Javier Marquina Susín
Viuda Negra
Mark Waid, Chris Samnee y Matthew Wilson
Panini Cómics
Estados Unidos
Cartoné (2 vols.)
136 págs.
Color
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Yo creo en la magia. No como algo etéreo propio del país de las hadas que los escépticos empíricos podrían destruir con facilidad. Creo en el poder de los conceptos y, sobre todo, en la fuerza innegable de las palabras. Hay vocablos que encierran en su interior ideas que son difíciles de explicar sin recurrir a un poder supremo misterioso y tangible, más allá de imaginería sencilla representada por señores con barba y triángulo sobre la cabeza, pulpos galácticos que dormitan en el fondo del mar o nubes de espaguetis pastafáricas.
Una de esas palabras mágicas a las que aludo en el primer párrafo es, sin duda, la sinergia. La unión de elementos que se convierten en algo más grande que la suma de sus partes tiene ese aura misteriosa y casi feérica que siempre me ha volado la cabeza. Aunar esfuerzos para ser mejores. Fusionarse para sublimar un producto mayor, más grande, mejor. La unión hace la fuerza y todas esas mandangas del refranero. Una definición perfecta para definir lo que es el cómic. Gente de disciplinas artísticas diversas que trabajan para construir un producto de potencia conceptual y artística mejorada. Palabras e imágenes ensambladas en perfecta simbiosis, componiendo un mosaico narrativo que, cuando se realiza con eficiencia, mejora literatura y plástica en un algo superior, como un teseracto que encierra todo un universo expresivo imposible de apreciar o concebir cuando se ve desde fuera.
Mark Waid sabe de lo que hablo. Consciente de la importancia de cada uno de los elementos que componen un cómic, interpreta a la perfección una de las máximas que más aprecio en los guionistas que admiro. La imagen es algo fundamental en la historieta, una pieza imprescindible del puzle. Por tanto, para lograr esa adición fascinante, hay que entender al dibujante con el que se colabora y, sobre todo, adaptar tu historia para que encaje como un guante con su estilo. Es cierto que buenos guiones pueden salvar dibujos mediocres y que pocas veces recordamos textos lamentables insertados entre cuadros de belleza cegadora, pero pese a quien le pese, el cómic solo puede existir como un ente único de letras y dibujo. Por esta razón el guionista debería olvidarse de divismos y luchas de ego para moldear lo que tiene en la cabeza utilizando el grafismo del autor que ha elegido para acompañarle en su camino. Porque si eres bueno y te portas bien, el destino pone ante ti gente de talento sublime nacida para empuñar un lápiz. Si haces tus deberes y respetas las reglas fundacionales de la historieta, a veces el Monstruo del Espagueti Volador te coloca al lado personas superdotadas como Chris Samnee.
¿Qué haces entonces? Te pliegas, te relajas y le propones algo simple pero que casi parece revolucionario. Le acreditas como coguionista y, simplemente, le dices: «haz lo que quieras, Chris». Diviértete. Lúcete. Deslúmbralos.
La elección en apariencia casual de la Viuda Negra como protagonista de esta colección de 12 números dividida en dos tomos por Panini Cómics España es otro acierto narrativo. Encumbrada por el cine a un papel muy alejado de su recalcitrante labor de secundaria maciza con pasado de villana y origen exótico, la simpleza subyacente y manida del tema guerra fría-espía- agente doble torturada por los crímenes pretéritos ayuda a focalizar la atención en las múltiples virtudes de Samnee. El americano es un artista que entiende a los clásicos y los reinterpreta para el mundo moderno, con un despliegue de líneas limpias y precisas llenas de clase y estilo. Narrador superlativo, sus escenas de acción son un ballet delicado, una danza que discurre por la viñetas con una fluidez que te atrapa con esa maravillosa sensación de movimiento que solo los más grandes saben sacar de lo estático. Cuando lees los dos volúmenes de Viuda Negra Colección 100 % HC olvidas los convencionalismos de un guión que no busca innovar con lo que te descu- bre, sino contar una historia que pone toda la luz en fluir, en destacar el saber hacer de alguien que no necesita de lo superfluo para llenar páginas con espectacularidad y belleza.
Aunque a priori podría parecer que existe un des- equilibrio evidente que nos aleja de la plenitud de esa idea «sinergética» que representa lo que debe ser un buen cómic, la complicidad evidente entre Waid y Samnee entierra deficiencias argumentales con una simpleza elegante y directa que te vende el producto con la eficacia de un episodio piloto de una futura serie de éxito. Lo imposible de lo superheroico revestido de realidad ajena a la física, en un espectáculo pirotécnico en el que el arte se come a la palabra porque la palabra aporta y se engrandece dando un paso atrás con una sonrisa, consciente de quién es el verdadero rey de la película.
Anuario de Comics 2017
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