"A partir de ahora todas las películas malas serán españolas", decía Haro Tecglen en El País respecto al GATT y tras ver en el Plus la película A propósito de Henry. Es falso, claro y él lo sabe, como sabe que las películas malas españolas no llegan ni a la suela de los zapatos a esa película en lo que a atracción de público, calidad formal y medios se refiere. Seguirán estrenándose películas malas americanas y (¿curiosamente?) atraerán más público que la mayoría de las películas buenas españolas.
Y el motivo será, problemas de exhibidores y distribuidores al margen, que se hacen pocas películas como Belle Epoque que aúnen la calidad mínima (y eso que Trueba no es santo de mi devoción) con el interés del público. Parece que aquí no saben hacerse buenas películas para todos los públicos como En la línea de fuego, banales pero correctas, conocidas pero entretenidas, sencillas pero inteligentes. En los cines españoles se ven cada vez más edipos no asumidos, más graciosos de bar y estetas sin nada que contar y que más que mover la cámara parecen sacar fotos con movimiento. En el país hay unos directores artísticos y unos fotógrafos del copón, pero eso no basta para llevar al público a las salas. Conclusión, hay crisis. Y esta crisis parece requerir una intervención gubernamental, y necesitar ayuda estatal, como si eso produjera buenas películas.
Con los tebeos pasa algo parecido y los autores y editores se quejan por falta de ventas, achacándolo a la crisis, a la estupidez del lector o la mayor preponderancia en el mercado de material yanqui o japonés (la culpa de las cosas siempre es ajena, no propia). Si no fuera porque no están organizados, empezarían a pedir otro GATT. El problema viene a ser el mismo. Si las colecciones se cierran es por no coincidir con los gustos del público. En este país se han abundado mucho en un tipo de historieta muy coyuntural y desfasada, casi en el mismo momento que salió a la calle (no es de extrañar que Toutain cerrara todas sus publicaciones; seguir editándolas era como seguir vistiéndose como Travolta en Fiebre de Sábado Noche). También se abundó en un tipo de historieta de élite, interesante gráficamente y poco accesible al lector medio, que al final sólo compraban profesionales y directores de arte publicitarios (con la sana intención de copiarle/plagiarle para su trabajo). Lo que siempre han escaseado son las historietas que se leen al margen de manías y autores, las que sólo apelan al sentido de la diversión del lector con historias entretenidas (no por ello banales, o poco profundas; lo cortés no quita lo valiente).
Ahora tenemos un panorama desastroso, con autores interesantes sin una revista que admita sus trabajos, comerciales o no, con autores consagrados que no entienden porqué no se vende ahora su trabajo si lleva haciéndolo desde hace años, de autores elitistas que dan más importancia a la forma que al contenido y que miran por encima del hombro a todo autor que dibuje una mano con cinco dedos, de autores conservadores que no consideran historieta todo lo que no tenga una secuencia clara y sus personajes no tengan manos con cinco dedos, etc.
Y, para colmo, no hay una crítica contrastada ni un órgano mínimamente independiente (valdría hasta uno manipulado con un mínimo de coherencia) que ayude a promocionar y difundir los productos que salen a la calle, como sí sucede con el cine. El resultado parece ser una crisis editorial en medio de una gran crisis económica; algo incomprensible, ya que las crisis económicas suele propiciar las industrias de la evasión.
Escribo esto en un momento muy peculiar: la revista VIÑETAS en que se va a leer estas líneas podría llegar a cubrir las carencias de un mercado ansioso de una evasión mínimamente inteligente; en estos meses saldrán a la calle tres revistas nuevas; se vislumbran nuevos proyectos editoriales. Puede que las cosas se arreglen, puede que no. El problema de los textos coyunturales como éste es que o se quedan desfasados en el momento de escribirse o se convierten en históricos y pueden leerse cada año como si se acabasen de escribir. Al fin y al cabo, lo de la crisis del cine español parece un problema de hace diez años. Y,
Revista Viñetas nº3 marzo 1993 Ediciones Glenat
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