domingo, 5 de junio de 2011

Jam session fotografica

Hace unos meses apareció una carpeta con posters y láminas de tamaño mediano y decidí realizar una sesión fotográfica. Intentaba guardar las imagenes de manera más accesible y ahorrar tiempo con escaners y demás, no se si el resultado es interesante pero al menos las tengo más cerca. Los pasteles son míos excepto la imagen de Matrix que pertenece a Venantius, fue un pequeño ejemplo para aprender las bases del pastel.























sábado, 4 de junio de 2011

Sayaka Ouhito

La mayor parte de los dibujos son de Sayaka Ouhito, a través de la página de Drawn, aquí: http://blog.drawn.ca/tagged/Sayaka_Ouhito, encuentro un lugar de reunión de autores japoneses, creo, porque está en japones, y son impresionantes, veo además que cunde el ejemplo y bastante gente pone los enlaces y los dibujos, según parece es de los más corriente, bueno, a mi me han gustado por diversos y variados motivos, en un principio hubiera dicho que era un trabajo del Studio Ghibli, de Hayao Miyazaki y sus colegas. Ahí está la página de Drawn que es un punto de referencia muy bueno, que ustedes lo disfruten, yo, ya lo hago.












A los calvos, a los bajitos, a los buenazos, que sueñan con ser malvados, a los ingenuos, a los patosos...

Goomer, página final en el Pequeño Pais en 1988

martes, 24 de mayo de 2011

NUEVE AUTORES (11 de agosto de 2000)



Daniel Torres(Valencia, 1958) es uno de nuestros autores más internacionales, gracias a títulos como Roco Vargas o El octavo día. En la actualidad, está trabajando en la adaptación a los dibujos animados de su personaje infantil, el dinosaurio Tom. Tentaciones. ¿Cómo se traslada un personaje como Tom de la historieta a la animación? Daniel Torres. Lo primero que hay que hacer es olvidar que lo que vas a ver en pantalla es tu personaje, porque ha pasado por muchas manos y está en un medio distinto. Si no tienes en cuenta eso, te puedes llevar muchas sorpresas. Teniéndolo en cuenta, de momento el aspecto que tiene Tom está muy bien. Puede que lo que acabemos consiguiendo sea un retrato inmenso de un personaje que tiene muchas caras. De momento, ya existen tres caras de Tom. Una, la que aparece en los cuentos ilustrados que protagoniza; otra, la que aparecía en las historietas de El Pequeño País, y la tercera, la de las historietas que están apareciendo ahora mismo en la revista Dibus. La de la animación va a ser la cuarta, y todas son diferentes pero a la vez complementarias. 



Juan Giménez(Mendoza, Argentina, 1943) se ha labrado un reputación como uno de los más brillantes dibujantes mundiales de la ciencia-ficción, género que sigue explorando en la actualidad con La casta de los Metabarones, escrita por el guionista chileno Alejandro Jodorowsky. Tentaciones. ¿Cómo ha cambiado el cómic en España desde que tú llegaste? Juan Giménez. Yo llegué a España en 1978, cuando se vivía el resurgimiento del cómic, con la aparición de las primeras revistas contemporáneas. Era una época fantástica, que coincidía con la agitación cultural de la movida. Duró poco, para mi gusto, ya que empezó a languidecer a finales de los años 80. En la actualidad, para las editoriales no es rentable producir cómics sólo para España. Hay que vender el producto en Italia, Francia, Estados Unidos..., de manera que se desvirtúa la imagen del cómic nacional. Esto es porque ha desaparecido el público local, y esto es consecuencia de la evolución natural. Los jóvenes tienen otro tipo de tentaciones, especialmente a través del ordenador. Podríamos decir que el cómic ha quedado un poco obsoleto, pero no desaparecerá.





Horacio Altuna (Córdoba, Argentina, 1941) ha dibujado todo tipo de cómics, y siempre de categoría excepcional, tanto en su Argentina natal como en España, donde llegó hace 20 años. Lo último que acaba de presentar es Hot L.A., una aproximación casi documental a los conflictos raciales de Los Ángeles provocados por el apaleamiento de Rodney King. Tentaciones. ¿El cómic se presta a tratar cuestiones periodísticas o de actualidad? Horacio Altuna. El cómic se presta para cualquier temática. Lo que pasa es que en la actualidad hay una preponderancia de lo infanto-juvenil y de la evasión. Lamentablemente, Hot L.A. corresponde más a lo que se hacía en los años setenta y ochenta. Es increíble que del franquismo, por ejemplo, no exista más que lo que ha hecho Carlos Giménez. Tendría que haber editores y autores que abordaran estas temáticas. En realidad, es un problema general. En todas partes se está bajando el listón: el cine, la música, las revistas... En España se vive un periodo de falsas vacas gordas, y la juventud no cuestiona absolutamente nada. En Latinoamérica, sin embargo, y obligada por las circunstancias, la juventud está mucho más politizada.


Carlos Giménez(Madrid, 1941) se ha convertido en uno de los autores más importantes del cómic español mediante álbumes que revisan desde la posguerra hasta la transición, a través de sus recuerdos personales y generacionales: Paracuellos, Barrio, Los profesionales... Actualmente su obra está siendo reeditada por Glénat. Tentaciones. ¿Tiene memoria el cómic español? Carlos Giménez. El cómic español tiene la misma memoria que cualquier otro medio. La industria del tebeo es reciente, no tiene más de cien años, y en ese tiempo se ha desarrollado lo suficiente como para ofrecer obras capaces de recordar a cualquiera que los tebeos son un gran medio de expresión. Además, se reeditan constantemente, de manera que cualquiera puede comprobarlo. Mis propios tebeos siempre han estado ahí. Lo que sí es verdad es que cada cierto tiempo se produce un relevo generacional que hace que los nuevos lectores descubran autores que ya existían. En mi obra, la memoria tiene gran importancia. La memoria es un filón si tu concepción de las historias va por ahí. Detrás de la mayoría de las obras, casi siempre hay una vivencia propia del autor.


José Luis Ágreda(Sevilla, 1971) se ha consolidado como uno de los grandes valores jóvenes de la historieta española, y de los pocos capaces de llegar asiduamente al gran público, en especial a través de una serie infantil, Zoé, con guión de Bernardo Vergara, que aparece mensualmente en Dibus; de su serie Los Chapas (también escrita por Vergara), que aparece cada semana en El Jueves, y del álbum que ha ilustrado sobre guión de Gomaespuma, Raúl y Andrea, a la fuerza ahorcan. Tentaciones. ¿El humor es el último refugio del éxito para el cómic? José Luis Ágreda. Es posible que sea el último refugio del cómic español, como ha sido también el salvavidas del cine español. El humor es algo más general que otros géneros y admite un público más amplio. No creo que el cómic pueda tener nunca mucho éxito, pero es cierto que en este país, por la tradición de humoristas, y porque el humor entra en la idea que tiene la gente de lo que es un tebeo, es mucho más aceptado. Además, el humor tiene otra cosa, y es que es más dificil engañar a nadie. Si te lo lees y no te ríes, es un mal tebeo de humor. Y con los cómics en España tienes muchas posibilidades de reírte.



Ricard Castells(Barcelona, 1955) ha sido el más importante dibujante inédito en España durante varios años. Descubierto por los japoneses antes que por nuestro propios editores, la reciente publicación de los libros Lope de Aguirre. La expiación y Poco por fin le ha permitido llegar hasta su público. Tentaciones. ¿Cómo fue la experiencia de trabajar para los japoneses? Ricard Castells. Muy agradable. Lo más notable de mi relación con los japoneses es que allí la palabra dada tiene un valor sagrado, cosa que se ha perdido aquí. En realidad, resultaron más abiertos que los editores occidentales. Ellos buscaban proyectos, sin importarles el nombre; aquí nos guiamos más por el nombre. Mi trabajo es minoritario, pero allí tuvo su hueco porque en Japón hay todo tipo de manga, y aceptan muchísimas más cosas, además de que a los occidentales nos dieron más libertad que a los autores de allí. Últimamente nos han cerrado las puertas, coincidiendo en parte con su crisis económica. Al menos, después de aquello he conseguido publicar aquí, y ahora se observa una pequeña apertura a cosas que no son comerciales, sin ser tampoco un desastre económico. 


Paul Karasik es un caso extraño dentro del fenómeno del cómic. Es un experto, a la par que dotado, "mixer" de lenguajes: mezcla con soltura y de manera lúdica e inteligente imágenes, textos y un sinfín de recursos narrativos y comunicativos. Estrecho colaborador en labores editoriales de Art Spiegelman, el autor de "Maus", en la revista experimental "Raw", una de las publicaciones más importantes de los años ochenta y noventa. En "Raw" se publicaron trabajos de autores como Crumb, Mattoti, Tardi, Panter o Deitch. Ejerció también como editor en "Bad News Magazine". Premiado en el Salón de Barcelona ´99 por su adaptación gráfica de "La ciudad de cristal", novela homónima de Paul Auster, en colaboración con el ilustrador David Mazzuccheli. Es colaborador del "The New York Times", "New Yorker" y "Nickelodeon Magazine". Docente en la School of Visual Arts neoyorquina y en la International School of Comics de Florencia.



Don Rosa(Louisville, 1951) ha transcendido el clásico universo Disney y su parroquia de patos con un meticuloso trabajo de investigación y reajuste. Su pasión por los patos le condujo a afirmar que era el único americano capaz de dibujar y escribir la vida y milagros del Tío Gilito. Rosa llegó a propiciar incluso conatos de relación amorosa en el mundo prácticamente asexuado de Disney. Su primer trabajo, "El hijo del sol", para la Editorial Glasdstone(1986), proveedora de Disney, es una aventura sobre el imperio inca y el templo de Mango Capac y nominada incluso para el Premio Harvey, el Oscar del cómic. Sus últimos trabajos son "Attaaaaaack!" y "1902-in Panama". Ostenta el Premio Eisner a la mejor serie (1995), y el Premio Eisner al mejor escritor y artista de humor (1997). Alterna la producción de álbumes de historietas de ilustraciones con su pasión por el coleccionismo de cómics y figuras del Pato Donald: posee más de setecientas diferentes.




Extremadamente meticuloso en su trabajo, Jason Lutes (New Jersey, 1967) es quizá uno de los dibujantes más valorados del cómic alternativo norteamericano y el más europeo, cualidad que adquirió durante su infancia de la mano de Tintín en visitas a Francia. En Seattle, su lugar de residencia, ejerció como friegaplatos hasta su ingreso en Fantagraphics Books. Es autor de "Jar of fools", un libro autopublicado tras su paso como becario por la Fundación Xeric, institución creada por Peter Laird, cocreador de las Tortugas Ninja. Se consagra con la publicación de dos magnas novelas gráficas: "Juegos de manos", un universo de corazones rotos tras un atisbo de magia, y "Berlín", un extenso e inacabado relato de peripecias en el Berlín de entreguerras, ambos títulos publicados en España por Ediciones La Cúpula. "Berlín" es un trabajo de unas seiscientas páginas, que dan idea de su necesidad convulsa de hacer cómic. Aun así, volvería a fregar platos.

El Abecedario de Turpin de Max


Dibujos para el periódico El Pais. Portadas para su sección El Pequeño Pais.






































lunes, 23 de mayo de 2011

Mil dudas en conflicto

REPORTAJE

En la estela de 'Maus' y 'Persépolis', Sarah Glidden cuenta en la novela gráfica 'Una judía americana perdida en Israel' un viaje emocional a sus raíces

ISRAEL PUNZANO - Barcelona - 22/05/2011





Vivimos tiempos de cómics autobiográficos y de reportajes periodísticos en viñetas. Cada vez más, la realidad y los grandes acontecimientos históricos invaden el mundo del noveno arte. Como en toda moda, el exceso ha provocado que ya se acumulen en las librerías decenas de tomos plomizos que empobrecen el lenguaje del cómic al convertirlo en una aburridísima herramienta de divulgación. Por suerte, algunas obras escapan de esa trampa y seducen, entre otros méritos, por su honradez y por culminar con éxito un reto ambicioso. La excelente novela gráfica Una judía americana perdida en Israel(Norma), de Sarah Glidden (Boston, Estados Unidos, 1980), pertenece sin duda al bando de los aciertos. Su autora demuestra que tiene bien aprendida la lección de clásicos contemporáneos y pioneros como Maus, de Art Spiegelman; Persépolis, de Marjane Satrapi; los reportajes de Joe Sacco o los cuadernos viajeros de Guy Delisle.

En su aplaudido debut, que le valió el premio Ignatz al mejor nuevo talento, Glidden nos brinda unas memorias que relatan uno de los episodios que más le han marcado. Se trata de un viaje que realizó a Israel en 2007 acogiéndose al programa Derecho de Nacimiento, iniciativa de una fundación israelí que pagaba a jóvenes judíos de todo el mundo una visita al país. La autora, que pertenece a una familia secular, decidió apuntarse con la intención de indagar en su identidad y para intentar aclarar sus dudas sobre el conflicto entre Israel y Palestina. Su temor inicial era caer en una especie de lavado de cerebro a golpe de propaganda que le alejara de sus convicciones propalestinas.

Una vez en el terreno, Glidden no cambió de ideas, pero considera que la experiencia le permitió equilibrar sus opiniones. "Para ser sincera, lo único que se puede hacer es constatar la enorme complejidad del conflicto. Es algo mucho más complejo que la imagen que dan del mismo los grandes medios de comunicación, que lo han convertido en un espectáculo. No se trata de un juego en el que haya buenos y malos. Tras el viaje entendí que era imposible extraer una conclusión. Además, dar por concluido un punto de vista te cierra las puertas a seguir aprendiendo", defiende Glidden, que desdobla su relato en un doble viaje, uno por los paisajes de Israel y otro puramente introspectivo, pero de gran carga emocional.

Con un dibujo sencillo, la autora aprovecha las paradas de la visita turística para repasar la historia del Estado israelí y las raíces del pueblo judío, con episodios que van desde las arcanas disputas por la ciudad de Jaffa hasta los sueños sionistas de Ben Gurión (en el fondo, otro viaje más). Lógicamente, las páginas de Una judía americana perdida en Israel también están llenas de detalles de la vida cotidiana del país y de las dudas identitarias que asaltan continuamente a la autora. "No se trata de un ejercicio de periodismo. Son unas memorias, no me gustaría nada que el lector pensara que le estoy dando una lección de Historia. Para la divulgación ya están los expertos y los libros de texto. Éste es simplemente el relato de una persona curiosa, de alguien que utiliza el medio de los cómics para mostrar la subjetividad", señala la autora, que en sus nuevos trabajos sí se decantará más por el género periodístico.

No es la primera vez que Glidden, actualmente instalada en Brooklyn, visita España. De alma viajera, en 2004 pasó un tiempo en Barcelona al "autoexiliarse" de Estados Unidos por la Guerra de Irak (recaló aquí por una imagen idealizada y romántica de la "España socialista" de Zapatero, explica). Eso sí, cambiando de registro, si viviera en un cuento de hadas, le tocaría el papel de Cenicienta, porque no todos pueden debutar publicando en una de las grandes editoriales de Estados Unidos, DC Comics (la casa de Batman y Superman), que lanzó esta novela gráfica con el sello Vértigo, su línea dedicada al público adulto. Hasta entonces, Glidden se dedicaba a autoeditarse sus propios minicomics y decidió llevar una muestra de su trabajo a una convención en Nueva York. Fue allí donde un representante de DC vio algunos capítulos de la obra, suficientes para apostar por una novel. "No es algo muy habitual, porque en Estados Unidos hay muchos autores de cómics y es difícil que alguien sin experiencia cuente con ese apoyo. Tomó un gran riesgo al darme una oportunidad". Y eso es precisamente lo que más falta hace: nuevas voces para escapar de la marisma de tanta y tanta reedición lujosa de cosas muy sabidas.