viernes, 3 de noviembre de 2023

VIENTOS DE CAMBIO. TIEMPOS DE REVOLUCIÓN José Andrés Santiago



Innocent

Shin’ichi Sakamoto

Milky Way Ediciones

Japón

Rústica con sobrecubierta (9 vols.)

208-226 págs. (varían según vol.)

Blanco y negro

Obra relacionada

La Rosa de Versalles

Riyoko Ikeda

(Azake Ediciones)

1789: La Revolución Francesa

Edmond Baudoin, Víctor de la Fuente, Michel Blanc-Dumont, Rubén Pellejero, Andreas Martens y Miguelanxo Prado

(Ikusager Ediciones)

Aunque en Japón el manga histórico es un género consolidado, con numerosas obras que cubren diferentes períodos temporales, hasta ahora su presencia en España siempre había sido testimonial, centrándose casi en exclusiva en crónicas biográficas y relatos de ninjas y samurais. Por ello, sorprende la apuesta de Milky Way por un título de este género. Lo que no resulta tan chocante es que lo haga de la mano de Innocent, un manga seinen del autor Shin’ichi Sakamoto, centrado en los eventos y actores que precedieron a la Revolución Francesa, y cuyo equilibrio entre un dibujo de gran belleza y una historia turbia y llena de personajes aberrantes le valió la nominación al Premio Cultural Osamu Tezuka en 2014 y al premio Manga Taisho en el año 2015. Innocent es una obra impactante y perturbadora, tanto por las complejas dinámicas interpersonales que trazan los protagonistas, como por su ejemplar factura artística.

Publicado originalmente por la editorial Shūeisha en la revista Weekly Young Jump entre los años 2013 y 2015, Innocent cuenta con un total de nueve volúmenes. Ambientada en la Francia del siglo XVIII, la historia gira en torno a la persona de Charles-Henri Sanson (1739-1806), cuarto cabeza de familia de una dinastía de verdugos oficiales. En la vida real, el Monsieur de París ejerció su cargo durante cuarenta años, ejecutó a miles de personas —entre los que se encuentran el propio Rey Luis XVI y su esposa María Antonieta de Austria— y fue uno de los principales promotores de la implantación y uso masivo de la guillotina como instrumento de muerte. No obstante, el retrato que de él hace Sakamoto se centra más en la construcción psicológica del personaje y no tanto en su indudable relevancia histórica. Los años que preceden a la Revolución Francesa, la corte de Luis XVI, los escenarios ambientados en los paisajes versallescos, la rutina palaciega y los quehaceres de la nobleza, o los callejones del París de la época, parecen, por momentos, un pretexto para profundizar en la esencia conflictiva de Sanson; un antihéroe sumido en una pugna constante entre las expectativas de su familia y su alma sensible y gentil, entre su abominable obligación como verdugo y sus sueños de justicia, paz y libertad. El manga de Sakamoto habla, en definitiva, de un progresivo adiós a la inocencia; una inmersión en las tinieblas y un constante debatirse entre el deseo y el deber.

La Francia dieciochesca ha sido el escenario de muchas obras de cómic japonés, pero sin duda el título por excelencia es La Rosa de Versalles (1972), el celebérrimo manga shôjo de Riyoko Ikeda. Pensada —al menos en su origen— para un público femenino y juvenil, la trágica historia de amor de La Rosa de Versalles se encuentra en las antípodas de Innocent. El seinen de Sakamoto está dirigido a un lector exclusivamente adulto; el amor romántico brilla por su ausencia y abundan las atroces escenas de tortura y brutal sufrimiento, el dolor, las penurias y la descomposición del alma humana. Así, en un primer momento, los parecidos entre ambos títulos parecen limitarse al periodo histórico en el que habitan sus respectivos protagonistas. Sin embargo, las semejanzas entre La Rosa de Versalles e Innocent van más allá, al estar ancladas en lo estético y narrativo. El dibujo de Innocent bebe de la influencia del shôjo más tradicional: los trazos depurados, personajes bellísimos y estilizados, la dilución de los roles heteronormativos, la ruptura del marco de la viñeta, la búsqueda constante de efectos atmosféricos, o el uso de alegorías visuales —con abundancia de elementos vegetales y oníricos—para representar la psique de los protagonistas.

No cabe duda de que el dibujo de Sakamoto —limpio, pulido, rozando el culto al detalle y con influencias del art nouveau— es uno de los grandes atractivos de Innocent. La lectura es semejante a la de cualquier otro manga —más sofisticado, tal vez, por el público adulto al que se dirige—donde la fluidez entre las diferentes viñetas, la composición del pliego y la ausencia de grandes bloques de texto aceleran el ritmo al que se devoran las páginas. Como contrapunto, el dibujo extremadamente detallado invita inmediatamente a una relectura, donde lo argumental da paso a lo formal. Cada página está bordada con primor y la atención a los detalles es casi patológica, tanto en la calidad de los diseños como en el esfuerzo del autor por representar con realismo objetos y situaciones de la época. Más allá de las lógicas licencias creativas, Sakamoto ha llevado a cabo una exhaustiva labor de investigación, y durante el desarrollo de la obra ha contado con la colaboración de varios departamentos de Historia de diferentes universidades japonesas.

Resulta chocante el abismo que se establece entre la belleza del dibujo y la crueldad de las imágenes. Las descripciones de las ejecuciones y procedimientos de tortura, a menudo acompañadas de minuciosas explicaciones médicas, acentúan el efecto de repulsa. En Innocent no se percibe una violencia estetizada, sino carnal. Sin embargo, el dibujo de Sakamoto tampoco se siente sucio y orgánico, sino inerte, más cercano a un relato de cirugía, a una mesa de disección o los grabados renacentistas y pinturas barrocas de Vesalio o Rembrandt.

Solo apta para lectores adultos, Innocent es una obra tejida por juegos dicotómicos de emociones enfrentadas; donde los límites entre dolor y placer, belleza y depravación, o bondad y vileza, terminan por desdibujarse.


Anuario Comic 2018

Jot Down Comics




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