domingo, 22 de octubre de 2017

Un superhéroe de carne y hueso José Ángel Mañas





Grandes Heroes del Comic Nº 1 - Spiderman
Una producción de Comics Forum para el diario EL MUNDO
Año 2003 Planeta DeAgostini y EL MUNDO


 El de los superhéroes es un mundo peculiar y muy americano que suele interpelar a sensibilidades adolescentes, en general individualistas y agresivas. Hay un evidente deseo esquizofrénico de ser otro en esa costumbre de enmascararse y construir una identidad secreta para ir a partirles la cara a los villanos. Además, las historias de estos héroes que han decidido tomarse la justicia por su mano fomentan la sensación de que no sólo no hay ayuda posible en la lucha singular contra el Mal sino que encima la única recompensa por salvar al mundo es una bronca por haber llegado tarde al cumpleaños de tu tía May; y la apología de la violencia como único antídoto contra el crimen tiene un tufillo algo facha que emparenta lejanamente a nuestros justicieros enmascarados con otros productos estrambóticos del imaginario norteamericano como pueden ser el Ku Klux Klan o el propio Rambo. ¿Explica eso que sea un mundo especialmente atractivo para adolescentes? Pues claro. ¿Quién no ha soñado alguna vez con tener superpoderes y zurrarles la badana a los cuatro supercretinos que imponen su ley en el patio del colegio? K. Dick, que entendía de estas psicologías, tiene un relato sobre un engendro sin brazos ni piernas, un paria, vamos, que sueña con un mundo futuro en el que será todopoderoso; esa "voluntad de poder" es efectivamente sintomática de una personalidad victimista, categoría en que podría incluirse al freakie y paranoico fan de ciertos cómics de superhéroes que hemos sido muchos.

El éxito de este universo gráfico explica la proliferación hasta la náusea de infinitas y a veces muy imaginativas variantes de Superman. Entre ellos, Spiderman ocupa un lugar privilegiado y posiblemente único. Marca, con respecto a sus antecesores, la irrupción del realismo, uno de los caballos de batalla de su guionista Stan Lee. Spiderman fue cabeza de cartel de una nueva generación de superhéroes de la Marvel que pretende alejarse de sus abstractos precursores. Es un héroe de carne y hueso, que tiene, en palabras de su creador, pies de barro detrás del disfraz,y problemas emocionales y cotidianos como cualquier hijo de vecino. Abstracción, realismo y parodia parecen marcar la evolución natural de cualquier género. Bond-Smiley-Johnny English, por ejemplo, es una tríada equiparable a la que forman Superman, Spiderman y Super López. Yo hablaría también de juventud, madurez y decadencia.
 
En la relectura que hizo Stan Lee del mundo de los superhéroes los problemas personales de Peter Parker ocupan casi tanto espacio y pesan bastante más en la balanza que las aventuras propiamente dichas de Spiderman. Quizás la mayor virtud de sus guiones sea justamente que interesan más los catarros y los asuntos sentimentales de Parker que sus trifulcas con los supervillanos de turno. Es en ese sentido en el que se podría tildar a Spidey de antisuperhéroe y acusar a su creador de hacer auténtico arte aunque sin faltarle nunca al respeto a la idiosincrasia del género. No olvidemos que superhéroes, vampiros, gángsters y animales fabulosos son sólo máscaras más o menos llamativas que permiten a un artista hacer observaciones sobre la vida y la naturaleza humana, y de eso Stan Lee sabe un rato.

Las mejores historietas de Spiderman demuestran una tremenda humanidad,y además un profundo civismo,yo diría que característicamente americano. Lo sintetiza la fórmula: "un gran poder implica una gran responsabilidad". Uno puede tomársela a guasa, pero no estoy seguro de que sea mucho peor que pongamos por caso "conócete a ti mismo". Puede hasta ser uno de los mejores eslóganes morales de los últimos tiempos. Pensemos, además, como recuerda Valéry, que muchos pensadores no pasan a la historia por ser incapaces de encontrar un buen aforismo que sintetice su filosofía.

Dado que el de Stan Lee es un pensamiento esencialmente narrativo, la visión de mundo que vehicula su conocida frase toma cuerpo de forma ejemplar en la anécdota seminal de la serie. Recién estrenados traje y poderes, Spiderman anda ganándose unas pesetillas a base de exhibirse en conocidos programas de televisión, cuando al salir de un estudio de grabación deja escapar a un ladronzuelo con quien se cruza en el pasillo. "Detener chorizos no es digno de un artista", piensa convencido. Las consecuencias son dramáticas: aquel criminal será justamente quien acabe matando, esa misma noche, a su querido tío Ben. ¿Se os ocurre una denostación más efectiva de la pasividad? ¿No hay en esta sencilla historia más persuasión que en muchas de esas arengas con las que Sartre exhortaba a los artistas a pasar a la acción?

El problema con las diversas adaptaciones a la televisión y al cine es que todas se quedan con el aspecto folclórico del personaje, con su pijama colorido y demás parafernalia kitsch, con lo que igual hubiera dado un Spiderman que un Superman.Sam Raimi, en cambio, ha intentado rescatar algo de la profundidad psicológica del Parker original,y ha acertado en muchos aspectos, incluido el casting, pero ha pecado de excesivamente ambicioso al querer concentrar en dos horas la esencia de las ciento y pico aventuras de Spiderman, riquísimas en personajes y situaciones dramáticas: no se puede sintetizar una mini Comedia Humana en una única película, y el resultado es necesariamente insatisfactorio, por lo esquemático. Afortunadamente,a los nostálgicos del personaje concebido por Lee y dibujado por Ditko siempre les queda la posibilidad de volver a releer los episodios originales de la serie. Disfrutadlos.

José Ángel Mañas es escritor. Se dio a conocer en 1994 con Historias del Kronen.Su última obra publicada es Mundo burbuja.





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