lunes, 3 de octubre de 2016

Caniff vio los Estados Unidos con la óptica de William Wyler

Por Javier Coma


 1949. Un país imaginario en el norte de la India. Allí tiene altos intereses la agresiva financiera norteamericana Copper Calhoun. Están relacionados con la extracción de un mineral que produce energía atómica. Y están amenazados por una revolución en marcha con el apoyo de las fuerzas comunistas chinas. La trama se desarrolla en las tiras diarias y en las planchas dominicales de Steve Canyon, la serie de comics para la prensa que Milton Caniff iniciara a principios de 1947.

La princesa de aquel país, Snowflower, toma al pie de la letra una afirmación de Reed Kimberlay según la cual un solo film norteamericano podría perfectamente mostrarle cómo es la vida en Estados Unidos. A lo largo de las entregas correspondientes a marzo y abril de 1949, el tema político-aventurero se entremezcla con la creciente necesidad diplomática de proyectarle a Snowflower un film representativo del mundo norteamericano. Caniff, maestro en la estrategia de la serialización, añade este elemento al «suspense» de la intriga e incluso despierta el interés de los lectores hacia la misma elección del film. Finalmente, los pilotos a las órdenes de Calhoun se encargarán de seleccionarlo y de proceder a su búsqueda. Pero la revolución triunfante impedirá que Snowflower pueda contemplarlo; el film caerá en manos de los enemigos de los protagonistas y será destruido...

Hasta que se llega a la secuencia de tiras diarias en que los combatientes adversarios asisten a la proyección del film, el lector no ha podido conocer de cuál se trata. Sin embargo, sí ha podido dar su opinión electoral. La inmensa repercusión popular de los comics de la prensa en Estados Unidos ha dado pie una y otra vez a fenómenos similares.



Despejemos la incógnita: el film elegido fue Los me/ores años de nuestra vida (The Best Years of Our Lives). Su tema incidía en la reinserción civil de los hombres que habían luchado en la segunda guerra mundial. Uno de los personajes, con las manos sustituidas por garfios a resultas de la contienda bélica, fue interpretado por un excombatiente en idéntica situación, Harold Russell. La Academia le concedió una mención especial «por aportar esperanza y valor a sus compañeros veteranos a través de su trabajo en el film» y le otorgó asimismo el Oscar al mejor actor secundario. Los mejores años de nuestra vida recibió otros seis Oscars, relativos a los apartados de film, director, actor principal (Fredric March), guión, montaje y música.

Procedente de una idea del productor Samuel Goldwyn, el argumento del film pasó por las manos del novelista Mackinlay Kantor y del guionista Robert E. Sherwood y fue realizado en 1946 por William Wyler. Resulta instructivo constatar la presencia de tales progresistas personalidades en su elaboración y considerar bajo este prisma su acceso a las viñetas de Steve Canyon. A la luz de la posterior evolución ideológica de la serie de Milton Caniff, puede sorprender que éste situara en Steve Canyon como ejemplo de la vida norteamericana un tan duro reflejo de la misma. No olvidemos, sin embargo, que la proyección del film en las tiras diarias facilitó las ironías de Caniff sobre sus espectadores de ficción....

En cualquier caso, cuando los Estados Unidos se involucraban progresivamente en la guerra fría, Milton Caniff contempló momentáneamente a su país con la óptica de William Wyler.








Publicado en La Oca, revista mensual de comics para adultos. Barcelona, mayo de 1985


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