Bill Watterson
Estados Unidos
Cartoné
256 págs.
Color
Traducción: Francisco Pérez Navarro
Rotulación: Alba Diethelm y Carmen Arjona
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La tira de prensa de Calvin y Hobbes, de Bill Watterson, se publicó entre el 18 de noviembre de 1985 y el 31 de diciembre de 1995, pudiéndose dividir en tres etapas de acuerdo a los dos «descansos» que se tomó el historietista a lo largo de los diez años de andadura de la colección; el primero entre mayo de 1991 y febrero de 1992, y el segundo entre abril y diciembre de 1994. Teniendo esto en cuenta, este primer tomo presentado por Astiberri, bajo el título El gran Calvin y Hobbes ilustrado, que recopila tiras diarias y dominicales publicadas entre el 5 de diciembre de 1988 y el 7 de julio de 1990, pertenece al primer periodo de la colección, y ello no impide que ya contenga gran parte de aquello que le sirvió para ser considerada por The Comic Journal como el trigésimo sexto mejor cómic del siglo xx. El gran Calvin y Hobbes ilustrado es una muestra perfecta de la magia que llegó a crear Bill Watterson, un historietista influenciado por tiras de prensa como Krazy Kat, Pogo y Peanuts, cuyo sueño era poder dibujar comic strip toda su vida. En las más de 570 tiras que contiene este primer tomo, el lector y la lectora van a disfrutar como si estuviesen montados en la más apasionante montaña rusa, pasando de una tira en la que se presenta el narcisismo y el egocentrismo de Calvin —un niño de 6 años— a otra en la que se muestra su honesto corazón al dirigir bellas palabras de amor a su amigo Hobbes —un tigre de peluche—. A continuación van a gozar con el dibujo y el color de una tira dominical donde Watterson presenta una metáfora visual o la visualización de lo que está imaginando Calvin —recorriendo el universo en una nave espacial o convertido en dinosaurio— para después que- darse reflexionando al observar como es el día a día de Calvin.
Algunos de los aspectos que más se suelen destacar de Calvin y Hobbes es su atrevido humor, su poderosa imaginación, la importancia de la amistad, así como la balanza entre el ímpetu y la impaciencia de Calvin, y el sarcasmo y la serenidad de Hobbes, todo ello presente en este primer tomo. Pero es importante destacar que Calvin y Hobbes es mucho más que ese cliché que le acompaña desde su conclusión. En El gran Calvin y Hobbes ilustrado se puede leer cómo Calvin ha de enfrentarse al bullying en el colegio — como yo a finales de los ochenta—, cómo la televisión es algo de vital importancia para el pequeño Calvin —igual que lo era para mí antes y lo es ahora para mis hijos— y cómo el padre de Calvin, basado en el padre de Watterson, presenta comportamientos machistas —como mi padre—. Pero además, deja helado al lector y la lectora adulta, al leer una tira diaria donde Calvin y Hobbes miran un hormiguero en la acera, y Calvin señala «corren como locas, trabajando incansablemente todo el día sin parar, sin descansar ¿Y para qué? Para construir una pequeña colina de arena que pueda desaparecer en cualquier momento ¡Puede que trabajen para nada, pero siguen trabajando! ¡Nunca se rinden!» En otras ocasiones, la identificación y la lección no viene por la lectura de los globos de diálogo, sino por la lectura del dibujo, como ocurre en una dominical muda de doce viñetas en las que Calvin le pide a su padre que salga con él a jugar con la nieve, y este le señala que no puede, que tiene mucho trabajo que hacer, aunque tras pensarlo a lo largo de cuatro viñetas, piensa en las prioridades y finalmente sale a jugar con su hijo.
Bill Watterson no pretendió en ningún momento dar lecciones de vida, su intención fue crear un pequeño mundo divertido que le posibilita- se contar múltiples aspectos. Por ello, Calvin y Hobbes se convirtió en un cómic mágico y verdadero, que era tanto una representación de la vida, con sus diversiones y penas, como un canto a la vida ¿Cómo poder olvidar el arco argumental de 18 tiras que comienza con Calvin dejando olvidado a Hobbes al marchar con sus padres a una boda?
Para terminar, suscribir las palabras que Watterson escribió a finales de 1999: «Durante el último siglo, solo ha habido un puñado de tiras cómicas verdaderamente geniales, cómics que empujaron los límites del medio y trataron de hacer algo más que contar pequeños chistes como alivio de las atrocidades descritas en el resto de las páginas del periódico.» Uno de ellos fue Peanuts; otro, Calvin y Hobbes.
Jot Down 7. Anuario de Comics
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