En el no excesivo tiempo que lleva en los anales del comic, se han dicho muchas cosas de Howard Chaykin, y una de ellas, no la menos importante, ha sido la afirmación de que su comic Cody Starbuck, fue la directa inspiración del Luke Skywalker de George Lucas y, por ende, de la más importante de las sagas galácticas de la ciencia ficción de todos los tiempos: La Guerra de las Galaxias.
Será así o no. Poco importa... pues, para demostrar la importancia de Chaykin en la cultura popular actual no es necesario él acudir a lo que hayan hecho otros inspirados por él, nos basta con su propia obra. Y, así, cuando vemos el loco universo futuro de su serie American Flagg, con esos pequeños mundos paranoides centrados en los "mall" (centros comerciales locales, pilar base de la cultura suburbanita americana actual), o disfrutamos de su recreación del Blackhawk, con unos años cuarenta y una Segunda Guerra Mundial inventados, mucho más vistosos que los reales, nos damos cuenta de que Chaykin es un auténtico genio de la historieta. Un genio inconformista. Un genio que nada contra corriente de los gustos de su público, el lector de comics de los Estados Unidos.
Ya lo decía él mismo en una entrevista publicada por Comics Journal: "Los fans del comic son de una miopía extraordinaria. Acostumbran a exigir la mediocridad en lo que compran, simplemente porque están aferrados a una única idea y desean que siempre les sea servida la misma. Y, así, no dejan que un dibujante crezca en la dirección que él desearía. Incluso tratan de echar a perder la inventiva del creador de comics, si éste se aparta de lo único que a ellos les gusta".
Muy claro.
Pero, por si no lo entienden, se lo explico: Chaykin se está quejando aquí del inmovilismo del fan del comic de los USA (cabría hacer extensivo esto a muchos fans de otros países, incluido el nuestro), que considera que las únicas historietas dignas de tal nombre son las de superhéroes de calzoncillos largos de colorines y capa al viento.
Pero, como si no le bastase con este ponerse en contra de tal tendencia, mayoritaria y ultra-montana, del fandom estadounidense del comic, Chaykin sigue demostrando su inconformismo al nadar también en contra de otra corriente predominante hoy en su país: la del néopuritanismo. Porque, no deja de ser arriesgado hacer un American Flagg, pongamos por ejemplo, en un país en el que la televisión le censura las tetas a Julie Andrews o la Justicia considera delito el tener cierto tipo de pornografía incluso en la sacrosanta intimidad del hogar... De aquí a la quema de libros en la plaza pública, hay sólo un paso.
Y, ¿qué decir de un Black Kiss, la obra de Chaykin recién publicada en nuestro país?
Bueno, para empezar que no me extraña el que originalmente la publicase la Vortex Comics, que
es una editorial independiente y ni siquiera estadounidense, sino canadiense... y tampoco me extraña que la misma Vortex no se atreviese a poner en la calle los números sino después de haberlos retractilado (envuelto en plástico, vaya) y con una cubierta falsa, absolutamente anodina, cubriendo la auténtica, más salaz.
Y es que, reconozcámoslo, un comic que, ya en su primer número tiene una primera página con largos diálogos de una voz en off que dice cosas como "me encantaría chuparte la polla" o "soy una putita hambrienta de sexo", que en la página quinta ya nos muestra una de esas chupadas... ¡y al que se lo hacen es un cura!, que en la séptima incluye un coito anal y una monja mirona, y que acaba con otro largo diálogo en off repitiendo los argumentos de la primera... Bueno, un comic así no parece muy adecuado para los USA postreaganitas, con su culto al dólar, creciente afición a la virginidad combatiente entre los jóvenes, y vuelta a sus censoriales dignos del mejor maccarthysmo.
No creo que en España, un país en el que no tenemos (aún... ¡y esperemos que siga así!), estas malas costumbres prohibitivas, Black Kiss no tiene por qué tener problemas, y en sucesivos meses el aficionado podrá encontrar en su kiosko habitual, los sucesivos números de este más que interesante comic eróticoaventuroso de Chaykin. ¡Y eso sí que es toda una suerte! ■ Luis Vigil
Publicado en Los Nuevos Vengadores nº42, editorial Planeta-DeAgostini, Barcelona, julio de 1990.
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