jueves, 13 de octubre de 2016

VALERIAN aventuras socio-temporales CHRISTIN-MEZIERES

Por Lorenzo F. Díaz

1967
En la revista Pilote empieza a publicarse por entregas una historia titulada Les mauvais réves donde un agente espacio temporal proveniente de un futuro llamado Galaxity que viaja a la Edad Media en busca de un científico renegado. Vuelve acompañado de una joven de esa época llamada Laureline.
Es ciencia-ficción amable, escrita por un periodista izquierdoso llamado Jean-Pierre Christin -1938- y dibujada por un amante del western llamado Jean Claude Méziéres -1938-. Son aventuras escapistas sin mucha definición izquierdista más allá de ponerse del lado de los débiles y contra una sociedad feudal.




Igual sucedería con su continuación, La ciudad de las aguas turbulentas, que apareció al año siguiente en la misma revista. Aventuras y poco más, aparte de algún comentario hacia la tensión atómica y de guerra fría del momento al dar 1986 como fecha de un cataclismo atómico de cuyas cenizas nacerá la Galaxity de Valérian.


1968
Tiene lugar el mayo francés, y la redacción de Pilote queda muy afectada; los autores se rebelan contra la dirección de la revista y exigen un cambio de contenidos, más acorde con lo tiempos que corren. El resultado es una deriva hacia un contenido menos blanco que antes. Hasta Asterix empieza a tener apuntes de crítica social.

Christin y Méziéres aprovechas la oportunidad e incorporan poco a poco elementos socialmente críticos en las historias de Valérian, pero sin abandonar su tono aventurero. La crítica social se integra en la trama, huyendo siempre del panfleto, lo cual hace que su lectura siga siendo enormemente agradable hoy en día. Christin se reservó los panfletos para otros trabajos, otros cómics, donde siempre prevalecería un tono pesimista y directamente discursivo que muchas veces lastra el resultado. Valerian es un oasis de humor y desahogo en la obra de Christin, quizá debido a su colaborador Méziéres, dibujante de trazo amable e inteligente, con gran cariño por sus personajes, parece rechazar cualquier final que vaya más allá de una conclusión agridulce.


Las historias se suceden. El imperio de los mil planetas cuenta la búsqueda de un aristocracia corrupta que domina mil planetas, en un relato que prefigura la enciclopedia de razas y culturas extraterrestres en que casi acabará convirtiéndose la serie. En El país sin estrella, dos culturas libran una batalla perpetua dentro de un enorme planeta hueco a punto de estrellarse contra otro sin que lo sepan sus habitantes. Bienvenidos a Aflolol narra la colonización de un planeta sin tener en cuenta a sus habitantes. En Los pájaros del amo todo un planeta vive sometido a los designios de un amo omnipotente que no ha visto nadie y al que temen todos.


1975
 El embajador de las sombras parece el corolario de todo lo aprendido por sus autores en las seis historias anteriores.  El  embajador de  la Tierra en  unas Naciones Unidas extraterrestres es secuestrado junto con Valerian y le toca a Laureline ir visitando a las culturas de esas Naciones Unidas buscando el rastro de su compañero.

Los recursos narrativos que emplea Christin para contar la peripecia paralela de los dos protagonistas son hasta ese momento inusitados en un cómic, aunque conocidos en la literatura. Laureline, ya convertida en protagonista absoluta de la serie, siendo Valerian poco más que un comparsa, se entera del periplo de su compañero desaparecido empleando sondas telepáticas, percepciones extra-sensoriales, aparatos transmisores, etc. Todo ello en una curiosa estructura literaria que no está presente en el resto de la obra de Christin, pareciendo reservarse esos experimentos narrativos para Valerian, como si el tono informal y de denuncia indirecta de la señe le permitiera una diversión que no se concede en sus otras obras más solemnes y serias.

Méziéres, por su parte, se ha convertido en un narrador excepcional, en un dibujante inventivo y creativo como pocos. Cualquier página suya es una delicia y una lección de sabiduría narrativa. Aquí se supera a sí mismo en el diseño de culturas extraterrestres, adecuando vestiduras, abalorios, tecnología y costumbres a cada raza. Su dibujo ha evolucionado hasta llegar a un semirealismo en el que se mueve con soltura y que le permite alternar lo humorístico con lo serio, el encuadre sencillo con el innovador. A tal efecto, son notables los dos siguientes álbumes, Mundos ficticios y Los héroes del equinoccio, parábolas sobre los excesos de la ciencia pura y sobre la lucha por el poder, que además de ser los más exhibicionistas gráficamente hablando, donde Méziéres explota y se recrea en el virtuosismo recién alcanzado, se encuentran entre los álbumes más divertidos y entretenidos de la serie.



Primera página de Brooklin station. Por Christin y Mezieres. En la edición de Pilote. Dargaud,
1981


1978


Se estrena La guerra de las galaxias, película notable que George Lucas, su máximo responsable, realiza con los álbumes de Valérian delante. Razas extraterrestres, naves, conceptos visuales... todo su imaginario parece sacado de las páginas de Méziéres. Y de hecho lo está, máxime teniendo en cuenta que no había -ni hay- diseñador o dibujante norteamericano que no busque en los álbumes europeos del momento inspiración para su trabajo. Y Valérian es la ciencia-ficción como debe hacerse. La película sería el principio de una larga cadena de plagios, homenajes, fusilamientos gráficos e ideas calcadas del cómic que concluiría en 1995 con El quinto elemento, primera película hollywoodense que requiere abiertamente sus servicios como diseñador oficial, gracias a que su director y guionista es el también francés Jean-Luc Besson, y decide darle al César lo que es del César.



1986
Fecha del cataclismo atómico que acabará con la Tierra dando origen a Galaxity. Los autores se
aprestan a apegarse a esa fecha y explicar lo que le sucede al planeta. Pero ya no son tiempos de miedo atómico y en 1981 empiezan una saga de dos historias en cuatro álbumes donde se enfrentarán al problema. En la primera, compuesta por los álbumes Metro Chátelet dirección Casiopea y Brookiyn Station término Cosmos, se relaciona un tráfico interestelar de energías con diversos sucesos en la Tierra y donde se presentan varios personajes que se retomarán en la siguiente historia, compuesta por Los espectros de Inverloch y Los rayos de Hipsis. El resultado es que no hay cataclismo atómico y Galaxity desaparece, quedando Laureline y Valérian aislados y destinados vagar por el universo sin un objetivo claro.

Estos cuatro álbumes marcan el fin de una época. Y el principio de otra.

Son álbumes notables, pero decepcionantes para los que buscan una narración tradicional como la de los anteriores álbumes. Su dibujo alcanza la síntesis perfecta para su autor y la narración es muy relajada, con tramas que se pierden en agradables meandros, simpáticos y entretenidos, demorándose en alcanzar su objetivo porque en el fondo lo importante es disfrutar del viaje, encadenar una escena con otra, divertirse con cada escena, cada personaje, cada ambiente...

2001
Se acaba el peregrinaje de Laureline y Valérian. Han sido cinco álbumes recorriendo el universo -Fronteras cósmicas, Las armas vivientes, Los círculos del poder, Rehenes de Ultralum y El huérfano de las estrellas-, donde Christin y Méziéres se han dejado llevar por sus respectivas obsesiones, pergueñando una serie de historias competentes y entretenidas pero que no llevan a ninguna parte y no aportan nada nuevo a lo ya hecho, aparte de su buen hacer habitual nunca exento de excelentes diseños gráficos, variadas parábolas sociales y un agradable sentido del humor que a veces se impone a la historia en sí.

Es el año en que aparece Par des temps incertaines, Inédito en castellano, donde los autores intentan cerrar la paradoja temporal abierta en Los rayos de Hipsis y resucitan Galaxity recuperando a muchos personajes secundarios que hacía cinco álbumes no veíamos. Un bucle temporal resuelto de forma desconcertante con la aparición de un Dios -o dioses- lo menos católico imaginable, reflejo seguramente fiel de la visión que tiene Christin de Dios, cosa nada improbable en alguien tan de izquierdas.



Viñetas de Brooklin station. Por Christin y Mezieres. En la edición de Pilote. Dargaud. 1981

2004
Teórica aparición de Au bord de gran rien, el último Valérian, de momento. Con esta anunciada aparición, nos permitimos reflexionar para contemplar con distancia el legado de esta serie. Jean-Claude Méziéres es el padre de la moderna ciencia-ficción en imágenes, ya que está presente, de forma directa o indirecta, en las películas de ciencia-ficción que se estrenan y en las páginas de los cómics que se publican hoy en día. Jean-Pierre Christin sigue siendo un ejemplo sobre cómo escribir un cómic y hacer una narración política de peso sin dejar de ser ameno -aunque a veces resulte algo cargante-. Y Valérian ha marcado escuela gráfica y literaria, ha demostrado cuál es la importancia de un diseño coherente de personajes, que el diseño de página puede ser tan Innovador y sorprendente como la narración y el dibujo, y hasta ha sido pionero en aplicar técnicas literarias de novela a la historieta. Se ha convertido en un clásico, no por sus años, sino porque es un ejemplo a imitar.

Y el hecho de que este año salga el siguiente álbum y muchos lo esperemos con impaciencia indica que además es un clásico actual, vivo al margen de arqueologías.












Publicado en la revista Dentro de la Viñeta nº28, año 2004



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