jueves, 12 de junio de 2025

EL COMIC Y LA NOVELA NEGRA

Por Salvador Vázquez de Parga

CASI  todos los grandes héroes de los cómics de aventuras -esos héroes polivalentes que se deslizan indistintamente por los más diversos géneros aventureros— se han enfrentado alguna vez a la delincuencia organizada de las grandes ciudades o, menos frecuentemente, han desvelado el misterio de algún asesinato.

Gangsters y detectives no han dejado de estar presentes en la historia de los cómics, pero su vinculación con el género negro es ciertamente problemática si se pretende, como en la novela, ir más allá del puro contenido criminal para, con base en él, penetrar en los ambientes sociales de un determinado momento histórico. El espíritu de Hammet y Chandler no tuvo en su momento un reflejo fiel en los cómics de su país, aun cuando el propio Hammet escribiera los primeros guiones de Secret Agent X-9 que, con los dibujos del joven Alex Raymond, intentaban captar el mundo del hampa urbana norteamericana desde la perspectiva moralista tradicional. Claro que el Agente Secreto X-9 nació en 1934 como respuesta comercial a Dick Tracy, que desde 1931 estaba obteniendo un inesperado éxito, y Tracy, escrito y dibujado por Chester Gould, había introducido en los cómics americanos la violencia y el rencor en una actitud sumamente reaccionaria que abogaba por la eliminación sangrienta de la delincuencia, pues la deformidad moral e incluso física de los gángsters no merecía otra cosa que la muerte.



Verdaderamente en la literatura, e incluso en el cine, el género negro se desarrollaba por cauces más progresistas, gracias quizá a una ambigüedad ética ausente de los cómics. La novela negra había entronizado el protagonismo del detective privado, lo que sin duda posibilitaba la discrepancia con la oficialidad, mientras los cómics mantenían la primacía de la Policía o de personas allegadas a ella.

En realidad, el Spirit era un allegado de la Policía, pero su irrupción en el mundo de los cómics en 1940 supuso una ruptura con las coordenadas convencionales y una aproximación al autentico genero negro con la práctica de una especie de realismo simbólico que combinaba elementos claramente folletinescos con un estimulante sentido del humor, para plasmar, con la mano segura de su creador Will Eisner, la inquietante preponderancia de la ciudad.

Los tiempos modernos han presenciado una liberada revitalización de todo lo negro. Los cómics han participado de ella con series diversas, pero son seguramente las realizadas por los argentinos Muñoz y Sampayo las que han llevado al género a su mayor esplendor.


Suplemento Diario 16. Gente nº2 octubre 1989


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