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"Hola soy Cuqui, ¿te gustaría dibujar un story para un largometraje?" La voz al otro lado del teléfono me dejó perplejo ¿Un hombre que se llama Cuqui? ¿Un largometraje? . La respuesta fue rápida y el hombre resultó encantador (productor para más señas). Pero lo mejor fue participar de un proyecto dirigido por Manuel Huerga en el que el concepto de "trabajo en equipo" fue tangible y por ello tremendamente enriquecedor.
Con seguir de cerca el proceso de realización de una película yo me daba por pagado (ahora puedo decirlo, Cuqui), pero no podía ni sospechar hasta qué punto iba a involucrarme personal y profesionalmente. Responsable de eso fue, nuevamente, Manuel por escucharme cada vez que sugería algo o le traía imágenes que .pensaba, podrían ayudar.
La confianza de la que disfruté me hizo sentir a menudo como un director tras la cámara, pues tras las reuniones y las aclaraciones me quedaba con el guión en una mano y el papel en blanco en la otra. Puesto que el guión no lo precisaba, la planificación de las secuencias corría a mi cargo.
Esta primera planificación era la más dura, pero para mi sorpresa, pocas veces fue corregida de manera significativa. Visto con cierta perspectiva, algunas de nuestras largas charlas sobre alguna escena en concreto, pueden parecemos hoy algo gratuitas (dado que después factores de todo tipo cambiaban las cosas) pero ayudaron desde el primer día a trabajar cada escena de la película como si del momento definitivo se tratase. Esa sensación de "trabajo útil" lo era sobre todo por mantener muy alto el ritmo y la moral del proyecto, en momentos en los que eran tantas las cosas por decidir como las ya decididas (actores, localizaciones, director de fotografía, etc.). El story era "la película antes de la película", o lo que es lo mismo, era algo en lo que creer y sobre lo que trabajar cuando el primer grito de "Acción!" estaba aun lejos.
No quiero pecar de ingenuo y suponer que el dibujante encargado del story va siempre a sentirse como yo me sentí en Antártida. La actitud de Manuel y Francisco Casavella permitieron que me integrase completamente en el engranaje de la película. Supongo que a ello contribuyó la perfecta sintonía que, desde el primer día, compartimos. Los meses que trabajamos juntos fueron, por todo ello, un placer y una lección permanente. Ahora nos queda la certeza de un extraño vínculo fraternal, que es garantía de futuras lecciones y colaboraciones. Quizás así se entienda porqué la aventura de Antártida ha sido para mí mucho más que un encargo profesional, más que un primer contacto con el cielo del cine.
Y ahora, algunas cosas sobre la realización del story.
Antes de dibujar una sola viñeta, Manuel se encargó de que tuviese muy claro qué tipo de película deseaba hacer. Para ello empleamos al menos dos semanas revisando secuencias y planos de otras películas, fotografías, pinturas y las más variadas referencias que puedan imaginarse. Después me enfrentaba directamente al guión. Manuel revisaba los bocetos, los corregía cuando era necesario y entonces se pasaban a limpio. Los dibujé a lápiz y después hacia fotocopias de ellos, entonces les daba un toque de lápiz (es decir, sombras) con rotuladores Pantone Tria (no disuelven el fijador de la fotocopia y dan un aspecto de acuarela muy agradable). Preferí sombrear las fotocopias (en lugar de hacerlo sobre el lápiz original) porque contrastaban e! trazo del lápiz hasta un negro propio de tinta china. Las sombras, pensé, me ayudarían a dejar siempre claro donde estaban izquierda y derecha, en casos de contraplanos y cambios de ejes.
Lo más difícil, o pesado, era mantener las coordenadas de fondos (que se repetían a lo largo de varias viñetas). Por ello trabajé con mesa de luz, calcando los fondos de una a otra viñeta y manteniendo así una continuidad que demostró ser muy útil, especialmente al realizar el animatic.
Entre unas y otras secuencias del story, podían haber pasado hasta cuatro meses. Las correcciones se sucedieron en función a cambios en el guión y localizaciones definitivas. Lógicamente cada nueva versión del story era algo más sintética y, quiero pensar, más expresiva también. En cualquier caso, debería justificar los ligeros cambios de estilo que se pueden apreciar en el paso de algunas secuencias a otras.
A excepción de Ariadna Gil, el resto de actores estaban, cuando empecé a trabajar, por determinar. Teníamos, lógicamente, un perfil bastante preciso de cada personaje. A aquellas descripciones procuré atenerme, pero buscar un parecido con los actores que finalmente aparecen en la película es inútil.
Existen bastantes diferencias entre este story y el largometraje que finalmente se proyectará. La principal afecta al final de la película, aunque las más numerosas son recortes de guión que están indicados en esta edición. Pero hay otras no tan ortodoxas. Una de las diferencias más curiosas se debe a que soy zurdo, y supongo que debí haberlo tenido en cuenta. Al visualizar la película, planificándola, moví a los personajes (preferentemente) de izquierda a derecha . No es que tenga mucha importancia, pero llegó un día en que alguien comentó "Yo imaginé al revés esta escena" y todos repitieron "Yo también". Luego el problema era yo. Entre las correcciones que fuimos haciendo y las aportaciones del director de fotografía, Javier Aguirresarobe, se fue difuminando esa tendencia. No creo que sea grave, pero es un ejemplo de los factores que pueden determinar cómo imaginamos una escena.
Por último debo señalar que este story responde (espero) a lo que Manuel quería de un story. No conozco dos storys resueltos de la misma manera. Ni siquiera en Antártida se esperaba lo mismo de una escena a otra. En algunos casos Manuel deseaba filmar una secuencia con retroproyecciones y por ello el story debía reflejar exactamente los ángulos de las tomas y el tipo de planos. En otros casos la atmósfera era primordial, y era preferible dibujar (incluso a color) planos generales del lugar de acción, aun cuando esos planos no aparecían estrictamente en la película. Finalmente, la posibilidad de filmar un animatic, nos envalentonó y obligó a planificar con la misma dedicación todo el guión, a pesar de saber que ciertas secuencias se verían sujetas a cambios importantes, principalmente debido a las localizaciones definitivas. Con todo esto quiero decir que la función y la forma de un story pueden variar sensiblemente dependiendo de lo que el director desee y lo claro que lo tenga.
Este es el story que nos a salido y me alegró comprobar cómo circulaban las copias del mismo por el plato, aunque a menudo fuera para señalar las cosas que se cambiaban. Era un referente continuo. Y una prueba viva y útil de que cada escena se había creado y considerado con dedicación y cariño desde hacía tiempo.
Nada más. Espero que a través de este story pueda recorrerse cómodamente el camino que va del guión de Francisco Casavella a la película de Manuel Huerga. Para mí fue una ruta feliz e iniciática que me llevó al corazón de una antártida francamente acogedora.
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