domingo, 3 de marzo de 2024

La banda sonora de los derechos civiles

Una novela gráfica expone el papel del soul en la lucha contra la segregación racial en EE UU



Mar Padilla

Barcelona


La música es como un gran río: todo lo mezcla, y es dificil explicar su valor y su impacto. En 1946, en Estados Unidos la música de personas negras se catalogaba como música racial, hasta que Jerry Wexler, de Atlantic Records, consiguió cambiarlo con el nombre más amable de rhythm & blues. Por ese camino, se dice que el embrión del soul surgió un día de verano de 1954 en que Ray Charles escuchó por la radio la canción It Must Be Jesus, de The Southern Tones. Le gustó tanto que decidió versionarla, transformándola en I Got a Woman. Y causó ese tipo de shock que produce ver hacer algo que no se puede hacer: era una oda a una amante. Eran sólo los inicios, pero todo estaba ahí: la dureza y la alegría de los nuevos tiempos, la juventud, el dinero fresco, el incipiente negocio de la música negra en busca del fabuloso mercado del consumidor blanco y una progresiva búsqueda de justicia y libertad. Allí ya estaban el gospel y el rhythm & blues, que con los años se fue transformando en otro tipo de música: el soul, que acabaría siendo "la banda sonora de la lucha por los derechos civiles", subraya el escritor Manuel López Poy.

Junto con el ilustrador Pau Marfà, López Poy publica Soul. La novela gráfica (Redbook, 2023), un libro que narra el nacimiento, las vicisitudes y los triunfos de esa música en su tumultuoso contexto cultural, político y social. En la novela aparecen Sam Cooke, Solomon Burke, Etta James, Otis Redding, Aretha Franklin, The Supremes, Smokey Robinson, James Brown, entre otros. Y también aparecen Martin Luther King Jr, Los Black Panthers, Malcolm X o Mohammed Ali, que, mezclándose entre músicos y artistas, pelearon por la igualdad, contra el segregacionismo. "El soul era una música para disfrutar, pero a su vez evolucionó hacia connotaciones políticas claras", subraya López, que con Marfà ya publicó Blues. La novela gráfica.

El soul fue un altavoz de un mundo nuevo que permitió desarrollar una pujante industria de cantantes, compositores y sellos a su alrededor. En un principio cantaba a los placeres y los estragos del amor, pero conforme se iban sucediendo las luchas y las frustraciones, evolucionó hacia posiciones más políticas hasta canalizar el sentir y la rabia en las casas y en las calles, con canciones como Respect, de Aretha Franklin. "El reto estaba en retratar en pocas páginas un montón de años de música y contextualizar el soul, no hacer un libro de estampitas musicales", argumenta López.

El compromiso de esta música con la situación social podría fecharse en 1963. Fue cuando Bob Dylan  publicó Blowin in the Wind, que inspiró a Sam Cooke a componer A Change is Gonna Come tras sufrir un altercado al intentar registrarse en un hotel para blancos. El de Cooke, compositor, cantante, dueño de un sello discográfico y activista social, fue un acto de protesta que, ligado a muchísimas otras movilizaciones, abrió la senda para que se aprobara la Ley de Derechos Civiles. La nueva legislación, de 1964, prohibió oficialmente las prácticas discriminatorias en restaurantes, hoteles y teatros y puso fin a la segregación en escuelas, bibliotecas o piscinas. Un camino nuevo y luminoso que tuvo que enfrentarse a una sangrienta resistencia.

Marfà confiesa que preparando Soul le dio "una especie de ataque de nostalgia al ver que era una música que buscaba un cambio, una música de comunidad", dice. Ahora, tantas décadas después, los ecos del soul resuenan con una vitalidad y un aire de inocencia que casi rompen el corazón.


El Pais. Cultura. Sábado 2 de marzo de 2024

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