miércoles, 11 de junio de 2025

Ópera a lo Mariné

El diseñador Óscar Mariné ha pintado los carteles de las obras que se representan esta temporada en el Liceo de Barcelona. Una propuesta rompedora que bebe del cartelismo clásico y del pop para desmitificar un género. 

Por Julia Luzán. Ilustraciones de Óscar Mariné.

Un Mariné fue uno de los electricistas que cableó la luz a finales del XIX en el Liceo de Barcelona; otro Mariné, premio Nacional de Diseño 2011, ha introducido el pop en los carteles de la opera dos siglos después. Oscar Mariné (Madrid, 1951) ha creado la iconografía de las 16 obras que se representaran próximamente con un estilo tan característico que remite a los cromos populares. "Quería hacer carteles rompedores; que entre las óperas hubiese una relación, fueran sugerentes, poéticas, con humor; deseaba desmitificarlas. Hice carteles pintados a tamaño natural como los de los grandes cartelistas de antes. Una propuesta tan ambiciosa que ganó". Desde su creación, el Liceo primó alas artes gráficas en la impresión y difusión de las obras. Por el han pasado grandes diseñadores, de Peret, Sanahuja, Josep Bagà o Ramon Casas a Perejaume, que decoro los plafones del techo de la sala del Liceo y los rosetones del arco de proscenio en el nuevo teatro reconstruido tras el incendio de 1994.

Oscar Mariné pinto a destajo. Un mes, todas las horas dedicadas a los héroes de leyenda. Aislado en una nave industrial de la sierra de Ávila, con una estufa, un termo de té y música, mucha musica En el desangelado recinto sonaba a todo trapo blues, soul, jazz, pero jamás ópera. La triste historia de Tristan e Isolda, de Wagner. se ambientaba con la música negra de Thelonius Monk. "Hacía frío, era diciembre, me sentía tan aislado que solo me faltaba escuchar opera para sentirme como Fitzcarraldo".



Es la primera vez que se atreve con la pintura plástica, siempre usa óleo. "Nada que ver con lo hecho hasta ahora. yo pinto, hago fotos o vídeos en diferentes soportes, pero lo que no tengo es oficio de pintor. Ha sido un lujo trabajar a tamaño natural. Y dificil, porque nuestro oficio es mucho más técnico, funcional, no puedes arriesgarte con un cartel poético o dramático. Este trabajo ha sido de los mas difíciles porque un estilo tan descriptivo lo es. He intentado que tengan todos los colores de la imaginería popular y consistencia, poesía . En la memoria visual de Mariné, gran aficionado al cine (su padre es Juan Mariné, director de fotografía), se mezclan trabajos artesanos de los pintores de brocha gorda de los grandes cartelones para cines o los del belga Jean-Michel Folon, o el de su admirado cartelista republicano Josep Artigas. Mariné ha diseñado carteles para teatro, de música o de cine para Almodóvar, Alex de la Iglesia, Julio Medem...

Pero los 16 ideados para el Liceo tienen una estética similar a la de los cromos. Iconografía popular.  Son cuadros grandes, pinturas combinadas con tipografía Folio, limpia, redonda, la reina para un pintor de letras como Mariné. Imágenes con pocos trazos, de colores vivos que transmiten serenidad, melancolía y optimismo. "Fue como hacerlos para las películas, debían provocar emoción, curiosidad".

La temporada 2012-2013 del Gran Teatro del Liceo arranca este fin de semana con la orquesta y el coro del Festival de Bayreuth para celebrar los 57 años de su primera vista a Barcelona y ha programado en versión de concierto varias obras de Wagner: El holandés errante, Lohengrin, Tristan e Isolda y Rienzi. En ópera se representará El oro del Rin; el cartel, de los más grandes, se ajusta a la imaginería wagneriana. A los enamorados Tristán e Isolda, Mariné los pinta enfrentándose a su destino, solos en un barco mientras arrecia la tormenta. Los protagonistas de Lohengrin son como El Cid y Jimena o el Capitan Trueno y Sigrid. "Es una escena clásica de obra épica y tierna. Ella está sometida por su amor al caballero del cisne. Me gusta su gallardía y lo he imaginado moreno". Algunos de los carteles presentan trazos sin rematar, a propósito. Hacen descansar la obra. "Le da fuerza, actualidad".

En 2013 se conmemora el bicentenario del nacimiento de Verdi y el Liceo programa versión de La forza del destino. El cartel del Duque de Rivas es un rostro reflexivo. "Algunos tienen apariencia más festiva, más liviana, pero él es profundo". El trazo de Mariné en sus pinturas o dibujos siempre es identificable por la mirada de sus criaturas. Algunas de estas obras no tienen ojos, sino cuencas. Rusalka no. La heroína de Antonín Dvorák destila aires de campesina revolucionaria.

Para El elixir de amor, Mariné muestra la Italia de la posguerra con un personaje entre viajante y bohemio, un vendedor de elixiris con sombrero borsalino. "Me gusta, es muy alegre y tiene esa vida de las pelis de De Sicca o Rossellini". En Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, las damas son como derviches, con turbantes. Iolanta, la protagonista de Chaikovski, es muy femenina, ojos tapados en el juego de la gallina ciega, una mano como un fetiche erótico de Buñuel. En Street scene, de Kurt Weill, ambientada en Nueva York, el reto era no pintar West Side story. De ahí el niño en las bocas de riego, una escena muy de Harlem, literaria y cinematográfica.


El Pais Semanal nº1.875 Domingo 2 de agosto de 2012

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