Sexo, drogas y acción directa
Los jóvenes que entre la psicodelia y la contracultura pululaban por la escena californiana a finales de los sesenta, lo que se llamó el espíritu de Berkeley, que canalizó el fervor en contra de la guerra de Vietnam, eran lectores asiduos de las aventuras del Gato Fritz, Míster Natural y Fuzzy el Conejo, los principales personajes de Robert Crumb
SI HUBIERA que buscar una ilustración para un artículo que res- pondiese a tres preguntas básicas sobre el cómic underground –¿qué fue?, ¿por qué fue?, ¿dónde fue?–, que bien podría formularse el lector de nuestros días que desconozca y se interese por estas historietas, no habría mejor imagen para esa introducción a aquellas viñetas que la portada de Cheap Thrills (1968) (ver pág. 39), el segundo álbum de estudio de Big Brother and the Holding Company, la banda de la que Janis Joplin fue vocalista y carismática lideresa.
Cuando sus afanes autodestructivos se lo permitían, esta legendaria cantante era una lectora asidua de la revista Zap Comix, en cuyas páginas –que lo son, en realidad, de un comic-book– había descubierto a Robert Crumb, a quien hoy estudia la historia del noveno arte como el pionero del cómic underground. La peripecia seguida para la creación de esa historieta que ilustra la carátula de Cheap Thrills también nos ofrece un buen antecedente de lo que fue aquello.
UNA PORTADA LEGENDARIA
Como todos los jóvenes que entre la psicodelia y la contracultura pululaban por la escena californiana a finales de los años sesenta, Janis Joplin era una asidua lectora de las aventuras del Gato Fritz, Míster Natural y Fuzzy el Conejo, los principales personajes de Crumb por aquellos años. En un principio quiso que fueran ellos quienes apareciesen en la portada, incluyendo los títulos de las canciones y los créditos de la grabación en los bocadillos. Como no pudo ser, Crumb dibujó unos desnudos de Janis y la banda, que, naturalmente, la discográfica rechazó.
Al final, el historietista concibió unas viñetas, más o menos alusivas a las canciones. El resultado fue una cubierta legendaria, que envolvía un disco igualmente mítico, y todo ello, ahora, cincuenta y cinco años después, nos viene que ni pintado para introducir al lector en estas historietas.
Tan contestatario que a menudo sustituía la “c” de su grafía habitual –“cs” en plural– por una “x” –comix-–, el cómic underground nació en el seno de la sedición juvenil que, en la segunda mitad del siglo XX, surgió en torno al rock. Hablamos del final de la década de 1960, cuando la psicodelia, los años hippies, empezaban a dar paso al espíritu de Berkeley, por así llamar a aquel fervor revolucionario, surgido en contra de la guerra de Vietnam, que, desde la costa oeste a la este, incendió todos los campus de las universidades estadounidenses. Hablamos de una cultura que concebía las drogas como sustancias liberadoras y tenía en el consumo de ácido lisérgico toda una liturgia. Así que no era raro que sus lectores imaginasen que aquellos historietistas dibujaban sus viñetas tan estupefactos como solían estar ellos cuando las leían. Recuérdese que la misma Janis Joplin moriría de una sobredosis en octubre de 1970, el “colocón” definitivo –de por vida– era un mito, y todas las noticias biográficas sobre Crumb coinciden en que el descubrimiento del LSD marcó un punto y aparte en su obra.
En cualquier caso, la droga –su compra, su consumo, sus efectos– era uno de los argumentos más frecuentes en el cómic underground. Otro fue el sexo. Aquellos también fueron los años de la revolución sexual, y rara era la historia del gato Fritz que no acabara con el minino copulando con una –o varias a la vez– gatitas y hembras de otros animales, siempre antropomorfizados y siempre hippies. Mucho más próximo a esos jóvenes que se dejaban del buen rollo de los hippies y, ya imbuidos del espíritu de Berkeley, empuñaban las armas y practicaban la acción directa contra el establishment, el más conocido de los personajes de Crumb tenía a su mayor enemigo en los policías. Ahora bien, como revolucionario también fue un fracaso. Demasiado individualista para un tiempo que tenía en las comunas uno de sus dogmas de fe, Fritz no acababa de encajar entre los anarquistas. Pero tampoco entre los afrodescendientes, los vagabundos y el resto de los desposeídos que frecuentaba.
De arriba abajo, Head, por Robert Crumb, en Robert Crumb. Sketchbook, vol. 1, 1964-68, 2016, Taschen; póster de la película Fritz the Cat, 1972, de Ralph Bakshi, ilustración de Robert Crumb. El último Zap Comix, por Robert Crumb, 2017, Ediciones La Cúpula.
Nacido en Filadelfia en 1943, en el seno de una familia tan conservadora que bien podría explicar su futura animadversión a las “buenas costumbres”, a lo establecido, ya de niño Robert Crumb dibujaba historietas junto a su hermano Charles, que luego multicopiaban y encuadernaban ellos mismos para venderlas en el vecindario como El almanaque de los Crumb. En 1962, mientras reside en Ohio empleado como dibujante profesional, realiza sus primeras comicstrips (tiras de prensa). En ellas nace su primer personaje, Roberta Smith, Office Girl. Trasladado a San Francisco en 1967, sus cómics no tardan en llamar la atención de la escena underground o contracultural, a la que él mismo pertenece. De modo que es consciente de la contestación y de la lucha de las minorías, a las que alude en sus viñetas con humor.
FRITZ: CRÍTICO Y PERVERTIDO
Aunque algunos datan el nacimiento de Fritz a mediados de los sesenta, más concretamente en 1965, en una revista llamada Help, lo cierto es que, en aquellos almanaques de los Crumb ya aparecía un gato antropomorfizado. Ciertamente, aún no era ese drogadicto blasfemo, irreverente y donjuán que devendría el personaje apenas pasaran unos años, y que, de principio, protagoniza un incesto al seducir a su hermana en el regreso al hogar de un Fritz derrotado que nos cuenta en su primera historieta.
Sí que fue a mediados los años sesenta cuando el minino se convirtió en el crítico más demoledor de la sociedad estadounidense en historietas como Fritz se hace fuerte (1965), La quinceañera (1965) o Fritz agente especial de la CIA (1969)... Es tanta la popularidad que alcanza esta radicalización de Félix el gato de Pat Sullivan y Otto Messmer –que a la postre viene a ser Fritz–, que en 1972 Ralph Bakshi lleva las aventuras del gato más “pervertido” a la pantalla.
El gato Fritz, la película, es hoy un clásico de la animación para adultos. Pero el mismo año de su estreno, Crumb, superado por la popularidad de su personaje, decidió darle muerte, valiéndose para ello de una de sus antiguas amantes, quien le clava un punzón, de los utilizados para el hielo, en la última viñeta de Fritz Superstar.
Tras la muerte de su estrella, Crumb –que llegó a rechazar una oferta de los Rolling Stones para dibujarles la porta- da de uno de sus álbumes– se retiró al campo y siguió aplicándose en el resto de sus personajes, especialmente, Míster Natural. Nacido en 1967, en la revista Yarowstalks, se trata de un antiguo taxista en Afganistán que, de vuelta a Estados Unidos, se instala en el Valle de la Muerte californiano, donde es una suerte de gurú de las comunas hippies, todo un heraldo del nuevo ecologismo, el orientalismo y el resto del costumbrismo que también trajo la sedición juvenil de finales de los sesenta. Su existencia, lejos del mundanal ruido, no impide a Míster Natural desplazarse a la ciudad cuando hace falta y seducir a las jovencitas –por las que siente la misma debilidad que Fritz– con su filosofía barata, su charlatanería y sus perogrulladas.
LOS FABULOSOS FREAKS BROTHERS
Podría decirse que el cómic marginal tocó a su fin cuando sus principales cultivadores –Gilbert Shelton, S. Clay Wilson, Rick Griffin, Víctor Moscoso, Spain Rodríguez, Crumb, por supuesto...– abandonaron la marginalidad en la que, en mayor o menor medida, habían dado a conocer sus trabajos –a menudo publicados en poco más que fanzines prohibidos y perseguidos como tales– y pasaron a integrar los catálogos de las editoriales comerciales al uso. Eso fue, aproximadamente, a comienzos de los años ochenta. Dicho de otra manera, cuando la juventud pasó de la cultura de la contestación y la revuelta permanente a la del hedonismo y la posmodernidad. Incluso en España, donde desde 1973 leímos el cómic underground estadounidense en la revista Star –toda una referencia en la contracultura autóctona– y el resto de las iniciativas de Producciones Editoriales, el underground patrio, la llamada línea chunga –Gallardo y Mediavilla, Ceesepe, El Hortelano...– se extinguió ante la nueva coyuntura. Ya era historia ese número 13 de Star, objeto de un secuestro administrativo por estar dedicado íntegramente al gato Fritz.
Sin embargo, Gilbert Shelton, otro de los canónicos del underground estadounidense, siguió dibujando hippies, unos hippies entre el flower power, el espíritu de Berkeley y los hermanos Marx: los Fabulosos Freaks Brothers, nacidos en 1967 en las páginas de la revista Austin Rag, una publicación marginal de Texas, el estado que también vio nacer a Shelton en 1940. Amigo de Janis Joplin –también texana–, el creador de los Freaks Brothers se instaló en California ese mismo año 1967, y entró en contacto con Crumb y Wilson S. Clay. Este último, antiguo ángel del infierno, fue un ilustrador frecuente del escritor Wi- lliam S. Burroughs, uno de los popes de la contracultura desde que fuera algo así como el mentor en la toxicomanía de la generación Beat. En ese año crucial para estas historietas que fue 1967, Clay dibujó por primera vez The Checkered Demon para Groulish, y desde el año siguiente, el personaje haría carrera en Zap Comix.
Pero estamos con Shelton y sus Freak Brothers. Tan ligada al cómic underground como al rock, la droga, que se entendía como una sustancia liberadora prohibida por el fascismo, era un elemento fundamental en estas viñetas, cuyo argumento raramente iba más allá de una anécdota. Se diría que los historietistas del underground seguían concibiendo sus asuntos para esas tiras que vieron nacer a sus personajes, que no para esas dobles páginas, de publicación semanal, en las que tuvieron su origen tantos álbumes europeos. Pero aquellas historias estaban protagonizadas por héroes y estas, por drogadictos. Caricaturas de adictos.
Y los grandes drogadictos, de todos los personajes que las protagonizan, fueron Freewheelin’ Franklin, Phineas T. Freakears y Fat Freddy Freekowtski: los Fabulosos Freak Brothers. Lo que diferencia a Shelton de Crumb es que sus hippies aún están en el buen rollo, no han llegado a ese fin del sueño del flower power que para Fritz no es más que una pamema, y para Míster Natural, un argumento para sus sandeces. Entre sus personajes posteriores, Shelton también alumbró a un gato. En realidad nació en las aventuras de los Freaks, pues no era otro que el gato de Fat Freddy, quien a partir de 1977, ya en el ocaso del underground, protagonizó sus propias aventuras.
De arriba a abajo, Funny Book y San Francisco, ambos en Robert Crumb. Sketchbook, vol. 1, 1964- 68, de Robert Crumb, 2016, Taschen; portada del disco Cheap Thrills, de Big Brother and the Holding Company, por Robert Crumb, 1968, y Los Fabulosos Freak Brothers, de Gilbert Shelton, 2019, Ediciones La Cúpula. The Checkered Demon, de Steve Clay Wilson, 2017, y Las aventuras del gato de Fat Freddy, de Gilbert Shelton, 2008, ambos, Ediciones La Cúpula.
LECTURAS RECOMENDADAS
[1-2-3] Los fabulosos Freak Brothers, de Gilbert Shelton, 2019-2022,
Ediciones La Cúpula.
[4-5-6] Las mejores historias de Wonder Wart-Hog, de Gilbert Shelton, 2019-2022, Ediciones La Cúpula.
[7] El último Zap Comix, de Spain Rodríguez, Robert Williams, Paul Mavrides, Víctor Moscoso, S. Clay Wilson, Rick Griffin y Gilbert Shelton, 2017, Ediciones La Cúpula.[8] [9]
[8] Las 7 vidas del gato Fritz, de Robert Crumb, 2016, Ediciones La Cúpula.
[9] El tochaco de Mr. Natural, de Robert Crumb, 2015, Ediciones La Cúpula.
[10] American Splendor. Los cómics de Bob y Harv, de Robert Crumb y Harvey Pekar, 2017, Ediciones La Cúpula.
[11] Querido Callo, de Aline Kominsky-Crumb, 2023, Reservoir Books.
[12] Robert Crumb. Sketchbook (1964-1968), de Robert Crumb, 2016, Taschen.
Descubrir el arte 26/12/2023
Edita: Art Duomo Global, S.L.
Madrid
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