domingo, 18 de agosto de 2024

UN FIN DE SEMANA DEMASIADO FUGAZ

Jaume Vilarrubí




Último fin de semana de enero

Bastien Vivés

Diábolo Ediciones

Francia

Cartoné

184 págs.

Blanco y negro

Traducción: Violeta Alarcón Muñoz

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A veces cuesta diferenciar lo triste de lo contrario. A veces hay sentimientos encontrados y situaciones inverosímiles. A veces el destino juega sus cartas con maestría para insistir en su superioridad. A veces la línea que separa lo maravilloso de lo ordinario es muy pequeña y muy inestable, quizás como la nieve, sobre todo la que cae en Angulema cada fin de semana de enero.

Bastien Vivés hace aquí una demostración de toda su capacidad fabulativa para recordarnos que es uno de los más grandes narradores del momento. Incluso por su manera de explicar podríamos decir que se trata de un mangaka atrapado en el cuerpo de un autor europeo y que sin dejar de ser lo uno consigue ser lo otro.

Denis, un autor de cómic consagrado y de mediana edad, viaja por enésima vez al festival de Angulema para cumplir con sus compromisos editoriales con absoluto hastío. Inesperadamente vivirá desconcertado un amor implosivo que detonará como una bomba en su organizado plan de fin de semana. Todo se sucede a gran velocidad. En tan solo cuatro días vivirá y caerá subyugado ante todo un repertorio de emociones. Poco se podrá reprochar al final del domingo, tan solo aferrarse a un recuerdo tan persistente como vaporeo, como si no fuera más que un sueño. Quizás ha sido un señuelo de la vida, cosas que suceden, que van y vienen, pero no, ha sido un cachito de verdad, un trozo de vida.

El argumento es sencillo: chico conoce chica y chica es imposible, pero al final sucede lo imposible, y al final todo acaba como en el cuento de Cenicienta. Denis hace amistad con un seguidor suyo y su mujer, pero es con ella con quién encuentra razones para encajar, ocurriendo lo que previsiblemente tiene que ocurrir. Nos puede parecer otra historia romántica más, pero no, lo maravilloso de este cómic reside en la manera como está contado: los silencios, las miradas perdidas, la saudade que acompaña, el aire frío de la calle, la calidez de los bares, lo que se dice y lo que no se dice. La joie de vivre en todo su esplendor. En definitiva, el autor nos invita a entrar en una fábula moderna, en una historia utópica a la vez que fascinante, en un último fin de semana de enero en Angulema.

Bastien Vivés es un consolidado y fantástico autor francés que tan solo ronda la cuarentena. Se dio a conocer muy joven ganando en 2006 el premio a autor revelación por El gusto del cloro (Diábolo ediciones) y sin duda se puede hablar de él como de otro enfant terrible del noveno arte, en buena parte debido a ciertas polémicas, quizás gratuitas, que desgraciadamente le han acompañado en determinados momentos.

De trazo sumamente elegante y para nada hierático, sus personajes flotan por sus viñetas con pinceladas de aspecto distraído, aunque absolutamente mesuradas, con acabados de aspecto simple, a veces incluso dé la sensación de que falta un redondeado, un pulido, un acabado. Pero no, todo se mantiene con una consistencia firme y expresiva, la justa y necesaria. Es difícil transmitir más con menos. Vivés continua su idilio con el blanco y negro, con muchos tonos de gris y con grandes manchas que conectan con una tradición que viene de Hugo Pratt y conecta más allá; incluso con Milton Caniff, un puente entre el pasado y la actualidad. No es casualidad que Vivés fuera el encargado de dar vida al nuevo joven Corto Maltés en Océano negro (Norma Editorial).

El libro sirve también, aunque más veladamente, para hacer autocrítica del oficio de autor, cuestionándose ámbitos como las cargas de trabajo, la inspiración, la motivación, o la sociabilidad, aspectos todos ellos que atormentan la manera de ser del propio Denis. Por otra parte, es notorio el conflicto derivado del tradicional choque generacional entre autores, en este caso con el personaje de Léo Mané, que proviene de otro mundo mucho menos académico, con una juventud apoteósica y una impulsividad casi inconsciente. A pesar de todo, acabara siendo apreciado y quizás envidiado por el propio Denis.

Vanessa evidentemente es el contrapunto tanto de Denis como de su marido. Su desconocimiento del contexto del mundo del cómic le es de gran utilidad para ver las cosas como son y no como parecen, de simplificar las conductas y relativizar los éxitos. Sin duda es fácil confundirse al ser adulado constantemente por fans exacerbados y fuera de mesura, sin embargo, con su sencillez es capaz de valorar cualquier situación en su justa medida, volviéndola terrenal, Denis lo agradecerá.

De lacónica amargura y estimulante recuerdo, una lectura que atrapa y sublima. El mundo del cómic es una maravilla que por suerte no acaba en Angulema.


Jot Down Comics nº7


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