jueves, 23 de enero de 2025

EL MUSEO

Un «retrato» en viñetas del MNAC

Asier Mensuro




El museo

Sagar Forniés y Jorge Carrión 

Norma Editorial/MNAC 

España

Cartoné

204 págs. 

Color

Obras relacionadas

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Sagar Forniés y Jorge Carrión

(Norma Editorial/MNAC)

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(Astiberri/Museo Nacional Thyssen Bornemisza)

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Sagar y Aurelie Herrou

(Norma Editorial/Centre Pompidou)

Historietas del Museo del Prado

Sento

(Museo Nacional del Prado)


   Uno de los caminos más interesantes para reflexionar sobre la idea de «museo», consiste en abrirse a disciplinas que antaño quedaban fuera de su actividad.

En 2018, el MNAC edita Gótico, un comic de Sagar Forniés y Jorge Carrión que versa sobre los fondos del citado museo pertenecientes a este periodo de la historia del arte; y ahora encargan a este mismo tándem de autores que extiendan su reflexión a todos los fondos del MNAC.

Esta obra marca un antes y un después en esta relación entre cómics y museos, ya que Sagar y Carrión han hecho comprensible el MNAC de un modo inédito hasta la fecha.

El cómic es un lenguaje que hace sencillo lo complejo; y gracias a sus extraordinarias cualidades narrativas, se crea un ensayo en viñetas que supone un retrato fiel (en el sentido de riguroso) de este museo nacional que resulta original y distinto.

Respecto a la fidelidad quisiera destacar que, en cualquier retrato, no basta con reflejar en la obra la fisonomía, sino que es necesario dejar traslucir el alma del retratado. Y es aquí, en el aspecto más complejo, donde ambos historietistas dan lo mejor de sí en su peculiar «retrato» museístico.

Huyendo de propuestas historicistas, Carrión y Sagar abordan su objeto de estudio con un espíritu libre y ameno. Y lo hacen de forma análoga a como se asedia una fortaleza; atacándola por todos los frentes hasta conseguir conquistarla; o. lo que es lo mismo, hasta desvelar todos sus secretos.

Así, se ocupan de las obras que se custodian en el museo (su esencia más evidente). Por ejemplo, dedican diversas páginas al pantocrátor de San Climent de Taüll, una de las piezas más emblemáticas de la colección; pero también se ocupan de las historias y diversos avatares que han sufrido cada una de estas piezas. Por ejemplo, rememoran la visita de Pablo Picasso al museo en la lejana fecha de 1934, y narran el modo en que el genio de la vanguardia queda impresionado con el pantocrátor, tildando al anónimo maestro de Taüll como «su contemporáneo». También se ocupan de otras historias curiosas como un asalto nocturno que sufrió el MEIAC, cuyo objetivo era mutilar obras del museo por considerarlas impúdicas.

Pero los historietistas no se detienen en ese punto. Carrión y Sagar saben que el cómic es ante todo un medio para contar historias, y por ello dan voz a aquellos que son parte del alma del museo; es decir, a sus trabajadores, retratando diversas vivencias en su puesto de trabajo.

Así, destaca sobremanera la historia de Roser, una trabajadora del MNAC afectada de retinosis pigmentaria. Por culpa de la enfermedad, sus ojos ya no pueden apreciar con nitidez la colección de obras del museo. Sin embargo, ella recuerda cada cuadro tal y como los veía antes de sufrir los efectos de esta dolencia. Se trata de una bella metáfora construida por Carrión para describir un museo como una suerte de paraíso perdido. Un lugar casi mágico, en el que se reúne lo más destacado de la creación artística humana.

Sagar, haciendo bueno el principio de que un cómic se narra con imágenes, dedica varias páginas a mostrar el MNAC a través de los ojos enfermos de Roser, y la poética que despliega al hacerlo es abrumadora. Al contemplar estas imágenes distorsionadas, el lector siente que está ante las falsas imágenes de la caverna platónica, y, gracias a ello, entiende que plantarse frente a una obra maestra de la historia del arte, mirarla y contemplarla en todo su esplendor es lo más cerca que los hombres están del mundo de las ideas, y que el artista es el único que tiene el privilegio de vislumbrarlo.

Esta es, sin duda, la idea que más me gusta de todo el cómic. Pero hay muchas otras, igual de buenas. Así, por ejemplo, en las páginas dedicadas a evocar a la figura de Francisco de Goya (que se enlaza con la colección del museo gracias a un grabado de 1812 atribuido al de Fuendetodos), Sagar dibuja diversas manos realizando el lenguaje de signos. El lenguaje de signos está justificado por culpa de la sordera del pintor aragonés; pero Sagar va más allá, dado que convierte en protagonista gráfico del relato a las «manos» de Goya. Es una evocación sublime de la mano del creador, del dibujante. Su homenaje a los artistas presentes en el museo que, como él, reflexionan dibujando.

Finalmente, incluyen también una apuesta plenamente contemporánea, con un fuerte espíritu reivindicativo. Sagar dibuja a los grandes personajes de cómic (y por extensión reivindica a sus creadores). Krazy Kat, de Herriman, Astroboy, de Tezuka, Corto Maltes, de Hugo Pratt, o Carpanta, de Escobar (por solo nombrar a unos pocos), pueblan el MNAC como si se tratase de una singular 13 Rue del Percebe de Ibáñez. El cómic debe ser una apuesta sólida dentro de la actividad de cualquier museo de arte.









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