumulación de obra en los muros hasta llegar a la saturación. La trayectoria del autor a partir de los noventa, o bien se enfrenta a temas y problemáticas que en esos momentos están siendo abordados con mayor complejidad y eficacia, tanto en el lenguaje como en el planteamiento, por otros autores (la revisión de la street photography, la naturaleza, la ruina y el rastro, etc.), o bien, vuelve a referentes propios, pero ya sin la fuerza extraordinaria del momento original, aquella "década prodigiosa" de Stephen Shore en los años setenta.
Stephen Shore. Fundación Mapfre. Barbara de Braganza, 13. Madrid. Hasta el 23 de noviembre
'West Palm Beach, Florida, abril-mayo de 1973'. De la serie American Surfaces.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Carretera Federal 89, Arizona, junio de 1972'. De la serie American Surfaces.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Beverly Boulevard y La Brea Avenue, Los Ángeles, California, 21 de junio de 1975'. De la serie Uncommon Places.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Puzzle en cabina 8, Beach Motel, Ashland, Wisconsin, 9 de julio de 1973'. De la serie Uncommon Places.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Ginger Shore, Causeway Inn, Tampa, Florida, 17 de noviembre de 1977'. De la serie Uncommon Places.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Trail’s End Restaurant, Kanab, Utah, 10 de agosto de 1973'. De la serie Uncommon Places.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'West Ninth Avenue, Amarillo, Texas, 2 de octubre de 1974'. De la serie Uncommon Places.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Nueva York, NY, 2000-2002'.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Casa de Musya Vainshteyn, Nemirov, Ucrania, 16 de octubre de 2013'.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
'Shnuriv Lis, Ucrania, 16 de octubre de 2013'.
© STEPHEN SHORE. CORTESÍA 303 GALLERY, NUEVA YORK
El Pais 18.11.2014
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