sábado, 5 de julio de 2014

Nick Runge








Veo una ilustración, dedicada a la Historia de la Animación en la Televisión, de Hanna-Barbera a Cartoon Network, nada mejor que una ilustración con los creadores y sus personajes, auténticos iconos y fetiches de varias generaciones. La veo, digo, y a primera vista pienso en Drew, Drew Struzan, todo apunta a él, me digo. Error. 

Hace unos días tuvimos una conversación, el Ojo aún se reune, y la deducción apareció rapidamente. Hay que seguir al maestro, y efectivamente, la ilustración que vi pertenecía a Nick Runge, y en su blog, podía alucinar con las tremendas ilustraciones con esa impronta de Drew que brillaba a donde mirases. Supongo que tiene mucho sentido, en la ficha dice que Runge, ilustrador, vive en Sunnyvale, California. 

Y así, una vez más, a poco que te descuides, te encuentras con brillantes ilustradores.






































miércoles, 2 de julio de 2014

CABEZA, OJO Y CORAZÓN

Henri Cartier-Bresson, fundador de la agencia Magnum y maestro del fotoperiodismo, nos dejó en 2004. Aquí quedan alguna de sus reflexiones.


Fotografiar del natural

Desde sus orígenes la fotografía no ha cambiado salvo en sus aspectos técnicos, lo que, en mi opinión, no tiene mayor importancia. La fotografía parece una actividad fácil; es una operación diversa y ambigua en la que el único denominador común entre los que la practican es la herramienta que se usa. Lo que sale de esa cámara no es ajeno a la economía de un mundo de despilfarro, donde las tensiones son cada vez más intensas y donde las consecuencias ecológicas son ya desmesuradas. Fotografiar es  retener la respiración cuando todas nuestras facultades se conjugan ante la realidad huidiza; es entonces cuando la captación de la imagen supone una gran alegría física e intelectual. Fotografiar es poner la cabeza, el ojo y el corazón en el mismo punto de mira.

En lo que a mí respecta, fotografiar es una manera de comprender que no puede separarse de los otros medios de expresión visual. Es un modo de gritar, de liberarse, no de probar ni de afirmar la propia originalidad. Es una manera de vivir.

La fotografía "fabricada" o puesta en escena no me interesa. Y si la valoro en algún sentido, no puede ser más que a partir de un punto de vista psicológico o sociológico. Están los que hacen fotografías previa-mente amañadas y los que van a la búsqueda de la imagen y la capturan.

El aparato fotográfico es para mí como un cuaderno de esbozos, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, el dueño del instante que, en términos visuales, cuestiona y decide a la vez. Para "significar" el mundo, hay que sentirse implicado con lo que el visor destaca. Esta actitud exige concentración, disciplina del espíritu, sensibilidad y sentido de la geometría. La simplicidad de la expresión se consigue mediante una gran economía de medios. Hay que fotografiar siempre partiendo de un gran respeto por el tema y por uno mismo. La anarquía es una ética.


Orilla del Sena, 1955. Henry Cartier-Bresson/Magnum Photos


Para Alberto Giacometti

Ese rostro marcado cuyas expresiones apenas cambian, tan sorprendente, es la máscara, que ni siquiera está uno seguro de que os haya oído... pero, ¡qué respuestas! Siempre justas, profundas, personales, sobre los temas más variados.

Giacometti es uno de los hombres más inteligentes y lúcidos que conozco, honesto respecto a sí mismo y severo con su trabajo, se consagra intensamente a aquello que le plantea más dificultades. En París se levanta sobre las tres, se va al café de la esquina, trabaja, se da una vuelta por Montparnasse y se acuesta de día. Anette es su mujer. Las uñas de Giacometti están siempre negras, pero no tiene nada de desaliñado, ni tampoco de afectado. No habla apenas de escultura con los demás escultores, salvo con uno de sus amigos de infancia, Pierre Josse, banquero y escultor, y con Diego, su hermano. Para mí fue una alegría saber que Alberto tiene las tres mismas pasiones que yo: Cézanne, Van Eyck y Uccello. Me ha dicho cosas justas acerca de la fotografía y sobre la actitud que hay que tener, y también sobre la fotografía en color. Su rostro tiene el aspecto de una escultura que no sería la suya, salvo por los surcos de las arrugas. Giacometti tiene un andar muy personal, un talón se coloca muy adelante, tal vez haya tenido un accidente, no sé, pero el paso al que avanza su pensamiento es aún más curioso, su respuesta trasciende siempre lo que uno acaba de decir: ha extraído un hilo, añade y abre otra ecuación. Qué vivacidad de espíritu, el menos convencional y el más honesto que exista.

En Stampa, en los Grisones, a tres o cinco kilómetros de Italia, está la mansión de su madre, que tiene noventa años, viva e inteligente, que sabe detener a su hijo cuando siente que un cuadro que le gusta está a punto. El taller de su padre es un antiguo granero. Alberto trabaja ahí en verano, en invierno se encierra en el comedor. Su hermano Diego es de una modestia extremadamente rara, muy reservado. Alberto siente una gran admiración por las dotes de escultor de Diego; hace unos muebles preciosos y funde las esculturas de Alberto. Muchas veces me ha dicho Alberto: "el escultor no soy yo, es Diego". El ayuntamiento es la casa donde nació su padre; es propiedad de su prima, y la tienda de comestibles es también de otra prima. Al ir a pagar las manzanas que había comprado para pintarlas, ella le respondió: "¡Ah, eso dependerá del precio al que vendas el cuadro!" Alberto me dijo que estaba contrariado, que hacía demasiadas cosas a la vez: manzanas, paisajes, retratos, y que debería concentrarse en dos temas. Es maravilloso ese sentido de la economía que es la medida del gusto. En Alberto el intelecto es un instrumento al servicio de la sensibilidad. En determinados ámbitos esa sensibilidad toma formas curiosas, por ejemplo, desconfianza hacia cualquier abandono afectivo. En fin, todo esto no tiene nada que ver con los lectores de la revista Queen no más que las descripciones de Alberto tomando su café con leche en la cama. En definitiva, es mi amigo.


Nunca he sentido pasión por la fotografía "en sí misma", sino por la posibilidad de captar -olvidándome de mí mismo- en una fracción de segundo, la emoción que el tema desprende y la belleza de la forma. En otras palabras, una geometría desvelada por lo que se ofrece. El disparo fotográfico es uno de mis cuadernos de esbozos. 8-2-94





Fotografiar del natural
Henri Cartier-Bresson. Gustavo Gili, 2003.

Henri Cartier-Bresson elevó la práctica del snap shotting a la categoría de arte disciplinar. Crítico y observador penetrante, sus escritos acerca de la teoría y práctica de la fotografía han ejercido una influencia decisiva en los fotógrafos contemporáneos. Fotografiar del natural constituye la
primera recopilación en un único volumen de sus textos más emblemáticos, entre los que se cuenta Los Europeos o El instante decisivo, uno de sus escritos más famosos y que constituyó un punto y aparte en su carrera.

Textos extraídos del libro Fotografiar del natural, de Henri Cartier-Bresson (Gustavo Gili, 2003), reproducidos por cortesía de la editorial.


Publicado en la revista cultural de la Fnac, ClubCultura #5, invierno 2005


lunes, 30 de junio de 2014

El negativo es un lienzo

El Palazzo Grassi se abre a la fotografía de Irving Penn
Esta es la primera gran retrospectiva que se dedica a este maestro de estudio y de la composición, firma de 'Vogue'

ANA TERUEL Venecia 15 ABR 2014 


El escritor Truman Capote, retratado por Irving Penn. / IRVING PENN

Es la primera vez que el multimillonario francés François Pinault, dueño de la casa de subastas Christie’s y uno de los mayores coleccionistas de arte actuales, revela su pasión por la fotografía. Y quizás no sea del todo casual que lo haga con uno de los más grandes, tan conocido por su trabajo como misterioso y reservado en su vida, el estadounidense Irving Penn (1917-2009). Maestro del estudio y de la composición, retrataba con la misma dedicación a los grandes de su tiempo, como esa célebre imagen de Picasso con la mirada enmarcada entre la solapa del sombrero y el cuello de su abrigo, las naturalezas muertas o sus famosas colillas. Se trata de la primera gran retrospectiva desde la muerte del gran fotógrafo de la revista Vogue hace cinco años.

En total, el Palazzo Grassi, el palacete veneciano del XVIII donde Pinault instaló su templo del arte en 2006 hastiado por la burocracia francesa, acoge 130 fotografías del artista en la exposición Irving Penn, Resonancia, hasta el 31 de diciembre. El grueso de la colección, que el empresario ha ido adquiriendo desde 2007, procede de los misteriosos fondos de la japonesa Kuniko Nomura, quien elaboró su colección con la participación del propio Penn en los ochenta. Incluye, algo inédito, decenas de internegativos —la muestra expone una veintena—, el paso intermedio entre el negativo y la impresión en platino, que tanto afeccionaba Penn y que constituyen los dos tercios de la exposición.

El retrato de su esposa y musa, la modelo Lisa Fonssagrives-Penn, en Woman With Roses, tomada en 1950, da la bienvenida a la retrospectiva, que cierra, como un guiño, una imagen casi similar. Pero en esta última estampa, aparece con el encuadre ampliado, revelando al visitante los secretos de fabricación: el ciclorama, esa tela oscura colocada de fondo que le permite descontextualizar del todo al sujeto, la iluminación y los cables. Resume en sí la intencionalidad de la exposición: más allá de recordar el talento indiscutible de Penn, mezclando sus imágenes más conocidas con sus más personales, indaga en la meticulosidad de su trabajo.
A lo largo del siglo XX, los avances tecnológicos liberan a los fotógrafos de la pesadez técnica y de los grandes formatos, permitiendo por ejemplo a Henri Cartier-Bresson echarse a la calle con su leica para captar el famoso “instante decisivo”. “Pero eso no es lo que buscaba Penn. Lo que le interesaba era componer su imagen en estudio, un poco como un pintor trabaja su lienzo”, explica Mathieu Humery, comisario de la exposición junto a Pierre Apraxine.
El fotógrafo reserva así el mismo tratamiento a las celebridades —ahí están sus míticos retratos de Truman Capote, de Jean Cocteau o las sublimes fotografías de las manos de Miles Davies—, las de los pequeños empleos –aquellas profesiones abocadas a la desaparición captadas en los 50—, sus retratos de las tribus de Nueva-Guinea o de África Occidental —a cuyos protagonistas encierra igualmente en su estudio portátil—, sus naturalezas muertas —con claras similitudes con la pintura flamenca y francesa del XVII, como ese insecto que se cuela en el primer plano— y sus series sobre las vanidades.

La gran particularidad de Penn será sobre todo su devoción por volver a la calidad del platino. “Para Penn, estaban por una parte las impresiones para la revista”, la mayoría en analógica tradicional en color para Vogue. “Luego, 20 o 30 años después, decidió reproducir esas imágenes para hacer obras de arte a parte entera. Y para él, que era un gran técnico, este proceso pasaba por el platino”, explica Humery. Para ello, a partir del negativo original, el fotógrafo produce un internegativo, en realidad un positivo ampliado al tamaño final de la fotografía e impreso en una película transparente. La muestra expone una veintena de ellos en un montaje a contraluz, en una suerte de sala oscura. “Son una reproducción en valores positivos que permiten al fotógrafo evaluar dónde va a aplicar el platino o el selenio”.
A partir de ahí, el artista trabaja su imagen dosificando detenidamente las escalas de grises, a la manera de un pintor que trabaja a partir de un esbozo. El conocido retrato de Picasso aparece así mucho más contrastado en su versión final. “El platino le permite a Penn transformar el retrato del pintor en uno casi abstracto del ojo de Picasso”, resume Humery. Mirando más detenidamente, el detalle de la impresión permite incluso discernir en el iris de esa mirada tan penetrante el reflejo de la luz del estudio de Penn y al propio fotógrafo. “Al final, acaba siendo casi un autorretrato de Penn en el ojo de Picasso”.

1.
'Buceador de gran profundidad' es el título de esta obra de Irving Penn. El Palazzo Grassi de Venecia dedica la primera gran retrospectiva al estadounidense (Plainfield, Nueva Jersey 1917), fotógrafo de 'Vogue', cuando han pasado cinco años desde su muerte.
IRVING PENN 

3.
La exposición 'Irving Penn, Resonancia' acoge en el Palazzo Grassi de Venecia 130 fotografías, una colección que el empresario francés François Hinault ha ido adquiriendo desde 2007. Aquí el artista captura una perspectiva de frente de la cabeza de un león.
IRVING PENN

4.
La corista amapola es el título por el que se puede traducir esta fotografía fruto de la mirada de Irving Penn. La muestra del Palazzo Grassi en Venecia tiene un especial interés por revelar la meticulosidad del trabajo del artista.
IRVING PENN

5.
'La chica de blanco y negro' de Penn, quien quiso volver a la calidad del platino con la dosificación de grises, ajeno a las facilidades tecnológicas que se abrían a los fotógrafos del momento.
IRVING PENN


El Pais viernes 18 de abril de 2014


Los maestros se revelan a todo color


Nuevos descubrimientos coinciden en desvelar las incursiones cromáticas de grandes nombres de la fotografía en blanco y negro como Capa o Brassaï

ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS Madrid 18 ABR 2014


Durante su viaje en 1957, Brassaï dedica una serie a color a edificios de Nueva York./ Photo Brassaï, Estate Brasaaï/RMN

Frente al prestigio del blanco y negro, el color ha sido un eterno secundario. Salvo excepciones, la gran historia de la fotografía se ha escrito con tinta negra. Pero esto podría estar cambiando. En los últimos tiempos, los archivos de grandes maestros están revelando el coqueteo que mantuvieron con sus carretes policromados los hombres y mujeres que han fijado nuestra memoria en gris y sepia. El nuevo formato les planteaba enormes dudas hace medio siglo: su excesivo precio, su juventud y la cuestionada longevidad del soporte. Además de la artificialidad, la escurridiza personalidad y, al menos entonces, su peligrosa cercanía al lenguaje de los anuncios.

Después de que hace unos meses, a finales de enero, Nueva York descubriera el color de un militante del blanco y negro, Robert Capa, otro húngaro, Brassaï —el retratista de la noche parisina y de los surrealistas, de Picasso y Dalí, el fotógrafo que era mucho más que un fotógrafo, el hombre que captó el alma oscura de una ciudad insomne—, se revela como otro clásico a todo color.

La exposición de Capa descubría a través de un centenar de imágenes inéditas cómo el famoso fotorreportero se aficionó al formato a finales de los años 40, ya en la posguerra, cuando los viajes se volvieron más turísticos y familiares. Son, en muchos casos, fotografías de amigos y su felicidad cromática parece ilustrar el descanso del guerrero. La muestra coincidía con Robert Doisneau. From craft to art. Palm Springs, 1960 en el Centro de Arte Campredon de Francia, donde se indagaba en la mirada irónica (y a color) sobre Estados Unidos del autor de El beso.


Nueva York en 1957, según Brassaï. / PHOTO BRASSAÏ, ESTATE BRASSAÏ / RMN

Desde el 29 de abril y hasta finales de junio, la sala San Benito de Valladolid acogerá la exposición Brassaï en América que, producida por diChroma Photography, rescata 50 fotografías en color y 57 vintage en blanco y negro. Las de color son las grandes desconocidas, ya que solo se han expuesto antes en 2011 en Montpellier, justo un año después de que Agnès de Gouvion Saint Cyr, albacea del archivo de Brassaï, las encontrase al fallecer la mujer del célebre fotógrafo.

“Cuando Agnès empezó a realizar el inventario de todo lo que contenía el estudio de Brassaï en París, se encontró en una estantería con las ektachrome”, recuerda Anne Morin, directora de diChroma. “Su archivo era una locura de papeles porque tomaba notas de todo, no paró nunca de escribir”, explica la propia Agnès de Gouvion Saint Cyr. “Las imágenes estaban en un sobre, entre miles de papeles, y fueron una verdadera sorpresa”.

Las fotografías, como las de Doisneau, fueron el resultado del encargo de una revista. En 1957, la lujosa Holiday le extiende una invitación por dos meses para captar la vida de las calles de Nueva York y de Luisiana. Brassaï aceptó, pese a que había tardado décadas en cruzar el charco, física y mentalmente.

En 1932, había sido invitado por el galerista Julien Lévy pero a última hora decidió cancelar el trabajo y también el viaje. Su amigo Henry Miller le había disuadido, Nueva York no era para tanto. Es entonces cuando legendario editor Carmel Snow —que acababa de hacerse cargo de la dirección artística de Harper’s Bazaar— le propone un contrato con la revista que duraría más de treinta años: le reserva dos páginas mensuales a sus creaciones, con la condición de no realizar nunca fotografías de moda. El fotógrafo retrasa su viaje al color y a Estados Unidos.

Otra muestra reciente descubría el trabajo a color de Robert Doisneau
“Mientras tanto”, explica Agnès de Gouvion Saint Cyr, “se va ganando la fidelidad y complicidad de varias personas muy influyentes en el mundo artístico americano, los fotógrafos [e historiadores de la fotografía] Edward Steichen y John Szarkowski, con los cuales traba una larga amistad que conduce a presentar dos grandes exposiciones suyas en el MoMA: una en 1956 y, en especial, una retrospectiva en 1968”. Lo que le animó por fin a viajar fue la triunfal acogida, por parte del público y de la crítica estadounidenses, de sus grafiti (Brassaï es pionero en codificar la importancia artística de esta forma de expresión callejera).

Holiday imprimió dos fotografías y el resto quedaron, hasta ahora, en el olvido. Para la albacea y comisaria de la exposición en el caso de Brassaï —como en el de Doisneau— no se puede olvidar el carácter circunstancial del trabajo, de incursión en un territorio ajeno. Hay por ello cierta extrañeza y mucho juego. Pero si la hija y albacea de Robert Doisneau, Francine Déroudille, recuerda que su padre trabajó en blanco y negro principalmente por razones prácticas (“la fotografía en color era carísima y además, no se conocía bien su resistencia al paso del tiempo”) el caso de Brassaï fue muy distinto.


Otra imagen callejera neoyorquina de Brassaï. / PHOTO BRASSAÏ, ESTATE BRASSAÏ / RMN

“Él podría haber trabajado para Harper’s Bazaar en color pero no quiso, jamás lo hizo. En cambio, aquí sí, cuando tiene que retratar las calles de Nueva York y las de Nueva Orleans. El color se convierte en parte del objetivo y decide buscar fotografías que solo funcionan en ese formato y que en blanco y negro no tendrían ningún sentido”.

Los luminosos de las avenidas, la ropa de las mujeres, la luz de edificios, las ferias, los niños… el color cambia los puntos de interés del fotógrafo. “Él es conocido por su Paris la nuit, un trabajo muy delicado, pausado, un trabajo que tiene que ver con el tiempo, la espera, la lentitud, con cierta delicadeza”, afirma Anne Morin. “Pero en Estados Unidos trabaja en secuencias, y en series. Hay movimiento en sus imágenes, hay ruido, hay vida, hay muchedumbre. Él está dentro de la escena que fotografía y su vocabulario estético, más suelto, roza la especificidad del cine más que la de la propia fotografía”. Morin concluye que en él el color es “forma, musicalidad, movimiento y ritmo”.

Para Agnès de Gouvion Saint Cyr es, en definitiva, el valor de un experimento que más tarde volvería a aplicar solo para algunas de sus fotografías de grafitis. “Pero creo que en el fondo, como a Doisneau, el color en sí mismo no les interesaba tanto como la posibilidad de trabajar de otra manera”. Lo más probable es que solo fuesen unas vacaciones lejos de sí mismos, la posibilidad de renacer en un mundo nuevo para olvidarlo después entre miles de viejos papeles.

AÑOS DE TRANSICIÓN

-La primera fotografía en color permanente data de 1861 y fue tomada por el físico escocés James Clerk Maxwell

-Las placas de vidrio Autochrome, o autocromas, salen al mercado en el año 1907. Es el primer sistema comercializado, y el único disponible en color hasta el año 1935.

- La primera película (1935) diapositiva moderna en color fue la Kodachrome. La mayoría de las películas modernas en colores están basadas en tecnologías descubiertas por Agfacolor en 1936.

El Pais, viernes 18 de abril de 2014

En los mundos de Neil Gaiman



“La clave no es aprender de los niños, sino no olvidar que lo fuimos”

Neil Gaiman ha visitado la redacción de EL PAÍS y ha contestado a las preguntas de los lectores

ÁNGEL LUIS SUCASAS Madrid 30 MAY 2014 

Cuestión de barba. Así ve Neil Gaiman (Port Chester, 1960) el éxito de más de 30 años de carrera dedicados a lo que más le gusta: contar historias. "Como la gente cree que soy un sabio, me la ha dejado. Y cuando me la afeite, no le importaré a nadie", afirma el escritor y guionista de cómic inglés. Gaiman, la estrella planetaria que ha vendido más de siete millones de tebeos con su saga Sandman, ha visitado la redacción de EL PAÍS y ha respondido a las preguntas de los lectores con un mensaje muy claro, el que ha vertebrado toda su carrera tanto en las viñetas como en la prosa: un mensaje sobre el valor de los sueños y de la infancia: "La clave no es aprender de los niños, sino no olvidar que lo fuimos”, ha afirmado el escritor en respuesta a un lector durante su chat.

Gaiman es la gran estrella de la Feria de Madrid desde hoy mismo. Cerca de 200 privilegiados, que agotaron el aforo de los Teatros del Canal en cinco minutos, disfrutan esta noche de un autor que en este 2014 vuelve con fuerza tras el enorme éxito de El océano al final del camino (Roca editorial, 2013), que sumó semanas y semanas entre los libros más vendidos de The New York Times. Lo más importante de su agenda actual es sin duda el retorno a Sandman. Se trata de Obertura (ECC ediciones), una obra en seis entregas, un nuevo arco que descubrirá aspectos esenciales de la disfuncional familia de los Eternos, como por ejemplo sus padres, que tendrán mucho que ver con los dioses de la génesis en la mitología helena: Cronos y Nix. Pero Gaiman también lleva bajo el brazo  un nuevo libro de corte infantil, El galáctico, pirático y alienígena pirata de mi padre (Roca Editorial, 2014), un guion de videojuego, Wayward Manor, y los enésimos rumores de que Sandman saltará a la gran pantalla. Aunque el autor recuerda que la adaptación cinematográfica de El Señor del Sueño ha estado "a punto de cuajar desde hace veinte años". 


Portada de 'El galáctico, pirático y alienígena viaje de mi padre' de Neil Gaiman, la odisea de un padre para conseguir el desayuno de sus hijos.


Los pelos en la lengua, que no en la barba, no son problema para Neil Gaiman. Así ha afirmado que considera que la piratería no le afecta como autor. Más bien al contrario: "Antes creía que era así y me enfadaba mucho con la gente que me pirateaba. Pero me di cuenta de que donde más lo hacían, en Rusia, se estaba generando un gran mercado para mis libros". Tampoco tiene problemas en señalar con el dedo el, a su juicio, giro conservador que han dado los tebeos durante su ausencia: "Muchos comics de hoy en día parecen mucho más retrógrados, sexistas y estúpidos que los que yo estaba escribiendo hace 25 años. Espero que dentro de otros 25 solo sean una curiosidad historiográfica".
Y cuando un lector le pregunta por aquellos que consideran la literatura fantástica algo menor frente a la realista, contesta: "Somos criaturas hechas de imaginación, sueños y esperanza. Y nuestra literatura tiene que reflejarlo. La próxima vez que encuentres a alguien que piense que la literatura imaginativa no tiene importancia, tal vez debas considerar su opinión poco importante".
Hacía 11 años que Neil Gaiman no se presentaba por España. Y espera que no pasen otros 11 para tener que volver. De hecho, se ha atrevido a transmitirles a sus fans un mensaje, o más bien receta, de cómo pueden conseguir que vuelva pronto: "No depende de mí, solo depende de mi editora. Así que todos debéis enviarle chocolate y vino y flores y más chocolate, porque realmente le gusta el chocolate. Y así tal vez me traiga de vuelta. PD: ¡No os olvidéis del chocolate, es importante!". De momento, sin tener que arruinarse en dulces, los fans que quieran llevarle un par de libros para que se los firme podrán hacerlo este sábado en la Feria del Libro de Madrid, de 12.00 a 14.00 en las casetas 204-205 (Fnac) y de 19.00 a 21.00 en la 247 (El Corte Inglés). Una oportunidad para llevarse el autógrafo y tal vez también para iniciar la colecta de vino y chocolate.  

FOTOGALERÍA El Universo Gaiman


1.
Una de las páginas del nuevo álbum de la novela gráfica 'Sandman', una saga que ha cumplido 25 años y que ha vendió más de 10 millones de tebeos en todo el mundo.

2.
Ilustración de 'Sandman: Obertura núm. 1', del autor inglés que estará en la Feria del Libro de Madrid 2014.

3.
Una de las páginas de la versión española de la novela gráfica 'Sandman: Obertura núm. 1', el retorno a su gran éxito.  
4.
Nacido en la localidad inglesa de Port Chester en 1960, Gaiman es un autor poco dado a las entrevistas. Su primer 'Sandman' estuvo 61 semanas en la lista de los libros más vendidos de 'The New York Times'.
5.
La continuación de 'Sandman' coincide con el anuncio de que el actor y director Joseph Gordon-Levitt prepara una superproducción sobre el personaje que escribirá Jack Thorne. 
6.
Las primeras páginas de 'Obertura...' presentan un mundo alienígena en el que conviven tres razas en tres continentes alejados entre sí.


El Pais sabado 31 de mayo 2014 



‘La joven de la perla’ vuelve a su casa


La obra maestra de Vermeer es la estrella de la reapertura del Mauritshuis de La Haya

ELSA FERNÁNDEZ-SANTOS La Haya 20 JUN 2014

Un visitante toma una fotografía con su móvil de 'La joven de la perla'. / LEX VAN LIESHOUT (EFE)

El Mauritshuis ya no es un museo de cuento, es directamente de best-seller. La pequeña pinacoteca, verdadera caja de bombones del arte antiguo holandés situada en el corazón de La Haya, reabre la semana que viene sus puertas después de dos años de trabajos de ampliación y remodelación. Conocida por su espectacular colección, en sus paredes cuelgan entre otras joyas, iconos como La joven de la perla, de Vermeer, que vuelve a casa; La lección de anatomía, de Rembrandt y su estrella más reciente: El jilguero, de Carel Fabritius.

Más que a un lifting facial, el Mauritshuis se ha sometido a una delicada operación interna de 30 millones de euros, dirigida por Hans van Heeswijk, autor de las remodelaciones del Van Gogh y del Hermitage de Ámsterdam. Para revivir su vieja y noble figura, el museo ha duplicado su espacio gracias a la unión, por medio de un vestíbulo subterráneo, del edificio original con otro adyacente para exposiciones temporales, talleres educativos e investigación. La enorme expectación que despierta la exquisita colección de arte holandés del siglo XVII que posee ha convertido la reapertura en un acontecimiento amplificado por una curiosa circunstancia: el éxito de la última novela de Donna Tartt, cuyas más de mil páginas se venden ahora en la nueva tienda de souvenirs del museo junto a las postales que reproducen el pequeño cuadro que da título al libro, El jilguero. Theo Decker, el adolescente protagonista de la novela, se hace dueño de la pequeña tabla holandesa después de un figurado atentando en el Metropolitan de Nueva York. Es ahí donde su madre muere después de confesarle su obsesión por la obra, por ese pájaro, esa “criatura viva” que surge después de ver tantos bodegones de faisanes muertos.


La fachada del museo Mauritshuis de La Haya tras su remodelación. / LEX VAN LIESHOUT (EFE)
“Cuando el libro salió el cuadro estaba prestado a la colección Frick de Nueva York”, uno de los destinos de una gira con paradas en Japón, Italia y Estados Unidos, que ha servido para financiar las obras. “Y ya entonces despertó enorme interés”, recordaba recientemente en La Haya Emilie Gordenker, directora desde 2008 del museo y principal impulsora del nuevo giro del centro. “Pero lo más curioso es que poco después, Oprah Winfrey recomendó en su programa otra novela, La lección de anatomía, de Nina Siegal, que también crea una ficción a partir de otra de nuestras obras maestras”.

Para Gordenker se trata de algo más que de una coincidencia. “La pintura antigua holandesa posee algo único: nos habla de nuestras vida. Por eso la sentimos tan cercana, por eso nos gusta tanto contemplarla de cerca. Nos empuja a mirar, mirar y seguir mirando. Es esa intimidad la que crea una relación especial con el cuadro. Además, y no se sorprenda, creo que también tiene que ver con su reproducción: son cuadros que quedan bien en postales y póster. Y esa cualidad les hace especiales, más accesibles, más populares”.

El misterio del El jilguero ya está enjaulado en el Mauritshuis, donde ha pasado de lucir en un panel móvil en un pasillo a contar con un espacio de honor. Es una de las escasas obras que se conocen de Carel Fabritius, que murió a los 33 años, en 1654, víctima de la terrible explosión que destruyó Delft. Demasiadas víctimas —reales y de ficción— para la memoria de un pobre pajarito. La directora del museo reconoce el extraño poder de la obra, la ilusión óptica que crea contemplarlo. El pájaro realmente parece vivo.


Un visitante fotografía 'La joven de la perla'. / PETER DEJONG (AP)
La remodelación del Mauritshuis, una casona del siglo XVII, se decidió al ver que el edificio necesitaba cambiar su climatización y sus ventanas. Su situación, puerta con puerta con el parlamento holandés, complicaba cualquier ampliación, que finalmente se resolvió con un sensato ejercicio de sostenibilidad: utilizar un edificio vecino, de principios del siglo XX y en desuso, en el que ahora están ubicadas las oficinas, la biblioteca y las demás nuevas dependencias.

En el viejo edificio solo hay una concesión a la nueva vida del museo: un ascensor circular y transparente que une la calle con el nuevo lobby subterráneo (donde está la tienda, la cafetería y la nueva entrada de acceso a los dos edificios). El resto, una vez cruzadas las puertas de la pinacoteca, es una explosión de historia y antigüedad. Paredes enteladas en colores oscuros, maderas nobles y una sala, llamada la habitación dorada, restaurada hasta el detalle para revivir sus 15 murales de Pellegrini. Un guiño al esplendor de esta vieja gloria que aún flota sobre el lago Hofvijver.

Quizá lo que más preocupa ahora a la directiva del museo es la creciente popularidad del lugar, algo que choca con los propósitos de intimidad y recogimiento que proponen las salas y que pretenden preservar. “En realidad no sabemos qué pasará y nos preocupa porque la visita debe ser confortable y tranquila. Cuando cerramos teníamos unas 260.000 visitas. Ese porcentaje no puede crecer más de un 25%. No podemos tener un millón. No lo pretendemos tampoco. Nos importa la calidad no la cantidad. En ese sentido lanzamos un mensaje contrario al del resto de los museos del mundo. No queremos colas, gracias”.

El Pais 21 de junio de 2014

KRAZY KAT "MEGNIFISHINT, WONDAFIL, MEJESTIC..."




 A modo de ficha: un cuento
Érase que se era, hace mucho, mucho tiempo, cuando se inventaron los primeros caballos de hierro, cuando un filósofo alemán decidió que no quería dedicarse a la metafísica y se trasladó a Inglaterra para escribir libros con los que dialécticamente cambiar la Historia, cuando en Irlanda se moría un millón de personas de hambre en un año, cuando muchos que quedaron se fueron a un país entonces mágico, legendario,... érase un hombre llamado George Herriman Jr. que, según algunos, vivía en Grecia y, en 1850, decidió embarcarse hacia Norteamérica. Hay quien conjetura que tocaba la mandolina y, con ella y su voz, conquistó a Clara Morel durante el viaje. Otros afirman que George Herriman Jr. nunca estuvo en Grecia y no conquistó a Clara en un barco, aunque la intervención de la mandolina parece verosímil. Según otros, George había nacido en París y Clara en Alsacia-Lorena. También hay quien afirma que ambos nacieron en las tierras de Louisiana y eran mulatos. La historia es obscura.

Herriman rodeado de sus personajes



Se sabe, sin embargo, que en 1880 vivían en el 348 de Villere Street en New Orleans, Louisiana, y allí nació el domingo 22 de agosto de ese año su hijo George Joseph Herriman, clasificado como de color en su certificado de nacimiento. El mundo iba casi muy rápido entonces: los hombres inventaban extraños ingenios, se publicaban numerosas revistas de relatos, un reverendo inglés adquiría fama, bajo seudónimo, contando las aventuras de una niña en un maravilloso mundo subterráneo, las letras inglesas se refrescaban a pesar de lo que se llamaría Época Victoriana, los hombres empezaron a mirar y a representar de otra manera, parecía que Europa hervía. En 1883 la Southern Pacific Railroad terminó, tras episodios que serían cuna de leyendas, el camino de raíles y traviesas que comunicaría California con New Orleans. Según algunos, la familia Herriman siguió viviendo en Villere Street, donde el señor Herriman hacía de sastre, donde George Joseph recibía el apodo de Garge. Eran malos tiempos para los hombres de color a orillas del Mississippi, y las cosas se pondrían peor a partir de 1890, al final de la Reconstrucción que siguió a la Guerra de Secesión (1861-1865), con la aparición de leyes que favorecían la segregación. Los Herriman dejaron sus barrios criollos, la pequeña Babel de Louisiana, y emigraron a Los Angeles. En su nueva residencia, el sr. Herriman tenía una panadería, ejercía de barbero y se aficionó a la astronomía. A partir de 1891, George Joseph asistiría al St. Vincent's College y ayudaría a su padre en la barbería al salir de la escuela. En 1892, James Swinnerton empezó a publicar en el San Francisco Examiner de Wllllam Randolph Hearst, el ciudadano Hearst, una serie de viñetas bajo el título California Bears. El 5 de mayo de 1895 se inició la publicación de The Yellow Kid en el suplemento dominical del New York World de Joseph Pulltzer, página dibujada por Richard F. Outcault en la que un chico de los suburbios    neoyorkinos,    vestido con un camisón, contaba, con la ayuda de textos que figuraban en el camisón, sus aventuras; el 5 de enero de 1896 el camisón se tiñó de amarillo; en mayo de ese mismo año, Outcault fue contratado por Hearst y se acuñaría la expresión prensa amarilla para calificar el estilo de periodismo de las publicaciones de Hearst. George Joseph Herriman, Geo Herriman, quería ser artista. Las viñetas y los suplementos gráficos de los diarios se convirtieron, ante la población inmigrante e iletrada, en una parte importante de su contenido. En 1897, Geo vendió un dibujo a Los Angeles Herald, trabajó en su departamento de grabado por dos dólares a la semana y realizó algunos anuncios y viñetas políticas. Ese mismo año terminó sus estudios en el St. Vincent's College y su padre le puso a trabajar en la panadería familiar. No le gustaba el trabajo de panadero, odiaba a su padre y a su madre, especialmente a su padre, y creía que podía ganarse la vida como dibujante, así que un día le hizo un bocadillo a su padre con un ratón muerto y se marchó de casa. En 1900 estaba en New York vendiendo cinturones y cepillos de dientes y haciendo algún que otro trabajo más o menos artístico. Un día, la revista Judge, una de las más famosas revistas de humor del tiempo, en la que Outcault había publicado algunos de sus primeros trabajos, le compró once entregas que se publicarían entre los días 15 de junio y 26 de octubre de 1901. Las cosas van


muy rápidas entonces. El 29 de septiembre de 1901, los diarios Pulitzer empezaron a publicar media página o una página con trabajos de Geo y éste colabora con el Philadelphia North American Syndicate desde su primer suplemento, y, desde el 20 de octubre, el TC McClure Syndicate publica sus trabajos en color. En 1902, Swinnerton, por prescripción facultativa, para luchar contra la tuberculosis, se traslada a Arizona. Geo crea Musical Mose, su primer personaje con continuidad, para los periódicos de Pulitzer, publicándose la primera entrega, de tres, el 16 de febrero; le seguirían Professor Orto and his Auto, con aparición el 30 de marzo, y Acrobatic Archie, que ve la luz el 13 de abril. La vida empieza a irle bien, quizá por eso vuelve a Los Angeles. En este punto la historia se vuelve otra vez difusa; quizás es ahora cuando canta serenatas bajo un balcón acompañado por una mandolina, quizá ya lo hizo dos años antes y ahora vuelve a por los frutos con nuevos argumentos impresos con tinta verde; sea como fuere, el 13 de julio de 1902 contrae primeras nupcias con Mabel Lillian Bridge en Los Angeles y ambos regresan a New York, donde el 11 de enero de 1903 se inicia la publicación de Two Jolly Jackies. En mayo tiene una hija bautizada Mabel y llamada Toots. Empieza a trabajar para el New York World. El 2 de enero de 1904 aparece Major Ozone's Fresh Air Crusade, creado para la World Color Printing Company y es traspasado al New York Daily News, donde realiza una tira con continuidad titulada Sweet Home y publicada los días 22, 23 y 26 de febrero y el 4 de marzo. El 22 de abril de 1904 inicia la publicación de viñetas deportivas en el New York American de Hearst, compartiendo espacio con Swinnerton y con Thomas Aloysius Dorgan, TAD, el más prestigioso escritor y dibujante deportivo del momento, quien llamaba Garge y The Greek a Geo y quien posiblemente sea responsable de las conjeturas sobre la procedencia griega de la familia Herriman. Geo publica con regularidad sus viñetas deportivas hasta el 25 de abril de 1905, en que empiezan a hacerse intermitentes, para dejar de publicarse el 2 de junio después de que el autor se manifestase descontento con su trabajo. Mientras tanto, en Europa, un individuo afirma que cada yo se compone de un yo, un ello y algunas cosas más; y otro produce una teoría relativa a bien no sabe nadie qué. Geo emigra a California y desde allí envía por correo sus producciones a la World Printing Company, para la que inicia dos nuevas series, y retoma su Major Ozone's Fresh Air Crusade. El 8 de enero de 1906 publica, en Los Angeles Times, lo que podría ser una crítica a Hearst. Del 10 al 26 de diciembre de 1907 publica Mr. Proones the Plunger en Los Angeles Examiner. El 12 de octubre de 1909 aparece Barón Mooch en los diarios Hearst y le siguen Mary's Home From College, el 20 de diciembre, y Gooseberry Sprigg (The Duck Duke) del 23 de diciembre al 24 de enero de 1910. El 14 de junio de 1910 inicia su colaboración en el Evening Journal con un artículo y una ilustración, y el 20 de junio empieza a publicarse The Dingbat Family, serie doméstica en la que se han visto influencias estilísticas de Mutt and Jeff (entonces Mr. A. Mutt) de Bud Fisher (1885-1954), que se publica en el New York American, también de Hearst. La familia Dingbat tiene un gato. En la tira del 26 de julio de 1910, Geo hace que los textos de los bocadillos aparezcan trazados con tipos de imprenta. Eso no es todo: termina la tira, la mira y se da cuenta de que hay mucho espacio en blanco por debajo de los personajes y busca una manera de llenarlo; recuerda que una vez en que se encontró con un problema similar en una tira de Barón Mooch (14 de diciembre de 1909) llenó el espacio con una aparición de Gooseberry Sprigg; dibuja entonces, en la parte inferior de las viñetas, al gato de los Dingbat, dormitando, al que se le acerca un ratón por la espalda y le arroja una bolita a la testa para desaparecer seguidamente. Esta historia paralela entusiasmó a un muchacho de las oficinas de Evening Journal, llamado Willie, que animó a Herriman para que siguiera incluyéndola, y más tarde manifestaría el mismo entusiasmo Arthur Brisbane, el editor, quien sugirió a Geo que le dedicase una tira bajo la que venía realizando. El 1 de agosto, The Dingbat Family pasa a llamarse The Family Upstairs y deja de ser una tira doméstica (como esas series que divierten ahora tanto en la televisión) para convertirse en una tira fantástica centrada en la obsesión de Mr. Dingbat con las molestias que la causan sus vecinos de arriba. El 17 de agosto, el ratón se refiere al gato (o gata) con la expresión Krazy Kat. El 1 de junio de 1911, y durante un par de semanas, la tira titulada Krazy Kat and Ignatz sustituye a The Family Upstairs, la familia Dingbat estaba de vacaciones. El 15 de noviembre de 1911 se demolió el edificio en que vivía la familia Dingbat y ésta se trasladó a Yorba Linda, y el señor Dingbat dejó de ser un neurótico obsesivo, y la tira que contaba sus aventuras volvió a ser menos fantástica y más doméstica y a llamarse The Dingbat Family. Una línea, una calle, separó entonces a la familia Dingbat de sus vecinos de la tira de abajo. Se empezó a leer hablar de un lugar llamado Coconino County. El 28 de octubre de 1913,


Krazy e Ignatz pasaron a residir en una tira vertical, independiente, sita a un lado de la página de comics. Más allá del otro extremo de camino de la Southern Pacific Railroad, más allá del mar Océano, los hombres quisieron volver a gritar que son animales casi racionales o que quizá tampoco eso. El 4 de enero de 1916, The Dingbat Family se fue de vacaciones para no volver y ocupó su lugar el Barón Bean hasta el 22 de enero de 1919. El sábado 23 de abril de 1916 se publicó, en blanco y negro, el primer Sunday de Krazy e Ignatz, y se pudo curiosear esporádicamente desde entonces en la topología maravillosa de Coconino County; ese mismo año se produjo la primera película de dibujos animados basada en los personajes de Geo. Europa parecía haber dejado de ser hija bastarda del infierno cuando el 23 de abril de 1919 se inició la publicación de Now Listen Mabel, que se prolongaría hasta el 18 de diciembre. Los amigos americanos empezaron a invertir en industria pesada al otro lado del Atlántico y muchos descubrieron entonces que con la miseria de muchos puede amasarse el pan para otros. También había sonrisas. El 20 de enero de 1922 se representó en el Town Hall de New York una obra de ballet escrita por John Alden Carpenter, coreografiada por Adolph Bolm, inspirada en Krazy Kat y con diseño de vestuario de Geo Herriman, quien, además, ilustró el libreto. El 30 de octubre se inició la publicación de las tiras de Stumble Inn; su primera página dominical apareció el 9 de diciembre y por ella fueron deambulando la familia Dingbat, el Barón Bean y otros personajes dispuestos a hacer un paréntesis en su jubilación o sus vacaciones. Geo se fue a vivir a Hollywood, desde allí podía hacer frecuentes sus escapadas a Arizona: al territorio Navajo, a Mountain Valley, al Gran Cañón del Colorado; también a Coconino Plateau, más al suroeste del territorio Navajo de lo que él había soñado: poco importó, Coconino County merecía un poblado Navajo y lo tuvo. Había magia en aquellas tierras, en la luz, en las sombras proyectadas por las mesas, en la soledad y el silencio, en los dibujos que el chamán Navajo trazaba con arena durante días enteros para que luego los bailarines los borrasen para siempre en unos pocos minutos. Un broche fue a decorar su corbata. En los inviernos de 1924 a 1928 pasó temporadas en Méjico. El 9 de enero de 1926 dejó de publicarse Stumble Inn. Del 16 de enero al 18 de diciembre de 1926 se publicó Us Husbands y, bajo ésta, la tira Mistakes Will Happen. La economía norteamericana tuvo un traspiés, muchos creyeron que aquel pan estaba allí para cogerlo a puñados y así fueron haciendo hasta que un día alguien descubrió que era sólo corteza, que estaba hueco, y en las aceras se estamparon muchos de los que habían creido empezar a volar; la industria pesada del otro lado del océano cayó disparando la inflación y alguien vio la salida en dedicar aquella industria a fabricar máquinas con las que ayudar a los hombres a dejar de fumar o a dejar de ser de color, bien no se sabe. En 1930, Geo diseñó su segunda casa en Hollywood, de estilo español, en el 2217 de Maravilla Drive. A partir de 1932, Krazy Kat sería la única tira que dibujaría. El 14 de Noviembre de 1934, quien fue Mabel Lillian moría en un accidente de automóvil y Herriman iniciaba una estrecha relación con Louise Swinnerton, la mujer de James Swinnerton. En 1935 empezaron a publicarse en color las planchas de Krazy Kat y en estas páginas aparecieron numerosos experimentos gráficos realizados tomando como base el título de la serle. Un día, Robert Cappa apretó un botón y congeló la caída de un hombre, de un fusil, de una gorra. En 1938, Herriman añadió una viñeta alargada al pie de las planchas el contenido de la cual alude al de éstas. En 1939, también un 14 de noviembre, su hija Bobbie dejó de contar treinta años. Más allá del Atlántico, muchos eran los que dejaban de fumar o de ser de color al convertirse en objeto del tratamiento más expeditivo que para ello se conoce. Geo padecía artritis y sufría migrañas. El 25 de abril de 1944 moría en su cama; se publicó una plancha con Krazy aquel día, y sobre la mesa de dibujo quedó una tira inacabada en la que Krazy canta acompañándose con una mandolina. El 25 de junio se publicó la última historia de Krazy e Ignatz. Al contrario de lo que era usual, ningún dibujante siguió con la serie.




Sobre la manera de trabajo
Herriman abocetaba mínimamente. Con el tiempo pasó a prescindir de los bocetos y a dibujar directamente sobre la página con pincel y pluma. No corregía con pasta blanca, cuando precisaba de alguna línea blanca sobre fondo negro la hacía raspando; poco a poco, estos raspados fueron haciéndose más frecuentes en sus páginas. En las páginas en color, éste era añadido por los impresores haciendo uso de indicaciones de Herriman. Los colores de estas páginas (muy satura-dos) son, sin embargo, muy distintos de los suaves y matizados de las que coloreó con acuarelas para sus amigos y admiradores. A partir de finales de los '30, la artritis endureció perceptiblemente su grafismo.

 Sobre Krazy Kat
Bull Pupp, un perro policía, estaba enamorado de un gato, Krazy Kat, que estaba enamorado de un ratón, Ignatz. Pupp era demasiado tímido como para declararle abiertamente su amor a Krazy. Ignatz tenía por costumbre estrellar un ladrillo en la cabeza de Krazy cada día. Krazy interpretaba los ladrillazos como muestras de amor. Pupp encerraba a Ignatz en la cárcel. El planteamiento es simple y, aunque la serie vivió etapas de éxito, parece que la razón de su larga vida fue que también Rudolph Hearst estuviese enamorado de Krazy. Aunque cada tira, y cada plancha, contaba un gag, existieron motivos sobre los que trataron varias de ellas con continuidad, como el Tiger Tea. Los tres personajes estrella tuvieron un buen grupo de acompañantes, algunos de ellos habituales: Joe Stork, Gooseberry Sprigg, Don Kiyoti (primero Daniel Coyote), Sancho Pansy, Walter Cephus Austridge, Mock Duck, Kolin Kelly (el vendedor de ladrillos), Mr. Wough Wuph Wuff, Mr. Bum Bill Bee, Pauline Parrot, Matilda (esposa de Ignatz), Irving, Marshall, Milton (hijos de Ignatz estos tres), varios Katfish y Katbird (primos de Krazy) y otros muchos personajes; algunos, como Gooseberry y Don Kiyoti, habían aparecido en otras series del mismo Herriman.  Sobre  Krazy,  John  Alden Carpenter dijo que era una combinación de Parsifal y don Quijote, el perfecto loco y el perfecto caballero. Su hablar oscila entre la más elevada locuacidad victoriana y el más bajo street slang, con vocablos en francés a los que se sumarían las aliteraciones de nombres navajos (cuando Herriman toma contacto con Arizona), palabras en castellano (más frecuentes tras sus estancias en Méjico) y onomatopeyas habituales (hoy) en el lenguaje de la historieta. Muestra del hablar de Krazy la encontramos en su manera de dirigirse a sus com-pañeros de viñetas: así, el officer Pupp se convierte en OffissaPupp, e Ignatz mouseen Ignatz Mice. En la tira del 9 de julio de 1938, Krazy recibe un castigo en el colegio por decir kat en lugar de cat. Para John Alden Carpenter, Ignatz es una mezcla de Sancho Panza y Lucifer. Para Jack Kerouac, Krazy Kat es un inmediato precursor de la Beat Generation.



A nivel de figuración continente, cabe destacar el diseño de las planchas, el habitual uso de viñetas no rectangulares y su disposición sobre la plancha (p.e., en la plancha del 30 de junio de 1939 aparecen unas cabalgando sobre otras), y la utilización casi exclusiva de planos generales y frontales, como si el lector estuviese presenciando una representación teatral cuyo escenario es la viñeta. A nivel de figuración contenida, aparecen habitualmente dos elementos gráficos (un botón con una x en su centro y una línea quebrada en zigzag) decorativos que en muchas ocasiones reciben el tratamiento de objeto o se integran en alguno de los representados; son frecuentes, a partir de 1920, las grecas y los fondos de las viñetas a base de patterns compuestos con motivos navajos tras las primeras estancias de Herriman en Arizona, sumándoseles más tarde los de clara referencia mejicana. Estos motivos aparecen también integrados en los objetos más dispares (con frecuencia constituyen el follaje de la copa de un árbol). Los escenarios parecen sufrir una constante metamorfosis, cambiando absolutamente de una viñeta a las contiguas.

En muchas ocasiones la serie es autorreferencial: en una tira de 1915, Krazy se dirige a Herriman y a su hija Toots; en la tira del  7 de marzo de 1919, Krazy e Ignatz se arrojan de cabeza al interior de un tintero que una mano cierra más tarde; en la plancha del 11 de junio de 1939, Ignatz encuentra un tintero y se dibuja (¿en el aire?, ¿sobre la página?) junto a un ladrillo, dibuja a Krazy, su representación de Ignatz le tira el ladrillo a su representación de Krazy, y Pupp dibuja la cárcel con Ignatz dentro; en septiembre de 1938 el tema sirve de excusa para una serie de tiras: el día 5, Ignatz dibuja un ladrillo y Pupp le pide que lo borre; el día 6, Pupp dibuja la cárcel, encierra en ella a Ignatz y firma su dibujo con Bull Pupp «Fecit» - 1938; tiras de 1943 y 1944 girarán en torno al mismo asunto. En otra línea, es de destacar la representación mediante imágenes de lo que piensa o sueña algún personaje (p.e., tira del 24 de diciembre de 1917, cuando Ignatz sueña con amorcillos después de que Krazy le haya besado), o la representación de un sentimiento mediante la forma de un globo que contiene una expresión (p.e., plancha del 30 de marzo de 1919, en la que un globo de Krazy tiene forma de corazón). Muchas otras carac-terísticas formales de las tiras y las planchas se podrían apuntar, y con un análisis metódico, pero sirvan estas notas como llamadas de atención acerca de recursos y reflexiones sobre el medio que abundantemente se pueden encontrar en la serie. De ellas se prendaron en los '70 multitud de dibujantes relacionados con el underground, entre los que cabría destacar a Joost Swarte, a quien le gustó compartir las iniciales con Joe Stork y quien sigue opinando que los numerosos Katfish Kousin son una de las mejores representaciones posibles de un holandés. Y no puede sorprender que el Grupo Interdisciplinar Universitario de Estudios Sobre la Historieta tenga a Krazy recibiendo un ladrillazo como emblema. Quizás un exceso de atención prestado a determinados clásicos, que posiblemente deban tal tratamiento por la cantidad de su producción y la difusión que ésta recibió en algún momento, ha ligado de algún modo la historieta y sus formas a otros medios, como el cinematográfico, siendo olvidadas algunas de sus maneras propias. Quizá desde antiguo se sabe que, en una obra de ficción, si un personaje cojea, a la semana no tiene por qué seguir cojeando, aunque no haya cambiado nada de su vida o no se especifique claramente, como un poblado navajo puede ser el Fujiyama en la viñeta contigua, o una bonita greca. La obra de Herriman ha sido objeto de numerosas exposiciones.' La primera fue en 1972 en la Universidad de Arizona. A ésta siguieron tres en la Graham Gallery de Madison Avenue En New York. Luego vendrían otras.

Herriman inventó un mundo que, como todos, es extraño, pero muy bonito.

Se ha hecho servicio de:
AA.VV. Historia de los Comics. Barcelona: Toutain Editor.
Herriman, Geo. Krazy Kat. París: Futurópolis (1981).
«Krazy Kat" Komix nºs 1 y 2. Amsterdam: Real Free Press (1974).
Mc Donnell, O'Connell y De  Havenon.   Krazy Kat, The Comic Art of George Herriman.   New   York:   Abrams (1986).


Jaime Vane





30 de abril de 1916

3 de septiembre de 1916

5 de mayo 1918

27 de junio de 1920

10 de octubre de 1920


Publicado en Krazy Comics nº19 abril de 1991