EL PAÍS DE LAS TENTACIONES
VIERNES 3 DE DICIEMBRE DE 1999
{ Según el diccionario, mostrenco es el "que no tiene casa, ni hogar, ni señor, ni amo conocido": algo bastante parecido a ser un hombre libre. Aplicado a la cultura o al arte, 'mostrenco' podría definir fenómenos que, en tiempos de encasillamiento automático, resisten cualquier domesticación taxonómica. La revista británica 'Wallpaper' ofrece la mejor imagen del lugar espiritual al que nos ha llevado la cultura de este siglo: la vida es un papel pintado (de marca). Procede, portante, caminar en dirección contraria. Ha llegado la hora del 'engorilamiento intelectual, y esta nueva sección se propone catalogar mostrencas tomas de postura y zopencas irregularidades para contribuir a ese proceso liberador.)
Texto: Jordi Costa Ilustración: Darío Adanti
Las leyes locales de la pequeña población americana de Bailer condenaron la práctica de cualquier tipo de danza durante 130 años... hasta que la onda expansiva del éxito de Macarena obligó al alcalde del lugar a tomar medidas y levantar la prohibición. Macarena es, sin duda, el equivalente pop de un fenómeno climático tan apocalíptico como El Niño: es un auténtico poltergeist cultural, un fenómeno extraño surgido de forma casual y arbitraria cuya fuerza se multiplica cada vez que se cobra una nueva víctima.
Hagamos memoria. Los del Río, es decir, Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz, eran un modesto dúo de Dos Hermanas (Sevilla) que, desde los años sesenta, intentaba depurar, a través de innumerables casetes para gasolineras, una estética propia que, sin embargo, no llegaría a eclosionar en toda su plenitud hasta los primeros noventa. Forjadores de una personal modulación del flamenco pop que podríamos bautizar como Alcampo style, Los del Río fueron iluminados por una visión mística durante una gira por Venezuela: las cucamonas musculares de la joven bailarina Diana Patricia Cubilan, mezcla sincrética de flamenco y danza caribeña, estimularon sus respectivas glándulas pineales, llevándoles a emitir al unísono, cual si fuesen la versión patilluda y grijander de los lobos de Tex Avery, un gruñido-piropo que, casi automáticamente, se convirtió en quiebro rítmico de la que sería su obra maestra.
La grabación original apareció en nuestro país en abril de 1993, pero el poltergeist Macarena no mostraría toda su fuerza hipohuracanada hasta el lanzamiento en el continente americano de la versión dance editada por BMG, en 1994. En julio del 96, el tema llegaba al número 1 de las listas americanas: las sincronizadas coreografías de Macarena —con sus movimientos fraccionados en 16 pasos y el acento en la flexibilidad de las caderas-tomaron por asalto estadios de béisbol, clubes de country and western, mítines del Partido Demócrata y hasta el mercado americano del vídeo, que nos ha legado Do the Macarena totally nude!, una colección de bellezas californianas bailando Macarena en cueros.
NO HAY ESCAPATORIA
Últimamente, el poltergeist se ha manifestado en los territorios más insospechados. Ahí va una somera enumeración. En la última edición de los premios Ondas, Macarena fue galardonada por ser el tema de autor español que ha generado más derechos desde El amor brujo, de Manuel de Falla. La novela Hannibal, de Thomas Harris, continuación de El silencio de los corderos, se abre con un violento tiroteo en un barrio chungo de Washington al ritmo de Macarena. El grupo danés Axel Boys Quartet incluye en su último disco, Casino Royale, una versión lounge del éxito. El ritmo trotón de Macarena y su rugido-looping se transforman, en manos del excéntrico combo, en una melodía lánguida y sofisticada. En una escena de Go!, Viviendo sin límites, de Doug Liman, un tipo se toma dos ácidos en un supermercado y se sumerge en una suerte de delirio solipsista que le lleva a... bailar Macarena. Una mente drogada puede huir de la realidad, pero no de este imbatible poltergeist cultural.
El asunto es cada vez más preocupante. Macarena ya no es sólo una canción, es un desmandado tifón de energía cósmica que puede acabar devorando nuestro universo conocido. ¿Qué Zelda Rubinstein nos librará de este peligro del Más Allá?
VIERNES 3 DE DICIEMBRE DE 1999
{ Según el diccionario, mostrenco es el "que no tiene casa, ni hogar, ni señor, ni amo conocido": algo bastante parecido a ser un hombre libre. Aplicado a la cultura o al arte, 'mostrenco' podría definir fenómenos que, en tiempos de encasillamiento automático, resisten cualquier domesticación taxonómica. La revista británica 'Wallpaper' ofrece la mejor imagen del lugar espiritual al que nos ha llevado la cultura de este siglo: la vida es un papel pintado (de marca). Procede, portante, caminar en dirección contraria. Ha llegado la hora del 'engorilamiento intelectual, y esta nueva sección se propone catalogar mostrencas tomas de postura y zopencas irregularidades para contribuir a ese proceso liberador.)
Texto: Jordi Costa Ilustración: Darío Adanti
Las leyes locales de la pequeña población americana de Bailer condenaron la práctica de cualquier tipo de danza durante 130 años... hasta que la onda expansiva del éxito de Macarena obligó al alcalde del lugar a tomar medidas y levantar la prohibición. Macarena es, sin duda, el equivalente pop de un fenómeno climático tan apocalíptico como El Niño: es un auténtico poltergeist cultural, un fenómeno extraño surgido de forma casual y arbitraria cuya fuerza se multiplica cada vez que se cobra una nueva víctima.
Hagamos memoria. Los del Río, es decir, Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz, eran un modesto dúo de Dos Hermanas (Sevilla) que, desde los años sesenta, intentaba depurar, a través de innumerables casetes para gasolineras, una estética propia que, sin embargo, no llegaría a eclosionar en toda su plenitud hasta los primeros noventa. Forjadores de una personal modulación del flamenco pop que podríamos bautizar como Alcampo style, Los del Río fueron iluminados por una visión mística durante una gira por Venezuela: las cucamonas musculares de la joven bailarina Diana Patricia Cubilan, mezcla sincrética de flamenco y danza caribeña, estimularon sus respectivas glándulas pineales, llevándoles a emitir al unísono, cual si fuesen la versión patilluda y grijander de los lobos de Tex Avery, un gruñido-piropo que, casi automáticamente, se convirtió en quiebro rítmico de la que sería su obra maestra.
La grabación original apareció en nuestro país en abril de 1993, pero el poltergeist Macarena no mostraría toda su fuerza hipohuracanada hasta el lanzamiento en el continente americano de la versión dance editada por BMG, en 1994. En julio del 96, el tema llegaba al número 1 de las listas americanas: las sincronizadas coreografías de Macarena —con sus movimientos fraccionados en 16 pasos y el acento en la flexibilidad de las caderas-tomaron por asalto estadios de béisbol, clubes de country and western, mítines del Partido Demócrata y hasta el mercado americano del vídeo, que nos ha legado Do the Macarena totally nude!, una colección de bellezas californianas bailando Macarena en cueros.
NO HAY ESCAPATORIA
Últimamente, el poltergeist se ha manifestado en los territorios más insospechados. Ahí va una somera enumeración. En la última edición de los premios Ondas, Macarena fue galardonada por ser el tema de autor español que ha generado más derechos desde El amor brujo, de Manuel de Falla. La novela Hannibal, de Thomas Harris, continuación de El silencio de los corderos, se abre con un violento tiroteo en un barrio chungo de Washington al ritmo de Macarena. El grupo danés Axel Boys Quartet incluye en su último disco, Casino Royale, una versión lounge del éxito. El ritmo trotón de Macarena y su rugido-looping se transforman, en manos del excéntrico combo, en una melodía lánguida y sofisticada. En una escena de Go!, Viviendo sin límites, de Doug Liman, un tipo se toma dos ácidos en un supermercado y se sumerge en una suerte de delirio solipsista que le lleva a... bailar Macarena. Una mente drogada puede huir de la realidad, pero no de este imbatible poltergeist cultural.
El asunto es cada vez más preocupante. Macarena ya no es sólo una canción, es un desmandado tifón de energía cósmica que puede acabar devorando nuestro universo conocido. ¿Qué Zelda Rubinstein nos librará de este peligro del Más Allá?
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