El color rojo de su vehículo anunciaba la llegada del amable cartero, cargado de misivas
José Luis Vidal
07 de noviembre 2024
Cerremos los ojos y, haciendo uso de la imaginación, trasladémonos a un lejano lugar, sito en Corea. Su nombre es Yahwari, y es una villa en medio del campo donde a todos nos gustaría vivir, ya que la placidez, la tranquilidad más absoluta, rodeada de naturaleza, es una de sus cartas de presentación.
La bicicleta roja 1
Autor: Kim Dong-Hwa
Tapa blanda
Color
360 págs.
25 euros
Planeta Cómic
Este punto del mapa tiene una muy especial característica, y es que está muy diferenciado por dos zonas: Sedong, donde urbanitas han huido del bullicio y las aglomeraciones de las grandes ciudades para vivir tranquilos.
Y Yetdong, donde tan solo vamos a encontrarnos con ancianos, gente mayor que pasan sus últimos días, la mayoría en soledad, ya que sus descendientes se han trasladado a otros lugares.
¿Y cuál es el nexo de unión entre estos dos lugares?
Pues nada más y nada menos que el cartero, aquel que subido a su bicicleta recorre kilómetros y kilómetros para entregar el correo a sus destinatarios. Llueva, haga sol, él siempre va a cumplir con su labor, sin que una sincera sonrisa abandone su rostro que, aunque bastante joven, ya cuenta con una larga experiencia y se ha ganado la confianza, y hasta el cariño, de los habitantes del lugar, que lo aprecian como a uno más, debido sobre todo a su extrema amabilidad.
Pero es que este empleado de Correos no lleva solamente cartas, sino que, como podremos ver en más de una de las historias incluidas en este volumen, la cestilla de su vehículo se va a llenar de vegetales, frutas y demás artículos que el voluntarioso joven se ofrecerá a trasladar y entregar en diferentes puntos de la geografía del lugar.
Son tantos, y tan largos, los recorridos que el protagonista realiza a diario que no es para nada inusual que se encuentre con más de una caminante a las que ofrecerá gustoso el poder compartir la bicicleta, para así poder llevarlas a su destino.
Y así, a lo largo de un buen puñado de breves relatos, que no suelen extenderse más allá de las cuatro páginas, el autor de este manhwa, el maestro Kim Dong-Hwa, nos demuestra con una narrativa sencilla, que roza por momentos lo naif, como todas esas pequeñas historias van formando un enorme tapiz que, visto en retrospectiva, nos traslada a un lugar, y a una manera de comportarse, alejados del hormigón, el cemento, el ruido y las prisas, en un paraje en el que a muchos de nosotros no nos importaría vivir.
Todos los habitantes de Yahwari forman, tal vez sin que ellos se percaten, una gran familia que, unidos por la presencia del cartero y su bicicleta roja, nos va a permitir colarnos en sus vidas, a veces con anécdotas divertidas, otras muy poéticas y, como no podía ser de otra manera, algunas tristes, que harán que la casi eterna sonrisa del protagonista se borre de sus labios.
Pero así es la vida en este lugar.
Diario de Cadiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario