viernes, 29 de septiembre de 2023

Tarzan de los monos. Un mito para la burguesía

 Mil novecientos veintinueve es el año de la gran revolución en el "cómic", año de bancarrota financiera que pone en quiebra toda seguridad del consumidor conformista de la "mayoría silenciosa" en el sistema liberal de su sociedad competitiva, es el año del éxito manifiesto de la historieta de aventuras y del "comic" de anticipación fantástica. Y 1929 tiene un comienzo excepcional: el 7 de enero aparecen "Tarzán" y "Buck Rogers"; el 10, el belga "Tintin", y el 17, "Popeye". Un mes realmente prolífico, cuyas producciones han pasado a la Historia por tener un oportuno momento de lanzamiento.

El fenómeno de "Tarzan de los monos"

Edgard Rice Burroughs publicó en 1912 "Tarzan of the apes" como primera de una serie de 27 novelas que, según su propio autor, trasplantaban al tiempo contemporáneo el viejo mito de Rómulo y Remo criados por la loba, ya seguido, por ejemplo, por Kipling, y situado esta vez en una tribu de gorilas africanos. El cine incorporó las aventuras de Tarzan desde 1918, realizándose siete películas hasta los años treinta, en que, a partir del "boom" del personaje en parte provocado por sus "comics", y en el fondo como éstos por las propicias circunstancias históricas, se realizaron no menos de otros cuarenta films.

Las aventuras de este personaje "roussoniano", este buen salvaje contrapuesto a la vida diaria en la jungla de asfalto, tenían, pues, la suficiente aceptación como para haber sido iniciadas en "comics" hacia 1925, pero tanto estos episodios, como los de las primitivas películas, habían transcurrido sin excesiva trascendencia. A finales de 1928 se decide un nuevo lanzamiento en historieta, narrando otra vez las aventuras de este personaje desde su nacimiento y se utiliza para ello a un dibujante que no procede del "cómic", sino de la técnica totalmente realista del dibujante publicitario, Harold "Hal" Foster.


Tarzan de Harold Foster


Esto traer consigo que la nueva versión (considerada siempre como la primera por la falta de rigor con que se van tomando unos a otros los datos quienes escriben sobre estos temas) reciba el impulso de un grafismo naturalista, casi fotográfico, pero por contrapartida con el salto atrás de un desconocimiento de las técnicas narrativas ya desarrolladas por la historieta, un regreso a la imagen como ilustración del texto y una desaparición de los "bocadillos" por reinserción del diálogo en los párrafos de apoyo.

Foster realizó su trabajo en tiras diarias muy poco tiempo, pues en junio de ese mismo año lo dejó en manos de Rex Maxon con el que se prosiguió la ilustración de las obras de Burroughs hasta que hubo que crear guiones propios para alimentar al nuevo producto de consumo que era el "Tarzan" del "comic". En marzo de 1931 comenzó la publicación de otras aventuras en planchas dominicales, que volvió a tomar Harold Foster hasta 1937, en que por no poder compaginar este trabajo con el recién iniciado de "El príncipe valiente", lo dejó definitivamente en manos de Burne Hogarth, dibujante excesivamente preocupado por la anatomía y las posturas trágicas y efectistas, pero que es, sin embargo, el que más fama y más "fans" ha conseguido como dibujante de "Tarzan".

Tarzan de Burne Hogarth


Esto únicamente ha sido un brevísimo apunte sobre el origen del famoso hombre-mono en los "comics" norteamericanos, pues entre las diversas cronologías que sobre él se han realizado anotamos los nombres de una veintena de dibujantes como los que con mejor o peor fortuna se han ido sucediendo y reincorporando en la realización gráfica para prensa y "comic-books" entre una maraña de ayudantes que han puesto su grano de arena en ese edificio comercial son contar las imitaciones, plagios y parodias que de "Tarzan" se han realizado.

Se acusa a Tarzan de superhombre y de racista y se le alaba como "self made man" y hombre que desprecia las comodidades sociales que le daría su origen nobiliario (Tarzan es "lord" Greystoke) a cambio de una vida libre en la Naturaleza. Nosotros vemos en él, más que un condicionante para su época, un producto de ella que trata de consolar a sus lectores reflejando una serie de insatisfacciones en la vida del hombre-masa.

"Tarzan" mito del ser humano fuera de lo común explicado por una sana y vigorosa vida entre un clan de hercúleos gorilas, tenía que ser "superior" a los demás hombres tanto en la selva como en la ciudad en el aspecto en que destacaba, esto es, en agilidad y fuerza física. Su actitud descaradamente paternalista hacia los "inocentes aborígenes", antes que un conceptp superior de la raza blanca (a la que como británico debía pertenecer para crear el máximo de contraposición entre su origen y el destino y entre las formas de vida sobre las que elegir) o más que la exaltación del valor de una determinada forma de civilización, es un modo de acercamiento todo lo erróneo que se quiera por parte de quien se ha considerado como un forzudo mono pelado, tan nativo de la selva como el que más.


Tarzan de Russ maning


Su racismo es, desde luego, inferior al que estaba patente en la vida de las sociedad que le vio nacer,  para gran parte de la cual sería escandaloso y humillante si en la vida real un blanco de sangre azul prefiriera la vida entre "salvajes" al té de las cinco y las cacerías organizadas. El dato racista más acusado que encontramos ha sido curiosamente hasta ahora, pues se trata de otro de los tópicos mantenidos que presenta a los árabes como crueles mercaderes de esclavos, incluso en la actualidad.

Parodiando las explicaciones psicoanalíticas, podríamos decir que el paternalismo de Tarzan es una transposición hacia los nativos de su incapacidad para la paternidad real que por otra parte ya le ha llevado a la adopción de un muchachito y una mona. Claro que Jane, la compañera de este forzudo y barbilampiño personaje es quien lleva la peor parte. Pusilánime e inadaptada a la vida de la selva, sólo sirve para que Tarzan se luzca ante ella y la tenga que librar de mil apuros.

El triste sino de las heroínas

Triste sino el de las heroínas del "comics" cuando son compañeras de un héroe, pues no les queda otro recurso que ser imbéciles y ver con envidia cómo las mujeres "malas" demuestran tener personalidad, capacidad de juicio y posibilidad de tomar decisiones por sí mismas.

Mientras desfilan por las viñetas de "Tarzan" docenas de atractivas e inteligentes féminas entre cuyas aviesas intenciones entra la de seducir al hermoso protagonista, la pobrecita Jane no tiene otro horizonte que convertir a Tarzan en un hombrecito de su casa. Al menos ya ha conseguido que no duerma en los árboles, tiene un amplio y moderno "bungalow" y la hemos visto en más de una viñeta remendando ropa en la terraza. Si las aventuras de "Tarzan" durasen mucho tiempo, le veremos cambiando el taparrabos por unos pantalones de franela para ir a ordeñar su rebañito de ovejas y cabras. Claro está que si Tarzan fuera un hombre de carne y hueso hace ya mucho tiempo que estaría cotizando para la Seguridad Social y el Impuesto sobre la Renta de alguna de las jóvenes naciones centroafricanas.

Jesús Cuadrado y Pacho Fernández Larrondo



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