Sin Perdón
Prescindiendo de manías y posturas personales, en el mundo de los tebeos no hay crítica útil, aunque sí haya críticos. O sea, hay gente que expresa sus opiniones por escrito, con mayor o menor fortuna; y autores que se sienten más o menos alabados o vilipendiados por esas opiniones; y lectores que leen esas opiniones con resultados dispares según le hagan caso o no. Un crítico no es la persona que se gana la vida expresando su opinión, lo es toda persona que manifiesta una opinión. Lo que pasa es que hay gente con una mayor capacidad de difusión que el mero boca a boca, y a la que se le otorga, o se otorga, una mayor autoridad porque, teóricamente, sabe más que el pueblo llano o está mejor informada. Es gente a la que se le concede el calificativo oficial de "críticos" como si fuera su profesión. Y aquí es donde nos duele, porque la mayoría de estos críticos ni está tan informado como quiere hacernos creer ni sabe hablar de nada que no sean fobias y filias personales y, encima, no hay mucha ocasión de comprobarlo y saber de qué pie cojean.
Cuando uno leía una crítica de cine del llorado Jose Luis Guarner deducía que sabía mucho de cine y la continuada lectura de sus textos confirmaba que tenía un gusto y unos criterios exquisitos, comprendiéndole hasta cuando no estabas de acuerdo con él. Exponía sus razones, decía porqué le gustaba o disgustaba una cosa y además lo hacía con una prosa envidiable. Es lo que pasa con Jesús Palacios, defensor acérrimo de productos impresentables como Rocky 5 o el Suburban Commando de Hulk Hogan. Expone sus motivos y uno se ve obligado a darle la razón, por muy desconcertante que sea hacerlo y uno opine todo lo contrario que él.
Se le lee de forma seguida y se conocen sus gustos y sabe cuando debe hacersele caso o no. Así, en el caso del cine, cualquier texto de los hermanos Marinero en Diario 16, invita a llevarles la contraria e ir a lo que ponen mal y viceversa, arriesgándote a la ocasional equivocación.
Antonio Albert, que hace las reseñas televisivas de El País, te parece simpático y listo hasta que te das cuenta de que toca de oído, habla del último episodio de Columbo como si fuera una película "mediocre, con toques de comedia", sin saber que es un simple episodio de una serie de televisión, y no ha visto las tres cuartas pares de las películas que comenta.
En el mundo de los tebeos no pasa esto. Apenas hay secciones fijas dedicadas a comentar obras y no hay forma de hacerse una idea de cómo es el crítico (a no ser que lo busques en las publicaciones dispersas y aperiódicas en que escribe esporádicamente). Por no hablar de que la crítica de tebeos no suele establecer en sus textos unos baremos claros para valorar el trabajo comentado, perdiéndose muchas veces en intelectualidades y onanismos varios (en los que confieso haber caído alguna vez). Así no hay forma de poder enterarse de lo que se puede comprar y leer. Los argumentos expuestos por los críticos deberían ser unánimes y no intercambiables, siendo la interpretación de los mismos y la opinión de cada uno lo que debería ser personal e intransferible. Una obra como XIII es clásica, correcta y retoma argumentos y temas superconocidos, pudiéndose opinar de ella que es estupenda por hacer todo eso y bien, o que es una antigualla desfasada que sólo toca lugares comunes. La obra es la misma, los elementos para valorarlos también, lo único que varía es la opinión personal de cada crítico, por lo que es de desear que esté lo más explicada posible en el espacio que tenga para expresarla. Pero, en el fondo, el problema es que no hay comentaristas y críticos regulares y uno debe creer ciegamente en la opinión del escritor esporádico, esperando que, maravilla de maravillas, coincida con la tuya y no acabes comprándote una basura que podría interesarle a un analista de medios o al zapatero de la esquina, pero no a ti.
Revista Viñetas nº4 abril 1994
Ediciones Glenat. Barcelona
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