martes, 6 de septiembre de 2016

David B. Autorretrato secuencial




 En los años noventa nombres como Joann Sfar, Lewis Trondheim, Jean-Christophe Menú o el propio David B. fundaron L'Association. En pocos años, la editorial independiente francesa alcanzó prestigio internacional y éxito comercial, pero recientemente varias desavenencias entre sus miembros provocaron la marcha de los principales socios. Por fortuna, su incursión en la industria del cómic ha renovado la historieta volcándose en la narración y la experimentación gráfica. Su revolucionaria propuesta fue acuñada como Nouvelle Bande Dessineé y contó con el apoyo de otros sellos independientes. El fenómeno ha alcanzado ya incluso a las grandes editoriales.

"Ahora me siento más libre, capaz de dibujar toda clase de historias. Trabajo más rápido, escribo más rápido, hago los libros más rápido. He reencontrado el placer de dibujar como cuando era un niño. Es como si hubiera alejado la muerte de mí". Dos décadas y los galardones europeos más importantes avalan la trayectoria de David B., uno de los máximos exponentes de esta fértil metamorfosis del Noveno Arte que utiliza los códigos del cómic como si fueran palabras.

Por su conocimiento del mundo editorial, ¿puede darnos algún nombre que esté aportando nuevas vías como editor de cómic?
Creo que Igort está haciendo un gran trabajo con la colección donde estoy publicando la serie Babel. Se trata de una colección con un claro sentido internacional; mezcla a artistas de diferentes países. Es la primera vez que veo algo así.

¿Cuáles son sus principales influencias cuando escribe?
En este punto les debo mucho más a las novelas que a los cómics. Me fascinan autores como Simenon o Balzac. También, me han marcado en gran medida los escritores de literatura fantástica. Y no puedo olvidarme de las películas; me interesa mucho el ritmo de las obras de los directores Jean-Pierre Melville o Sam Peckinpah.

¿Y cuándo dibuja?
Me fijo en fotografías, en cómics e incluso en miniaturas medievales, que son una gran in¬fluencia para mí.

¿Son sus obras -concretamente. La Ascensión del Gran Mal- una vía de escape?
Es más que una salida, una forma de ir más allá. Creo que nunca podré salir de la historia de mi hermano, pero dibujándola entiendo mejor los sucesos, los personajes y los problemas. Dibujar es una actividad física que te proporciona mayor libertad. Cuando dibujas una línea en el papel, dejas algo de tu dolor ahí.

¿Cuál fue la reacción familiar ante este relato autobiográfico?
Mi madre se enfadó mucho. Esas cosas ocurrieron cuando era un niño y ella creía que no recordaba nada. Así que se sorprendió mucho al conocer mi versión de los hechos. Ella pensaba que todo lo que le ocurrió a mi hermano le pertenecía y que yo no tenía derecho a hablar por mí mismo de aquello.




¿Esta serie -compuesta por seis libros- contaba con un esquema previo o se fue construyendo? ¿Entraban unos recuerdos, otros salían?

Nunca escribo la historia previamente. Escribo un capítulo, entre cinco y diez páginas, lo dibujo y, al mismo tiempo, pienso en el capítulo siguiente. Mientras trabajaba en La Ascensión del Gran Mal recordé algunas cosas que había borrado de mi cabeza. Al comienzo también tuve varias conversaciones con mi madre, que me aclararon muchos puntos de la historia.

Dada la implicación emocional de esta historia, ¿tuvo que resguardarse en la ficción en algún momento?
La Ascensión... fue un libro muy difícil de hacer. Me refiero en términos psicológicos. Necesitaba lógicamente hacer también cosas de ficción. Era mi estrategia para poder hablar de mi hermano de otra forma. Esta historia de enfermedad está escondida en todos mis libros.

¿Qué le aporta escribir y/o dibujar para otros?
Aprendo mucho al ver mis historias dibujadas por otros. Elijo artistas que dibujen de forma muy diferente a la mía. Es muy interesante ver cómo otros encuentran soluciones gráficas que jamás hubiera pensado o que jamás sería capaz de hacer. Con todo esto mi trabajo se enriquece mucho.

En España ya se ha publicado el quinto libro de La Ascensión... y el protagonista va creciendo a un ritmo y usted igualmente va madurando a otro; está viviendo en el presente, pasando por cosas que no son las del protagonista. ¿Afecta eso a la historia?
Trato de reconstruir en cada uno de los libros el estado mental en el que me encontraba entonces. Mi imaginación crece en los libros desde el niño pequeño hasta el joven adulto. Y, por supuesto, cambio mientras estoy inmerso en esto, mi mente cambia tanto como las ideas que tuve sobre lo que ahí aparece. Por eso, aguardé dos años antes de escribir el sexto y último capítulo. Necesitaba hacer una especie de balance de mi vida durante aquel período y entender concienzudamente lo que ocurrió para dibujarlo.

Cuando trabaja, necesita...
Depende. A veces, silencio. A veces, una cantata de JS Bach es una gran ayuda.

Para muchos críticos con La Ascensión... ha publicado la historieta francesa más importante de los años 90. ¿Cuál es su actitud respecto a los premios?
Soy muy tímido con esas cosas. Nunca sé qué decir o qué contestar.

¿En qué está embarcado ahora mismo?
Se trata de una historia detectivesca que transcurre en el norte de Italia durante el comienzo del fascismo.

Al margen de los cómics, ¿qué es lo último que ha perdido y ha descubierto?
He perdido parte de mis viejos miedos y he descubierto que las cosas me resultan más
sencillas Cada día.

 Gorka Someta

La Ascensión del Gran Mal (2006) está editado por Sins Entido.







Publicado en la revista FNAC ClubCultura #14 noviembre-diciembre 2006


No hay comentarios: