Pedro M. Espinosa - Redactor Jefe de Provincia
27 de abril 2025
En marzo de 2021 la editorial Norma publicó una joya, una de las mejores novelas gráficas españolas de los últimos tiempos que conjugaba una magnífica historia con una calidad artística fuera de lo común. Lógicamente hablamos de Contrapaso. Los hijos de los otros. Cuatro años después, su autora, Teresa Valero, vuelve con otro álbum imprescindible y que confirma que el enamoramiento súbito que sufrimos con su obra no fue flor de un día. En esta ocasión la autora madrileña ha titulado a la segunda entrega de la trilogía Contrapaso. Mayores, con reparos.
Valero vuelve a la España de 1950 con una historia que combina la investigación, a cargo de los periodistas de sucesos ya conocidos Emilio Sanz y León Lenoir —acompañado por su bella prima Paloma Ríos—, la intriga criminal y la recreación histórica.
Para esta nueva entrega, la autora se centra en dos pilares del franquismo: el cine como herramienta de propaganda y la especulación inmobiliaria ligada al éxodo del campo a la ciudad. Un fenómeno que expulsó a los más pobres de sus tierras mientras enriquecía a figuras próximas al poder.
Portada del álbum.El cómic, de 180 páginas, destaca por su rigurosa documentación. Aunque Teresa construye dos tramas ficticias, ambas se inspiran en hechos reales: el enriquecimiento ilegal de la hermana de Franco mediante la compra de terrenos perdidos tras la Guerra Civil, y la influencia de la industria cinematográfica estadounidense, que empujó al régimen a una cierta apertura social.
Teresa retrata con acierto tanto la vida precaria de los trabajadores como la opulencia de la elite franquista. Lejos de idealizar la dictadura, muestra sus contradicciones sin emitir juicios: expone los hechos y deja que el lector decida.
Como en Los hijos de los otros, parte de un crimen para tejer una trama coral que revela las muchas caras de la España franquista: marginados del extrarradio, corruptos con acceso al poder, burgueses intocables, opositores en la sombra… El elenco es amplio: policías, periodistas, curas, obreros, empresarios. Todo un mosaico social de la época.
También reaparece el asesino en serie del primer tomo, aunque sigue en segundo plano. La autora ya ha adelantado que el cierre de la trilogía se ambientará en la España rural y se centrará en el papel de la mujer.
Teresa Valero vuelve a desnudar con gran inteligencia todas las miserias que la dictadura quería esconder; y si en Los hijos de los otros puso luz al tema de los niños robados, aquí se trata sobre la precariedad de la vivienda, la droga, la prostitución, la pederastia, las estafas, el robo de propiedades por parte de los vencedores, el machismo como identidad nacional, la represión, la homosexualidad, la censura eclesial y política, la doble moral… Y sobre todo, los crímenes, algo que en una sociedad ultracatólica y fascista no existía.
Eso sí, una de las características de esta segunda entrega de Contrapaso, como ocurría en la primera, es que sus páginas tienen mucho texto. Se puede decir que es un cómic que hay que leer con cierto detenimiento, no es un pasapáginas, para entendernos. Los diálogos marcan el ritmo mientras nos deleitamos con los dibujos. Es, en resumen, otra obra de arte de una de las grandes firmas del catálogo de la editorial Norma.
Diario de Cadiz
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