Julio Andrés Gracia Lana
Las torres de Bois-Mauri. Integral 1
Hermann
Planeta Cómic
Bélgica
Cartoné
144 págs. Color
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La violencia suele representarse sobre un argumento maniqueo. Buenos y malos combaten, figuras heroicas vertebran el relato y surgen objetivos que deben cumplirse. No redundar en estas premisas es complicado, pero Hermann lo consigue. La fuerza física y social ejercida por unas personas sobre otras se encuentra omnipresente en toda su obra, sin un juicio o una metáfora final. No hay una intención dogmática detrás de Las torres de Bois-Mauri. La naturaleza humana se pinta como tenebrosa en un relato ambientado durante la Baja Edad Media (a comienzos del siglo XII), que obvia toda mirada romántica en beneficio de un contenido incómodamente realista. El lector se transforma en mero observador de una sociedad de clases, en la que la nobleza disfruta de todos los privilegios mientras los estamentos más bajos solo pueden preocuparse por sobrevivir. Una amplia escala de grises cubre a toda la época. No se desarrollan grandes historias de reyes y caballeros, sino de gente corriente cuyos problemas nunca habrían aparecido en los libros de historia.
El planteamiento responde a un impulso muy personal del autor. Hermann Huppen (1938) comenzó realizando historias sobre guiones de Greg (Michel Regnier) en series entre las que se encontraban Bernard Prince o Comanche, hasta que a finales de los setenta comenzó a escribir sus propias historias. Lo hizo con el cómic de ambientación post apocalíptica Jeremiah y a partir de 1984 con Las Torres de Bois-Mauri.
Siendo uno de los historietistas belgas de mayor trayectoria, no resulta extraño que Planeta le haya dedicado varias reediciones de sus obras más significativas. La actual incluye un texto de Ervin Rustemagić (editor de Strip Art Features, SAF), acerca de la producción de la obra, publicada originalmente en España en la revista Cimoc. El artículo acompaña a los tres primeros álbumes, reconvertidos cada uno de ellos en capítulo de lo que serían diez totales. Planeta presenta de forma correcta a este cómic clásico, con una cierta reducción del formato original.
Los cinco primeros capítulos formarían el ciclo inicial, al que continuaría un segundo con los otros cuatro, agrupando al relato en el cénit final del volumen número diez. Tienen como punto de unión la historia del caballero sin tierra Aymar de Bois-Mauri, un noble en busca de las más «bellas torres» de la cristiandad, aquellas que se encuentran en un lugar al que busca regresar en el futuro. Los títulos de cada álbum se establecen en base al personaje que se encuentra Aymar en sus viajes, principalmente contextualizados en Francia. Además de estos álbumes, Hermann dibujó otros posteriores que narraban las aventuras de los diferentes descendientes del caballero a lo largo de los siglos.
La historia se mantiene siempre con un estilo narrativo rápido, con giros que enganchan al lector. Se acompaña por un dibujo realista y crudo, una de las cumbres de la producción del autor. En este sentido, la labor de documentación por parte del historietista resulta muy exhaustiva. Redunda a través del uso de fuentes históricas en la idea de dejar atrás a una Edad Media idealizada. El plano cenital en el que se representa la construcción de una iglesia configura un fresco similar al narrado por Ken Follet en su bestseller Los Pilares de la Tierra. Las cimbras de madera sobre las que se sitúan las dovelas de los arcos o el sistema de escaleras, ruedas, poleas, cuerdas y las diferentes herramientas utilizadas aparecen dibujadas con atención al detalle. Al igual que la parte exterior de la arquitectura religiosa, decorada con una alternancia de pilastras y muro liso o las robustas columnas de sus claustros, que culminan en sobrios capiteles. Las escenas mudas permiten al dibujante recrearse en la agitación de un mercado en el centro de una ciudad, la nieve por encima de una fortificación o la miseria del interior de una choza de adobe, madera y paja. Los silencios dibujados permiten apreciar su control del dibujo y se constituyen a su vez como una de las huellas más claras de los tempos usados por el Hermann guionista.
Los personajes no tienden tampoco al romanticismo, responden a tipos comunes en los que tienen cabida defectos y malformaciones. En Las Torres de Bois-Mauri se aprecia todavía más que en otras obras el gusto del autor por controlar cada detalle de su producción, también del color. Acompañado en su obra por coloristas como Fraymond, en los tres álbumes-capítulos que recopila Planeta se observa al Hermann que empieza a dominar los contrastes de colores cálidos vinculados al día y de los fríos que ambientan la oscuridad de la noche. Se configura así uno de los mejores tapices urdidos por la bande dessinée de aventuras. Nos sumerge como meros espectadores en una Baja Edad Media demasiado realista, creando muchas veces molestia y enfado en el lector.Los peores instintos del ser humano salen a flote, haciendo que la obra trascienda cualquier época y planteando la extrema cercanía que a veces tiene el mundo medieval.
Jot Down - Anuario Comics 2017
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