lunes, 8 de mayo de 2017

SHOCKROCKETS Busiek, Immonen, Von Grawbadger


En 1970, tenía diez años.
Era antes de Star Wars, antes de Robotech, antes incluso de Espacio 1999.
Pero no necesitábamos todo eso.
Mis dos mejores amigos y yo recorríamos la ciudad montados en nuestras bicicletas. Y, por dentro, sabíamos que no eran únicamente bicicletas sino cazas espaciales. El manillar era el acelerador. El timbre del manillar era el botón de disparo. La protuberancia redonda del guardabarros
delantero era un láser potentísimo. Sabíamos que sensaciones se sentían, aunque tuviéramos que fingirlas. Los "G" de gravedad. El rugido de los poderosos motores. Los repentinos virajes. Los trompos del combate espacial. Las sabíamos. Y lo pasábamos de muerte. Creo que hay algo en las
máquinas grandes y complejas que toca la fibra de la gente... -bueno, al menos la de los chicos; aunque también conozco unas cuantas mujeres que podrían dar lecciones sobre el tema- y que
proviene de la potencia casi incontrolable, de la velocidad irrefrenable, de la belleza, la fuerza y la decisión. Y lo dice alguien que, de pequeño, nunca se interesó por los coches como la mayoría de mis colegas. Pero sigo sintiéndolo. Sigo sintiendo la emoción visceral que emana de todo eso.

Años después, cuando Stuart Immonen y yo estábamos hablando sobre nuestro primer proyecto conjunto para Gorilla, y le pregunté que haría si pudiera dibujar lo que quisiera, dijo: "Algo con grandes máquinas"... Comprendí a qué se refería. Y empezamos a hablar de emoción, y de potencia, y de velocidad, y de todas esas cosas que corrían por nuestra imaginación. Y antes de que nos diéramos cuenta, estábamos hablando de un adolescente en un vertedero de Los Angeles, escarbando entre la chatarra y la basura para encontrar restos de componentes tecnológicos que pudiera aprovechar para
construirse una moto volante casera... Y estábamos hablando del mundo en el que vivía ese chico, el mundo que crearía un basurero así, el mundo que produciría motos voladoras. Y de los sueños de ese chico, y de cuál sería el objeto de esos sueños...

El resultado es lo que ahora tienes en tus manos: Shockrockets.

Y, en algún lugar del camino, el tema dejó de ser las máquinas per se y empezó a ser las personas, lo cual nos pareció bien a los dos, a Stuart ya mí... pero sin olvidar donde empezó todo: en los "g" de gravedad, en el rugido de los motores, en la belleza, la velocidad y la casi incontenible potencia de las naves que manejaban esas personas.

En esta serie, además de ser guionista y dibujante, volvimos a ser niños de diez años.

Y lo pasamos de muerte.

Ojalá tú te lo pases tan bien como nosotros.


Noviembre 2000

Kurt Busiek














SHOCKROCKETS 3 números, publicados por Dolmen Editorial S.L., Palma de Mallorca, año 2.001



No hay comentarios: